por ANDRÉ LUIZ DE SOUZA*
Manuel Castells y la sociedad red
Manuel Castells fue un sociólogo español, nacido en 1942, y profesor en las universidades de París. Su pensamiento inicial tenía una base marxista, pero gradualmente se convirtió en un sociólogo más pragmático (versátil) en sus tesis. Además, estudió el papel de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC, en adelante) en la sociedad. En su tesis, el autor no aborda la sociedad del conocimiento o de la información, sino que construye una analogía en torno a la sociedad red. Para él, una red en sí misma es una forma antigua de comunicación, pero el nuevo elemento que sustenta su tesis es que esta red ahora se articula con nuevos factores como las redes tecnológicas, basadas en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Ante este panorama, el autor se centró en pensar cómo estos temas son producidos, distribuidos y consumidos por las personas.
Para Castells (1999), las TIC interfieren en la estructura de la sociedad, es decir, en el núcleo de la sociedad que estaría mediada por las TIC, una sociedad en red, articulada a un nuevo modelo de capitalismo, denominado capitalismo informacional. Este sistema va más allá de la sociedad industrial que permeó los últimos dos siglos y entra en una nueva era de relaciones y correlaciones en la sociedad actual, denominada Sociedad Red. A partir de esta nueva estructuración del capitalismo, para Castells (1999), este sistema difunde, acumula y rentabiliza esta producción global.
Pero, al fin y al cabo, ¿qué es una red? Es un conjunto de nodos interconectados. Para el autor, “lo que es un nodo depende del tipo de redes concretas […]. Son las bolsas de valores y sus centros de servicios auxiliares avanzados en la red de flujos financieros globales. Son consejos nacionales de ministros y comisarios europeos del entramado político que gobierna la Unión Europea. Hay campos de coca y amapola, laboratorios clandestinos, pistas de aterrizaje clandestinas, bandas callejeras e instituciones financieras para el lavado de dinero en la red del narcotráfico que invade economías, sociedades y estados alrededor del mundo. Son sistemas de televisión, estudios de entretenimiento, instalaciones gráficas por computadora, equipos de cobertura de noticias y equipos móviles que generan, transmiten y reciben señales en la red global de nuevos medios en el corazón de la expresión cultural y la opinión pública en la era de la información”. (CASTELLS, 1999, p. 498).
Así que el final del siglo XX marca uno de esos raros vacíos en la historia. Según Castells (1999), un intervalo que sustituye nuestra 'cultura material' por el nuevo paradigma que se organiza en torno a las tecnologías de la información. En este sentido, el autor adopta el concepto de tecnología entendida como el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacer las cosas de forma reproducible. Son tecnologías para actuar sobre la información, no sólo información para actuar sobre la tecnología, como ocurrió en revoluciones anteriores (CASTELLS, 1999).
Para el autor, el núcleo de la transformación que vive la gente hoy en día se refiere a las tecnologías de la información, el procesamiento y la comunicación. Esta nueva organización de la sociedad da forma a un nuevo paradigma de capitalismo informacional. El sociólogo afirma que los discursos sobre la revolución reflejan el concepto de “penetrabilidad”, es decir, la penetración de una determinada idea o paradigma en todos los dominios de la actividad humana.
Este nuevo orden global no se caracteriza por la centralidad del conocimiento y la información, sino por la aplicación de este conocimiento y los medios de procesamiento, comunicación de la información, en un ciclo de retroalimentación acumulativa entre la innovación y su uso. En otras palabras, todos los procesos de la vida individual y colectiva están moldeados por el nuevo entorno tecnológico. En palabras del autor, “las nuevas tecnologías de la información no son simplemente herramientas para aplicar, sino procesos para desarrollar” (CASTELLS, 1999, p. 108).
Para el teórico, la revolución tecnológica se ha expandido por todo el planeta conectando un mundo a través de las tecnologías de la información. En esta lógica, la sociedad se conecta y entrelaza de las más diversas formas en el nuevo ciclo del capitalismo.
Otra característica está relacionada con la lógica de las redes. La morfología de la red parece estar bien adaptada a la creciente complejidad de la interacción ya los modelos impredecibles de desarrollo derivados del poder creativo de esta interacción (CASTELLS, 1999). La red ahora se puede implementar en todo tipo de organizaciones y estructuras, lo que no era el caso en períodos anteriores. En esta nueva forma de organización, el poder se redistribuye: cada nodo de la red se convierte en un centro de poder, aunque difuso.
Para Castells (1999), “el poder ya no se concentra en las instituciones (el Estado), en las organizaciones (empresas capitalistas) o en los mecanismos de control simbólico (empresas de comunicación, iglesias). Por el contrario, se difunde en redes globales de riqueza, poder, información e imágenes, que circulan y se transmutan en un sistema de geometría variable y geografía desmaterializada. Sin embargo, el poder no desaparece. El poder todavía gobierna la sociedad; todavía nos moldea y nos domina [...] La nueva forma de poder reside en los códigos de información y las imágenes de representación en torno a las cuales las sociedades organizan sus instituciones y las personas construyen su vida y deciden su comportamiento. Ese poder reside en la mente de las personas”. (CASTELLS, 1999, p. 505-506).
