por BERNARDO JOÃO DO REGO MONTEIRO MOREIRA*
Consideraciones sobre la celebración acrítica y pasiva de medidas estatales de disciplina, control y represión, en nombre de la lucha contra el negacionismo
En el artículo “Sobre el retorno del Estado – el papel del Estado en el capitalismo neoliberal y sus desplazamientos en la actual crisis provocada por la pandemia” producir una crítica a la actual tesis de un supuesto de vuelta del estado durante la pandemia de Covid-19, utilizando las concepciones teóricas de Wertkritik, situacionismo, marxismo estructuralista y posestructuralismo deleuziano; teniendo como punto central de crítica el desconocimiento de tal análisis de la complementariedad hostil entre el Estado y el mercado y la función global del Estado como factor de cohesión en la unidad de la formación social.
En pocas palabras, el estado nunca desapareció, simplemente se reorganizó. Aquí, como continuación de esa crítica, exploraré un tema secundario de ese texto pero central en los debates políticos actuales sobre la relación entre el estado y la "gestión de crisis": la posición problemática de los estratos de autodenominados progresistas o de izquierda. celebración acrítica y pasiva de las medidas estatales de disciplina, control y represión, en nombre de la lucha contra el negacionismo.
Un cruel síntoma de la decadencia de un efectivo proceso de autocrítica se manifiesta cuando los opositores más indeseables enuncian la verdad de nuestros errores. En En la pandemia se olvidaron de Foucault[i], el historiador Jean Marcel Carvalho França, conocido por su autoproclamada posición liberal y a menudo en connivencia con el actual presidente[ii], sostiene que hubo una inversión entre los campos “progresista” y “conservador” frente a las posiciones históricas respecto al control estatal. Mientras progresistas con una apreciación común por la obra foucaultiana defendieron rápidamente mecanismos de disciplina y control con una creencia casi mística en las buenas intenciones del Estado y de la industria farmacéutica, conservadores y reaccionarios, por razones distintas a la crítica del biopoder en Foucault, se presentaban como críticos y cuestionadores del poder actual y del orden estatal.
El breve y provocador análisis de França, aunque no aborde completamente el problema, es un texto amargo y difícil de tragar para la izquierda que ahora se ve abrazada al Estado capitalista, más aún cuando es enunciada por quienes le sirven de “argumento de autoridad” para conservadores y reaccionarios. Sin embargo, el ataque no suele ser tan impresionante; como no del todo ausente de la reflexión, se enuncia claramente el eslogan común: el negacionismo y la tarea de salvar vidas son nuestras prioridades actuales. Por lo tanto, exploraremos ambos aspectos de esta refutación común; no sólo para analizar sus supuestos implícitos, sino también para responder a la inconsistencia de la propia posición supuestamente cuestionadora del negacionismo.
El término negacionismo es especialmente complejo, pues su difusión requiere el ocultamiento de las bases de su definición. El negacionista es una figura de viles predicados: ignorante, terco, conspiranoico y demente. Tal predicación surge en referencia a lo que el negacionista niega: la ciencia, personificada predominantemente por las instituciones y autoridades de salud, en el caso en cuestión. Curiosamente, la posición negacionista a menudo apela a la jerga y la teatralidad científica: el uso de médicos alineados con la “causa”[iii], la defensa de remedios farmacéuticos para el tratamiento de enfermedades[iv], la insistencia escéptica en los procesos de prueba de vacunas[V] y la notificación de los efectos secundarios de los medicamentos[VI].
En general, la ciencia como tal no se cuestiona en favor de otro modo de explicación y aplicación práctica del tratamiento (como los rituales religiosos o mágicos). El negacionismo es, en última instancia, una posición contraria a cierto consenso general de la comunidad científica; algo que puede entenderse como un desafío al paradigma científico. Sin embargo, el problema radica en este detalle: la posición negacionista es un lema político, que ha sido movilizado por los gobernantes derechistas de la ola trumpista como una forma de ponerse en la posición de forastero para cumplir con las exigencias electorales de rechazo a la “vieja política”; siendo tan dogmático y acrítico como sus “oponentes”.[Vii]
Como una forma de descartar el paradigma científico, el negacionismo denuncia una crisis de legitimidad, a través de la producción discursiva de un vínculo entre el consenso y una agenda política enemiga. Con eso, la conspiración encuentra en todas las acciones de las instituciones en cuestión la influencia de fuerzas esencialmente malignas, algo explícito en el dualismo moralista del conspirador negacionista. El negacionista, por tanto, no es anticiencia, sino algo así como una posición heterodoxa motivada por inspiraciones político-morales reaccionarias y conspirativas.
