La sociedad de la evasión

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por NILDO VIANA*

Cómo y por qué la evasión se ha convertido, en el capitalismo contemporáneo, en un grave problema social

El fenómeno de la deserción es algo que impregna la vida cotidiana, pero es poco advertido y poco analizado. Es un fenómeno sociopsíquico, ya que es producto de la sociedad capitalista y es efectivo en el universo psíquico de los individuos. La evasión se confundió, en algunos casos, con la “alienación”, por el mal uso de ese término.[i] ¿Qué es la evasión? ¿Cuáles son sus formas de manifestación? ¿Cómo se convierte, en el capitalismo contemporáneo, en uno de los problemas sociales más graves? Son preguntas que podremos responder de manera breve e introductoria, y que merecen análisis más profundos y desarrollos posteriores.

La evasión, como fenómeno psíquico, es una forma de huida de la realidad. La evitación se presenta de varias formas y puede convertirse en problemas psicológicos más serios. Para comprender la evitación, es necesario comprender por qué muchos individuos buscan escapar de la realidad, así como distinguir este fenómeno de otros similares. La pregunta fundamental para entender la evasión es: ¿por qué huir de la realidad?

Los seres humanos son, como todos los demás seres vivos, portadores de necesidades. Un ser vivo solo sobrevive si satisface ciertas necesidades. Estas necesidades básicas son comer, beber, dormir, reproducirse, etc. El trabajo diario es necesario para millones de seres humanos. Históricamente ha habido épocas en las que ningún ser humano escapaba –salvo en breves momentos de la vida, como los niños muy pequeños o los ancianos– del trabajo.

Con el surgimiento de las sociedades de clases, surgió una división entre quienes se dedicaban a la producción de medios de subsistencia, destinados a satisfacer necesidades básicas, y quienes se liberaban de la producción de bienes materiales y, por tanto, se dedicaban al control de la población. (gobernantes y guerreros), así como las centradas en la producción intelectual (filósofos, artistas, etc.), o la reproducción de la unidad doméstica, entre otras actividades sociales. Lo que importa en este proceso es que en este momento surge la posibilidad de liberar el trabajo manual y, con ello, la posibilidad de desarrollar otras actividades.

Los trabajadores manuales, agotados por el trabajo, buscan el descanso, el placer, la satisfacción de sus necesidades básicas. La evasión puede darse a través de sueños y ensoñaciones, entre otras formas posibles, pero no tan practicadas. Los individuos de las clases altas, liberados del trabajo manual, pueden practicar la evasión más extensamente, en la medida en que dispongan de tiempo. Algunos escaparon a través de la religión o las orgías, entre otras formas de manifestación. Este proceso cambia con el surgimiento de la sociedad capitalista. Y aquí comenzamos a comprender mejor el problema de la evasión, ya que es en la sociedad moderna donde se manifiesta con mayor intensidad y amplitud.

En la sociedad burguesa, las necesidades básicas no son satisfechas por millones de seres humanos. Aproximadamente el 10% de la humanidad pasa hambre, al no satisfacer la necesidad básica más apremiante. A estos se suman millones de desempleados, sin techo y otros que logran alimentarse razonablemente, pero no pueden satisfacer otras necesidades básicas. Estos se encuentran en una situación en la que la realidad es hostil. Estos seres humanos se enfrentan a un mundo miserable junto a la riqueza y el desperdicio. Miles sufren represión policial, falta de acceso a bienes colectivos, entre varios otros procesos.

Sin embargo, una parte considerable de la humanidad está más allá de las necesidades básicas. Una vez satisfechas estas necesidades, el ser humano puede tener tiempo y ganas de realizar nuevas actividades. Históricamente, como demostró Marx (MARX; ENGELS, 1982), los seres humanos realizan trabajo y cooperación para satisfacer tales necesidades y estos medios se convierten en necesidades en sí mismos. Aquí encontramos lo específicamente humano, el trabajo como praxis, la objetivación, y la sociabilidad, la convivencia humana, formando un ser práxico y social.

