por JOSÉ RAIMUNDO TRINDADE*
La ciencia ficción es el género literario que quizás más nos hace pensar en salidas a problemas posiblemente insolubles.
Introducción
La ciencia ficción no es el género literario más celebrado por la crítica, lo que explica que hasta la fecha sólo uno de sus grandes nombres haya sido galardonado con el Premio Nobel.[i] Por otro lado, no existe literatura que nos haga pensar en salidas a problemas posiblemente insolubles, y muchas veces construye un imaginario de fantasías, ya sean optimistas o pesimistas, sobre el futuro, pasado y presente de la humanidad.
En gran medida, las obras clásicas de ciencia ficción son característicamente optimistas sobre el destino de la humanidad, pero varias también se encuentran en el campo distópico. Cabe decir que la relación con las condiciones de convivencia social e incluso el mantenimiento de la ética humana son elementos importantes en la percepción de los escritores de ficción y no sólo el tratamiento de la evolución tecnológica.
Nuestro interés estará en establecer una cierta problematización sociológica y económica a partir de un guión de obras de ficción, siendo cuatro supuestos los que constituyen el condimento más interesante para la interacción con ellas: (i) la lectura de ficción se vuelve más interesante cuanto más desafíos se le plantean a nuestra imaginación , no sería ficción si fuera obvio; (ii) la mejor ficción combina ruptura temporal, cambio sociológico y reconfiguración espacial; (iii) interacción con los hechos de la realidad no ficticia, estableciendo una identidad semiótica con la historia; (iv) producción de nuevas identidades civilizatorias y acuerdos tecnológicos diferenciados. Consideramos que estos cuatro factores constituyen el núcleo de una sociología de la ciencia ficción y abordaremos cada uno de los aspectos de acuerdo con el tratamiento de las obras que presentaremos brevemente.
La ruptura temporal se produce ya sea en movimientos de cambios históricos abruptos o en tenues saltos temporales. Estos movimientos suelen ser rupturas más radicales y pueden ocurrir en cortos períodos de tiempo, como si “los días valieran años y los años valieran siglos”, como predijo Vladimir Lenin. La lógica de las rupturas temporales siempre ha perseguido a la humanidad, ya sean pensadores aristotélicos y religiosos, materialistas, epicúreos y ateos.
En la Ciencia Ficción, la condición humana se expresa en la modificación continua de la relación espacio-tiempo, de tal manera que diferentes tiempos y espacios se superponen e integran. Las rupturas pueden ser meramente espaciales, como un viaje lineal en el universo en constante expansión, o temporal-espaciales cuando se integran múltiples dimensiones.
Los cambios sociológicos también forman parte de las formas de ver de los diferentes autores, siendo una parte considerable de la ciencia ficción modelando el tiempo histórico según una sociología poco dinámica, lo cual resulta curioso ya que los mayores cambios en la historia se dan en los estándares sociales, sin importar cómo esto ha cambiado significativamente en autores más recientes como Cixim Liu y Charles Melville. A esto se suma el poco énfasis en el tratamiento de las configuraciones económicas.
Los ordenamientos sociales y económicos de una parte considerable de la ciencia ficción se establecen en una especie de tiempo continuo del capitalismo, salvo la posibilidad de formas distópicas, cuya definición sería la barbarie caótica establecida. Como ya se mencionó, algunos de los autores más recientes buscaron construir un diálogo más amplio con los cambios sociales, las crisis económicas y ambientales, pero los clásicos de esta literatura son pocos los que están acostumbrados a abordar las condiciones y rupturas económicas y sociales. Finalmente, la reconfiguración espacial, algo que los autores abordan, en gran medida, en forma de enfrentamientos entre civilizaciones de niveles tecnológicos similares y con formaciones espaciales integradas.
La saga del siglo XX.
Nuestra breve excursión comienza con dos autores victorianos, figuras que pasaron del apogeo del embriagador siglo XIX para emerger en el siglo XX todavía bastante inseguros sobre las posibilidades de la humanidad y su ciencia, en gran medida positivistas, pero inquietas. Creo que Julio Verne (francés) y HG Wells (inglés) son en gran medida ejemplares de la producción de una Ciencia Ficción que explora los factores antes mencionados que nos guían, especialmente las transiciones o rupturas espaciales y temporales.