Surge así una pregunta: ¿por qué se ha construido discursivamente la ciencia como un ente único, cohesionado, sin contradicciones y bueno, con el fin de combatir a una capa radicalizada de reaccionarios rebeldes? Una indicación puede estar en Giorgio Agamben. Su postura de ver todo el proceso de la pandemia como una estrategia estatal para extender el Estado de Excepción y los mecanismos biopolíticos de disciplina y control es, cuanto menos, ingenua y demasiado localizada en Europa; la acusación de negación contra él también es superficial y fuera de contexto.[Viii]
La crítica de Agamben, que sufrió cambios a lo largo del desarrollo del proceso pandémico, enfatiza un tema que explica los problemas del enfoque dogmático y cultual de la ciencia: “Los triunfos de la ciencia aparecen hoy ante nuestros propios ojos, y determinan de manera inédita todos los aspectos de la nuestra existencia. Este conflicto no atañe, como en el pasado, a teorías y principios generales sino, por así decirlo, a la praxis cultual.."[Ex]
La posición dogmática hacia la ciencia es frontalmente contraria a los principios científicos, en sus formulaciones más básicas. La denuncia de Agamben se refiere, por tanto, a la aceptación acrítica de lo que se presenta como un consenso científico, como un dogma; algo que se revela en el propio discurso de defender la verdad frente a la información falsa. Con eso, la acusación de negacionismo sería la de una desviación en relación con el dogma, y no el rechazo absoluto de la ciencia como tal; lo que explica el uso del mismo término como acusación tanto para Agamben como para los reaccionarios antivacunas. Si bien la posición reaccionaria debe ser rechazada por sus supuestos también acríticos y dogmáticos, la posición de crítica al dogmatismo cientificista, asumida por Agamben y otros pensadores del campo crítico, debe ser analizada con detenimiento.
Con eso, volvemos al tema central de este texto: ¿cuál es la relación entre la posición dogmática cientificista y la celebración por parte de la izquierda “progresista” de los mecanismos de control y disciplina del Estado?
La relación se explicita a través del análisis de la segunda prioridad enunciada por los entusiastas del Estado: la tarea de salvar vidas. En Soares y Collado (2020), se critica frontalmente la forma en que se produce abstractamente el concepto de Vida como forma de reducir la vida singular a mera supervivencia espectacular, “reduciendo el bios a pura zoé, mera vida animal”.[X] Algo que, haciéndole reservas a Agamben, lleva a Jappe a afirmar que: “Lo que finalmente explica la reducción de los seres humanos a la “nuda vida”, a ser simplemente “simples cuerpos vivos”, no es otra cosa que la obra abstracta (…) . Esto conduce a dos movimientos contradictorios. Por un lado, la necesidad del trabajo vivo para alimentar la apreciación del valor exige la preservación de la vida. Por otro lado, el proceso de valorización no se puede interrumpir y estamos dispuestos a aceptar el sacrificio de vidas humanas para garantizar la continuidad de la economía”.[Xi]
De este modo, podemos entender cómo la combinación de biopolítica (control de la vida), necropolítica (condenación a muerte, tanto por la violencia directa como por el característico dejar morir de la política negacionista) y tanatopolítica (control por el miedo a la muerte) son mediaciones articuladas por el Estado para producir vida como mero recurso de acumulación capitalista. La incongruencia entre las vidas que esperamos salvar y las vidas que se “salvan” para alimentar la máquina sacrificial del capital nos muestra que el confinamiento total o liberalismo del virus son diferentes caras de la misma moneda.
La cuestión se orienta, por tanto, hacia la distribución de dichas pólizas, algo especialmente evidente en la gestión actual (enero de 2022) de la crisis de la variante Omicron. Después de casi dos años de pandemia, los países centrales se ven inundados de dosis de refuerzo y tecnologías de control del virus, mientras que la periferia se deja morir con su frágil infraestructura sanitaria, resultado directo de los procesos históricos de acumulación primitiva permanente a los que está relegada. Con esto, se abre un precedente para la segregación aún mayor de poblaciones marginadas, mientras estadounidenses y europeos con “pasaporte fuerte”, como diría Spivak[Xii], se les permite la libre circulación.
Provoco aquí este punto para enfatizar la inocencia de sectores de la “izquierda” progresista (o mejor dicho, liberal) frente a las buenas intenciones del Estado y las autoridades sanitarias y su valoración de nuestras “vidas”. Mientras nuestras formas de vida se reduzcan al estado de un recurso, la combinación bio-/necro-/tanato-política seguirá operando a través de la sentencia de quién debe vivir y quién debe morir, pero especialmente cómo debe vivir o morir. No hay posibilidad de una apuesta segura en la tiranía del Capital, que puede operar tanto con gobernantes negacionistas como pro-OMS.
