la tríada del mal

Imagen: Lennart Wittstock
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por VINÍCIO CARRILHO MARTÍNEZ*

Erróneamente, se pensó que el bolsonarismo era solo un factor político del partido

Hay tríadas criminales bien conocidas involucradas en el tráfico de drogas, armas y personas, que es mejor dejar sin nombre. Después de todo, además de la propaganda innecesaria y el riesgo inherente a la exposición, lo que nos importa directamente es Brasil y la tríada que actuó el 8 de enero de 2023. La falta de inteligencia llama fanatismo. Y este es el orden esencial a ser observado.

Tenemos cierto principio de la trinidad en la base del Estado moderno y el Estado de derecho, que conviene recuperar para evaluar la situación real del país, en el que se proyectaba un proyecto político fascista (MARTINEZ, 2020). Estas trinidades son: “pueblo, territorio, soberanía” –para el estado moderno- y estado de derecho, garantía y goce de los derechos fundamentales, separación de poderes, para el estado de derecho. En cuanto hay una trinidad republicana que define los principios generales del derecho: vivir honestamente (vivir honestamente), alterum no laedere (no hagas daño a otros), suum cuique tribuère (dar a cada uno lo que le corresponde). Es decir, la República también fue amenazada de muerte, el pasado 8 de enero.

República es el régimen político.[i] en el que quienes ejercen las funciones políticas (ejecutivas y legislativas) representen al pueblo y decidan en su nombre, haciéndolo con responsabilidad, electividad y mediante mandatos periódicamente renovables [...] responsabilidad. La electividad es un instrumento de representación. La periodicidad asegura la fidelidad a los mandatos y permite la alternancia en el poder. La responsabilidad es el compromiso de la idoneidad de la representación popular (ATALIBA, 2004, p. 13).

Como se ve, todas las características republicanas estaban siendo atacadas, sin embargo, el 8 de enero, intentaron producir heridas letales, y casi lo lograron. La tríada del mal invirtió fuertemente contra todas las trinidades del proceso civilizador.

Podemos decir que estas trinidades civilizatorias vienen sufriendo insistentemente desde 2019 (o 2016, con el golpe de Estado). Estas trinidades fueron puestas a prueba en la ofensiva de los actos terroristas del 8 de enero de este año. La agresión terrorista contra los Tres Poderes Constituidos instituye, desde la perspectiva del Estado moderno, una severa acción de conspiración e involucrada en el gravísimo delito de sedición. Por eso también se dice que este golpe se proyectó más allá del Estado de Defensa elaborado (por el exsecretario de Seguridad Pública del Distrito Federal) -no se limitó a atacar a la recién juramentada presidencia, pues significó una fuerte Choque al apoyo del Estado de derecho: los ataques al poder legítimamente constituido, en 2022, se apoyaron bajo un verdadero proposito de sedición, siendo disruptivo a la separación de poderes, es decir, un crimen contra la República.

Sin embargo, es necesario tener claro que el fascismo nos ha estado orbitando desde el período post-2016 (o antes, ya visto en 2013, en las revueltas estudiantiles), y se instituyó como proyecto político entre (2018) 2019-2022: las señales nazis, en las huestes del poder recién derrotado, ilustraron la falta de ética en la elaboración de estéticas fascistas, racistas, supremacistas, misóginas. Este proyecto, como sabemos, tenía el objetivo de “destruir el país para construir después”, destruir la ciudadanía, la democracia, la dignidad humana, para reconstruirse como un proyecto autocrático, disruptivo, propiamente fascista. El no tratamiento del COVID-19 es un ejemplo de genocidio programado (crimen de lesa humanidad), así como la destrucción de la cultura y la educación pública, además de tantas atrocidades humanitarias, son la punta del iceberg de la política fascista. proyecto.

Erróneamente, se pensó que el bolsonarismo era solo un factor político-partidista y, además, llegó a formular un entendimiento de que “como mucho” habría una ritualización civil de “nuestro fascismo”: cuántos dijeron que el país no era fascista y que solo reunió a “algunos elementos fascistas”. Error, como los rasgos eran claros desde antes de 2018 (2016) y se agudizaron entre 2019-2022: el ascenso de las fuerzas armadas en las instituciones públicas -además de los campamentos en los cuarteles generales-, la intervención de la Policía Militar y la propia articulación de los militares en nuestra “tarde de cristales”, el 8 de enero, traen excesiva evidencia de que el nacionalfascismo es militarista.

El golpe de Estado siempre estuvo en la agenda, que comenzó en 2014, cuando el vencido cuestionó pública e institucionalmente el sistema electoral. Esta práctica, que apareció en 2022, más aún en la segunda vuelta, por lo tanto, no era precisamente nueva, sino una reincidencia. La misma tipología golpista que se llevaría al 8 de enero, aunque con otra modus operandi, ya que el golpe estuvo presente en las estructuras de todo el sistema de seguridad pública, comenzando por la Oficina de Seguridad Institucional (GSI) – y no solo en la comparación de la Seguridad Pública distrital y la Policía Militar del Distrito Federal. El bochorno y los ataques fueron mucho más contundentes, como vimos en el “Proyecto de Estado de Defensa” recuperado de la casa del exsecretario de Seguridad Pública, con una previsión de ataque directo al Tribunal Superior Electoral (TSE): se propuso romper el secreto de los magistrados.