Y esto se vuelve vital para tales seres humanos, son necesidades que, una vez no satisfechas, generan malestar, insatisfacción, generando desequilibrios psíquicos y otros problemas. El ser humano que no puede establecer lazos sentimentales y laborales con los demás se convierte en portador de una gran insatisfacción, aunque no se dé cuenta. De la misma manera, si no logra desarrollar una praxis (actividad teleológica consciente), si no logra desarrollar sus potencialidades, sus capacidades físicas y mentales, su creatividad, se convierte en un ser profundamente insatisfecho. Sin duda, es posible compensar esto, así como es posible escapar de él.

Aquí nos encontramos ante el fenómeno de la evasión. Los seres humanos, en la sociedad moderna, en su mayoría, logran satisfacer sus necesidades básicas (buenas o malas, según la clase social), pero no pueden satisfacer sus necesidades específicamente humanas, que no son materiales, sino psíquicas. No son conscientes y, por lo tanto, pueden desviarse y generar malestar sin que el individuo comprenda el motivo, incluso aquellos que pertenecen a las clases altas y son capaces de realizar las más variadas actividades. Las discusiones sobre el sentido de la vida, por ejemplo, apuntan a una situación en la que los individuos satisfacen sus necesidades básicas, pero no satisfacen sus necesidades psíquicas y, por ello, buscan un sentido a su existencia o buscan escapar de la realidad. La evasión acaba extendiéndose por toda la sociedad.

Y esto puede suceder y sucede desde la infancia en adelante. En la sociedad moderna, la infancia puede estar marcada por el aislamiento de otros seres humanos. Millones de niños son incapaces de integrarse con otros niños y, en muchos casos, ni siquiera con sus propios padres, familiares, barrio, etc. Este proceso tiene distintas determinaciones en los distintos casos, variando con la clase social (la frialdad de los padres de las clases altas es, por ejemplo, una especificidad de las clases altas; la falta de vivienda fija es un ejemplo que puede contribuir a ello en las clases bajas), siendo la competencia social -elemento fundamental de la sociabilidad capitalista- y las divisiones sociales uno de los determinantes de este proceso.

Un caso muy común, sobre todo en Estados Unidos y popularizado (además de fomentado) por los medios oligopólicos de comunicación, es el de los niños sometidos a intimidación. El aislamiento es común en estos casos, y esto puede promover la evasión como un acto cotidiano. El uso de videojuegos, juegos electrónicos en general, es una de las formas de evasión en estos casos.

Pero procesos similares ocurren con jóvenes, adultos y ancianos. Aislamiento, ya sea físico o mental.[ii], o ambos, es una fuente importante de evasión. El aislamiento genera el sentimiento de soledad, siendo un fenómeno social (ROLL, 2020), y generador de evasión. Sin embargo, el trabajo enajenado o el conjunto de obligaciones sociales (burocracia, compromisos indeseables, etc.) también son generadores de evasión. La procrastinación suele ir acompañada de evasión, en la que huir de algo se combina con encontrar la acción sustituta. Sin embargo, estos procesos sólo revelan la insatisfacción de las necesidades psíquicas del ser humano y, por tanto, la evasión está directamente relacionada con la falta de autorrealización social y laboral. Por tanto, la huida de la realidad se produce porque es insatisfactoria en un doble sentido: porque genera actividades alienadas, sin interés, repetitivas, desagradables, envueltas en relaciones marcadas por la competencia, la burocratización, la mercantilización, la explotación, la dominación y el conflicto, y porque no permitir actividades práxicas, enriquecedoras, creativas, marcadas por relaciones sociales basadas en la cooperación, la libertad, la colectivización y el objetivo de satisfacer las necesidades humanas.

El vacío y la falta de sentido que emergen de estas actividades y relaciones capitalistas promueven la evasión. Por eso la evasión puede surgir como una huida del trabajo enajenado y de la vida enajenada, marcada por muchas actividades, o del vacío y falta de actividades, así como, en ambos casos, de las relaciones sociales que las constituyen. En el primer caso, es menos frecuente por las actividades necesarias, y menos dañina, ya que el individuo sigue asegurando su supervivencia y mantiene un equilibrio psíquico entre la realidad y la huida de ella.

