por RENATO JANINE RIBEIRO*
La descarada defensa de los privilegios de los ultraricos fue un artículo en Folha de S. Pablo domingo 3 de septiembre
Sorprendió la repentina revelación, hace apenas unas semanas, de que los ultraricos tienen acceso a fondos de inversión exclusivos, uno por individuo o familia, que no pagan impuestos. Ni yo ni la inmensa mayoría de los brasileños informados habíamos oído hablar de este privilegio.
Pero la reacción de los muy ricos ante la propuesta de someter estas solicitudes, y sus propietarios, a los mismos impuestos a los que están sujetos todos los brasileños no me sorprendió. Ya me lo esperaba. La defensa de los privilegios es una tradición muy fuerte en Brasil. De hecho, la mayor parte de nuestro país no prospera precisamente por eso.
Recuerdo que, durante la dictadura, un Ministro de Finanzas dijo que era importante que los más ricos disfrutaran del lujo, porque esto atraería a los más pobres a buscar enriquecerse, lo que a su vez impulsaría la economía. También recuerdo que Europa Occidental prosperó precisamente porque adoptó una línea diferente: estableció el Estado de Bienestar, mitigando la desigualdad social a través de políticas públicas que dan a todos acceso a una educación, atención sanitaria y transporte dignos. Todo indica que una distribución más justa del ingreso tiene más éxito para el desarrollo económico que su excesiva concentración.
Un ejemplo de esta descarada defensa de los privilegios de los ultrarricos fue un artículo en Folha de S. Pablo del domingo 3 de septiembre. En el espacio principal de la tercera página, un hombre comparaba la tributación de los ingresos de los fondos con el impuesto a las grandes fortunas, que en algunos países provocaba la evasión de grandes sumas. Pero el truco estaba en comparar lo que no tiene nada que ver. Por definición, un impuesto sobre el patrimonio sólo recaerá sobre los muy ricos. No es lo que está en el proyecto del Gobierno. Lo que propone es casi lo contrario: que los muy ricos también paguen lo que pagamos todos. Una medida elemental de justicia fiscal y, más que eso, de justicia elemental.
El artículo es curioso, porque comienza con argumentos prácticos, argumentando que el impuesto (que se presenta como lo que no es) traería efectos contrarios a los deseados. Pero luego se procede a un elogio ilimitado del bien que los muy ricos hacen a la sociedad. Vale, aquí puede que sea una cuestión de opiniones. El capitalismo es un sistema económico que funciona a partir del capital, que se diferencia de la mera acumulación de dinero porque este se pone en producción. En el mejor de los casos, producir bienes y servicios. En el rentismo, producir dinero gracias a las tasas de interés exageradas que paga Brasil. Pero dejemos eso de lado.
Porque la pregunta básica sigue siendo: ¿por qué los ultrarricos, si son tan admirables, no pagan impuestos? Un impuesto, repito, que pagan todos los demás inversores, incluso los de sumas modestas. ¿Por qué este privilegio? Recordar que etimológicamente el privilegio es una ley privada, una ley para el beneficio privado y no público, casi una contradicción en los términos.
Finalmente, el caso me recuerda la situación de la nobleza en Francia bajo el Antiguo Régimen. Los nobles, que serían el 4% de la población, estaban exentos de impuestos. También eran los más ricos, con vastas tierras. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, esto significó que, a medida que crecía una clase burguesa que pagaba impuestos, lo que más deseaba era llegar a ser noble.
Ascender a la nobleza significaría dejar de pagar impuestos, tener una estado alto estatus social y acercarse a la corte real. Por cierto, este fue un factor importante en el atraso de Francia en relación con Inglaterra. En este país, no por casualidad cuna de la Revolución Industrial, los nobles pagaban impuestos y podían hacer negocios. La nobleza inglesa invirtió en la economía, mientras que los franceses no hicieron más que despilfarrar. Todo ello dio lugar a dos revoluciones casi opuestas, la francesa y, en Inglaterra, la industrial. Por lo tanto, eximir de impuestos a la élite más rica no significa que proporcione desarrollo.
*Renato Janine Ribeiro es profesor titular jubilado de filosofía en la USP. Autor, entre otros libros, de Maquiavelo, la democracia y Brasil (Estación de la libertad). https://amzn.to/3L9TFiK
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