Julio Verne (1828-1905) es el ejemplo típico de pequeño burgués parisino de mediados del siglo XIX. En la primavera de 1851, encontramos a Julio Verne en cafés ocupados por tropas bonapartistas, pero en compañía de figuras como Víctor Hugo y Alejandro Dumas. En la cabeza de ese hombre mapas y viajes fantásticos. Fue así que una tarde de 1868, Verne tuvo la magnífica idea de suponer que el hombre iría a la luna. Esta difamación sobre viajes espaciales, titulada De la Tierra a la Luna, se convierte, quizás, en el trabajo inicial para comprender el futuro papel geopolítico de EE.UU., sin contar la pluma imposible de Marx y su correspondencia periodística con el New York Tribune, que ya estableció lo que sería en el siglo XX, lo que hoy es el Imperio en agonía impuesto por los vientos asiáticos y la metamorfosis ambiental y sanitaria que satura el aire en todos y cada uno de los rincones del planeta.
De la Tierra a la Luna Tiene un comienzo fantástico que nos hace vislumbrar cómo se desarrollará el capitalismo del siglo XX: la industria armamentística y la producción de guerras permanentes. La guerra de secesión americana acababa de terminar y Julio Verne, como Karl Marx, siguió minuciosamente el avance de la industria bélica, pero su interés novelístico le desvió hacia una posibilidad que sería un hito: los viajes espaciales y la dificultad de construir una logística que permitiera posible este salto tecnológico.
Este autor, que ya había predicho el submarino, en el fantástico 20 mil leguas bajo el mar y manipulación genética en ficción fabulosa Una Ilha Misteriosa, anticipa cien años el viaje a la Luna (1868/1968), y es también un apasionado romance entre la investigación y la practicidad científica, incluida la previsión de la necesidad de combustible químico para lanzar una cápsula espacial, así como, curiosamente, el uso de Florida (donde se encuentra Cabo Cañaveral) como punto de lanzamiento de vehículos espaciales: “el chorro incandescente se elevó a una altura prodigiosa, las llamas iluminaron toda Florida y, durante un tiempo incalculable, el La noche fue reemplazada por el día en casi toda la región”.
De un salto vamos a Marte y la presencia viral tan central hoy, a través de las plumas de HG Wells (1866-1946), tenemos en La guerra de los mundos, la mejor descripción de la disputa geopolítica, tecnológica y de diversidad biológica que se puede dar en términos planetarios ficticios. En este clásico publicado en tapa dura en 1898, tenemos la anticipación más ambiciosa de las fuerzas en colisión de diferentes mundos y la fantástica presencia de un virus redentor. Sí, es un virus que derrota a las fuerzas de ocupación marcianas y permite la continuidad y dominio de la humanidad en el sistema solar.
En un solo libro, este biólogo novelista, porque Wells era científico y trabajó con el principal biólogo de finales del siglo XIX, “el perro de Darwin” y abuelo de Aldous Huxley, Thomas Huxley, logra vislumbrarnos con la anticipación de guerras robóticas ( ver los actuales drones), reacciones virales y, principalmente, la recomposición de las relaciones de poder en un contexto de disputa entre fuerzas muy desiguales, pero con factores de imprevisibilidad de la naturaleza que alteran la Movimientos históricos.
en este fantástico Guerra de los mundos, interpone la metáfora de que la lógica capitalista del consumo desenfrenado es similar a la forma de seres fantásticos en gran medida sólo "cerebros" y lejos de la condición de vida natural, lejos de todas "estas fluctuaciones orgánicas de estados de ánimo y emociones", como él mismo describe . Por lo tanto, anticipa la inteligencia artificial y esta proximidad a una humanidad deshumanizada, que los marcianos de Wells representan idealmente, pero que finalmente son derrotados por un virus primitivo.
Wells había imaginado previamente la imposibilidad del viaje lineal en el tiempo, algo que demostrará la física relativista de Einstein, y con crítica la noción de historia progresiva, algo que ya había demostrado Marx, en su Maquina del tiempo (1895), donde la evolución humana nos lleva a un sistema de castas genéticamente diferenciadas, que en última instancia suprime a la humanidad.
Entramos en el siglo XX, nuestro creador y destructor de almas y roles, un siglo que, como afirmó Eric Hobsbawm, extrema la humanidad y acerca la ficción y la realidad más que nunca en la historia de la humanidad, siendo el capítulo nuclear quizás la mayor anticipación de El fin de la civilización en la historia intergaláctica.
