por LUCIANO GATTI*
Comentario al libro de João Pedro Cachopo
El giro de los sentidos. Pandemia y remediación digital, del musicólogo y filósofo portugués João Pedro Cachopo, se publica en un momento en que la reflexión sobre la pandemia se ha convertido en un género aparte. En los primeros meses de 2020, los académicos globales, en general filósofos vinculados a universidades europeas y americanas, tuvieron una fuerte presencia en sitios de noticias y redes sociales, siendo leídos y compartidos a una velocidad que ponía de relieve la necesidad de entender el nuevo fenómeno, que era yendo mucho más allá de una catástrofe sanitaria, permeando todas las dimensiones de nuestra vida, incluyendo el trabajo, la educación, las relaciones afectivas, el arte y el consumo. Con diversas orientaciones teóricas, Agamben y Zizek, Judith Butler y Rancière, Naomi Klein y Byung-Chul Han, David Harvey y Bruno Latour, entre muchos otros, se arriesgaron a interpretar la pandemia, llegando a conclusiones muy diferentes entre sí, de la consolidación de un régimen de vigilancia global al inminente colapso del capitalismo.
Publicado en Portugal todavía en 2020, tras esta primera oleada de intervenciones, el libro de Cachopo tiene sobre todo el mérito de ofrecer un balance del debate acumulado, no limitándose a revisar posiciones, sino buscando sobre todo examinarlas a la luz de una nueva perspectiva abierta por la pandemia, es decir, cómo el distanciamiento social ha transformado nuestras formas de vida al intensificar las interacciones humanas a través de la tecnología. Si tal balance permite a Cachopo avanzar en el desarrollo de la hipótesis de su libro, también muestra inevitablemente que la respuesta inmediata de varios intelectuales a la pandemia pudo haber sido demasiado rápida, incorporando muchas veces un nuevo fenómeno a un diagnóstico de la época previamente esbozado, perdiendo así la ocasión de pensar qué hay de nuevo en la situación.
El caso más flagrante es, sin duda, la “invención” de la pandemia señalada por Agamben, quien pronto vio en ella solo la confirmación de la tendencia actual de las autoridades gubernamentales de extender su red de control sobre los individuos para mantener el actual estado de excepción. La hipótesis, que pasó por alto el examen de la gravedad de la salud, de ninguna manera dio cuenta de las medidas tomadas por las democracias liberales europeas para contener la pandemia. Podemos añadir que sus apresuradas declaraciones están aún más fuera de lugar frente a la ausencia de una estructura estatal y de colaboración internacional en los países africanos, como acabamos de observar, una vez más, por la secuenciación de una variante más en Sudáfrica.
En nuestro caso, podríamos cuestionar qué tendría que decir sobre el negacionismo estatal practicado por el gobierno brasileño, que no solo dejaba a la población a su suerte, transfiriendo su responsabilidad a gobernadores y alcaldes para actuar sin coordinación según la conveniencia y interés del momento, pero también rechazó ofertas para comprar vacunas? ¿Sería simplemente una apuesta al caos imponer medidas excepcionales? Si una parte importante de la población europea y americana bloquea el avance de la vacunación en base a sospechas sobre el estado, ¿podríamos simplemente identificar resistencias a un poder que restringe libertades?
La síntesis del debate inicial sobre la pandemia permite advertir que algunos diagnósticos no solo eran más coherentes con sus presupuestos teóricos que con la situación a interpretar, sino que mostraban poca atención a la forma en que un fenómeno global como la pandemia tomaron configuraciones específicas, lugares muy diferentes entre sí en las muchas regiones del planeta. Asumiendo una cierta distancia de las intervenciones iniciales, Cachopo abre espacio para examinar las consecuencias menos obvias del evento, con el potencial de extenderse más allá hacia cambios significativos en nuestras formas de vivir e interactuar con otras personas.
Su hipótesis central nos dice que el “acontecimiento” no sería la pandemia como tal, sino la “torsión de los sentidos” provocada por el uso exacerbado de los medios de comunicación, que provocó las medidas de distanciamiento social tomadas para contener la pandemia en su etapa inicial. En otras palabras, un reordenamiento de lo que llamamos cerca y lejos por una forma de vida mediada por la tecnología. Si bien la revolución digital ya estaba presente, Cachopo sostiene que la pandemia consumó el proceso de tal manera que nos planteó de manera inédita la cuestión de cómo afrontar este nuevo grado de mediación tecnológica en todos los ámbitos de la vida: en lo personal. en las relaciones, en el trabajo, en el estudio, en la producción artística, en la noción misma de comunidad, incluso en su sentido global.
