por LUIS FERNANDO NOVOA GARZÓN*
La adaptación del marco fiscal se llevó a cabo en contra del programa ganador de las elecciones, como si se negociara una rendición digna: entregar el rescate completo a los secuestradores.
“Los perros de circo saltan cuando el adiestrador hace restallar el látigo, pero el perro verdaderamente bien entrenado es el que da volteretas cuando no hay látigo” (George Orwell).
El golpe armado con su plan para ejecutar a Lula, Alckmin, Moraes y Dirceu es la contracara del golpe financiero que pretendía liquidar el sistema de seguridad social brasileño en un solo paquete. ¿No debería enmarcarse también la conducta negligente y saboteadora de la política monetaria y cambiaria por parte del presidente del Banco Central, en connivencia con los oligopolios financieros, como un intento de abolir el Estado democrático de derecho?
No hay distinción, ni en lógica ni en justificación, entre la Operación Punhal Verde e Amarelo y esta operación de mercado que pretende acuchillar derechos sociales consolidados en el país. El grito de mando de los mercados denota esta cohesión: “el corte debe ser en la carne”. Faria Lima apostó fuerte por Jair Bolsonaro en 2022 y sigue sin aceptar su derrota. De este modo arrojan la factura del programa antisocial inconcluso al regazo del ganador nominal de las elecciones.
Mientras los golpistas uniformados querían allanar el camino para la creación de una oficina central de crisis que anularía el resultado de las elecciones generales de 2022, el largo puñal de los mercados sigue alzado para anular el programa del presidente electo, eliminando irrefutables deberes relacionados con los costos de atención de salud y educación, con el salario mínimo sobre prestaciones asistenciales y de seguridad social y ajustes al salario mínimo, bonificación salarial y Beneficio de Pago Continuo (BPC).
El borrador golpista hace referencia a la incesante lucha por la “seguridad jurídica” y a la necesidad de reconocer la existencia de un derecho supralegal, es decir, un derecho natural presupuesto, por encima de la Constitución y sus normas. El innombrable programa DDD (deindexar, desvincular y liberar) de los mercados es un desarrollo práctico de estas premisas legales autoritarias. Las llamadas “cuatro líneas” son móviles y enmarcan las configuraciones de facto, definidas económica y/o militarmente.
Unidad para sabotear los poderes constitucionales
Sólo la inflación no puede, todo lo demás sí puede, incluidas las altísimas tasas de interés y tipos de cambio, que, al final, producen una inflación que no puede hacerlo. Los inversores lanzan abiertamente sus profecías, combinan o falsifican resultados para, al final, hacer las apuestas correctas. Los delitos contra la información privilegiada dan resultados y generan una fortuna; basta con comprobar el secreto detrás de la trayectoria ascendente de los nuevos bancos e instituciones no bancarias que surgieron después de la crisis de 2008.
La postura de austeridad está respaldada por una obsesión encubierta por alcanzar el centro de la meta de inflación, una meta fijada en niveles que se sabe que son inalcanzables en un momento dado, lo que resulta en severos castigos para el país y premios nada austeros para los propietarios de puestos de apuestas.
Una vez que se reinició el ciclo golpista en 2016, el proceso de desconstitución se aceleró. El Puente hacia el Futuro de Meirelles combinado con el Plan Mais Brasil de Guedes dieron como resultado la fórmula unitaria del gangsterismo financiero: el programa DDD. Una vez que los gastos de salud y educación estén exentos, corresponde a cada gobierno determinar qué debe transferirse. Una vez que se desindexa el salario mínimo y se desvinculan las pensiones y los beneficios sociales, los ajustes se convierten en obsequios condicionales.
No debemos olvidar que la constitucionalización de estas obligaciones y obligaciones, en 1988, fue la solución encontrada por la clase trabajadora después de décadas de lucha por mantener servicios públicos esenciales y niveles mínimos de ingresos en un país que tiene empleadores incapaces de comprometerse a garantizar servicios y derechos fundamentales.