Veintinueve autores (nacidos en el siglo XX) son quizás de otras realidades, quizás de universos paralelos y que, a través de pliegues espaciales o agujeros interuniversales, nos han presentado una imaginación formidable. Me centraré en siete autores que construyen un mosaico impenetrable de las realidades cambiantes de aquel siglo y del siguiente: Huxley; Orwell; Hesse; Polla; Bradbury; Adams y Asimov.
Aldous Huxley, nieto de Huxley, quien fue el mentor de Wells, inaugura la ficción distópica que se convierte en el estándar ficticio de hoy. Sin embargo, este autor poseía una formidable grandilocuencia, su lógica e interactividad con el tiempo complejo lo convierten en un novelista inigualable y quizás insuperable. Admirable nuevo mundo Es una obra maestra, que reúne al mismo tiempo la fantasía dramática de Shakespeare, el realismo de Charles Dickens y la feroz angustia de Alan Poe.
Un mundo feliz Hay que leerlo en suspiros, la lógica del autor mezcla la cognición sociológica expresada en la forma y la sociedad vislumbradas: control social, psicología integrada, desigualdades falsamente suprimidas por el exilio espacial. La disputa social, entre el aislamiento de quienes fueron sometidos a las radiaciones atómicas, un tipo de virus tan o más mortífero presente en nuestro futuro próximo, y el ahora, o el olvido de la historia, algo a lo que Huxley volverá en El mono y la esencia., su última novela que piensa en cómo acabará la humanidad antes de pensarse a sí misma como civilización, algo que las distintas oleadas fascistas y neoliberales establecen como estándar en la actual fluidez temporal.
A este formidable autor distópico le seguirá un escritor de ficción sociológica en esencia, un agente de la humanidad y un socialista radical: George Orwell. Eric Arthur Blair había luchado en la guerra civil española, y en la bella y trágica novela del cubano Leonardo Padura aparece como un periodista que lucha por la causa republicana, configuración fantástica y apasionante del constructor de futuros como Marx pensaba del comunista. Manifiesto.
1984 Hoy, en tiempos críticos de la humanidad, es una ópera por la libertad y una especie de predicción para el futuro próximo. La incapacidad de controlar ya no existe y el “hermano mayor” se convierte en la esencia de la vida misma frente al verdugo que se está volviendo natural: es el control social total a través de las redes sociales y la ideología neoliberal. La fantasía construida por el autor, a nuestro entender, la que más predijo el fin de la condición humana, plantea otra dificultad: ¿será posible que la humanidad siga existiendo con el fin de la creatividad y su completo control por las máquinas y la inteligencia artificial? ?
A esta angustia se suma Ray Bradbury, un autor conocido por Fahrenheit 451, pero en toda la ciudad duerme tenemos el momento más doloroso de la ciencia ficción, algo de la angustia de un capitalismo que construye una humanidad cada vez más vacía, así: “había mil personas en las ventanas, rígidas y silenciosas, y tres personas en la calle, los Los ecos los siguen como disparos provenientes de las fachadas de las tiendas…”. La construcción de una ficción sociológica alcanza en este autor su apogeo, permitiendo, por primera vez, observar el fin de la lógica capitalista y la construcción caótica de la barbarie, dinámica que ya tenía en Huxley la propiedad de afirmar el fin de la humanidad. humanidad. Pero la humanidad nunca se doblega ante ningún fin teleológico o distópico.
Será en esta deconstrucción fantástica donde se impondrá el mago de la fantasía psicológica. Philip Dick vivirá lo suficiente para pensar en la deformación de la psique humana y el establecimiento de mundos radicales y grotescos. Definitivamente vale la pena leer dos fantásticos trabajos de este mago: El cazador de androides e El hombre en el castillo alto.
Lo mejor de estas dos obras es la dificultad de la humanidad para adaptarse a las abrumadoras crisis que ella misma produce, estableciendo cuál es la secuencia de una civilización perdida por su incapacidad para controlar la tecnología, o quizás más correctamente, el control total del capital sobre humanidad. Dick debe haber conocido a Marx en alguna otra dimensión y así establecer cómo la compresión del espacio-tiempo desintegra a la humanidad. Los personajes de Dick con almas tan efímeras y basados en clics Los nervios ficticios podrían decirnos que ya estamos en este mundo.