La publicación del libro en Brasil en el segundo semestre de 2021, cuando el avance en vacunación alimenta la expectativa de un pleno retorno a las actividades presenciales, crea una ocasión muy favorable para probar las hipótesis del libro. Si la “remediación digital” ha llegado para quedarse o si tenderá a perder intensidad en cuanto volvamos a los espacios habituales de convivencia en el trabajo, la docencia y el tiempo libre, es algo que pronto tendremos oportunidad de conocer. El interés del libro, sin embargo, no termina con el cuestionamiento de la vida pospandemia. Su principal interés radica en mostrar cómo la exacerbación del uso de la tecnología para comunicarse desde principios de 2020 constituye un prisma privilegiado para evaluar y repensar las relaciones que teníamos antes de la circulación del virus.
Al redimensionar el evento, Cachopo amplía el alcance de su libro y logra vincular el debate sobre la pandemia con discusiones sobre tecnología que, en definitiva, se remontan a décadas de reflexión sobre la cultura de masas. No es casualidad que la famosa polaridad propuesta por Umberto Eco -apocalíptica e integradora- sirva ahora no solo para caracterizar diversas posiciones frente a la revolución digital -desde el rechazo hasta la adhesión ingenua-, sino también las consecuencias para el “torcedura del sentidos” llevó al cable por la pandemia. El término clave allí es, de hecho, “remediación digital” que aparece en el subtítulo del libro y facilita el reemplazo del “integrado” de Eco por “remediado”.
No se trata aquí, sin embargo, de encontrar un paliativo o un remedio a la interacción a través de la tecnología en condiciones de distanciamiento social, sino de explorar el potencial de la confluencia de diferentes medios o soportes –“sonido, imagen y texto”– en un mismo mediano : “el concepto de 'remediación' nos brinda un emblema del impacto de la revolución digital en la experiencia humana, y es en este sentido que casi siempre lo uso en este libro” (p. 23). Si los medios tecnológicos inciden directamente en nuestra percepción, como ya había dicho Walter Benjamin, cuya reflexión sobre la reproductibilidad técnica es constantemente retomada por Cachopo, la potencialización de la revolución digital durante la pandemia también plantea una tarea a la imaginación, tomada aquí en su sentido más práctico. de lidiar con las nuevas coordenadas de proximidad y distancia en los cinco sentidos destacados por Cachopo en el libro: la alteridad en el amor; lo desconocido en el estudio; lo enigmático en el arte; el bien común en la comunidad; y lo remoto en el viaje. La situación límite de la pandemia sirve así tanto para cuestionar qué entendemos por cada uno de estos significados como para interrogar su transformación a través de la mediación tecnológica.
La influencia de las medidas de distanciamiento social en la vida amorosa fue uno de los temas más frecuentes en los informes de comportamiento en la pandemia. Mientras se prohibían los ambientes de sociabilidad que favorecían nuevos encuentros y el surgimiento de nuevas relaciones, muchas parejas debieron lidiar con el problema de la distancia, ya sea por su intensificación, cuando vivían en casas separadas o ciudades lejanas, o por su drástico acortamiento. , cuando empiezan no sólo a convivir a diario sin las pausas de la vida fuera de casa –especialmente al trabajo–, sino también a competir por lugares adecuados para trabajar en apartamentos que nunca fueron pensados como oficinas en casa.
Si la pandemia ha casado a infinidad de novios, también debe haber sido responsable de muchas separaciones por convivencia forzada. Cachopo retoma este tema para pensar el amor como “un arte de buena distancia, cuyas reglas no están definidas a priori de antemano” (p. 94) y para cuestionar un supuesto no suficientemente tematizado de lo que significa vivir juntos : “al mostrar que el amor es un arte de acercamiento y distanciamiento, y al desafiar a los amantes a reinventarse, la pandemia abre –o puede, al menos, abrir– una discusión sobre la conyugalidad y uno de sus supuestos menos discutidos: la convivencia” (p. . 95).
Las severas restricciones de viaje a raíz del cierre repentino de numerosas fronteras, generando una profusión de casos de personas que intentan regresar a casa en medio de vuelos cancelados, sirven como una oportunidad para que Cachopo llame la atención sobre el significado de la experiencia de viajar. Su tesis es que el viaje y el viajero, y no sólo los residentes de los sitios turísticos, ya padecían las condiciones restrictivas que planteaba la organización del turismo de masas y sus numerosos intermediarios (agencias, hoteles, tours, itinerarios predefinidos), impidiendo una tipo de conocimiento definido como “experiencia multisensorial”. Si la dispersión de los viajes a través del Google Street View durante la pandemia, que incluso han servido de base para el trabajo de muchos fotógrafos en los últimos tiempos, muestra hasta qué punto el desplazamiento físico es una experiencia insustituible, o mejor dicho, “irremediable”, también invita a imaginar mejores formas de viajar que aquellas facilitado por el turismo mundial.