En el segundo caso, es más frecuente, ya que coexiste con la inactividad y por tanto acaba siendo más constante y duradera, y es más perjudicial porque permite un mayor alejamiento de la realidad y promueve una insatisfacción adicional por no tener resultados sociales (y también generando intensas demandas y presiones sociales, que son aún más fuertes para quienes comparten los valores e ideas dominantes). Sin embargo, en ambos casos es necesario comprender la situación concreta y los individuos concretos, con sus múltiples determinaciones (las relaciones sentimentales con otras personas, la clase social y la condición socioeconómica de los individuos, las posibilidades de otras actividades esporádicas relativamente satisfactorias , entre otros). miles de otros).

En este caso, podemos definir la evasión como el escape de una realidad insatisfactoria a través de la fijación en actividades, acciones, que promueven el escape de la misma y su superación. Para no confundir el fenómeno de la deserción con otros fenómenos, es necesario aclarar aquí el significado de los términos utilizados en su definición. Escape aquí significa escapismo, pero no el proceso consciente de huir de algo. El trabajador que falta al trabajo no evita la evasión, así como varias formas conscientes y esporádicas de evitar situaciones, relaciones, que promuevan el malestar. Si la realidad es insatisfactoria, ya sea en su totalidad o en algunos de sus aspectos, nada más sano que huir de ella, momentáneamente o utilizando mecanismos racionales y conscientes.

Por lo tanto, es útil distinguir la negativa del escape. La huida es un proceso de no encarar, de buscar escapar y alejarse, que, aun siendo relativamente consciente[iii], no apunta a su superación y no se acompaña de la percepción de su arraigo social. La negativa es un proceso de afrontamiento, que puede generar una fuga, pero que va acompañado de una percepción de su motivación, aunque sea parcial, y que pretende superarla. Sin embargo, la evasión no es una salida cualquiera de la realidad, sino que se convierte en una actividad fija. Cuando un joven se escapa de los estudios para dedicarse exclusivamente a los juegos electrónicos y dedica varias horas diarias a esto, está evadiendo. Si lo hace los fines de semana y algunos días de la semana, con variaciones (algunas semanas más, otras no, más en vacaciones o periodos sin hacerlo), entonces no es cuestión de evasión.

Por otro lado, esta fijación debe funcionar como un sustituto de la realidad, superándola. La creación de una realidad paralela tiene lugar en el mundo de la fantasía y la ficción, pero esta se produce conscientemente y no como una fuga, pero aunque lo fuera, no sería una fuga, ya que no reemplaza a la realidad concreta en la mente del individuo, es decir, la realidad se olvida en momentos esquivos. Así, para que haya evasión, debe haber cuatro elementos interconectados: realidad insatisfactoria, escape (y no rechazo), fijación, sustitución de la realidad concreta por una realidad artificial.[iv]

Así, la evasión es un problema psíquico y social, pero no es el gran problema. La psicología conservadora detendría su análisis allí y pasaría al asesoramiento para hacer frente a la evitación. Sin embargo, el gran problema es la realidad insatisfactoria para millones de seres humanos que genera la evasión. La evasión es una respuesta a una realidad que niega la autorrealización del ser humano, que impide el desarrollo de sus potencialidades y creatividad, que genera relaciones sociales marcadas por la explotación, la dominación, la mercantilización, la burocratización y la competencia social. No es difícil ver que la huida del trabajo enajenado, de las organizaciones burocráticas (universidades, escuelas, partidos, sindicatos, entre varias otras instituciones), de los ambientes competitivos, es saludable y producto de esas mismas instituciones que existen para garantizar su propio mantenimiento y la reproducción de las relaciones de producción capitalistas.

La evasión es un problema porque genera sufrimiento psíquico y dificulta pasar de la evasión al rechazo radical, es decir, a la acción consciente para combatir las causas del malestar generado por la sociedad capitalista. El único “tratamiento” efectivo contra la evasión es la transformación de la realidad que genera la evasión. Dentro de los límites del capitalismo, lo que se puede hacer es ayudar a algunos individuos a superar la evasión, y esto se puede hacer de varias maneras, empezando por ampliar la conciencia sobre la evasión misma.