Después de tanta mala suerte para la humanidad, vale la pena alcanzar el optimismo de la victoria más famosa y fantástica del mundo. Nebulosa, el Premio Nobel de Ciencia Ficción. No hay forma de menospreciar a este genio tan poco celebrado por el resto de nosotros. empollones. Me refiero a Isaac Asimov y su contribución ficticia al destino de la humanidad. Asimov sería una especie de continuación de Verne y Wells, ya sea por el optimismo futurista de la humanidad o por la creatividad de los autores, sin menospreciar la locura creativa de otros. La extensa obra de este autor nos lleva a dos fantásticas producciones: Fundação e Los dioses mismos.
la trilogía Fundação Es una obra inigualable, ya sea por la aventura histórica que ofrece, como por la construcción psicológica de los personajes y la posibilidad idílica de la humanidad. Asimov es para el siglo XX lo que Homero fue para la antigüedad. En estos dos autores la humanidad se supera y se reconstruye. En el clásico griego, la “Odisea” se establece como la victoria de la racionalidad sobre lo mítico. En Asimov Fundação restablece la racionalidad humana y se expande más allá de lo mítico.
Fundação Constituye la principal obra histórica de largo plazo –como pensaba Braudel– de la ciencia ficción mundial. Hasta la aparición del chino Liu, para aquellos que temen a los rusos y a los chinos, la ciencia ficción de los siglos XX y XXI no les resultará muy acogedora. Asimov establece cinco eras humanas, estaríamos en la primera, la ruptura con la era del capitalismo, a la que llama “aislacionismo cósmico” sólo se producirá según lo “viejo” con la destrucción nuclear de dos tercios del planeta, algo que Nuestra trágica experiencia actual con el significado de la destrucción nuclear sabe que lo que quedará será un vacío cósmico.
Fundação Es una epopeya que comienza en el año “11.988 de la Era Galáctica”. Asimov nos presenta una humanidad victoriosa que se interpuso en el Cosmos y ahora vive en innumerables planetas. La tesis central del autor es que la humanidad literalmente salió ganando en la disputa por el Universo, tesis que sólo desarrollará en otro trabajo muy curioso: El fin de la eternidad.
La especie humana decidió explorar el espacio y construir su futuro autónomo de viajes temporales y definió el orden de expansión en la Galaxia, estableciendo una cultura diferenciada y habitando planetas con cierta diversidad, pero centrados en una hegemonía controlada desde un planeta central: “Trantor .” La Tierra permanece en el pasado histórico, poco conocido y será un objeto particular de reencuentro en un peculiar momento de crisis para la humanidad interplanetaria.
La otra obra del autor ruso erradicada en EE.UU., que considero magnética es Los dioses mismos. La ausencia de humanidad y el descubrimiento de soluciones a los principales problemas de nuestra civilización quedan expuestos en esta ficción. El autor se aleja completamente del siglo XX y se sitúa en otro universo temporal, anticipando la ficción de los multiversos y tratando sociológicamente, aunque sea de forma positiva, la interacción entre universos en conflicto. En esta obra, por primera vez la ciencia ficción deja de estar en el Universo plano de continuidad lineal, y ahora tenemos un Universo multidimensional y torcido, casi cercano al caos existencial.
Cuando Asimov escribió sus primeras novelas de ficción en torno al uso de la innovadora energía nuclear parecía que el optimismo humano había llegado a su máximo, al menos en esa parte occidental de la humanidad capitalista, hoy sabemos que ilusión pueril, pero la creatividad de Asimov permanece. La “catástrofe límite” obligará a la humanidad a pasar a la segunda y tercera era de su expansión cósmica. Un detalle interesante en Asimov es que los tiempos no son lineales, conviviendo diferentes realidades en tiempos paralelos. El “viejo” fue el primero en concebir multiuniversos, algo en lo que curiosamente pensará la física del siglo XXI y que la ficción actual ha hecho común.
Es este caótico Asimov el que establece el tragicómico y único Douglas Adams. el incoherente Autoestopista a la galaxia permite viajar a través del tiempo incontinuo sin moverte de tu lugar, porque el Universo se expande y retrocede permanentemente, es decir, el universo pulsa. El carácter cómico de Arthur Dent y su contundente crítica al capitalismo como forma humana primitiva, y al Universo en permanente destrucción, hacen de esta obra una lectura que alivia cualquier angustia, mostrando que podemos y viajaremos a través del universo y alcanzar sus fines imposibles. incluso si el último restaurante está en los “confines de la galaxia”. Para viajar en el Universo no podemos requerir tecnologías mecánicas o cuánticas, el único camino son las tecnologías de la imaginación y la proyección de la ruptura de las ideas caóticas, la metafísica regresando al mundo del caos.
