La Unión Europea, la OTAN y los Caballeros Templarios

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por JOSÉ LUÍS FIORI*

Todo indica que el objetivo de los principales países europeos es prolongar el conflicto en Ucrania, para facilitar la creación de una “economía de guerra” en territorio europeo.

El proyecto de integración europea fue concebido, después de la Segunda Guerra Mundial, como parte de un sistema supranacional liderado y supervisado por Estados Unidos, que tenía como objetivo pacificar un continente que había vivido en un estado de guerra casi permanente durante los últimos 800 años. El proyecto inicial se puso en marcha en 1951 con la firma, en París, del tratado que estableció la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Sólo existían seis países –Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo y Países Bajos–, pero más tarde se formó la comunidad inicial. se expandió y se convirtió en la actual Unión Europea, con el Tratado de Maastricht, firmado en 1992, y contó con 28 países miembros, hasta que Gran Bretaña se fue en enero de 2020.

El proyecto inicial de la Comunidad Europea proponía la desmilitarización parcial de los Estados europeos, que debían transferir su soberanía militar a una organización de defensa supranacional –la OTAN, que ya había sido creada en 1949– que garantizaría la “ayuda mutua” en caso de una guerra externa. ataque a cualquiera de los países miembros de la comunidad. Pese a ello, el Tratado de Maastricht, firmado poco después de la unificación de Alemania, establecía como objetivo el desarrollo de una política de seguridad colectiva propia de la Unión Europea, pero hasta hoy nunca había logrado resolver el problema de la relación entre esta defensa regional y la política de seguridad colectiva de la OTAN, supervisada por Estados Unidos.

La formación y expansión inicial de la Comunidad Europea avanzó bajo el liderazgo conjunto de Francia y Alemania Occidental hasta la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, tras la reunificación de Alemania y la incorporación de los antiguos países comunistas de Europa del Este, la Unión Europea quedó prisionera de una trampa circular de la que nunca pudo liberarse.

Necesitaba centralizar su poder político y militar para formular una estrategia internacional, pero esta centralización fue boicoteada sistemáticamente por sus principales socios, Francia, Alemania Occidental e Inglaterra, que nunca admitieron haber renunciado a su soberanía nacional. Un impasse que se agudizó aún más tras la reunificación de Alemania, que se convirtió en la mayor potencia demográfica y económica del continente y empezó a tener una política exterior cada vez más asertiva e independiente.

El comportamiento alemán reavivó las viejas fracturas y competencias del Viejo Continente, acentuando el declive de Francia y favoreciendo la decisión británica de retirarse del proyecto común. Aun así, la Unión Europea siguió sin resolver su “defecto genético” fundamental, es decir, la falta de un poder central unificado capaz de imponer objetivos comunes a todos sus Estados miembros, y siguió dependiendo de Estados Unidos para su defensa común.

Esta situación empezó a cambiar con la Guerra de Ucrania, a partir de 2022, que reavivó el miedo y la paranoia común de la Unión Europea respecto a Rusia, facilitando el proceso de transformación de la OTAN en el verdadero gobierno militar de la Unión Europea, directamente responsable de la planificación, financiación y municiones a las tropas ucranianas.

Lo cierto es que, desde el momento de su creación en 1949, el objetivo de la OTAN fue “dejar fuera a los rusos”, en palabras de Lord Ismay, su primer secretario general. Este objetivo se logró plenamente durante toda la Guerra Fría. Pero después de la disolución de la Unión Soviética en 1991, la OTAN atravesó una especie de “crisis de identidad” y una redefinición de su papel dentro de Europa y el sistema internacional.

En un principio, la organización militar giró hacia el Este y la ocupación/incorporación de países de Europa del Este que habían pertenecido al Pacto de Varsovia, expansión que fue el origen último de la crisis y la guerra en Ucrania. Además, participó directamente, por primera vez en su historia, en las guerras de Yugoslavia y Kosovo, en 1999. Y antes, en 1994, lanzó un proyecto de intercambio militar y de seguridad con los países árabes del norte de África, los tan -llamado “Diálogo Mediterráneo”.

Y diez años después, en su reunión de Estambul de 2004, decidió ampliar su objetivo inicial, creando la “Iniciativa de Cooperación de Estambul” (ICI), dirigida a los países de Oriente Medio. En el mismo período, la OTAN se puso del lado de las tropas angloamericanas en las guerras de Irak y Afganistán, y más tarde también en el norte de África. Y ahora, más recientemente, se ha propuesto ampliar su presencia en Asia, participando en el asedio militar a China que ha implementado Estados Unidos.

La guerra de Ucrania, sin embargo, y la elección de los principales gobiernos europeos de implicarse directamente en el conflicto, acabaron implicando a la OTAN en la primera gran guerra europea desde la Segunda Guerra Mundial. Y todo indica en este momento que los principales países europeos, junto con los nuevos dirigentes de la Comisión Europea y la OTAN, prolongarán el conflicto en Ucrania, para facilitar la creación de una “economía de guerra” en territorio europeo.

Una economía de guerra que estaría liderada por Alemania, que ya ha renunciado a su industria manufacturera tradicional para convertirse en cabeza de un “complejo militar” en el que participan otros países europeos. Este nuevo proyecto para la OTAN y la Unión Europea cuenta con el apoyo del actual gobierno norteamericano, y debería mantenerse y profundizarse si los demócratas ganan en las próximas elecciones presidenciales.

Al menos esto fue lo que se confirmó al final de la 75ª Cumbre Anual de la OTAN, celebrada en la ciudad de Washington, en julio de 2024, que confirmó la decisión de continuar y profundizar la implicación de la Organización en su guerra contra Rusia, que ahora incluye también a China. como adversario de la OTAN. En este sentido, al celebrar su septuagésimo quinto aniversario, se puede decir que la OTAN ha decidido transformarse definitivamente en el “gobierno militar” de la Unión Europea, y al mismo tiempo en el último reducto de la “civilización occidental” frente a la “Ortodoxos rusos”, los “pueblos islámicos” y la “civilización china”. Una especie de Caballeros Templarios del siglo XXI, encargados de defender el “Norte Global”.

* José Luis Fiori Es profesor emérito de la UFRJ. Autor, entre otros libros, de El poder global y la nueva geopolítica de las naciones (Boitempo) [https://amzn.to/3RgUPN3]

Publicado originalmente en el Boletín Conjuntura n.o. 7 de Observatorio Internacional del Siglo XXI — NUBEA/UFRJ.


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