También evaluaron a los golpistas que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiría por la inaplicabilidad de estas medidas (rompiendo el secreto del TSE), con base en la inconstitucionalidad del propio decreto del Estado de Defensa y, por ende, del citado artículo 142 de la CF88 (de pésima redacción) sería disparado por el expresidente, colocando al Ejército como balance del golpe: como un “poder moderador”.

En la excrecencia golpista, por tanto, la República dejaría de existir frente al malogrado instrumento de la época del Imperio. El golpe del 8 de enero avanzaba rápidamente hacia convertirse en fascismo imperial, bajo la influencia de un poder moderador disruptivo. Y esta es quizás la ironía de las ironías, porque el poder moderador sería utilizado en la primera misión (golpista) no para arbitrar, sino para destruir la República y la democracia.

Como todos también saben, el modus operandi del terrorismo tendiente a derrocar al recién juramentado gobierno, el vehículo sería el caos que querían generar a partir de los ataques a la propiedad pública, junto a los edificios del Palacio del Planalto, el Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional. Es obvio que el objetivo de estos atentados terroristas no se limitó a romper y perforar obras de Portinari y Di Cavalcanti –aunque la simbología de atentar contra la cultura nacional es una notoria característica del fascismo. El objetivo de estas acciones destructivas fue la ruptura total de las instituciones democráticas y la trinidad misma que constituye el estado de derecho y la República.

Es claro que todos los delitos que ya han sido o pueden ser enumerados son muy graves, sin embargo, el objetivo no logrado fue aún más grave. ¿Basta con pensar, en esta secuencia, si quien ataca a los Tres Poderes en un acto continuo no comparte la sedición?

Desde el punto de vista jurídico, la comisión de delitos contra el Estado democrático de derecho, contra el patrimonio público, es más que evidente; en el campo de la cultura, vemos que la destrucción de las obras de arte quería llegar a la propia cultura nacional; en el sentido de la ciencia política y las teorías del Estado, atacar a los Tres Poderes, además de la negación de la soberanía popular en las elecciones presidenciales de 2022, buscó aniquilar la institucionalidad republicana, articulándose en un delito de sedición, es decir, contra soberanía- y en este último aspecto, el derecho militar podría ser utilizado en la investigación de delitos contra la integridad nacional. ¿Serían los terroristas, sus principales y financistas traidores a la nación brasileña o no?

Finalmente, la lista de culpabilidades -compuesta por varios delitos que ya llegan a más de 1300 implicados, y aún en fase de instrucción/investigación- tiene posibilidades de llegar al presidente, y en este caso probablemente tendríamos a un expresidente detenido por terrorismo: ya imputado, en el STF y por recomendación de la PGR (Procuraduría General de la República).[ii] Si se llega a constituir prueba suficiente, muy probablemente, Brasil pasará a la historia como el primer país en condenar y encarcelar a un ex gobernante por actos terroristas.[iii] No hay noticias de que alguien ya lo haya hecho: EEUU lleva dos años intentando avanzar en este sentido, pero aún sin éxito.

Este conjunto, que, en teoría, es objeto de reproches frente a la historia política, sí puede convertirse en un crimen contra la patria, bajo el alcance de los tribunales militares, siempre y cuando, por supuesto, los mismos militares que participen en el golpistas/terroristas son identificados, juzgados, condenados y destituidos de su mando.

En general, no es difícil visualizar la tentativa fascista como anfitrión del delito de sedición, de lesa patria. Como es sabido, las penas aquí pueden agravarse con el costo de la vida. Otra conclusión, lamentablemente, apunta a la continuidad del fanatismo en apoyo de actos fascistas, golpistas, terroristas. Es cierto que la mayoría de la población desaprobaba el salvajismo antirrepublicano, sin embargo, hay que responderle al pueblo que no habrá amnistía.

*Vinicio Carrilho Martínez Es profesor del Departamento de Educación de la UFSCar.

 

Referencias


ATALIBA, Gerardo. República y Constitución. Sao Paulo, Malheiros, 2004.

MARTÍNEZ, Vinicius Carrilho. Nacional Fascismo – Necrofascismo. Curitiba: Editorial Brasil, 2020.

Notas


[i] En este caso, régimen político y forma de gobierno no están muy alejados.

[ii] https://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2023/01/13/moraes-inclui-bolsonaro-em-inquerito-sobre-autoria-de-atos-golpistas.htm.

[iii] https://noticias.uol.com.br/colunas/walter-maierovitch/2023/01/13/bolsonaro-responsabilizacao-atos-golpistas.htm.

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