por CARLOS EDUARDO MARTINES*
Consideraciones sobre la crisis de la globalización neoliberal y el caos sistémico en curso
Introducción
En este artículo, buscamos contribuir a acercar las perspectivas marxista y Braudel del análisis de los sistemas-mundo a partir de la discusión del concepto de caos sistémico y la crisis mundial de 2020. La teoría marxista del sistema-mundo capitalista. Sostenemos que el sistema mundial moderno entra en un período de transición al caos sistémico entre 2015-2020, cuando finaliza el ciclo expansivo de Kondratiev iniciado en 1994. Sus principales soportes y fuentes de propulsión, como el comercio internacional, los flujos internacionales de capital, el liberalismo político y la hegemonía de los Estados Unidos.
La crisis que estamos presenciando será probablemente más amplia y profunda que la establecida en períodos anteriores de caos sistémico: deberá poner en tela de juicio no sólo una hegemonía en declive, sino el propio sistema capitalista mundial y los cimientos de su civilización. Esto significa que la bifurcación que se establezca tendrá que ser impulsada no sólo por las luchas interestatales, sino principalmente por las intraestatales, que probablemente asumirán el protagonismo y articulación de las primeras. Las luchas de clases entre el capital y el trabajo tenderán a asumir la centralidad de los conflictos nacionales e internacionales, condicionando las disputas interburguesas. Los períodos de caos sistémico son tiempos de brutal aceleración histórica, que duran aproximadamente treinta años, y el actual apenas comienza.
En la sección de apertura, discutimos los conceptos de caos sistémico y las interpretaciones de la crisis para el siglo XXI, elaborados por Giovanni Arrighi, Immanuel Wallerstein y Beverly Silver. Posteriormente, analizamos las lecturas marxistas de Samir Amin y Theotonio dos Santos sobre el sistema-mundo capitalista y su crisis, estableciendo nuestras propias formulaciones, en un diálogo que también incorpora los aportes de Christopher Chase-Dunn y Ruy Mauro Marini. En la tercera sección, analizamos las crisis de la civilización capitalista y la globalización neoliberal, articulando los conceptos de revolución científico-técnica, ciclos sistémicos, ciclos de Kondratiev con análisis geopolíticos globales y sus implicaciones para América Latina, ruta que consideramos clave para avanzar hacia la construcción de una teoría marxista del sistema-mundo capitalista. A modo de conclusión, destacamos las principales aportaciones de nuestro artículo.
En este artículo seguimos parcialmente la nomenclatura desarrollada por Immanuel Wallerstein (2000), y utilizamos no sólo el concepto de sistema-mundo, sino también el de sistema-mundo, para referirnos al sistema-mundo que se ha vuelto único, que Es decir, el sistema-mundo moderno, capitalista, luego de su expansión por el globo en el siglo XIX, aunque en su seno han surgido importantes contradicciones, como el surgimiento de Estados socialistas, y otros sistemas pueden ocupar su lugar en el futuro. Usaremos sistemas-mundo en plural para designar la pluralidad de sistemas-mundo que coexistieron en gran medida de forma independiente antes de que el capitalismo impusiera la historia como global.
Los análisis de Braudel de los sistemas-mundo
Algunos de los teóricos braudelianos más importantes han destacado la profundidad de la crisis que afecta al sistema-mundo contemporáneo y la alta probabilidad de ruptura e inflexión en sus patrones estructurales y organizativos en el siglo XXI.[i] Esta postulación se ha basado en estudios y formulaciones de largo plazo que, a pesar de las convergencias y complementariedades, presentan expresivas diferencias analíticas. Hacer un balance de las potencialidades y límites de estas interpretaciones nos parece de gran relevancia para avanzar hacia la comprensión de la crisis del siglo XX largo y las perspectivas de la transición hacia un nuevo siglo largo. Entendemos que esta transición cuestiona el propio sistema-mundo capitalista y su adecuada comprensión requiere una mayor integración de los instrumentos marxistas a los análisis que la interpretan.
Immanuel Wallerstein (2000 y 2002) apoya la tesis de que el sistema mundial moderno, estructura del capitalismo histórico, desaparecerá entre 2025-2050, período en el que se instaurará el caos sistémico y una bifurcación de poder donde fuerzas antagónicas lucharán por reinventar el sistema-mundo bajo nuevas bases. El autor menciona tres escenarios: el restablecimiento del imperio-mundo a través del neofascismo global o del neofeudalismo regionalizado que lo fragmenta; y la afirmación de un sistema-mundo socialista, con un alto nivel de igualdad, libertad, diversidad, fraternidad y democracia.
Basa su propuesta en la combinación de ciclos seculares y desgaste que determinaría la crisis terminal del capitalismo histórico como sistema. El sistema mundo moderno presentaría dos grandes oscilaciones cíclicas que son la logística o tendencias centenarias y los de Kondratiev. Para el primero, designa el lento proceso de emergencia, establecimiento, erosión y colapso de una hegemonía, que asocia a las fluctuaciones de precios de los 300 años, defendida por François Simiand (1932) y Fernand Braudel [1986], dividida en fases A y B, de 150 años. Cada fase A o B implicaría, en general, el lento proceso de ascenso, afirmación y caída de una hegemonía, entendida por el autor como una situación económica de cuasi monopolio, correspondiente a periodos de protagonismo mucho más breves, concretamente, 1625-1672, 1815 -73 y 1945-67. Reivindica, entonces, un esquema temporal iniciado en 1450-1600, cuando se habría instaurado la transición del imperio-mundo feudal al capitalismo, implicando la afirmación del sistema mundial moderno, que constituye su arquitectura institucional específica (WALLERSTEIN, 1974) .
Esto se consolidó en 1600-1750, cuando se desarrolló y terminó la hegemonía de las Provincias Unidas; se expande en 1750-1900, en torno al inicio, imposición y erosión de la hegemonía británica; y concluiría en 1900-2050, con el surgimiento, apogeo y colapso de la hegemonía estadounidense (WALLERSTEIN 1980, 2000 y 2011). El declive de la hegemonía estadounidense, a partir de 1968, estaría ligado a una muy larga fase B del ciclo de Kondratiev, fuera de sus patrones de 25/30 años. Wallerstein incluso menciona la posibilidad del surgimiento de una nueva fase A, pero en 2010 consideró que esta larga fase B seguía vigente (WALLERSTEIN, 2010).
Estas fluctuaciones cíclicas se articularían con un nivel avanzado de desgaste estructural del capitalismo histórico, estableciendo un arreglo que a partir de 1968 engendraría no solo el declive del poder estadounidense, sino del propio sistema mundial moderno. Esta erosión sería consecuencia del alto nivel de desarrollo alcanzado por el capitalismo y se expresaría: en la desruralización del mundo, que restringiría la conquista de nuevas fronteras para explotar las ventajas locacionales de los costos de la mano de obra, dado el agotamiento de espacios sociales de expansión en el planeta; en costos ecológicos exponenciales, que incrementarían los riesgos de catástrofes ambientales o pandemias, propias del agotamiento de los procesos civilizatorios, y generarían presiones sociales para su internalización por el capital, reduciendo sus tasas de ganancia; en la desconexión entre liberalismo y democracia, resultante de la reducción de las clases medias y el aumento de las presiones migratorias del Sur hacia el Norte, provocando la agregación de amplias fuerzas sociales con reivindicaciones redistributivas que superarían las capacidades de cooptación del sistema ; y en nuevas rivalidades internacionales, creando dos polos de poder en disputa, uno que asociaría a Estados Unidos, Japón y China, y otro que vincularía a Rusia y Europa, presionando negativamente las ganancias y aumentando los conflictos sociales al interior de los Estados.
Los movimientos antisistémicos asumirían una forma difusa, expresándose más en la confrontación del espíritu de Porto Alegre contra el espíritu de Davos, que en la vinculación de los procesos revolucionarios con los Estados y las disputas geopolíticas mundiales. El éxito de la transición a un nuevo sistema más igualitario dependería de que los movimientos sociales impongan sus demandas de salarios más altos, aumento del gasto público, protección ambiental y democratización más allá de los límites del liberalismo, creando un gobierno mundial para establecer nuevas reglas y regulaciones sobre La economía mundial.
