por JOSÉ MICAELSON LACERDA MORAIS*
Introducción del autor al libro recién publicado
Una contradicción social mayor parece estar formada por un conjunto de contradicciones más pequeñas, todas interconectadas. Si es posible eliminar algunas de estas contradicciones menores, el resultado puede ser significativo: se reducirá el nivel general de la contradicción mayor. Con esto, quizás la mayor contradicción se vuelva más accesible al análisis y tratamiento, permitiéndonos eliminar aún más aspectos de su complejidad. Repitiendo este proceso podremos llegar a un punto fundamental, un denominador común.
Este punto revelaría a los seres humanos que, independientemente de nuestra inteligencia individual o riqueza material acumulada, todas las vidas humanas y no humanas son esencialmente iguales, en cualquier momento y lugar de este mundo. Sólo en ese momento podremos comprender finalmente la verdadera naturaleza de nuestra condición humana y el significado profundo de la sociedad humana.
La idea expresada anteriormente propone que las contradicciones sociales más grandes –como las desigualdades e injusticias estructurales– se componen de contradicciones más pequeñas, que son problemas o tensiones interrelacionados y que, en conjunto, sustentan la contradicción global. Al eliminar progresivamente estas contradicciones menores, se reduce el nivel de complejidad de la contradicción mayor, haciéndola más comprensible y sujeta a la intervención de la dirección, no a su solución, ya que las contradicciones reales no se resuelven, sino en una forma de sociabilidad/civismo menos dañina y destructiva que la forma capitalista.
Esta visión sugiere que las principales desigualdades y divisiones en la sociedad pueden deshacerse gradualmente, mediante un proceso consciente y continuo de superación de conflictos más pequeños. A medida que avanza esta eliminación, la sociedad se acerca a una comprensión más profunda de la igualdad esencial entre los seres humanos, independientemente de las diferencias materiales o intelectuales.
El objetivo final de este proceso sería la revelación de un principio unificador: la igualdad fundamental de la vida humana y no humana. En este punto, habría una transformación del entendimiento colectivo, en el que la humanidad finalmente podría reconocer su condición común. Esto implica la idea de que, a pesar de diferencias aparentes –como el nivel de riqueza o de inteligencia–, las personas son iguales en esencia y merecen el mismo respeto y consideración.
Esta línea de pensamiento refleja una visión de progreso social dialéctico, donde la resolución de las contradicciones conduce gradualmente a la emancipación humana y a una comprensión más profunda de la naturaleza humana. Es un proceso que culmina con la realización de una sociedad más justa y humana, en la que finalmente se superarían las divisiones que históricamente han fragmentado a las personas. Básicamente, la propuesta sugiere que sólo comprendiendo la dinámica de nuestras contradicciones –sociales, económicas y políticas– podremos lograr una verdadera comprensión de nuestra propia humanidad y, en consecuencia, construir una sociedad que refleje esta igualdad esencial.
En la economía, no saber cómo las fuerzas del mercado, el capital (las relaciones sociales de producción capitalistas, la estructura económica de la sociedad y el valor que se valora a través de la apropiación del trabajo social), el trabajo y las crisis afectan la vida de las personas, puede hacer que alguien se sienta menos. impactados por temas como la desigualdad, la inflación o el trabajo precario.
Esta forma de pensar hace referencia a la expresión popular “la ignorancia es dicha”, que sugiere que, en ocasiones, no conocer la realidad o la profundidad de los problemas puede salvar a las personas de la frustración o la ansiedad. La felicidad que surge de esta ignorancia es “extraña” porque no es una felicidad genuina basada en una comprensión profunda de la realidad, sino una felicidad construida sobre la superficialidad y la ignorancia. Es una felicidad que ignora los problemas estructurales de la sociedad, como las desigualdades económicas, la pobreza y la explotación laboral.
La economía influye en todos los aspectos de nuestras vidas, desde el acceso a bienes y servicios hasta el tipo de trabajo que realizan las personas y las oportunidades que pueden tener. No comprender en lo más mínimo estos mecanismos y sus operaciones implica necesariamente ignorar las presiones sistémicas que moldean nuestras vidas. Una situación que nos lleva a vivir bajo la ilusión de que los desafíos de la construcción material de la existencia humana son personales, y no resultado de un sistema económico que beneficia a unos en detrimento de otros.
Aunque pueda parecer cómodo aceptar la economía tal como es, no es sostenible ni verdaderamente liberadora. Así, la falta de conocimiento sobre las dinámicas de explotación, desigualdad y alienación, características del capitalismo, puede incluso salvar al individuo de frustraciones inmediatas, pero también le impide comprender las raíces de muchos de los problemas que afectan nuestra vida cotidiana.
La verdadera “felicidad”, en este sentido, está directamente relacionada con la emancipación: la capacidad de comprender la realidad de manera crítica y, a partir de esta comprensión, buscar transformaciones que mejoren la vida no sólo a nivel individual, sino también y, principalmente, en el plano personal. términos colectivos; es decir, hacia una sociedad más justa y equitativa.
*José Micaelson Lacerda Morais es profesor del Departamento de Economía de la URCA. Autor, entre otros libros, de Renta, lucha de clases y revolución (Club de Autores).
referencia
José Micaelson Lacerda Morais. La sociedad tal como es; La sociedad como podría ser: ensayo económico sobre la autoayuda colectiva.. Edición revisada y ampliada. Joinville, Clube de Autores, 2024, 102 páginas. [https://abrir.link/AfZRx]

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