Subcontratación de comidas escolares

Imagen: Abdelrhman Magdy
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por RICARDO NORMANHA*

La prohibición de repetir los almuerzos refleja una lógica que apunta cada vez más a racionalizar la educación pública, tratándola como un servicio estandarizado que puede subcontratarse y comercializarse.

La reciente repercusión de la noticia de que las escuelas municipales de São Paulo prohíben la repetición en los almuerzos escolares,[i] bajo la dirección de Ricardo Nunes, es solo una pieza más de un rompecabezas más grande y complejo que estructura un proyecto cada vez más claro para la educación pública. Es un programa amplio, producto de la ideología neoliberal y ultraliberal, basado en el paradigma de la nueva gestión pública, de la subcontratación y la privatización de los servicios públicos esenciales, incluida la educación.

En el caso de la alimentación escolar, la subcontratación se aplica desde hace años e ilustra los impactos negativos de una lógica de gestión que ignora el carácter pedagógico de todas las actividades escolares. Al asumir que ciertas funciones dentro de la escuela, como la alimentación, son sólo “administrativas” y pueden delegarse en empresas externas, las autoridades públicas refuerzan una falsa dicotomía entre actividades pedagógicas y administrativas, fragmentando el espacio escolar y las prácticas educativas.

Especialmente en el contexto de la educación infantil, donde los horarios de las comidas son fundamentales para el desarrollo de los niños, la práctica de ofrecer platos estandarizados y preparados desconoce el proceso pedagógico intrínseco al acto de servir, elegir y conocer las propias necesidades alimentarias. La transferencia de comidas a empresas subcontratadas es expresión de un proyecto de privatización más amplio, liderado por el alcalde Ricardo Nunes (MDB), pero que encuentra eco en la política de privatización del Gobierno del Estado de São Paulo, bajo el mando de su aliado. Tarcísio de Freitas (republicanos), quienes vienen promoviendo Asociaciones Público-Privadas (APP) en áreas centrales de la educación, bajo el pretexto de eficiencia y contención de costos.

Si el consorcio privatista se limitara a figuras de derecha y extrema derecha, ambas neoliberales, sería un mal menor. Pero surge una gran pregunta cuando vemos que estas políticas de privatización a través de APP son deliberadamente apoyadas por el BNDES, políticamente regulado por el gobierno federal, elegido con un programa democrático, progresista y con la absorción de algunas demandas populares.

Al igual que con el almuerzo, también se han externalizado y privatizado otras actividades directamente relacionadas con la educación escolar, como el mantenimiento de los edificios, la seguridad y el suministro de materiales didácticos y recursos tecnológicos, como las plataformas educativas digitales. En la misma semana que salió a la luz la polémica por la prohibición de repetir almuerzos, el alcalde Ricardo Nunes anunció que planea establecer convenios con el sector privado para el manejo de las escuelas municipales.[ii] incluyendo las EMEI (Escuelas Municipales de Educación Infantil), las EMEF (Escuelas Municipales de Educación Primaria) y las EMEFM (Escuelas Municipales de Educación Primaria y Secundaria).

Los proyectos de APP y subcontratación aportan a la escuela una visión corporativa y rentable, que es esencialmente incompatible con la idea de una educación pública universal, gratuita, de calidad y gestionada democráticamente. La contratación de empresas para estos servicios considerados no pedagógicos implica no sólo recortar costes para aumentar la eficiencia de los servicios –lo que no siempre ocurre–, sino también reducir la autonomía escolar en relación con estas actividades. Al someterse a este tipo de asociación, la escuela pasa a funcionar como una “sombra” del proyecto político pedagógico, subsumida bajo un modelo de gestión en el que el lucro y la eficiencia operativa prevalecen sobre la formación integral de los estudiantes y el propósito social de la escuela. educación.

Contratar una empresa externa para definir qué comen los niños y cómo comen, sin tener en cuenta el proceso de aprendizaje que se produce durante las comidas, deshumaniza en la práctica el entorno escolar al tratar a los niños como “usuarios de servicios” en lugar de protagonistas de un proceso educativo. .

El proyecto de privatización de la educación, cuando es impulsado por los municipios, los estados y el gobierno federal, representa un enorme retroceso para garantizar el derecho a una educación pública de calidad. Este movimiento transfiere responsabilidad del Estado a las empresas, que por su propia naturaleza tienen como principal objetivo el lucro, no el bienestar o la educación plena de los niños. En este escenario, se subvierte el papel de la escuela como espacio para promover la ciudadanía y el desarrollo integral de las personas, dando paso a la lógica del mercado.

Además, el hecho de que el gobierno transfiera cada vez más aspectos de la educación al sector privado crea un círculo vicioso: la dependencia de las escuelas de estas empresas aumenta, socavando la capacidad de gestión autónoma por parte de los profesionales de la educación y la comunidad. promoviendo la fragmentación del espacio escolar. El entorno, que debe concebirse desde una totalidad pedagógica, se divide en diferentes segmentos, gestionados por terceros, cada uno con sus propias metas y prioridades, que casi nunca coinciden con los objetivos finales del proceso educativo.

La subcontratación también tiene un profundo impacto en la forma de la comunidad escolar. Los empleados subcontratados acaban constituyendo un grupo de trabajadores segmentados respecto al personal fijo de las escuelas -si bien este personal fijo es cada vez más reducido, ante la creciente contratación de profesores temporales-, lo que hace que no tengan el mismo vínculo ni compromiso con estudiantes y la institución.

La rotación de profesionales subcontratados, ya sea en la cocina, la limpieza o la seguridad, altera los vínculos que podrían establecerse entre estudiantes, profesores y personal, esenciales para fortalecer los vínculos de pertenencia y comunidad.

En este sentido, la prohibición de repetir almuerzos es, por tanto, reflejo de una lógica que apunta cada vez más a racionalizar la educación pública, tratándola como un servicio estandarizado que puede subcontratarse y comercializarse. En última instancia, esta política de privatización progresiva a través de la subcontratación y las APP compromete el derecho de los estudiantes a una educación integral, sin tener en cuenta el hecho de que cada aspecto de la experiencia escolar –desde el aula hasta la cafetería– es una parte esencial del proceso pedagógico.

La educación pública debe ser un espacio que permita el desarrollo integral de las personas desde una perspectiva colectiva y solidaria. Resistir los cantos de sirena de la subcontratación y la privatización, defender una escuela que sea, de hecho, pública y para todos, es la tarea más urgente que debemos emprender.

*Ricardo Normanha es investigador postdoctoral en el Departamento de Ciencias Sociales de la Educación de la Unicamp.

Notas


[i] Ver más en el informe del portal GGN del 9 de noviembre de 2024, disponible en https://jornalggn.com.br/gestao/governo-ricardo-nunes-proibe-criancas-de-repetir-merenda/.

[ii] Vea más detalles sobre la iniciativa en el informe Brasil de Fato del 16 de noviembre de 2024, disponible en https://www.brasildefato.com.br/2024/11/16/ricardo-nunes-planeja-convenios-com-iniciativa-privada-para-gestao-de-escolas-municipais-de-sao-paulo.


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