por PEDRO HENRIQUE M.ANICETO*
La devaluación del trabajo humano es contraria a los cánones de justicia y equidad que subyacen a la lógica de la seguridad social
En los últimos años, la transformación del mercado laboral, impulsada por los avances tecnológicos y el crecimiento de las plataformas digitales, ha sacado a la luz un fenómeno denominado “uberización del trabajo”. Este modelo, caracterizado por la intermediación entre proveedores de servicios y clientes a través de aplicaciones, promete flexibilidad y autonomía a los trabajadores. Sin embargo, cuando se analiza más profundamente, especialmente desde una perspectiva social, resulta más que evidente que esta aparente libertad va acompañada de una serie de precariedades y problemas importantes.
La seguridad social juega un papel importante y necesario en la protección de los trabajadores, garantizándoles una red de seguridad que les permita afrontar momentos de vulnerabilidad, como la enfermedad, el desempleo o la vejez. El sistema de pensiones fue diseñado para garantizar que, después de años de aportes, los trabajadores tengan derecho a una jubilación digna, brindándoles estabilidad financiera en la vejez.
En el modelo de empleo tradicional, esta seguridad está garantizada por contribuciones periódicas tanto de los empleados como de los empleadores, creando una base sólida para financiar las prestaciones sociales y mantener la seguridad de la sociedad. La seguridad social es un componente esencial del estado de bienestar, que promueve la equidad y la justicia social redistribuyendo el ingreso y ofreciendo protección a todos los trabajadores, independientemente de su posición económica.
En el contexto de la uberización del trabajo, esta estructura protectora se debilita significativamente. Los trabajadores de plataformas digitales, a menudo clasificados como autónomos, no tienen acceso a los mismos derechos y beneficios que los empleados formales. La ausencia de cotizaciones periódicas a la seguridad social por parte de estos trabajadores compromete no sólo su propia seguridad futura, sino también la sostenibilidad del sistema de seguridad social en su conjunto.
Sin la garantía de un contrato formal y las cotizaciones correspondientes, estos trabajadores quedan desprotegidos y enfrentan una mayor incertidumbre económica. Este modelo de trabajo exacerba la vulnerabilidad de los trabajadores, que a menudo están sujetos a jornadas laborales agotadoras y a una inestabilidad financiera crónica, sin el apoyo de una red de protección social.
La precariedad de las condiciones laborales derivada de la uberización también afecta directamente los ingresos tributarios. Al haber menos trabajadores contribuyendo regularmente a la seguridad social, la capacidad del sistema para proporcionar prestaciones adecuadas se ve gravemente reducida.
Esto no sólo pone en riesgo la jubilación de millones de personas, sino también la viabilidad de otras prestaciones sociales, como el seguro de desempleo y las prestaciones por enfermedad, que son esenciales para la estabilidad económica de los trabajadores en tiempos de crisis. La reducción de los ingresos fiscales también limita la capacidad del gobierno para invertir en otras áreas críticas, como la salud y la educación, lo que exacerba aún más las desigualdades sociales.
Además, la importancia de la seguridad social se vuelve aún más evidente cuando consideramos el envejecimiento de la población. A medida que aumenta la esperanza de vida, más personas dependen de las prestaciones de la seguridad social para mantener un nivel de vida digno después de la jubilación. La uberización, al promover relaciones laborales más flexibles y menos reguladas, amenaza con empeorar el desequilibrio financiero de los sistemas de seguridad social.
Sin una base de cotización amplia y estable, la capacidad de satisfacer las necesidades de una población que envejece se ve comprometida, poniendo en riesgo el bienestar de las generaciones futuras. La ausencia de cotizaciones continuas y regulares podría resultar en un déficit de pensiones extremadamente significativo, obligando al Estado a adoptar medidas de austeridad que podrían perjudicar aún más a los trabajadores y a la economía en su conjunto.
El proceso de uberización también plantea interrogantes sobre la dignidad y la valoración del trabajo. En muchos casos, los trabajadores de plataformas digitales reciben salarios inferiores al salario mínimo, no tienen acceso a prestaciones básicas y están expuestos a condiciones laborales peligrosas e insalubres.
Esta devaluación del trabajo humano es contraria a los cánones de justicia y equidad que subyacen a la lógica de la seguridad social. La falta de una regulación adecuada y la explotación de los trabajadores por la lógica de máxima ganancia de las plataformas crean un ambiente de trabajo hostil e insostenible, donde a menudo se violan los derechos humanos básicos.
Por lo tanto, la seguridad social es un pilar esencial para la seguridad y la dignidad de los trabajadores, y ofrece una red de seguridad contra las incertidumbres económicas y los riesgos para la vida. La uberización del trabajo, al alejarse de los modelos tradicionales de empleo formal, plantea serios desafíos a esta estructura, debilitando la red de seguridad que sustenta a millones de trabajadores.
Reconocer la importancia de la seguridad social y afrontar las implicaciones de este nuevo modelo de trabajo es crucial para garantizar una protección social justa y eficaz en un mundo cada vez más digitalizado.
*Pedro Henrique M.Aniceto estudia economía en la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF).
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