¿Qué podemos decir sobre el modelado simétrico de las acciones del Banco Central y los agentes del mercado? En palabras del gobernante del cuarto poder, “no es posible confrontar lo que dice el mercado”, es necesario, por eliminación, hacer lo contrario: estimular y no evitar el movimiento disfuncional del mercado cambiario. El descarado repunte que provocó la apreciación vertiginosa del dólar y el sesgo alcista de los tipos de interés se desencadenó poco después del anuncio de las necesarias contribuciones de emergencia a Rio Grande do Sul y de la explicación de la imperdonable disidencia en la reunión del COPOM del primer semestre de 2024, cuando comienza la subida del dólar, como se puede observar en el gráfico siguiente.
La montaña rusa del dólar en el último semestre, que llevó al dólar a superar la barrera de los 6 reales, en vísperas del anuncio del 27 de noviembre, expresa la pedagogía punitiva de los mercados contra el ruido y los movimientos imprevistos provenientes del gobierno federal. Y el Banco Central no se deja intimidar y se abstiene de intervenir en futuros mercados de tipos de interés y de cambio. Con el mandato de Gabriel Galípolo a la vista, las piezas en el tablero del Congreso se están moviendo para blindar esta autonomía en forma de una externalización de la autarquía para formalizar su condición de mostrador de recetas para la búsqueda de rentas. El Proyecto de Enmienda Constitucional será tramitado en proporción inversa a la seriedad con la que el nuevo presidente del Banco Central se tome la misión de la Institución, a saber: ser guardiana del poder adquisitivo de la moneda y la promoción del bienestar económico de la sociedad.
Un personaje en tres actos
Dentro y fuera del gobierno se repite el lema habitual, ignorando los gastos financieros: “Brasil necesita encajar en el presupuesto”. Ya no escuchamos el lema que era aplicable en tiempos de prosperidad residual, “poner a los pobres en el presupuesto”, y mucho menos el lema original, “presupuesto participativo a través de consejos populares deliberativos”. Ante lo impronunciable, las palabras y las acciones se miden. Quien repita el mayor deseo de los capitales en cada momento obtiene una bonificación extra. Fernando Haddad postuló el Ministerio de Hacienda sabiendo el papel que jugaría. Hace 22 años, Antonio Palocci asumió el mismo Ministerio, debidamente asesorado por los financieros tucanos, con Armínio Fraga a la cabeza. La Carta a los brasileños fue sólo una por pase para la elección y toma de posesión de Lula en medio de otra tormenta inducida.
El ministro de Finanzas en los gobiernos del PT es siempre un personaje aparte, ya que encarna la mayor parte de las contradicciones en el intento de gestionar las crisis en el capitalismo periférico con repertorios e influencias no necesariamente relacionadas con su núcleo orgánico.
Para valorar las variaciones en el papel de este personaje mefistofélico, recurro a la introducción de El 18 Brumario de Luis Bonaparte en el que Marx se eleva por encima de Hegel para resaltar que sí, los grandes hechos/personajes de la historia se escenifican, dos veces, pero con diferencias de calidad: en la primera puesta en escena, como tragedia; y en el segundo, como una farsa. La glosa se refiere a la contrarrevolución del 18 Brumario impulsada por Napoleón en 1799, como un hecho/personaje de carácter trágico, consecuencia de un determinado choque de fuerzas que supuso el fin del primer ciclo revolucionario en Francia. La farsa del golpe de Luiz Napoleão, el sobrino usurpador, en 1851, dependió de la fabricación de rebotes y ecos del primer acontecimiento, que luego pasó a definir la representación del golpe dado.
En la entronización de Antonio Palocci como correa de transmisión de los mercados dentro del Gobierno Lula predominó el componente trágico. Palocci, como Ministro de Finanzas, fue la encarnación del acuerdo entre los bancos financieros y la coalición de centro izquierda que llegó al Gobierno en 2002. Por un lado, la renuncia a la desestabilización económica por parte de los grandes bancos externos e internos, por el otro Por lo demás, todavía es posible renunciar a la ruptura. Palocci fue el compromiso encarnado de otorgar a la hegemonía del capital financiero la bandera de las “políticas de Estado” sin más cuestiones de fondo.