Algo similar se dice del estudio. Si la universidad es un lugar de aprendizaje y esclarecimiento, también ha demostrado ser un lugar de “profesionalización del pensamiento” crítico, ya sea por la invasión del mercado en la organización de cursos y carreras, o por el sometimiento de la investigación a la productividad. métricas en la evaluación de la carrera docente. Las actividades remotas, con su comodidad y bajo costo, que permiten el funcionamiento de la universidad a distancia incluso en los momentos más restrictivos de la pandemia, pueden convertirse peligrosamente en un paso más para capitalizar la vida universitaria. Simultáneamente, la privación de la convivencia y el compartir del espacio académico exige una reflexión sobre lo que sería lo más importante –e insustituible– en la experiencia universitaria: una institución de producción y transmisión de conocimientos que sea también modelo de un modo de vida en común
Con su poder de imaginación, el arte sería uno de los mejores sismógrafos de lo que podría llegar a ser la remediación digital en las formas de convivencia después de la pandemia, tanto que recibe el tratamiento más extenso entre las acepciones consideradas por Cachopo. En un principio, las artes escénicas -teatro, danza, música, además del propio cine- fueron las más afectadas por el impedimento del trabajo colectivo y la prohibición de los lugares de actuación en directo, lo que llevó a muchos espectáculos a explorar la alternativa de la presentación online. Cachopo no se detiene en el teatro de la pandemia, presentado a la cámara, pero destaca cómo grandes teatros de ópera, el Metropolitano de Nueva York, por ejemplo, supo cómo lidiar con la distancia explorando ya instrumentos de transmisión a distancia, exportando espectáculos para ser exhibidos en salas de cine de todo el mundo.
Si bien esto acerca el espectáculo a un público lejano, no garantiza, sin embargo, la innovación o la calidad artística de las producciones, que pueden quedar restringidas a lo convencional, cuando no a la mera difusión de marcas artísticas. Algo muy diferente sucede con el ejemplo predilecto de Cachopo y, vale decirlo, el punto culminante del libro, por conjugar innovación artística y tecnológica, en el espíritu de la defensa de Walter Benjamin del desarrollo de los medios de producción. Se trata de El Encuentro, espectáculo teatral y multimedia dirigido por Simon McBurne en Londres, en 2015, basado en un viaje por el Amazonas realizado por el fotoperiodista de National Geographic Loren McIntyre, quien descubrió y fotografió el nacimiento del río Amazonas en la Cordillera de los Andes, en Perú, en 1971. La conjunción de voces en vivo con otras pregrabadas sirvió para reproducir elementos ficticios y reales, de hechos escenificados con condiciones de puesta en escena , de actores y personajes, integrando su génesis al espectáculo, con el director desandando los pasos de su personaje. Según Cachopo, el mérito de la muestra radica en proponer, a través de la remediación tecnológica, un cuestionamiento sobre qué buscamos en estos desplazamientos en el espacio y el tiempo..
Ninguno de los sentidos analizados por Cachopo expone el horizonte del libro con tanta claridad como lo hace el arte, a saber, una noción de comunidad entendida en un sentido global y asociada al problema de la escala planetaria por excelencia, a saber, la cuestión ecológica. Por un lado, a partir de reflexiones de Elias Canetti, trata de señalar que la noción de comunidad no presupone necesariamente jerarquía y liderazgo, como se pudo apreciar en las configuraciones del espectro político de la derecha; por otra parte, a partir de los estudios de Benedict Anderson sobre el nacionalismo, intenta mostrar que toda comunidad es necesariamente una comunidad imaginada. De ahí concluye que no habría comunidad imaginada que no pudiera remediarse.
Es aquí donde se abre la consideración de un “nosotros” que alcanzaría escala global a través de la “remediación” tecnológica. El libro se vincula así a la defensa de las agendas globales por parte de colectivos que reconocen la “remediación”, en internet, como una herramienta fundamental para plantear sus reivindicaciones, pensarse como comunidad y orientar la defensa de modos de vida comunes. El desafío recordado por Cachopo respecto a la ópera también se aplicaría a este caso: el objetivo es imaginar nuevas formas de experimentar, interpretar y crear.
Este es el horizonte de la reflexión propuesta, que busca resguardarse de la ingenuidad de muchos movimientos globales, incapaces de traspasar las fronteras restringidas de las redes sociales, al mismo tiempo que considera necesario poner a su servicio recursos que no merecen ser simplemente descartados como instrumentos de control y vigilancia. Ante el optimismo de algunos intelectuales ante un posible colapso del capitalismo desencadenado por la pandemia, el libro de Cachopo es más cauteloso. En lugar de trasladar las energías de disolución de un sistema global a la pandemia o la revolución digital, busca pensar en un “nosotros” que se constituye en sujeto de los acontecimientos asumiendo la tarea de lidiar con las potencialidades de cada medio. , de cada situación.
* Luciano Gatti Es profesor del Departamento de Filosofía de la Unifesp. Autor, entre otros libros, de Constelaciones: crítica y verdad en Benjamin y Adorno (Loiola).
referencia
Joao Pedro Cachopo. El giro de los sentidos. Pandemia y remediación digital. São Paulo, Elefante, 2021, 100 páginas.