Sin embargo, tenemos que pensar en cómo la cientificidad y la racionalidad occidentales se integran en el juego imaginativo del mundo oriental, algo que, como informaremos, será el núcleo, en nuestra lectura, de la ciencia ficción del siglo XXI. Hermann Hesse es una lectura difícil, pero fundamental para pensar sobre el futuro de la ciencia ficción en Occidente. Un dato curioso es que este trabajo El juego de cuentas de cristal es la única novela futurista que ha ganado el Premio Nobel.
Lo que nos interesa, sin embargo, es que en el ejercicio ficcional de la continuidad de la humanidad actúan de manera abrumadora en Any Day tres fuerzas establecidas por Hesse, la intemperancia humana y la incoherencia racional: (i) “la renuncia a la creación de obras de arte”, una subordinación La negación de lo que es la propia humanidad es fascista total. Aquí parecen encontrarse Hesse y Huxley; (ii) la negación de la libertad y la afirmación de la universalidad autoritaria como condición histórica y; (iii) crítica filosófica a la alienación, desde la perspectiva de que sólo la construcción definitiva del “árbol humano” permitiría romper con el “egoísmo” que imposibilita los viajes a otros universos.
En estos tres elementos, Hesse está más cerca de Epicuro y Marx que de un distópico, aunque al final su novela nos lleva al desenlace de la humanidad.
Leer ciencia ficción de los dos últimos siglos se convierte, en este momento crítico de la humanidad, en un ejercicio más que necesario. Aprender el futuro de la humanidad pasa por concebir futuros dispersos y condiciones caóticas que sólo la ciencia ficción permite abrir mentes e ideas para superar el angustioso presente.
Cixin Liu es de la nueva mina. Ciencia ficción junto con la excelente China Melville. El problema de los tres cuerpos inaugura una nueva manera de concebir la relación humana con el cosmos, de aquí en adelante la relación humana no será de dominio universal e incluso Dios se vuelve definitivamente “einsteiniano”, es decir, se impone todo el peso de la “relatividad universal” y la “ no estamos solos” y “nuestro vecindario existente” se convierte en un fantástico espectáculo dramático.
Cixim Liu plantea varias preguntas difíciles a lo largo de su trilogía: (i) ¿es la humanidad el resultado de un único experimento biológico?, ¿o se suma a otros experimentos galácticos?; (ii) los contactos humanos son de proyección universal, es decir, ¿somos una especie más que magnífica, como pensaba Asimov, o somos una simple condición cósmica como piensa Liu?; (iii) ¿cómo evolucionará nuestra especie durante los próximos cinco mil años? ¿Y cuál es la mejor manera de interactuar con el planeta Tierra ante posibles distopías? Una pregunta que escapa por completo a las fantasías y que se vuelve tan pesada en el momento presente de esta humanidad confundida y perdida.
La idea de crisis y su posible solución mueven tanto a Asimov como a Cixim Liu, en ambos la condición “mágica” parece estar presente ante las dificultades humanas de tomar una decisión colectivamente. carácter distintivo diferente a lo que los autores viven en su presente. Las soluciones a las crisis en ambas sagas se basan en diferentes interpretaciones de la intervención colectiva. Para Asimov, el peso de la individualidad y de las posibles soluciones procedentes únicamente de una única psique es muy fuerte; algo muy diferente en Liu, en este caso sólo soluciones colectivas y complejas pueden ser razonables dadas las limitaciones que tiene la civilización de trisolaris nos impone.
El siglo XXI: psicohistoriadores, sofonistas y geopolítica interplanetaria
Fundação Es un hito ficticio en muchos sentidos, siendo la característica principal el tratamiento histórico a largo plazo del autor. La novela comienza con una frase llamativa: “había casi veinticinco millones de planetas habitados en la Galaxia” todos subordinados a un gigantesco centro de poder que se encontraba en el planeta “Trantor”. Esta especificación geopolítica es algo que Asimov absolvió de su lectura histórica del agotamiento del Imperio Romano, transponiendo los movimientos de crisis y desintegración de esa experiencia histórica a una imagen de la presencia humana, pero no de la humanidad, a lo largo de la Vía Láctea. El debate en torno a otras humanidades diferentes o posibles.