No abogo por una equivalencia entre el predominio de una u otra estrategia: ambas, con sus formas específicas de violencia y brutalidad, prohíben cualquier apertura a la emancipación. Si la geografía del virus es la geografía del capital[Xiii], la crisis no se resolverá con cambios internos, en un escenario de pandemias cada vez más frecuentes y contagiosas en un mundo superpoblado y en progresiva aceleración de flujos desterritorializantes de Capital; con tendencia a abrir nuevas rutas de invasión más resistentes a las tecnologías de seguridad e higiene, una inmuno-política de pánico constante.[Xiv]
Con la creciente manipulación de nuestras vidas y muertes, nos acercamos a la predicción pesimista de Baudrillard sobre el futuro de las intervenciones hospitalarias/higiénicas en nuestros cuerpos: el niño que nace en una burbuja aséptica y muere en el momento en que besa a su madre; con los mismos flujos de anticuerpos coincidiendo con el movimiento de control de la vida por parte del Estado capitalista.[Xv] Si no hay libertad en la ilusión negacionista del fin de las mascarillas y las vacunas, poca la hay en el régimen de confinamiento y teletrabajo, que intensifica la drenaje de nuestro tiempo por dedicación exclusiva a la producción de plusvalía y al consumo espectacular.[Xvi]
*Bernardo Joao do Rego Monteiro Moreira Estudia Ciencias Políticas en la Universidad Federal Fluminense (UFF).
Referencias
AGAMBEN, G. ¿Dónde estamos ahora? La epidemia como política. Londres: ERIS, 2021.
BAUDRILLARD, J. “El niño en la burbuja”. En: GRANATE, E. (ed.). Arqueología de impulso. Toronto: Prensa de la Universidad de Toronto, 2005.
FRANCIA, JMC En la pandemia se olvidaron de Foucault. Gazeta do Povo, 30 de septiembre de 2021. Disponible en:https://www.gazetadopovo.com.br/vida-e-cidadania/na-pandemia-esqueceram-foucault/>
JAPPE, A. et al. Capitalismo en Cuarentena: Apuntes sobre la Crisis Global. São Paulo: Elefante, 2020.
MOREIRA, BJRM Sobre el retorno del Estado: El papel del Estado en el capitalismo neoliberal y sus desplazamientos en la actual crisis provocada por la pandemia. La tierra es redonda, 21 de julio de 2021. Disponible en:https://dpp.cce.myftpupload.com/sobre-a-volta-do-estado/?doing_wp_cron=1638925598.5527799129486083984375>
PLANTAS.; TIERRA, N. “Ciberpositivo (1994)”. En: MACKAY, R.; AVANESSIAN, A. (ed.). #ACCELERATE: El Lector Acelerador. Cantera de Windsor: Urbanomic, 2014.
SOARES, A.; COLLADO, F. El Virus como Filosofía, La Filosofía como Virus: Reflexiones de Emergencia sobre el Covid-19. São Paulo: Ediciones Glac, 2020.
SPIVAK, GC ¿Puede hablar el subalterno?. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2010.
Notas
[i] Disponible: https://www.gazetadopovo.com.br/vida-e-cidadania/na-pandemia-esqueceram-foucault/
[ii] Como, por ejemplo, en esta entrevista cargada de jerga con bolsonaristas supuestamente “moderados”: https://germanomartiniano.com.br/jean-historiador-ha-uma-aposta-no-panico/
[iii] Ver: https://www12.senado.leg.br/noticias/materias/2021/06/18/medicos-defendem-tratamento-precoce-e-cloroquina-na-cpi-da-pandemia
[iv] Ver: https://www.gov.br/pt-br/noticias/saude-e-vigilancia-sanitaria/2020/03/ministerio-da-saude-autoriza-uso-de-cloroquina-para-casos-graves-de-coronavirus
[V] Ver: https://www.gov.br/anvisa/pt-br/assuntos/noticias-anvisa/2021/anvisa-nao-aprova-importacao-da-vacina-sputnik-v
[VI] Ver: https://noticias.uol.com.br/confere/ultimas-noticias/2020/12/15/vacinas-se-tornam-alvo-de-noticias-falsas.htm
[Vii] Ver: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/05/bolsonaro-agora-adepto-ao-toma-la-da-ca-ja-foi-um-feroz-critico-da-velha-politica-relembre.shtml
[Viii] Para una respuesta digna a Agamben y sus críticos, ver: Soares, Collado, 2020 y Jappe et al, 2020; mencionado en la Parte I de este texto.
[Ex] “Los triunfos de la ciencia aparecen hoy ante nuestros ojos y determinan, de una manera sin precedentes, todos los aspectos de nuestra existencia. Este conflicto no se refiere, como en el pasado, a teorías y principios generales, sino, en cierto modo, a una praxis cultual”. [Mi traducción]. (Agamben, 2021).
[X] (Soares, Collado, 2020).
[Xi] (Japonés et al, 2020: 94).
[Xii] (Spivak, 2010:31; referencia a cómo Spivak caracteriza el proceso de subjetivación del Sujeto europeo colonizador, libre de predicados y libre de moverse sin restricciones).
[Xiii] Ver la Parte I.
[Xiv] (Planta, Tierra, 2014).
[Xv] (Baudrillard, 2005).
[Xvi] (Japonés et al, 2020).