La evasión puede ser más o menos intensa, con mayor o menor fijación, así como hay casos en los que puede ser más “variada”. Es posible distinguir entre evitación consciente y evitación inconsciente.[V] La evitación consciente es cuando el individuo sabe que está huyendo de algo. El grado de conciencia puede variar, ya que puede o no saber de qué está huyendo, aunque no sabe el motivo de la huida.[VI] Es más moderado y más controlado, absorbiendo menos tiempo de los individuos, pero puede ser, en cierto sentido, más doloroso, precisamente porque es consciente. La evasión inconsciente es cuando uno no sabe que está huyendo y de qué está huyendo. Puede ser más intenso y menos controlado, además de absorber más tiempo y energía de las personas. Así, cuando un individuo se involucra en el fútbol y sabe que lo hace para escapar de su familia, trabajo, etc. por lo que su evasión es consciente. Otro individuo que consume drogas a diario puede no ser consciente de sus verdaderas motivaciones y de que se trata de un escape. La evasión varía en intensidad, desde la forma más moderada hasta la forma de desequilibrio psíquico, como en el caso de las psicosis.[Vii]

La evasión es más notoria en el uso de juegos electrónicos, drogas, pero también está presente en internet y las redes sociales virtuales, que se convierten en sustitutos de la vida real. Por otro lado, la evasión es menos notoria en formas consideradas culturalmente superiores o socialmente más aceptadas, como es el caso de la religión, la literatura, la ciencia, la política, el trabajo, etc. En estos casos, la frontera entre curiosidad y/o profesión, por un lado, y evasión, por otro, es más difícil de delimitar. En el caso del fanatismo político o religioso, es más fácilmente perceptible. Existen otras formas de evasión que apenas son perceptibles, como por ejemplo, el hábito de viajar, que se puede adornar con el gusto por viajar, que, en el fondo, puede ser solo una evasión de la vida cotidiana, del trabajo, entre otros. posibilidades.

Por otro lado, lo que es evasión para un individuo puede no serlo para otro. Un individuo que viaja por trabajo obviamente no realiza evasión. Asimismo, quien realmente disfrute de la acción política y lo haga de forma racional (es decir, sin crear una realidad paralela, como ocurre en ciertas creencias conspirativas) y sin dejar de lado las demás actividades necesarias para la supervivencia y la convivencia social, no sería huyendo tampoco.

Las formas de manifestación de la evasión son variadas. La religión, el fútbol, ​​los videojuegos y juegos en general, el arte, la sexualidad, la televisión, son algunas de sus formas más comunes. Lo que tienen en común estos casos es que todos crean una “segunda realidad”, una realidad paralela, que empieza a superar a la realidad concreta. La religión crea la realidad religiosa que se manifiesta en la vida social y concreta, pero que trabaja con seres sobrenaturales y con la “vida después de la muerte”. El fútbol tiene una base real, los juegos, el campeonato, la comercialización, etc., pero también genera su “realidad” en las reglas del campeonato y en la dinámica de los juegos. Los juegos en general también crean una realidad paralela, marcada por sus reglas y dinámicas (VIANA, 2019).

Sin embargo, no es posible descartar estos y otros fenómenos como evasión o como algo puramente dañino. Uno puede ser menos dañino que el otro, incluso algunos individuos, con mucho esfuerzo, pasan de uno a otro (este es el caso del usuario de drogas que no podría sobrevivir razonablemente y que cambia a una religión y así logra recuperarse). -ingresar actividades sociales). En otros casos, la evasión puede convertirse en una profesión o en un medio de supervivencia.[Viii]. Sin embargo, algunas formas, como el fanatismo futbolístico, ya generan mayor dificultad en este proceso de paso de la evasión al trabajo. Otro aspecto es que la evasión puede intensificar el aislamiento o promover su reducción. Los juegos electrónicos individuales tienden a generar un mayor aislamiento, mientras que los juegos de equipo crean sociabilidad entre los jugadores, aunque sea más restringida.