Esta conectividad de la sociedad flexibiliza la dinámica de las relaciones humanas, permeando las conexiones de lo desestructurado. Según el autor, lo desestructurado es el motor de la innovación en la actividad humana. Cuando las redes se fusionan, el crecimiento es exponencial y de una magnitud que entrelazará redes de sentido, forjando nuevos vínculos y codificaciones en la sociedad red. Las TIC tienen capacidad de fluidez y reconfiguración, aspecto decisivo en una sociedad permeada por cambios volátiles. De esta forma, se crean redes no solo para ganar posiciones, sino para fortalecer los medios de permanencia en el “juego” de una sociedad globalizada y en red.
Según Castells (1999), esta nueva economía surgida en el siglo XX puede denominarse informacional, global y en red. El autor explica: “Es informacional porque la productividad y competitividad de las unidades de los agentes de esta economía (ya sean empresas, naciones o regiones) dependen básicamente de su capacidad para generar, procesar y aplicar eficientemente la información basada en el conocimiento. […] Y global porque las principales actividades productivas, el consumo y la circulación, así como sus componentes (capital, trabajo, materias primas, administración, información y tecnología y mercados) se organizan a escala global, directamente o a través de una red de conexiones entre agentes económicos. […]. Está en red porque, en las nuevas condiciones históricas, se genera productividad y la competencia se da en una red global de interacción entre redes empresariales. Y esta nueva economía surgió porque la revolución de las tecnologías de la información proporcionó la base material indispensable para su creación”. (CASTELLS, 1999, p. 119).
Sin embargo, la información tiene un poder de intercambio y mando en el mercado virtual o físico, lo que, en este sentido, cambia la base del paradigma económico que coordinó a la sociedad antes de la década de 1970. En este sentido, la información tiene un valor de mercado mucho mayor que el económico. fuerza. Este cambio de paradigma sostendrá nuevas paradojas de la sociedad red.
El paradigma tecnológico ha cambiado la dinámica de la economía industrial, forjando una economía global y creando una nueva ola de competencia entre los propios agentes económicos. Castells (1999) afirma que el proceso de regionalización de la economía global se disolvió en gran medida a favor de una estructura de patrones comerciales con varias capas, varias redes, que no pueden ser aprehendidas a través de las categorías de países como unidades de comercio y competencia. Los mercados de bienes y servicios se están globalizando cada vez más.
Esta dinámica de relaciones que reorganizó la sociedad red, y especialmente en la nueva etapa del capitalismo, eliminó las fronteras existentes entre las economías de los estados nacionales. En esta perspectiva, la economía, cuya base es la producción de mercancías, que son volátiles, flexibles, cambiantes y coordinadas por empresas transnacionales que dictan las reglas del juego para perpetuarse en la sociedad red.
Para el autor, la economía informacional es global. Una economía global es algo diferente; es una economía capaz de funcionar como una unidad en tiempo real, a escala planetaria. La economía globalizada contiene mercados financieros, comercio internacional, producción transnacional y, en cierta medida, ciencia, tecnología y mano de obra calificada. Esta dinámica entrelaza nuevos elementos en la cultura de los mercados, abriendo caminos a seguir por diferentes agentes económicos. No hay salidas en este modelo de sociedad red, una sociedad que se acelera y obliga a sus agentes a interactuar, de lo contrario son eliminados por la competencia global. Los mercados de capital son globalmente interdependientes, entrelazados en su génesis.
Otro factor de la sociedad red, como afirma Castells (199), se refiere a las relaciones laborales, o mundo del trabajo, que están cambiando el ritmo de la sociedad global, flexibilizando las relaciones entre empleador y empleado. En el capitalismo informacional, el mundo se vuelve volátil y cambiante, tomando un tono de blandura, pero con las mismas características precarias del modelo pasado. Estas desregulaciones de las leyes laborales son el nuevo orden de la sociedad informatizada. Según el autor, las TIC imponen un orden global para que los estados y naciones reorganicen las normas y prácticas laborales para adaptarse a los intereses del capital globalizado. En este sentido, el nuevo modelo de producción y administración global equivale a la integración simultánea del proceso de trabajo y la desintegración de la fuerza de trabajo.
Como tendencia histórica, las funciones y procesos dominantes en la era de la información se organizan cada vez más en torno a redes. El autor observa que las tendencias, funciones y procesos dominantes en la era de la información están cada vez más organizados de esta manera. Este paisaje constituye la nueva morfología social y la difusión de la lógica de las redes en los procesos productivos y de experiencia, poder y cultura (CATELLS, 1999).
Las redes son formas de estructuras (núcleos) abiertas con formas ilimitadas, interactuando con nuevos "nodos" para comunicarse dentro de la red. La sociedad red conecta a los pares en una relación que no requiere una identidad sólida. La red que domina las nuevas relaciones en el planeta permea entre varias identidades para representar sus anhelos por el nuevo modelo de sociedad.
En este contexto, la red es una herramienta de la economía capitalista centrada en la innovación, la adaptación, la globalización y la concentración descentralizada. Característica fundante del nuevo paradigma de la sociedad del siglo XXI, involucra a la sociedad en su conjunto, como el trabajo, los trabajadores y las empresas, enfocada en la adaptabilidad y flexibilidad para un conjunto de valores en los que hay un proceso continuo de deconstrucción y reconstrucción, para una política predestinada a la transformación de nuevos valores públicos y a una organización social que apunta a la suplantación del espacio y la invalidación del tiempo.
* André Luiz de Souza es doctoranda en sociología de la UFGRS.