El Imperio Galáctico ya existía desde hacía diez mil años, formado por un núcleo de cuatro planetas exteriores que luego serían llamados los “cuatro reinos”. El desarrollo tecnológico se basó en una supuesta evolución casi lineal de las condiciones que se establecían en el primitivo planeta Tierra, que no era reconocido como cuna de las “humanidades”.
La humanidad se ha construido a lo largo de los últimos cien mil años, un tiempo muy corto considerando el tiempo cósmico, y así, al entrar en el siglo XXI, nos enfrentamos a un nuevo e intrigante destino, ahora intergaláctico y con la humanidad prisionera de su falta de audacia. Esto nos lleva al mayor escritor de ficción del siglo actual hasta el momento: Cixin Liu.
El autor chino parte de dos hipótesis: (i) las civilizaciones son cortas, en términos de tiempos cosmológicos y; (ii) hay innumerables. En su percepción, existen infinitas civilizaciones en diferentes escalas de desarrollo y acceso al control de las variables espacio-temporales. La lógica del desarrollo histórico sociológico expuesta por el autor marca la diferencia con relación a los autores occidentales del siglo XX, ya no existe una humanidad suprema sino una entre muchas civilizaciones en disputa.
Cixin Liu enumera seis puntos que son clave para comprender los patrones de civilización: (a) relaciona la historia con los movimientos científicos. La ciencia no es neutral, es una interactividad histórica y, por tanto, una relación de poder social; (b) las relaciones humanas están fragmentadas ya sea por la vida cotidiana o por la creciente imaginación de las redes sociales; (c) la vida y el pensamiento son diversos. Así, no sabemos cuánto pueden pensar los arbustos de nuestras casas, por lo que el razonamiento es diverso, con innumerables otras formas de expresión.
(d) El universo es dialéctico, es decir, la escala de expansión universal es continua, pero sujeta a una lógica impredecible e incertidumbres. Concebir el Universo como continuamente expansivo y dialéctico implica afirmar que la revolución cósmica es permanente; (e) finalmente, Cixin Liu nos habla de la necesaria transformación humana radical. Estamos en cambio permanente y nada nos detendrá de la revolución cósmica y humana, excepto la muerte. ¿Queremos morir? (f) cuáles son los límites de la inventiva humana. ¿Estamos cerca o lejos de estos límites o, en términos del autor, cuáles son nuestros sophons?
Los libros de Cixin Liu: El problema de los tres cuerpos; El fin de la muerte e el bosque oscuro, son los mejores que hemos imaginado en estas primeras décadas del siglo XXI, algo que Asimov admiraría. La ciencia ficción sigue siendo una lectura necesaria.
*José Raimundo Trinidad Es profesor del Instituto de Ciencias Sociales Aplicadas de la UFPA. Autor, entre otros libros, de Agenda de debates y desafíos teóricos: la trayectoria de la dependencia y los límites del capitalismo periférico brasileño y sus condicionantes regionales (Paka-Tatu).
Referencias
Aldous Huxley. Nuevo mundo admirable. San Pablo: Globo, 2014.
Cixin Liu. El problema de los tres cuerpos. Río de Janeiro: Suma, 2006.
Jorge Orwell. 1984. São Paulo: Companhia das Letras, 2000.
Herman Hesse. El juego de las cuentas de cristal. São Paulo: Registro, 2000.
Isaac Asimov. Fundação. São Paulo: Aleph, 2000.
Julio Verne. Trabajos completos. Sao Paulo: Nueva Frontera, 2000.
Leonardo Padura. El hombre que amaba a los perros. São Paulo: Boitempo, 2013.
Felipe Dick. El cazador de androides. São Paulo: Editora Moderna, 2005.
Ray Bradbury. Fahrenheit 451. San Pablo: Globo, 2000.
Autores citados
Aldous Huxley
cixin liu
Douglas Adams
fernand braudel
George Orwell
HG Wells
Hermann Hesse
Isaac Asimov
Julio Verne
Leonard Padura
felipe dick
Ray Bradbury
Nota
[i] Herman Hesse recibe el Premio Nobel por El juego de las cuentas de cristal.
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