Em Caos y gobernanza en el sistema mundial moderno (1999) Giovanni Arrighi y Beverly Silver analizan comparativamente las transiciones al caos sistémico instauradas en crisis de hegemonías anteriores para construir instrumentos analíticos de interpretación de la actual. Parten del concepto de ciclos sistémicos, desarrollado por Arrighi, en su clásico, El largo siglo XX [1994], y ya esbozado en su Geometría del imperialismo (1978). A diferencia de Immanuel Wallerstein, que restringe la hegemonía al período de breve y casi absoluto dominio productivo, comercial y financiero de un Estado sobre sus rivales, Arrighi entiende la hegemonía como un proceso mucho más amplio y complejo. Esto implica la combinación del liderazgo político y moral de un Estado en el sistema mundial, basado en última instancia en su papel económico.
La hegemonía se constituye en un arreglo histórico, dinámico, multifacético, de dimensiones heterogéneas, que incluye aspectos institucionales, ideológicos y militares, en el ámbito político; el productivo, comercial y financiero, en el ámbito económico; y el liderazgo de la burguesía y sus fracciones más dinámicas sobre las clases y el poder estatal, en el ámbito social. Durante el ejercicio de la hegemonía se desarrollan contradicciones entre sus múltiples dimensiones que conducen a puntos de inflexión y su división en dos fases: fase A, de expansión, y fase B, de crisis. En la fase B, la fuerza productiva, comercial y militar del Estado hegemónico tiende a deteriorarse en relación con las potencias emergentes, pero aún depende de su poder financiero para mantener su liderazgo político internacional. El paso de la crisis al caos sistémico estaría marcado por el derrumbe de su liderazgo financiero y político, por la ruptura del consenso internacional a favor de las tendencias centrífugas y por el desarrollo de una bifurcación de poder desde hace aproximadamente treinta años, que se despliega en guerras para reorganizar el sistema mundial.
Sin embargo, Giovanni Arrighi y Beverly Silver no se limitan a proponer un modelo general y abstracto de transición sistémica, sino que lo vinculan a la construcción de una teoría histórica de las transiciones. Argumentan con Immanuel Wallerstein reivindicando un modelo endógeno, que interioriza los cambios porque en él las propiedades del sistema no sólo actúan coercitivamente sobre los actores, sino que también se modifican en el proceso de su afirmación. El esfuerzo teórico debe ser enriquecido y ampliado por la combinación permanente entre los patrones cíclicos de repetición y los procesos históricos individualizados y singulares, surgidos tanto del movimiento estructural e irreversible de la flecha del tiempo, como de las indeterminaciones propias de las interacciones dinámicas. , que involucran dimensiones contingentes (ARRIGHI, 1996[1994]) y (ARRIGHI y SILVER, 1999).
Arrighi apunta a la tendencia a aumentar las escalas y reducir el número de actores que se disputan el poder en el sistema mundial moderno, indicando además la oscilación pendular entre regímenes corporativos y cosmopolitas. Describe cuatro ciclos de hegemonía (ibero-genovesa, holandesa, británica y estadounidense), movidos, respectivamente, por ciudades-estado, proto-estados nacionales, estados nacionales y estados continentales, y mide sus extensiones a partir del intervalo entre las crisis de señalización de sucesivas hegemonías, que marcan el inicio de la decadencia y el surgimiento de nuevas configuraciones de poder. Las periodicidades cíclicas se acortan debido a la aceleración de la interacción entre las partes del sistema, lo que daría lugar a la reducción temporal de las hegemonías posteriores, fijando a EE.UU. en aproximadamente cien años, correspondiente al intervalo entre la crisis de señalización británica, en 1870, y la norteamericana, en 1970 (ARRIGHI, 1996[1994]). Arrighi y Silver afirman que en la transición actual se desarrolla una bifurcación sui generis porque mientras el poder económico se transfiere al Este de Asia, principalmente a China, el poder militar permanece concentrado en Estados Unidos, estableciendo una excepción a las formas prevalecientes en pasados periodos de transición.
en O Largo siglo XX, Arrighi predijo tres posibles resultados para la bifurcación sistémica: la conversión del poder estadounidense en un poder imperial que extrae valor cobrando los costos de protección mundial; el surgimiento de un nuevo patrón, centrado en el Este de Asia, basado en la desconexión de las empresas del capitalismo monopolista braudeliano; y la aceleración entrópica del caos sistémico. Sin embargo, esta formulación es profundizada y reelaborada en trabajos posteriores para incluir fenómenos como el estancamiento de Japón y la inmensa proyección de China en la economía mundial. En Adam Smith en Pekín (2007), China aparece como la gran potencia estatal que desafía el papel de EE.UU. en el sistema mundial, reemplazando al capitalismo en red descentralizado, con cobertura en el Este de Asia y anclado en Japón.
El desafío chino es presentarse como articulador de nuevas relaciones entre Oriente y Occidente que sustituyan a los choque de civilizaciones, impuesto por el colonialismo e imperialismo occidental contra las Américas, África, Asia y Oceanía. Su misión sería organizar un nuevo espíritu de Bandung y el proyecto de un Sur Global que invirtiera la fórmula, enunciada por André Gunder Frank, del desarrollo del subdesarrollo de las periferias en favor de los centros, al subdesarrollo de las estos últimos a favor del desarrollo de aquellos. Para ello, China debería ser capaz de ofrecer una alternativa ecológica para el desarrollo de la humanidad, reemplazando el modelo occidental depredador y devastador que habría buscado imitar en su trayectoria de ascensión.
Giovanni Arrighi y Beverly Silver señalan que a diferencia de las transiciones anteriores, cuando la competencia interestatal e intercapitalista moldearon los conflictos sociales, en esta los conflictos entre capital y trabajo y entre imperialismo y soberanía nacional tienden a asumir el protagonismo, articulando los niveles intraestatal e internacional. Arrighi ve el comienzo de la señal de crisis de la hegemonía estadounidense en la combinación de luchas de clases dentro de Estados Unidos y luchas anticolonialistas y antiimperialistas en la periferia. Fueron las presiones de la clase obrera dentro del régimen fordista-keynesiano, liderado por el complejo industrial-militar, articuladas con las luchas por la revolución socialista y por la soberanía en Vietnam, las que impusieron la derrota económica y militar a la coalición burguesa dominante en Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1960, liderando las fracciones más dinámicas de su gran capital para reinventar el patrón de acumulación y las formas de organizar su hegemonía interna y mundialmente (ARRIGHI, 2007). Los autores ven en la ofensiva de los movimientos sociales en el mundo, que tiende a radicalizarse durante el caos sistémico, la posibilidad de viabilizar una transición relativamente pacífica, limitando el riesgo de guerra y catástrofe (ARRIGHI y SILVER, 1999).
La reinvención de la hegemonía a través de la globalización neoliberal fue el resultado de la incapacidad de las políticas de expansión crediticia y el patrón empresarial corporativo de integración vertical para contener la presión de los trabajadores y estudiantes por salarios más altos, aumento del gasto social y democratización, así como el fracaso de la intervención militar. políticas para disuadir los conflictos entre el Sur y el Norte. Resultó en la fuga de capitales, el aumento de la inflación, la depreciación del dólar, la ruptura de su paridad con el oro, la devaluación del capital financiero y el fortalecimiento de las rivalidades interestatales y geopolíticas.
Además de la derrota en Vietnam, la revolución iraní, la revolución sandinista, el papel de la OPEP en la subida de los precios del petróleo y proyectos de modernización en América Latina, Europa del Este y Asia Oriental financiados con tipos de interés negativos. Proveedor de liquidez al sistema mundial a través de los saldos en cuenta corriente, que sirvieron de lastre a las transferencias unilaterales para sus políticas de hegemonía, Estados Unidos ve entrar en crisis su régimen internacional por la pérdida de competitividad de su sector industrial, sus crecientes déficit comerciales y la imposibilidad de obtener rentas a través de un imperio formal, como lo hizo Gran Bretaña. Ante este escenario, dejan en segundo plano su política industrial, priorizan las altas finanzas y comienzan a captar liquidez internacional a través de una política de sobrevaluación del dólar y de la deuda pública, convirtiéndose en el epicentro de la generación de capital ficticio, con lo que consolidan la fase B de su hegemonía.
Arrighi menciona los vínculos históricos de China y su antiguo sistema sinocéntrico con un orden pacífico, que resultó en la construcción de quinientos años de paz. Señala como determinante que este sistema, balanceado por un alto nivel de centralización y baja competencia interestatal, estableció una orientación endógena que promovió un modelo de acumulación sin despojo, impulsó la reforma agraria, la ocupación del campo y obras de infraestructura para garantizar la soberanía territorial. China en el largo siglo XXI se enfrenta a un gran interrogante: imitar el modelo norteamericano, reproduciendo el patrón de riqueza oligárquica y desigual del capitalismo histórico, pero subordinándose políticamente a un imperio norteamericano de explotación; o articular la creación de un patrón de riqueza democrática.