La evasión es un problema individual y social. Es individual porque afecta al individuo ya su vida y es social no sólo porque es un producto de la sociedad, sino también porque está indisolublemente ligado a diversas relaciones sociales y provoca consecuencias sociales. Sin duda, desde la perspectiva del capital, la evasión es un problema de desempeño en el trabajo, de participación política, entre otros problemas derivados, pero también es un momento de oportunidad de lucro y puede generar ventajas políticas. Desde los tratamientos clínicos para los casos más graves (y los remedios que benefician al capital farmacéutico) hasta la mercantilización de las actividades de evasión, el capital siempre se beneficia de la miseria que produce. El fútbol profesional funciona como una vía de escape para muchos individuos y esto genera audiencia, adquisición de bienes (entradas para el partido, camisetas de los equipos, etc.), publicidad, entre otros elementos que los clubes y medios de comunicación oligopólicos utilizan para lucrarse. La búsqueda de la evasión promueve un amplio mercado consumidor de ocio mercantilizado y se convierte en una fuente de ganancias.

La evasión tiene un significado político fundamental para el capital. En una sociedad en la que todas las necesidades básicas de toda la población podrían ser satisfechas debido a las condiciones tecnológicas y laborales para ello, pero en la que es imposible satisfacer las necesidades específicamente humanas, las necesidades psíquicas, la evasión surge como una de las alternativas y genera una falsa satisfacción sustitutiva para gran parte de la población. El capital genera una amplia fabricación de deseos (FROMM, 1986) y manipulación de la insatisfacción social (VIANA, 2021) con fines comerciales y/o políticos. La evasión es un producto del capitalismo y se convierte en una mercancía lucrativa o políticamente ventajosa.

Las nuevas tecnologías e Internet han permitido una expansión y generalización de la evasión como nunca antes se había visto en la historia humana. Una sociedad evasiva es, al mismo tiempo, manipulable y explosiva, porque junto a la evasión generalizada existe la insatisfacción generalizada y, si la manipulación falla, abre la posibilidad de una explosión social que puede generar una revuelta destructiva o una revolución social.

La superación de la evasión presupone la superación de la sociedad que produce la evasión. Por lo tanto, es necesario superar el reino de las insatisfacciones y sustituir las satisfacciones por un mundo satisfactorio. El realismo conservador hizo inusual y condenó el uso de la expresión “felicidad”. La idea de felicidad, más allá de concepciones ideológicas y reduccionistas, es precisamente el proceso en el que los seres humanos logran satisfacer sus necesidades radicales, las básicas y específicamente humanas. En esta situación, el ser humano no necesita evasión. La ausencia de felicidad garantiza la presencia de evasión y viceversa. La lucha contra la evasión es una lucha por la felicidad, que se sintetiza en la lucha contra el capital ya favor de la autogestión.

*Nildo Viana es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Goiás (UFG). Autor, entre otros libros, de El capitalismo en la era de la acumulación integral (Ideas y Letras).

Referencias


FROMM, Erich. Del amor a la vida. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 1986.

MARX, Carlos. Manuscritos económico-filosóficos. Lisboa: Ediciones 70, 1989.

MARX, Karl y ENGELS, Friedrich. La ideología alemana. São Paulo: Ciencias Humanas, 1982.

ROLLO, Ricardo. el significado de la soledad. Goiânia: Coping Ediciones, 2020.

SCHNEIDER, Michael. Neurosis y Clases Sociales. Una síntesis freudiano-marxista. Río de Janeiro: Zahar, 1977.

VIANA, Nildo. La alienación como relación social. Revista Sapiência (UEG). vol. 01, núm. 02, 2012.

VIANA, Nildo. Juegos y Valores. Informe y revisión. Disponible: https://informecritica.blogspot.com/2019/09/jogos-e-valores.html.

VIANA, Nildo. Movimientos Sociales e Insatisfacción Social. en: ANDRADE, Gabrielle; TELES, Gabriel; VIANA, Nildo (eds.). Movimientos Sociales y Sociedad Moderna. Goiânia: Coping Ediciones, 2021.