El “Momento Levy” marca la abrupta conversión ortodoxa tras la adopción de la llamada “nueva matriz económica”, en el primer gobierno de Dilma Rousseff, que no fueron más que medidas tangenciales, ante la falta de fuerza social acumulada para enfrentar la crisis. mercados. Reelegida y juramentada, Dilma Rousseff, bajo una amenaza de golpe declarada, cede el espacio económico a una indicación directa de los mercados financieros. ¿Quién respaldaría la farsa del superministro Levy como garante de la “credibilidad” de la economía del país? ¿Los mismos inversores que ya calculaban las ganancias de una posible venganza contra determinaciones e impedimentos definidos por la Constitución de 1988?
Ese año se formó el frente “No habrá golpe”. El campo popular, al mismo tiempo, no aceptó que la política económica diseñada para evitar que el golpe de la derecha liberal se llevara a cabo en nombre de la “responsabilidad fiscal”. Luchar contra el ajuste fiscal de Levy también significaba luchar contra el golpe que estaba en marcha.
En 2023, Fernando Haddad puso en práctica su táctica de contornos sucesivos. La adaptación del marco fiscal se llevó a cabo en función del programa ganador de las elecciones de 2022, abriendo al mismo tiempo márgenes para mayores ingresos. Luego manejó y afrontó las expectativas artificiales orquestadas por el Banco Central como si negociara una rendición digna. Intentó demostrar a los secuestradores que colaboraría activamente en la entrega del rescate completo.
Adoptó sus términos, infundió racionalidad a su irracionalidad, reunió registros internos admisibles y registros externos recomendados por la OCDE y los foros multilaterales. En una de sus últimas cartas, presentó las ventajas comparativas de un gobierno liberal centrista frente a un gobierno liberal autoritario. “Una cosa es que Milei haga esto. Otra cosa es que Lula haga esto”, afirmó Fernando Haddad en el anuncio preliminar del paquete solicitado.
La comparación no es gratuita. Los ajustes de Javier Milei ya estaban descontados, el volumen de protestas y manifestaciones opositoras en Argentina, no tanto. Un ajuste fiscal en Brasil con el visto bueno de Lula genera adicionalidades en términos de aceptación social y pacificación. Por lo tanto, al paquete anunciado no podía faltar una señal del compromiso histórico de Lula con los trabajadores: la perspectiva de una exención de la base de la pirámide de hasta cinco mil reales vinculada a impuestos adicionales a los superricos.
A los mercados fetichizados se les atribuyen emociones fuertes: ansiosas, decepcionadas y vengativas. No quieren renunciar a todo el paquete, con una poda superficial y definitiva de la seguridad social. Está claro que el recorte deseado no es sólo contable, sino un recorte a la mitad, en el sentido mismo del ser, desligándose incluso de los vínculos fantasmáticos con la lucha social.
Por un nuevo lugar de convocatoria
En un gobierno rodeado de golpes de Estado convergentes, y que adhiere a una política de despolitización y desmovilización para ser reconocido como el último bastión de la democracia liberal en el país, lo que predomina es el mutismo selectivo.
Además de los contornos, maniobras y contenciones, debemos insistir en el diseño y construcción de otro lugar de convocatoria para dar forma a una agenda anticapitalista y antifascista en Brasil. Un lugar con capacidad de atraer a los millones de personas desposeídas por las políticas impuestas por el neoextractivismo y el ultraliberamismo. En caso contrario, seguiremos narrando la conversión del frente muy amplio en plataforma de normalización vía Tarcísio de Freitas o vía Fernando Haddad, lo que sea más instrumental para los mercados.
Las rupturas no se anuncian, surgen como expresión de fuerzas sociales vivas que irradian ondas de influencia, dirección y cultura. Vida más allá del trabajo, vida más allá de las máquinas políticas. La apertura de espacios para que estas fuerzas se encuentren y converjan ya ha comenzado.
*Luis Fernando Novoa Garzón Es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Rondônia.
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