La alternativa de la riqueza democrática se encarnaría en el resurgimiento, en nuevas formas, del antiguo sistema sinocéntrico, que hibridado con las ideas y dimensiones socialistas del sistema mundial moderno, podría crear una alternativa sistémica original, desvinculando el mercado del Piso alto braudeliano y vinculándolo mucho más a la competencia que al monopolio privado.[ii] Tal posibilidad encontraría sus bases en la articulación entre las fuerzas que dirigen el Partido Comunista Chino, en la fuerte regulación y control del Estado chino sobre el mercado y la acumulación capitalista, en la formación de una gigantesca y predominante clase obrera urbana que suma a una gran masa de la sociedad campesina y, aún, en las luchas antiimperialistas contra el poder norteamericano, que empujarían hacia una gran concertación horizontal global.
Las crecientes desigualdades dentro de los Estados Unidos y los países europeos fortalecerían la base de masas antiimperialista y debilitarían la alternativa de transición al poder mundial imperial. Las contradicciones y vulnerabilidades reveladas en la invasión de Irak y Afganistán profundizarían el desgaste del imperialismo yanqui, aislándolo cada vez más a nivel mundial, debido a las evidencias que indican que aunque tiene un liderazgo militar indiscutido, el poder de EE.UU. sería bastante insuficiente para garantizar la costos de proteger el mundo que pretende controlar (ARRIGHI, 2007).
En conflicto con su modelo general de transiciones sistémicas y sus predicciones previas de una hegemonía de cien años –que, tomada desde su consolidación en 1945/50, nos llevaría a 2015/20, si descontamos los treinta años de caos sistémico– Arrighi estados en Adam Smith en Pekín que desde la intervención en Irak, la hegemonía estadounidense se habría extinguido, transformándose en pura dominación. El autor menciona que las ganancias de señoreaje de Estados Unidos con el dólar tienden a debilitarse debido a su alto endeudamiento, su declive productivo, los límites de su capacidad de ofrecer protección y el fortalecimiento económico de los competidores. Alerta, sin embargo, señalando el caso británico, que la libra esterlina continuó como moneda internacional, incluso décadas después del fin de su hegemonía. La temprana muerte de Giovanni Arrighi le impidió continuar con sus agudas reflexiones sobre la transición en curso.
interpretaciones marxistas
Entre los autores que más afirmaron acercar el marxismo al análisis del sistema-mundo se encuentran Samir Amin y Theotonio dos Santos, sin embargo, sus diferencias son sustanciales.
Samir Amin niega que exista un sistema mundial capitalista desde el siglo XVI, atribuyendo su surgimiento a partir de 1800 a la afirmación de la revolución industrial, la expansión del trabajo asalariado en el Reino Unido y el liderazgo de este Estado en las relaciones internacionales. Aunque reconoce inflexiones, el autor se niega a aceptar ciclos largos, en nombre de la autonomía y la indeterminación de las luchas sociales, atribuyendo las oscilaciones a factores históricos contingentes. Para él, la formulación teórica de los ciclos exigiría la contrapartida empírica de su monótona repetición en la realidad social. Amin descarta los instrumentos conceptuales braudelianos de larga data en su interpretación de la historia del capitalismo y, por lo tanto, restringe en gran medida el poder de su análisis teórico.
También propone una controvertida doble ley de acumulación de capital: la que opera a escala internacional, apoyándose en el sistema interestatal, y se basa en restringir la circulación de la fuerza de trabajo, impulsando la polarización global; y la que opera a escala nacional y puede establecer controles para equilibrar la circulación entre capital y fuerza de trabajo, expresando la pura dinámica del modo de producción capitalista, limitando la polarización, como durante el pacto keynesiano (AMIN, 1997).
Para el autor, el capitalismo contemporáneo habría entrado en una fase senil, sustentada en cinco monopolios: tecnología, flujos financieros, recursos naturales, comunicaciones y medios de destrucción. Tales monopolios redefinirían el capitalismo, que pasaría a ser dirigido por el imperialismo colectivo de una tríada, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, con centralidad en el primero. Amin señala como rasgos de senilidad del capitalismo el parasitismo del nuevo imperialismo, que ya no promovería el desarrollo de la periferia, y las contradicciones impuestas por la revolución científico-tecnológica a la acumulación de capital (AMIN, 2007).[iii]
Theotonio dos Santos reivindica la teoría de la dependencia como el primer paso en la elaboración de una teoría del sistema mundial (DOS SANTOS, 2000 y 2016). Se acerca con ambigüedades a la tesis de Immanuel Wallerstein sobre la existencia de un sistema mundial capitalista desde el siglo XVI. Si desde el año 2000, se reclama la proposición de un sistema mundial moderno, el autor no abandona la tesis expuesta en Imperialismo y dependencia (1978) que hasta el siglo XIX prevaleció un régimen de transición al modo de producción capitalista, posición similar a la que desarrolló sobre el socialismo, visto como una formación intermedia y no como parte del modo de producción comunista (DOS SANTOS, 2000). Dos Santos reivindica el concepto de revolución científico-técnica y los ciclos de Kondratiev, aceptando el concepto de ciclos sistémicos formulado por Giovanni Arrighi. Para el autor, la revolución científico-técnica, concepto que incorpora Radovan Richta (1971 [1969]), representa una nueva estructura de las fuerzas productivas que abre una era revolucionaria y pone al capitalismo a la defensiva.
La revolución científico-técnica habría comenzado en la posguerra, en sectores más avanzados de la economía mundial, y alcanzó una segunda etapa a partir de la década de 1970 con el paradigma microelectrónico, potenciando el proceso de automatización con la sustitución creciente del trabajo físico por aplicación de la tecnología y la ciencia a la producción. Si bien propone el camino fructífero de las conexiones analíticas entre la revolución científico-técnica, los ciclos sistémicos y los Kondratiev, el autor no los establece. Se analiza el neoliberalismo como ideología de la fase B de Kondratiev, instaurada entre 1967-93, y su continuidad sobre la fase A de Kondratiev que surge en 1994, resultado del terrorismo ideológico que ejerció sobre la socialdemocracia, y no efecto de la distorsiones producidas por ciclos sistémicos o por el avance de la revolución científico-técnica, movimientos de mayor duración que condicionan los de menor duración (DOS SANTOS, 1993, 2000 y 2004).[iv]
Sin embargo, el autor advierte la expansión del capital financiero, afirma que las vacilaciones de la socialdemocracia abren el espacio para una ofensiva fascista, y señala que la crisis de hegemonía de Estados Unidos, que apunta desde la década de 1970, en Imperialismo y dependencia (1978), daría lugar al surgimiento de potencias continentales, la principal, China. Su expectativa, sin embargo, era que la fortaleza de una nueva fase A de Kondratiev permitiera una transición sistémica más o menos ordenada a través de la construcción de un período de hegemonía compartida entre los Estados Unidos en declive y las potencias emergentes, garantizando un proceso de gestión global que impondría ajustes relativos de poder y limitaría los riesgos de que los conflictos se conviertan en caos, allanando el camino para la construcción de un mundo poshegemónico y una sociedad planetaria con un fuerte carácter democrático y una creciente orientación socialista.[V]
en nuestro libro Dependencia, neoliberalismo y globalización en América Latina (2020)[VI] nos propusimos avanzar en el camino abierto por Theotonio dos Santos de construir los cimientos de una teoría marxista del sistema mundial capitalista. Entendemos el marxismo como un campo teórico dialéctico y holístico, capaz de integrar formulaciones afines en una única perspectiva. Partimos del concepto de sistema mundial moderno de Immanuel Wallerstein, que consideramos que ofrece los elementos fundamentales de la arquitectura de la superestructura política del modo de producción capitalista. Fue a partir del control estratégico del Estado que el capital usuario y comercial creó una economía-mundo capitalista y comenzó la construcción de su modo de producción. Durante este período, la imposición de un modo de acumulación capitalista se supeditó a las formas de producción precapitalistas, sin la creación correlativa de relaciones de producción capitalistas.[Vii]
Solo con la expansión de la revolución industrial y el trabajo asalariado en los siglos XIX y XX, las formas económicas precapitalistas fueron reemplazadas en gran medida. Esto ocurrió, sin embargo, lentamente, mucho después de 1800, fecha en que Samir Amin se estableció, con Estados Unidos aboliendo formalmente la esclavitud solo durante la Guerra Civil, cuando comenzó su trayectoria de ascensión a la hegemonía, y los ciclos de Kondratiev, con un fuerte base tecnológica industrial, recién incorporada a la economía mundial a su ritmo a partir de 1870.