Notas


[i] Muchos pensaron que estaban utilizando el concepto marxista de alienación, cuando en realidad lo deformaban, convirtiéndolo en un fenómeno de la conciencia. Para Marx, la enajenación es un fenómeno social y se materializa, fundamentalmente, en el trabajo enajenado, que es trabajo controlado por otros y es precisamente en este proceso de dominación sobre la actividad del trabajador que se instaura la enajenación. La enajenación del trabajo, es decir, el control de la actividad del trabajador, genera la enajenación del producto del trabajo, es decir, el control de lo producido. La concepción materialista de la alienación viene a explicar que es el trabajo el que crea la propiedad, que existe una relación social de control y dominación que permite la relación social de explotación. Algunos, bajo el pretexto de una fiel “traducción” del alemán al portugués, deforman por completo el carácter materialista y transforman la alienación, como lo fue en Hegel, en un fenómeno de la conciencia, generando una concepción idealista. No podemos desarrollar más esta cuestión, pero existe una bibliografía que contribuye a la comprensión de la concepción marxista de la alienación (MARX, 1989; VIANA, 2017; VIANA, 2012).

[ii] El aislamiento mental es cuando el individuo está rodeado de personas, pero no se identifica, no coincide, no comparte cosas o no tiene afinidad con ellas. Es la vieja idea del individuo “solo entre la multitud”, el tema de varias canciones populares en Brasil y en todo el mundo.

[iii] El escape puede efectuarse desde una situación mental que va desde totalmente inconsciente hasta relativamente consciente. En el primer caso, es lo común en problemas de desequilibrio psíquico, que es el caso de la psicosis, pero existen formas intermedias hasta llegar a lo relativamente consciente, porque, en este último caso, el individuo puede ser consciente de la fuga, pero difícilmente llegará a la propuesta de superación efectiva oa la comprensión de sus determinaciones (salvo las inmediatas y/o aparentes).

[iv] La frontera entre la evasión y otros fenómenos similares es tenue, así como la distinción entre huida y rechazo, porque en una sociedad fundada en la explotación, la dominación y los procesos derivados (incluidos los conflictos sociales y la lucha de clases), con las especificidades del capitalismo (comercialización, burocratización y competencia) la evasión y rechazo de la realidad es común, pero no siempre genera evasión. Sin embargo, la evasión se vuelve extremadamente común y ocurre en un alto grado y se ha ido expandiendo con el desarrollo del capitalismo y la tecnología.

[V] El término "inconsciente" es inusual, ya que generalmente se usa "inconsciente" (según su uso en el lenguaje cotidiano, lo que puede llevar a confusión con su significado psicoanalítico) o "inconsciente". El inconsciente es algo que no es consciente y por lo tanto difiere del inconsciente, en el sentido psicoanalítico, que se refiere a los deseos o necesidades reprimidos en la mente del individuo. El uso del término inconsciente evita el malentendido de confundirse con el inconsciente en el sentido psicoanalítico del término, además de ser preferible al no consciente, ya que tiene el mismo significado y apunta a un fenómeno real que no sólo se caracteriza por la ausencia de otro fenómeno.(conciencia).

[VI] Aquí somos conscientes de la fuga y de lo que se está huyendo, pero no de la motivación de la fuga. Así, un trabajador puede huir del trabajo (alienado) y saber que huye y de qué huye. Pero la razón profunda por la que hace esto no es consciente. En el fondo, esto genera una contradicción psíquica, ya que el individuo sabe que está huyendo del trabajo, pero desconoce el motivo y esto se debe, en parte, a las ideas y valores dominantes sobre el trabajo, lo que genera una insatisfacción adicional. , porque además de la insatisfacción por el trabajo, que genera la fuga, existe la insatisfacción por la fuga, que es condenada por la moral, por las ideas dominantes y por la sociedad en su conjunto.

[Vii] La psicosis es un desequilibrio psíquico más frecuente en las clases bajas, en las que la intensidad de la insatisfacción y la falta de satisfacción sustitutiva es mayor. Así, la división realizada por Schneider (1977), según la cual la psicosis es más frecuente en el proletariado y la neurosis en la burguesía, se explica por las relaciones de clase en el capitalismo. La psicosis es una especie de evasión total, en la que la realidad psíquicamente constituida por el individuo reemplaza a la realidad concreta.

[Viii] Lo que puede crear su superación o simplemente fusionarse con una actividad profesional.

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