Semana de China y la antigua colonia británica

Imagen: Elyeser Szturm
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Por Gilberto Maringoni*

Esta fue la semana de China

El hito principal fue la celebración del 70 aniversario de la Revolución que transformó a un país casi medieval en la segunda potencia mundial. Como contracara, tuvimos otra gigantesca protesta contra el gobierno de Beijing, en Hong Kong. 


El logro de los comunistas chinos es igual en grandeza a su principal hito arquitectónico, la Gran Muralla, una fortificación de piedra que se extiende a lo largo de 21 kilómetros y se construyó durante casi mil años. Instaurar un régimen socialista en un país periférico, multiétnico y semifeudal no es pan comido. Hubo intentos desastrosos -el Gran Salto Adelante (1958-60) y la Revolución Cultural (1966-76)- y un nuevo esfuerzo, del genio del principal líder chino después de Mao Zedong (1893-1976), que fue Deng Xiaoping (1904-97).


El país presenta un poderoso proyecto de desarrollo con soberanía nacional en tiempos de endurecimiento de la agresión imperial. Hace del progreso tecnológico y de la innovación industrial la piedra angular de sus directrices. Consiguió llevar a cabo su revolución industrial y resolver la ecuación desarrollo tecnológico/innovación/empleo sin descartar significativamente la mano de obra al modo capitalista. Como es bien sabido, la revolución industrial en Europa provocó, entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX, la emigración de alrededor de 100 millones de trabajadores que habían quedado obsoletos ante la urbanización y el aumento de la productividad en la industria y actividades rurales. China logró establecer competitividad entre empresas estatales en un mismo campo e implementó una dualidad económica considerada herética por sectores de izquierda, la dinámica de “un país, dos sistemas”. 

Deng Xiaopiong hablando en la ONU


Productividad de inclusión

Entre 1978 y 92, Deng buscó resolver un problema crucial: ¿cómo industrializar, aumentar la productividad promedio de la economía y atraer financiamiento externo para el desarrollo? Para ello, el gobierno estableció una política de apertura a la propiedad privada en la producción, sin comprometer la dirección política del proceso. Muchos han señalado que el Partido Comunista estaba aplicando una versión ampliada de lo que hizo Lenin en 1922, al permitir el regreso de empresas privadas en la industria y la agricultura, sin renunciar al poder soviético. La iniciativa, a la que se opusieron amargamente los comunistas ortodoxos, se denominó Nueva Política Económica (NEP). 


Fue una forma desesperada de solucionar cuellos de botella productivos en un país cortado por el hambre y devastado por la guerra y el sabotaje interno y externo.


Es frívolo tratar a China en la vía estrecha del “capitalismo de Estado”, ya que la apropiación social del excedente es real, a través de una política de elevación del nivel de vida promedio del trabajador. El país dejó de ser una plataforma exportadora de cachivaches con salarios ajustados hace casi veinte años para colocarse en el centro de la arena mundial.


En China se construye un socialismo que no abandona las prácticas de mercado, en un momento de abierta defensa de la izquierda mundial. Hace al menos 13 años, el timón de la economía se invirtió radicalmente. El sector exportador dejó de ser el eje dinamizador de la economía en favor de ampliar el mercado interno.


Este cambio audaz dio lugar - a partir del 17. Congreso del PCCh, en octubre de 2007- el aumento de los salarios reales hasta en tres veces en algunas ramas de la actividad laboral, como lo atestigua incluso la revista Economist. El ingreso promedio de los trabajadores chinos es superior al promedio latinoamericano. Al mismo tiempo, el aumento del desempleo empieza a preocupar a la administración pública.

Manifestantes de Hong Kong ondean bandera británica


Problemas en la ex colonia

El problema de Hong Kong es extremadamente delicado. Colonia británica desde 1841, recién se incorporó a China en 1997. Es una de las ciudades más caras del mundo -sigue siendo un enclave capitalista- y presenta numerosos desequilibrios sociales. Uno de los más graves es la vivienda. Existen graves tensiones, que se han exacerbado a medida que China ha tratado de hacer cumplir su sistema legal, incluidas las leyes penales, en el territorio. Sería algo perfectamente normal, que, sin embargo, no es aceptado por el movimiento que se autodenomina democrático.


Si hay razones objetivas para las protestas –y el gobierno chino ha cumplido con algunas de las reivindicaciones, como una institucionalidad legal en la propia ciudad– sobran razones para desconfiar de sus verdaderos propósitos. El uso abierto de símbolos y banderas de excolonizadores, la quema de panteones chinos y el pedido de ayuda de Donald Trump -no desaprobado por los líderes- muestran que el proceso pudo haber sido capturado por la derecha, como ocurrió en movilizaciones masivas en otros países. partes del país desde 2010.


El socialismo no es un sueño, un sueño o una utopía. Este último concepto es ajeno y nocivo para la política. La utopía, en la obra de Tomás Moro, era una isla idealizada, para la que no había rutas ni caminos. No hay manera de llegar a él. El sincretismo de la metáfora literaria de la política podría traducirse en objetivo sin programa, o estrategia sin táctica, casi un oxímoron.


El socialismo es obra de gente real, en el mundo real, sucio, feo ya veces repugnante. Es una construcción robusta y dura, pero concreta y objetiva.


Incluso los mayores críticos no pueden discutir algo percibido por cualquier analista de política internacional. Gracias al surgimiento de China como un actor global importante, se rompió el unilateralismo imperial estadounidense, que surgió con el fin de los regímenes de Europa del Este, a partir de 1991. Puede que no lo parezca, pero el mundo ha mejorado mucho con el llegada de un digno competidor. Los años de política exterior altiva y activa del gobierno de Lula (2003-11) sólo podrían existir en esta nueva era del contexto internacional.

*Gilberto Maringoni, es profesor de Relaciones Internacionales en la UFABC

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