Consideramos, como Marx, en el Introducción a la Crítica de la Economía Política, que en cada tipo de sociedad hay una forma de producción que es superior y modifica a las demás, constituyendo su centro de gravedad (MARX, [1859] 2008). En el capitalismo, este papel recayó en la industria, correspondiente a su ascenso y apogeo de la convergencia entre los modos de acumulación y producción capitalista. Sin embargo, cuando la industria está siendo superada por la revolución científico-técnica, la divergencia reaparece bajo nuevas formas concretas. La revolución científico-técnica sólo se convierte en una realidad dominante en la economía mundial a partir de la década de 1970, con el surgimiento del paradigma microelectrónico, cuando comienza el relativo declive del poderío industrial en los países centrales.
El valor de la fuerza de trabajo comienza a estar ligado al crecimiento exponencial de la educación y el conocimiento, lo que amenaza la tasa de plusvalía, lo que conduce, por un lado, al progresivo desplazamiento de la circulación de capital del sector productivo hacia la generación. de empleos, capitales ficticios a través de deuda pública, sobrevaluación del tipo de cambio, activos financieros e inmobiliarios; y por otro, la deslocalización de los procesos productivos hacia la periferia y semiperiferia en busca de mano de obra más barata y de similar cualificación. Esta doble tendencia acrecentó la desigualdad en los países centrales y llevó a autores como Ruy Mauro Marini a defender que la superexplotación de los trabajadores se extendía a los países centrales, por lo que se paga por la fuerza de trabajo un precio por debajo de su valor, establecido por las condiciones medias de productividad, intensidad y calificación, cada vez más determinadas por los monopolios transnacionales en detrimento de las burguesías estrictamente nacionales.[Viii]
La financiarización se vincula así a dos movimientos de largo plazo: el surgimiento de la revolución científico-técnica, que impulsa el declive de las tendencias seculares del capitalismo, cuyo epicentro son sus centros más avanzados, y la fase B del ciclo sistémico americano. El neoliberalismo se convirtió en la respuesta de la burguesía monopolista de los países imperialistas para contener las presiones salariales y la expansión del gasto social, derivadas de décadas de pleno empleo y la transición del fordismo a un nuevo paradigma de fuerzas productivas, intensivo en información y conocimiento, que trajo juntaron a estudiantes y trabajadores manuales en las manifestaciones de 1968. Las luchas de clases en Estados Unidos y el noroeste de Europa, como han señalado Giovanni Arrighi y Beverly Silver, se vuelven decisivas para establecer el giro neoliberal que cimentará la decadencia del protagonismo estadounidense y el eje atlantista en la economía mundial, vinculándose con la resistencia del Viet Cong para imponer una derrota contundente al imperialismo.
La estrategia de financiarización tiene límites, ya que el sistema-mundo capitalista se basa en la producción generalizada de bienes y en la competencia empresarial y estatal. Tuvo un éxito provisional durante la fase B del Kondratiev que se estableció entre 1973-1993, pero con el surgimiento de la fase A de un nuevo ciclo, el dinamismo de la economía mundial se desplazó de manera acelerada hacia China, pasando a Estados Unidos y el El noroeste de Europa crece por debajo de la media de la economía mundial. El ciclo de Kondratiev que surgió en 1994 no tuvo la fuerza para alterar el giro neoliberal, como imaginaba Theotonio dos Santos, que corresponde a movimientos estructurales mucho más profundos. Nuestra hipótesis es que esta fase A está llegando a su fin entre 2015-2020 y abre un nuevo período de caos sistémico, que coincide con la medición inicial de Arrighi, cuyo punto de inflexión es el colapso del consenso neoliberal, del cual la crisis ambiental en curso , que se manifiesta en la pandemia del COVID-19, fue el detonante.[Ex]
Os tendencias seculares Los ciclos logísticos de Braudel y Wallerstein, con sus oscilaciones rígidas de 150 años y medición basada en oscilaciones de precios, no tienen evidencia empírica, ni elaboración teórica suficiente que los justifique. Samir Amin tampoco tiene razón al descartar el concepto de ciclos cuando no cumplen con una repetición rígida. Los ciclos se refieren a oscilaciones significativas que se repiten en un todo complejo, donde actúan otras tendencias de largo plazo que influyen en su ritmo. También tienen factores de aceleración, como la difusión tecnológica y el aumento exponencial de la capacidad organizativa de los trabajadores con el desarrollo de escalas productivas, en el caso de los ciclos sistémicos, que actúan para reducir su extensión, como detectan Arrighi y Silver. Los ciclos de Kondratiev deben ser medidos por indicadores internacionales y articular fenómenos económicos con puntos de inflexión política de impacto global. Ante la dificultad de medirlo a través de la tasa de ganancia mundial, debemos tener en cuenta las oscilaciones en el crecimiento del PIB per cápita mundial, las variaciones y la composición de la tasa de ganancia del país hegemónico.[X]
El ciclo actual de Kondratiev comenzó en 1994, con el inicio de la tasa de ganancia en los Estados Unidos y el aumento de las tasas de crecimiento económico. per cápita mundo, asociándose a un conjunto de fenómenos que impusieron la hegemonía de la globalización neoliberal, como el fin de la URSS y del socialismo en Europa del Este, la Guerra del Golfo, la imposición del Consenso de Washington a las periferias y la firma y entrada en vigor del TLCAN. La fase de expansión presentó tres crisis, a saber, 1998-2001, 2008-2009 y, ahora, a partir de 2019. el comercio exterior, los flujos internacionales de capital, el liberalismo político, el crecimiento económico y la capacidad de endeudamiento del Estado y de las empresas privadas, así como la progresión exponencial de la crisis ambiental. El surgimiento de un imperialismo unilateral, ya que el gobierno de Donald Trump, su articulación internacional de fuerzas neofascistas emergentes, y el efecto de la pandemia del Covid-19 sobre una debilitada globalización neoliberal lo pusieron en derrumbe, del cual tendrá muchas dificultades para salir. recuperar.
El caos sistémico pondrá en entredicho no solo la hegemonía de Estados Unidos, sino el propio sistema capitalista. El neofascismo y el socialismo se disputarán la reorganización del sistema mundial con un neoliberalismo debilitado que buscará retomar su ofensiva. Contrariamente a lo que apostó Theotonio dos Santos, los caminos hacia una civilización planetaria difícilmente se establecerán por consenso en torno a la hegemonía compartida de Estados Unidos con las fuerzas emergentes de la economía mundial, en un proceso de ajuste permanente, encabezado por las fuerzas que dirigieron el Kondratiev que cierra. Argumentamos, con Giovanni Arrighi y Beverly Silver, que las luchas sociales y políticas jugarán un papel clave en la definición del proceso de reorganización sistémica que se instaurará.
A diferencia de Immanuel Wallerstein, creemos que el proceso de sustitución del sistema mundial moderno por otro implicará proyectos globales que partirán de la articulación de las luchas de clases con las disputas interestatales y geopolíticas. Suele haber una bifurcación entre, por un lado, China y su liderazgo con Rusia en el impulso de los proyectos del Sur Global y Eurasia, y por otro lado, el imperialismo estadounidense y su liderazgo en la articulación de un neofascista global. proyecto. Un proyecto de poder involucra a las grandes masas continentales y a los mercados internos del interior; y el otro, los poderes marítimos basados en los monopolios privados y la apropiación oligárquica del valor.
Como señala Arrighi, las raíces de la bifurcación aparecen durante el inicio de la crisis señalando la hegemonía y se refieren, en el caso de Estados Unidos, a su derrota en Vietnam, que fue mucho más política que militar. Tal precedente histórico y analítico sitúa la unidad de las luchas de clases de los pueblos del Sur y de los países centrales, como clave para derrotar a la maquinaria imperialista y avanzar hacia un sistema mundial socialista, teniendo como valor central la defensa de la paz. Consideramos que es improbable que el mercado braudeliano sea una alternativa en sí mismo, convirtiéndose mucho más en parte de la construcción de un sistema mundial socialista, cuyo surgimiento, si ocurre, necesariamente será hibridado, de manera similar a la sistema mundial moderno que promovió el capitalismo histórico.
Crisis de la globalización neoliberal y caos sistémico
La pandemia de la Covid-19 golpea una globalización neoliberal en vías de agotamiento, sintetizando un conjunto de crisis, y poniendo la hegemonía estadounidense en una fase terminal. Podemos destacar tres grandes crisis: (a) la crisis ambiental, (b) la crisis de la globalización neoliberal y (c) el fin de la fase expansiva de Kondratiev.
La crisis ambiental expresa el desajuste entre los motores del capitalismo histórico del siglo XXI y las necesidades de desarrollo de una nueva etapa de la revolución científico-técnica, encaminada a la construcción de un paradigma biotecnológico, basado en la generación de bienes públicos como la preservación y regeneración medio ambiente, salud, educación, cultura y ciencia. El predominio de la riqueza oligárquica, la superganancia y la transformación del hombre y la naturaleza en mercancías, en escalas nunca antes vistas, aumentan las tasas de deforestación, las emisiones de carbono, el calentamiento global, la expansión de la circulación de personas y bienes en detrimento de la preservación de la vida. los cuales son marginados por la negativa del capital a incorporar los límites ambientales y el incremento en el valor de la fuerza de trabajo que demanda la nueva etapa de las fuerzas productivas.[Xi] La vulnerabilidad de Estados Unidos y países europeos frente a los efectos de la pandemia demuestra el alto costo de la desigualdad y la prevalencia de los intereses privados sobre los públicos en la gestión del nuevo paradigma emergente basado en fuerzas productivas con un alto grado de socialización .
La crisis de la globalización neoliberal está ligada a las contradicciones entre la estrategia de financiarización, con epicentro en Estados Unidos, y la producción de valor para sustentarla. La expansión de la masa de activos financieros en mayor proporción a la generación de riqueza material debilita la economía real y tensiona los arreglos macroeconómicos que la hacen viable. El agotamiento del expansivo Kondratiev acentúa estas contradicciones.
Si China actuó entre 1994-2013 articulando la dinámica de su economía a las exportaciones al mercado interno estadounidense, utilizando parte de su balanza comercial para comprar títulos de deuda pública estadounidense y ayudar a financiar el déficit de cuenta corriente estadounidense, desde 2008-2013, con la inflexión en su crecimiento económico, ha reorientado su dinámica hacia el mercado interno, los proyectos euroasiáticos de la Ruta de la Seda y los BRICS, congelando su stock de títulos de deuda pública estadounidense, cuyo crecimiento fue abrumador entre 2000-2013. Así comenzó el declive de la colaboración entre China y Estados Unidos, a través de la cual el primero podía mantener altas tasas de crecimiento, sustentar el parasitismo estadounidense e impulsar la expansión del Kondratiev expansivo hacia las periferias, en particular hacia América Latina y África, a través de la compra de materias primas. materiales, la expansión de las inversiones y la ayuda internacional que apoyó la auge das .. La aceleración del crecimiento basado en las exportaciones aumentó significativamente la desigualdad en China, aun cuando se combinó con una marcada reducción de la pobreza. Su interrupción abre el riesgo de una profunda crisis social y presiona a la dirigencia política china a reorientar sus prioridades hacia el gasto social, el bienestar y la contención y reducción de la desigualdad.
La elección de Donald Trump expresó la reacción interna a la creciente vulnerabilidad de la estrategia de financiarización estadounidense. Sin embargo, Trump no pretende negar la sobrevaluación del dólar, sino utilizar la fortaleza del Estado norteamericano para revertir el desplazamiento de las cadenas productivas estadounidenses, imponer sanciones y amenazar a empresas y estados competidores, convirtiendo a China y Rusia en sus blancos preferidos. Esta escisión revela las fracturas de las clases dominantes en Estados Unidos entre una fracción internacionalista y dominante que concentra y centraliza el capital en detrimento de los segmentos empresariales y trabajadores de base nacional, afectados por el fuerte crecimiento de la desigualdad.[Xii] La crisis de 2007-09 y la consiguiente caída del crecimiento expusieron la desigualdad, aumentaron la pobreza y establecieron la pérdida de hegemonía del centrismo liberal que impulsó la globalización neoliberal, abriendo espacio para la ofensiva de extrema derecha y neofascista.
La aguda depresión generada por el COVID-19 pone de relieve la vulnerabilidad de la estrategia de financiarización estadounidense en la economía mundial, al tiempo que acelera los conflictos sociales y políticos en el mundo. La drástica caída del PIB, las tasas de ganancia, el comercio internacional, el aumento del desempleo y la acción de los movimientos sociales presionan por un fuerte incremento en los niveles de intervención estatal, particularmente en los países más afectados. La demanda de mayor gasto social en Estados Unidos y la Unión Europea choca con los altos niveles de endeudamiento de los gobiernos, de las corporaciones privadas, las exigencias de sustentar sus activos ficticios y las restricciones del gran capital para aumentar la tributación. El moderado nivel de deuda pública de China y sus empresas estatales, así como el papel central que juega el Estado en el patrón de desarrollo chino, le permite desempeñarse mucho mejor en un nuevo contexto de larga recesión donde las tasas de ganancia serán bajo. .[Xiii]
Por otro lado, la espiral de conflictos sociales en el mundo tiende a cuestionar el papel del dólar. El patrón dólar-flexible, por el cual Estados Unidos comenzó a competir y absorber gran parte del capital circulante mundial, se basó en un conjunto de supuestos que comenzaron a ser cuestionados: el bajo nivel de endeudamiento del gobierno estadounidense; su alta capacidad de endeudamiento a corto, mediano y largo plazo; la fortaleza de sus mercados de capital; y la difusión de políticas neoliberales y deflacionarias que crearon vulnerabilidad en la balanza de pagos de los países, desregularon sus cuentas de capital, requirieron un alto volumen de reservas depositadas en la Fed y restringieron la intervención estatal y el gasto social como inductores del crecimiento económico.
A diferencia de la crisis de 2007-09, cuando entre junio de 2008 y diciembre de 2012 ingresaron US$ 2.587 billones en forma de compras de títulos de deuda pública, lo que representó el 37% de su expansión en el período (CONSEJO DE ASESORES ECONÓMICOS, 2020, p. . 425), el peso de la intervención probablemente recaerá sobre el gobierno estadounidense, que aún corre el riesgo de sufrir retiros de reservas en el período que se abre[Xiv]. Es probable que el mercado de capitales estadounidense se vea debilitado por el avance chino en la frontera tecnológica, que difícilmente se verá obstaculizado por la escalada de sanciones por el deterioro del desempeño económico de las empresas estadounidenses. Los intentos de bloqueo comercial y financiero por parte de China probablemente resulten contraproducentes a medio plazo para sus conductores, al igual que el bloqueo europeo continental impuesto por Napoleón contra el Reino Unido. China debe seguir avanzando en el campo de las tecnologías de la comunicación, las tecnologías verdes y de la salud, así como las tecnologías espaciales, militares y de ciencias básicas, profundizando la contradicción entre el interés comercial inmediato de las corporaciones transnacionales de EE. UU. y el del estado estadounidense, que busca restringir sus transacciones.
Es muy probable que estemos ante un nuevo salto en los niveles de intervención del Estado en la economía que, desde 1880, ha ido aumentando con cada nuevo estándar normativo que se establece. Si entramos en la fase B de Kondratiev, el gasto público en el mundo probablemente se establecerá en otro nivel, posiblemente pasando del 37 % en los Estados Unidos y el 47 % en los países de la zona euro a alrededor del 50 % al 70 % en las próximas décadas.[Xv]. Tres fuerzas políticas competirán por esta expansión del gasto:
(a) El neoliberalismo universalista, que busca organizar un consenso en torno a la hegemonía del atlantismo, liderado por Estados Unidos, con el apoyo de la Unión Europea, incorporando políticas sociales y ambientales compensatorias. Tal alternativa estará orientada a sostener la financiarización y el papel del dólar, pero será desafiada por el surgimiento de China, por la presión de los movimientos sociales contra la desigualdad, por los movimientos nacional-populares en las periferias y por el deterioro ecológico que debilitar el consenso neoliberal y su democracia formal limitada;
(b) El neofascismo, cuyo epicentro es la extrema derecha estadounidense, buscará restablecer la centralidad del gasto militar en la acumulación de capital, debido al creciente agotamiento de las bases de la financiarización. Tal proyecto se mueve hacia una política territorialista de imperio y guerra como fundamento de una economía mundial de dominación explotadora, despojo y despojo. Tiende a llevar a un nuevo nivel la Doctrina del Destino Manifiesto, que impulsó la política de anexión de Estados Unidos en América Latina, el Caribe y las islas asiáticas entre 1846-1933. Su apuesta por la repatriación de las cadenas productivas en los centros imperialistas occidentales sólo puede realizarse bajo una fuerte represión a los trabajadores para que obtengan las tasas de ganancia que logran en el exterior. Tal alternativa encontrará fuertes limitaciones para imponerse debido al declive del liderazgo militar estadounidense, el aumento exponencial de los costos de protección del mundo, la creciente desigualdad y el carácter cada vez más multicultural y multiétnico de las clases trabajadoras en los países centrales; Es
(c) El socialismo, cuyo desafío será promover y coordinar tres frentes de lucha en el sistema-mundo. En los países centrales, donde se buscará instaurar un estado de bienestar avanzado, centrado en la democracia participativa, que priorice la generación de bienes públicos asociados a la nueva etapa de la revolución científico-técnica – tales como salud, educación, cultura y preservación del medio ambiente y regeneración – y erradicar la opresión de género, étnico-racial y de orientación sexual. Tal reorientación del Estado implicaría un fuerte control del mercado, supeditándolo a objetivos sociales. En los países periféricos, donde las luchas por el desarrollo, la democracia y la soberanía asumirían un fuerte carácter antiimperialista y anticapitalista, rompiendo con la dependencia para impulsarla en articulación con el eje geopolítico del Sur Global.
En China y Rusia, pilares de un nuevo eje geopolítico global, donde será necesario consolidar el establecimiento de un patrón de desarrollo limpio, capaz de revertir las asimetrías estructurales, y un internacionalismo que pueda bloquear la actuación del imperialismo occidental y sentar las bases de un nuevo consenso mundial. Este internacionalismo debe establecer una capacidad militar disuasiva y un consenso basado en la articulación de las luchas antiimperialistas, por la democracia participativa y por un nuevo patrón de desarrollo. Sin embargo, para que eso suceda, deberá superar un conjunto de limitaciones como la cultura imperialista en los países centrales, la centralización estatal de la política en los países socialistas y los gobiernos antiimperialistas de los países semiperiféricos y periféricos.
El período de caos sistémico en el que nos adentramos pondrá en entredicho los cimientos de la democracia liberal estadounidense, fuertemente ligada al racismo por sus vínculos con el imperialismo y el colonialismo interno, manifestada en los vínculos históricos con la esclavitud y las leyes de Jim Crow, en el uso de la fuerza laboral por parte de latinos e inmigrantes en condiciones precarias, o en la intervención militar, guerras híbridas y articulación de golpes de Estado en áreas geopolíticas estratégicas. Su éxito depende del funcionamiento de la ideología de prosperidad de una mayoría blanca caucásica y de las expectativas de ascensión social que brinde a los trabajadores, sectores medios y minorías étnicas. Tal ideología debería verse amenazada por la recesión estructural, por el crecimiento de la diversidad étnica entre la población caucásica en los Estados Unidos y por el avance de la superexplotación del trabajo.
Es posible que en los próximos años haya una inflexión en China que reorganice su poder político, de la misma forma que el ascenso de Estados Unidos provocó la New Deal que renegociaba las relaciones con los trabajadores. Debe ser impulsada por la acción de su gigantesca clase obrera contra los altos niveles de desigualdad alcanzados en el período de acercamiento a Estados Unidos ya favor de la socialización del poder político. Esta presión enfrentará, sin embargo, la resistencia de la burocracia partidaria que pretende mantener su monopolio político y de la gran burguesía local que busca expandir su poder relativo frente al Estado. El resultado de estas luchas reorganizará la relación entre estos segmentos y será decisivo en la definición de las trayectorias de China en el sistema mundial, articulando con las disputas geopolíticas globales. Cuanto más se profundicen estos, mayor debe ser la fuerza de los trabajadores y otros pueblos junto con la burocracia del partido chino en la construcción de un bloque histórico opuesto al imperialismo estadounidense y occidental, dada la necesidad de contar con una amplia base popular e internacional para ello. El posible éxito de China, en los próximos años, en la construcción de una alternativa monetaria al dólar puede ampliar el margen estructural de flexibilidad y socialización del poder político, al reducir la necesidad de un control de cambios centralizado y los riesgos sobre la balanza de pagos.
En América Latina, el desmantelamiento de los cimientos del neoliberalismo en la economía mundial, por la caída de los flujos internacionales de capital y la reversión de la auge das ., sitúa este patrón de acumulación en una profunda crisis social y política, lo que explica su aproximación al neofascismo y al imperialismo unilateral estadounidense. La polarización expresada hacia la derecha –en los golpes de estado en Paraguay (2012), en Brasil (2016), en Bolivia (2019), en el asedio e intentos de intervención en Venezuela y en la elección de Jair Bolsonaro– o hacia la izquierda- en el surgimiento de movimientos de masas contra las políticas neoliberales en Chile y Ecuador, en la elección de Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández y Luis Arce, en el plebiscito por la Asamblea Constituyente exclusiva que pondrá fin a la Constitución de Pinochet, en la drástica caída de la popularidad de Sebastián Piñera, Iván Duque o, en menor medida, Jair Bolsonaro- revela la profunda disensión en curso por el vaciamiento del centrismo y el abandono del capitalismo dependiente de las tareas mínimas vinculadas al desarrollo económico y social.
Habrá que dividir la región en dos bloques: uno, centrado en el imperialismo yanqui, en las burguesías internas, en el subimperialismo subordinado a la política exterior estadounidense que aplica la extrema derecha brasileña y colombiana, en la superexplotación de los trabajadores y el entorno; y otra, basada en la defensa de la soberanía, el desarrollo y la democracia y en la emancipación de movimientos populares que tiendan a articularse a la construcción de una fuerza geopolítica articulada a China y Rusia y al establecimiento de economías en transición al socialismo. El poder hegemónico regional comienza a decaer aceleradamente, lo que redujo los conflictos geopolíticos al imponer la dependencia, a favor de un ambiente en disputa que involucra a estados, clases y bloques históricos de poder. Este contexto se vuelve propicio para revoluciones, contrarrevoluciones, aumentando aún más el riesgo de guerras.
Conclusión
En este artículo buscamos analizar las tendencias que se están abriendo en el sistema mundial moderno a partir del Covid-19. Utilizamos instrumentos conceptuales a largo plazo que integran análisis prospectivos y retrospectivos mediante la combinación de tendencias seculares y cíclicas. Defendemos la construcción de una teoría marxista del sistema-mundo capitalista a partir de la integración dialéctica entre los conceptos de sistema-mundo moderno de Immanuel Wallerstein, ciclos sistémicos e hibridación de sistemas-mundo de Giovanni Arrighi, revolución científico-técnica y ciclos de Kondratiev , reivindicada por Theotonio dos Santos, sobreexplotación de la obra por Ruy Mauro Marini y modo acumulación por Christopher Chase-Dunn.
El concepto de modo de acumulación arroja luz sobre los vínculos y contradicciones entre el capitalismo y las fuerzas productivas sobre las que se ha sustentado históricamente, y el de revolución científico-técnica marca el tiempo estructural de su crisis, que abre un período de transformación social y económica. luchas políticas en torno a su preservación y transición a otras formas de existencia. La extensión de la superexplotación de la fuerza de trabajo desde las periferias hacia los centros occidentales indica la caída de la plusvalía relativa. La articulación entre las largas duraciones representadas por la revolución científico-técnica, el ciclo sistémico americano y el ciclo de Kondratiev, iniciado en 1994, ilumina una individualidad histórica única en movimiento, y el concepto de hibridación de los sistemas-mundo bajo la dirección socialista se convierte en un elemento indispensable. instrumento en la construcción de un mundo poshegemónico y poscapitalista, donde la riqueza se vincule a la unidad dialéctica entre diversidad, igualdad y solidaridad.
Los resultados a los que llegamos son, por tanto, inevitablemente heurísticos y provisionales. Salen de la zona de confort de interpretar el pasado y se arriesgan a proyectar tendencias y anticipar escenarios. Sostenemos que la pandemia de covid-19 marca la transición al caos sistémico y apunta a la contradicción entre el modo de producción capitalista y la necesidad de desarrollar un nuevo paradigma biotecnológico. La instauración en 2015-2020 de la fase recesiva del ciclo de Kondratiev, iniciada en 1994, pone en crisis terminal a la hegemonía y al neoliberalismo estadounidenses, abriendo una disputa por la reorganización del sistema mundial que articulará conflictos geopolíticos y luchas de clases.
Por un lado, el imperialismo estadounidense y las potencias occidentales se articularon con las burguesías periféricas, oscilando entre proyectos neofascistas y neoliberales; por otro lado, China y las potencias continentales como Rusia, los gobiernos y movimientos nacional-populares de la periferia y semiperiferia y los movimientos sociales de los países centrales que buscan el difícil camino de la construcción de identidades entre socialismo de mercado, capitalismo de Estado, el antiimperialismo, los proyectos emancipatorios de los movimientos sociales y una democracia en transición del liberalismo al socialismo, en busca de la conformación de un bloque histórico global.[Xvi]
Sin embargo, la vida concreta está llena de interacciones dinámicas e impredecibles y es en este complejo escenario donde estas tendencias podrán actuar en las próximas décadas.
*carlos eduardo martins es profesor del Instituto de Relaciones Internacionales y Defensa (IRID) de la UFRJ. Autor de Globalización, dependencia y neoliberalismo en América Latina (Boitempo).
Publicado originalmente en la revista reorientar, Vuelo. 1, norteo. 1, 2021.
Referencias
Amín, Samir. Los desafíos de la globalización . México DF: Editores Sigloveitiuno, 1997.
- Pero hola desde el capitalismo senil. Madrid: El Viejo Topo, 2003
—— Por la V Internacional. Madrid: El Viejo Topo, 200
- China 2013. Revisión mensual. disponible en https://monthlyreview.org/2013/03/01/china-2013/ consultado el 25 de enero de 2021
- La revolucion de octubre cien años despues. Madrid: El viejo topo, 2017.
ARRIGHI, Juan La geometría del imperialismo. México DF, Sigloveintiuno editores, 1978
- El largo siglo XX. São Paulo, Contrapunto/UNESP, 1996[1994]
- La ilusión del desarrollo, Petrópolis, Voces, 1998.
- Adam Smith en Pekín. São Paulo, Boitempo, 2008 [2007]
ARRIGHI, G y SILVER, B. Caos y gobernanza en el sistema mundial moderno. Minneapolis y Londres: University of Minnesota Press, 1999
ARRIGHI, G; HAMASHITA, T; y SELDEN, M. El resurgimiento de Asia oriental: perspectiva de 500, 150 y 50 años. Londres y Nueva York: Routledge, 2003.
Braudel, Fernando. Civilización material, economía y capitalismo: las estructuras de la vida cotidiana. 1 volumen. São Paulo: Martins Fontes, 1995 [1979] Civilización material, economía y capitalismo: el juego de comercio. 2 volumen. São Paulo: Martins Fontes, 1996 [1979]
- Civilización material, economía y capitalismo: las estructuras de la vida cotidiana. 1 volumen. São Paulo: Martins Fontes, 1995 [1979]
—— Civilización material, economía y capitalismo: el juego de comercio. 2 volumen. São Paulo: Martins Fontes, 1996 [1979]
- Civilización material, economía y capitalismo: el tiempo del mundo. 3 volumen. São Paulo: Martins Fontes, 1996 [1986]
Chase-Dunn, C y Hall, T. Ascenso y desaparición: comparación de sistemas mundiales. Colorado: Westview Press, 1997.
INSTITUTO CHINO. Empresas estatales en la economía china actual. Universidad de Alberta. Edmonton, 2018.
Dos Santos, Teotonio. La economía mundial: integración y desarrollo sostenible. Voces: Petrópolis., 1993
- Teoría de la dependencia: equilibrio y perspectivas. Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 2000.
- Del terror a la esperanza: auge y caída del neoliberalismo. Aparecida: Ideas & Letras, 2004.
- Desarrollo y civilización: homenaje a Celso Furtado. Río de Janeiro: EDUERJ & CLACSO, 2016.
FRANK, André Gunder. reorientar. Berkeley: University of California Press, 1998.
HOPKINS, T. and WALLERSTEIN, I.. La era de la transición: trayectoria del sistema-mundo 1945-2025. Londres: Zed Books, 1996
LING, KJ; LU, X.; ZHANG, J.; y ZHENG, Y.. Empresas estatales en China: una revisión de 40 años de investigación y práctica. Diario de investigación contable de China, vol 19, número 1, págs. 31-55, 2020
MADISON. Angus. La economía mundial 1820-1992: análisis y estadísticas. París: OCDE, 1997
- La economía mundial: la perspectiva milenaria. París: OCDE, 2001
MARINI, Ruy Mauro Dialéctica de la dependencia. México DF: Época, 1973.
—— Procesos y tendencias de la globalización capitalista (p. 49-68). En MARINI RM y MILLAN, M. (Org.) Teoría social latinoamericana: interrogantes contemporáneos. México: UNAM, tomo 4, 1996
MARX, Carlos. Contribución a la crítica de la economía política. São Paulo: Expresión Popular, 2008 [1859]
MARTÍN, Carlos Eduardo. La teoría marxista de la dependencia a la luz de Marx y el capitalismo contemporáneo. Cuaderno CRH. Salvador, n.84, pág. 463-480, 2018.
—— Samir Amin y los desafíos de la transformación socialista en el capitalismo senil. Globalizaciones v.6, nº 7, p.80-984, 2019.
- Dependencia, neoliberalismo y globalización en América Latina. Brillante: Leiden y Boston, 2020
OCDE. Estadísticas de la OCDE🇧🇷 Disponible https://stats.oecd.org/Index.aspx?queryid=82342. Consultado el 10 de diciembre de 2020
Richta, Radovan. Civilización en la encrucijada. México DF: Editores Sigloveintiuno. 1971 [1969]
PLATA, Beverly. Fuerzas de trabajo: movimientos obreros y globalización desde 1870. Sao Paulo, Boitempo. 1995
SILVER, B. and PAYNE, C. Crisis de hegemonía mundial y aceleración de una historia social In Dutkiewicz, P.; Casier, T.; y Scholte, J. A. Hegemonía y orden mundial: reinventando el poder en la política global. Nueva York: Routledge 17-31, 2020
SIMIAND, François. Les fluctuations économiques à longue période et la crisis mondiale. París: Librarie Félix Alcan, 1932
WALLERSTEIN, Emanuel El sistema-mundo moderno. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Nueva York: Prensa Académica, 1974
- El sistema mundial moderno II: El mercantilismo y la consolidación de la economía mundial europea, 1600-1750. Nueva York: Prensa Académica, 1980
- El Sistema Mundial Moderno III: la segunda era de gran expansión de la economía-mundo capitalista 1730-1840. Nueva York: Prensa Académica, 1989.
- El Wallerstein esencial. Nueva York. La nueva prensa, 2000
- El mundo en el que estamos entrando 2000-2050. En WALLERSTEIN, yo y CLESSE. A. El mundo en el que estamos entrando 2000-2050. Instituto Luxemburgo de Estudios Europeos e Internacionales, 2002.
- Crisis Estructural. New Left Review, Londres, 62 de marzo a abril de 2010
- El sistema mundial moderno IV: el liberalismo centrista triunfante: 1789-1914, 2011.
Notas
[i] Llamamos teóricos de los sistemas mundiales braudelianos a aquellos que se reunieron en torno al Centro Fernand Braudel, bajo la dirección de Immanuel Wallerstein, entre 1976 y 2005, y crearon un nuevo paradigma de análisis de los sistemas mundiales que, a partir del trabajo de Braudel, lo superó con creces. en varios aspectos, abrazando más intensamente la influencia del marxismo. Entre los conceptos más notables elaborados están los de sistema-mundo moderno, de Immanuel Wallerstein (1974, 1980, 1989, 2011), y de ciclos sistémicos, sistema sinocéntricoo hibridación de sistemas-mundo de Giovanni Arrighi (1996[1994] y 2007). Además de estos autores, se destacan Terence Hopkins y Beverly Silver (1995) quienes, junto con el primero, emprendieron una amplia renovación teórica, analítica y empírica en los estudios sobre la economía mundial y sus sistemas de poder.
[ii] Arrighi duda en llamar socialista a esta alternativa, prefiriendo definirla como no capitalista para asociarla con la zona de mercado braudeliana. En Adam Smith en Beijing, señala: “El resultado del inmenso esfuerzo de modernización de China sigue sin determinarse y, hasta donde sabemos, el socialismo y el capitalismo, entendidos sobre la base de experiencias pasadas, pueden no ser las nociones más útiles para seguir y comprender cómo evoluciona una situación”. (ARRIGHI, 2007, p. 39). Andre Gunder Frank, en ReOrient (1998), adopta una posición similar y ve la recentralización asiática en curso como el restablecimiento de los sistemas de acumulación de capital bajo el dominio estatal; o Samir Amin (2013), quien utiliza el concepto de capitalismo de estado para reivindicar un proceso de transición que podría desembocar en el socialismo
[iii] Las observaciones sobre la revolución científico-técnica en la obra de Samir Amin son muy puntuales y sucintas. El autor se limita a mencionar la reducción de la cantidad de trabajo por producción material como un impacto negativo en la acumulación de capital, sin profundizar en el análisis. (AMIN, 2003, p. 157). Mucho más protagonismo y estructura tiene en sus obras la referencia a los cinco monopolios y al imperialismo colectivo de la tríada para caracterizar la senilidad del capitalismo contemporáneo (MARTINS, 2019).
[iv] Em Economía mundial, integración regional y desarrollo sostenible (1993), bajo la influencia de Eco-92, en Brasil, Theotonio dos Santos afirma que “Reagan, Thatcher y Bush deberían desaparecer del mapa mundial con su autoritarismo, su sectarismo, sus particularismos y su estrechez. El mundo necesita una nueva dirección más abierta, más global y más planetaria (…) La forma imperialista de la economía mundial aún presente en la ley del desarrollo desigual y combinado de la economía mundial capitalista entra en una grave y definitiva crisis. En las próximas décadas, esta forma económica deberá dar paso, al menos en parte, a una nueva visión global de la gestión planetaria basada en la coexistencia de regímenes económicos, sociales, políticos y, sobre todo, culturales diversos e incluso antagónicos (DOS SANTOS 1993, p.13-39)”. En Teoría de la dependencia: equilibrio y perspectivas (2000) señala que “un retorno al crecimiento económico que se ha dado desde entonces en los Estados Unidos – 1994 (CEM) – y más recientemente en Europa creó un contexto político internacional más favorable, una rearticulación de las fuerzas interesadas en resolver los grandes problemas de pobreza extrema, analfabetismo, condiciones de vida sumamente desfavorables de la gran mayoría de la población mundial (DOS SANTOS, 2000, p. 111) En Del terror a la esperanza: el auge y la decadencia del neoliberalismo (2004) señala que “La debilidad de la socialdemocracia europea y del liberalismo norteamericano asociada a las más variadas formas de populismo de centroizquierda en América Latina, África y parte de Asia no tiene necesariamente que ver con la profundidad de la ola social .-política que los devolvió al poder en la segunda mitad de la década de 90. Como veremos, la imposición de un pensamiento único tuvo el carácter de un colosal terrorismo ideológico (...) La llamada “ola rosa” fue víctima de esta situación ideológica y los gobiernos que ella generó quedaron limitados en sus políticas económicas tratando de conciliar una política económica neoliberal (la única científica, es decir, la aceptación de un pensamiento único) y una política social intencionalmente socialista” (DOS SANTOS , 2004 p.204-205).
[V] Em Desarrollo y civilización: homenaje a Celso Furtado (2016), Theotonio dos Santos señala: “En esta fase de transición, se abrirán las puertas a experimentos políticos cada vez más creativos, hasta que comience una nueva fase negativa de largos ciclos, que llevará al capitalismo mundial y su dominación imperialista a una larga -plazo, gravísima crisis. Esperamos que, esta vez, los saltos hacia soluciones económicas y sociales superiores, poscapitalistas o abiertamente socialistas, sean lo suficientemente fuertes como para inaugurar un nuevo sistema mundial, consolidado en una civilización planetaria, plural, igualitaria y democrática. También esperamos que este nuevo sistema frene los efectos brutales a largo plazo que unificarán la crisis estructural del capitalismo con una nueva coyuntura depresiva (ésta sí, a largo plazo, cuando se combina con una fase (B) del ciclo de Kondratiev , caracterizado por una depresión de larga duración (…) Podemos esperar que los próximos diez años sean de avance social y económico con mayor o menor avance político, dependiendo de la conciencia de las fuerzas sociales emergentes y la capacidad de su liderazgo político para expresar y sintetizar sus necesidades y aspiraciones.(DOS SANTOS, 2016, p. 486)
[VI] La versión en inglés, publicada por la Editora Brill, actualiza y amplía el original publicado en portugués, en 2011, por la Editora Boitempo, reafirmando sus tesis fundamentales.
[Vii] Consideramos el modo de acumulación la dimensión central de un modo de producción, que puede, sin embargo, entrar en contradicción con sus relaciones de producción y fuerzas productivas. Casos típicos son durante la afirmación de un nuevo modo de producción, cuando estos son embrionarios y no han sido desarrollados ni difundidos, o durante la fase de decadencia y terminal, cuando quedan obsoletos y éste debe ser sustentado parcialmente por otros nuevos. Sobre el tema, ver Marx ([1859] 2008) y Chase-Dunn y Thomas D.Hall (1997)
[Viii] Entre 1980-2016, el 50% más pobre de Estados Unidos y Canadá capturó el 2% del crecimiento económico de estos países y tuvo un aumento de ingresos de solo el 5%, y los de Europa aumentaron sus ingresos un 26%, captando solo el 13% del aumento de los ingresos totales en esta región (World Inequality Lab, 2018, p. 46). Sobre los debates en torno al concepto de sobreexplotación y su extensión a los países centrales, ver nuestro artículo La teoría marxista de la dependencia a la luz de Marx y el capitalismo contemporáneo (2018).
[Ex] No estamos de acuerdo con la tesis defendida por Giovanni Arrighi, en Adam Smith en Pekín, que la hegemonía estadounidense terminó con la intervención militar en Irak, transformándose desde entonces en dominación. Aunque reivindicó la Doctrina de la acción preventiva y aplicada selectivamente contra los países de la periferia que denominó “eje del mal”, George Bush Filho no rompió con los cimientos del multilateralismo neoliberal establecidos desde la década de 1980. Le sucedió Barack Obama, quien buscó ampliar el consenso liberal, a través de la articulación del Acuerdo Transpacífico, el Acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, el Acuerdo de París, el acuerdo nuclear con Irán y las negociaciones para el fin del embargo a Cuba.
[X] A partir de las fluctuaciones del PIB per cápita, podemos afirmar la presencia de los ciclos de Kondratiev en la economía mundial desde el siglo XIX y, en particular, a partir de 1870, cuando la industrialización del noroeste de Europa, Estados Unidos y Japón articuló un salto de escala de la división internacional del trabajo. Contrariamente a lo que asumen Immanuel Wallerstein (2000) y Andre Gunder Frank (1998), quienes afirman que es posible extender los ciclos de Kondratiev a períodos pasados, la estabilización o desaceleración del crecimiento per cápita hasta el siglo XVIII no sustenta esta proposición, aun cuando se han generado cambios importantes en términos de expansión de productos y ocupación geoespacial. En nuestro Dependencia, neoliberalismo y globalización en América Latina (2020) buscamos periodizar las fases de Kondratiev desde el siglo XX a partir de los datos de Angus Maddison.
[Xi] Sobre la incapacidad del capital para asumir los costos de reproducción ambiental y laboral, ver Crisis de hegemonía mundial y aceleración de una historia social (2020) de Beverly Silver y Corey Payne, traducido al portugués y publicado en este número de Reoriente: estudios sobre marxismo, dependencia y sistemas-mundo.
[Xii] Entre 1997 y 2016, el sector manufacturero redujo su participación en el PIB de EE. UU. del 16,1 % al 11,2 % y el sector financiero la aumentó del 18,8 % al 20,8 %. (CONSEJO DE CONSEJEROS ECONÓMICOS, 2020, p. 375)
[Xiii] En China, el endeudamiento empresarial se concentra en Joint-Ventures, donde la presencia de capital extranjero estadounidense y la influencia del Estado es fuerte, lo que abre el camino para el aumento de la participación del Estado en el sector productivo. Sobre el tema, véase China Institute (2018) y Ling, Karen Jinprong; Lu, Xiaoyan; Zhang, Jusheng; y Zheng, Ying (2020)
[Xiv] Al contrario de lo que afirma Giovanni Arrighi, la libra esterlina no jugó el papel principal de la moneda durante mucho tiempo después del final de la hegemonía británica. El patrón oro-libra sufrió un primer hundimiento en 1914, siendo restablecido por el ascenso hegemónico de Estados Unidos hasta sufrir un hundimiento definitivo en 1931. Rol del dólar.
[Xv] Ver Angus Madison para una serie histórica de la expansión del gasto estatal durante el siglo XX y la base de datos de la OCDE (2020) para su actualización del siglo XXI.
[Xvi] Según Samir Amin (2007 y 2017), este desafío y tarea estarían en la base de la construcción de una V Internacional capaz de poner en marcha un proyecto socialista global.