Redistribución de la carga de trabajo

Imagen: Hilary Susan Osman
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por PEDRO HENRIQUE M.ANICETO*

Al combatir la escala 6x1, no solo estamos brindando mejores condiciones de vida a los trabajadores, sino también sentando las bases para una economía más fuerte y más justa.

La discusión sobre el fin de la escala 6×1, que actualmente se tramita en el Congreso Nacional a través de la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC) de la congresista Erika Hilton, está en el centro de una necesaria transformación en las relaciones laborales en Brasil . El modelo actual, que impone jornadas de trabajo de seis días consecutivos seguidos de un solo día de descanso, refleja una lógica de explotación capitalista, donde el tiempo de los trabajadores es expropiado en nombre de maximizar la producción y las ganancias.

Este modelo, caracterizado por la intensificación del trabajo y las condiciones de vida precarias, está profundamente arraigado en un contexto de desigualdad estructural que limita el bienestar de la clase trabajadora. La propuesta de reducción de jornada, que pretende reducir esta carga extenuante sin que implique una reducción de salarios, aparece como una alternativa no sólo para garantizar mejores condiciones de vida a los trabajadores, sino como una estrategia económica alineada con la teoría kaleckiana, que considera la redistribución del ingreso como un factor esencial para un crecimiento económico sostenible e inclusivo.

Desde una perspectiva marxista, la jornada laboral en el capitalismo es uno de los principales medios para extraer plusvalía, es decir, la riqueza generada por el trabajador y apropiada por el capitalista sin la correspondiente compensación. La escala 6×1, al ampliar la jornada laboral sin aumentar los salarios, constituye una extracción de plusvalía absoluta, es decir, una explotación más intensa del tiempo del trabajador sin compensación en términos de bienestar.

Marx, al abordar el proceso de producción capitalista, sostiene que la fuerza de trabajo, como cualquier mercancía, está sujeta a la dinámica de intensificación de la producción para maximizar la ganancia del capital. Sin embargo, esta intensificación, cuando se impone por largas jornadas y condiciones de trabajo precarias, no sólo compromete la salud y la calidad de vida del trabajador, sino que también, con el tiempo, debilita las bases mismas de la producción, al agotar las condiciones físicas y psicológicas de los trabajadores.

La propuesta de reducción de jornada sin reducción salarial, defendida por la PEC, busca revertir esta dinámica, redistribuyendo el tiempo de trabajo y, por tanto, promoviendo una reorganización más equilibrada de las relaciones de clases en Brasil.

Además, la teoría kaleckiana proporciona un marco económico para comprender los impactos de una medida como la reducción de las horas de trabajo en la economía en general. Michał Kalecki, influenciado por la crítica marxista, propuso una lectura del capitalismo que reconoce las asimetrías de poder entre las clases sociales como factores determinantes del desempeño económico. Para Michał Kalecki, la dinámica del crecimiento económico está profundamente influenciada por la distribución del ingreso entre capital y trabajo.

En sus análisis, sostiene que la distribución del ingreso afecta directamente la demanda agregada, es decir, el nivel de consumo y de inversiones que sustentan el crecimiento económico. Reducir la jornada laboral, al proporcionar más tiempo libre y, en consecuencia, aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores, puede resultar en un aumento sustancial de la demanda de bienes y servicios. Como la clase trabajadora tiene una mayor propensión marginal a consumir, este aumento en la masa salarial tendría un efecto multiplicador positivo en la economía, estimulando la producción y, por tanto, creando más empleos.

Así, desde una perspectiva kaleckiana, reducir la jornada laboral no sólo sería una medida de justicia social, sino una estrategia para estimular el crecimiento económico reforzando la demanda interna, crucial para la recuperación económica de Brasil, que atraviesa una grave crisis económica. y estancamiento.

Es importante señalar que la propuesta de reducir la jornada laboral, a pesar de ser vista como una mejora de las condiciones de los trabajadores, enfrenta una resistencia sustancial por parte de sectores empresariales y conservadores. Los críticos, al igual que los defensores de la agenda neoliberal, afirman que la reducción de las horas de trabajo resultaría en una caída de la productividad y un aumento de los costos de producción, comprometiendo la competitividad de Brasil en el mercado global. Estos argumentos, sin embargo, ignoran la compleja dinámica de la economía real.

Como señala Michał Kalecki, la competitividad no depende sólo de una supuesta reducción de costes, sino también de la capacidad de generar demanda agregada y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Las críticas a la propuesta del PEC, que asocia la reducción de las horas de trabajo con una caída de la productividad, ignoran el hecho de que las horas de trabajo excesivas y extenuantes, como las de la escala 6×1, en realidad generan un círculo vicioso de caída de la productividad per cápita.

El agotamiento físico y mental de los trabajadores provoca un aumento de los costos indirectos, como el ausentismo, las enfermedades profesionales y la baja participación laboral. En lugar de impulsar la competitividad, mantener jornadas laborales extenuantes perjudica el desempeño general de la economía al reducir la eficiencia y la innovación.

La resistencia de la clase empresarial a reducir la jornada laboral también refleja la lógica de mantener la statu quo, donde el capital busca preservar su capacidad de extraer plusvalía sin redistribuir los frutos de la productividad. Sin embargo, la visión de que reducir la jornada laboral representaría un coste insostenible para las empresas no tiene en cuenta la evidencia empírica de países que han implementado jornadas laborales más cortas, como Alemania y Francia, y han obtenido resultados positivos tanto para los trabajadores como para la economía.

La experiencia internacional muestra que reducir la jornada laboral puede, por el contrario, estimular la competitividad al aumentar la motivación de los trabajadores y mejorar su salud, lo que se traduce en una mayor eficiencia y una menor rotación en el lugar de trabajo. La redistribución de las horas de trabajo, al proporcionar más tiempo libre sin afectar la remuneración, tiene el potencial de crear un círculo virtuoso de crecimiento, donde las ganancias de productividad se comparten de manera más equitativa, estimulando el consumo y creando más empleos.

En el contexto brasileño, donde la informalidad y el trabajo precario son características estructurales del mercado, la propuesta de reducir la jornada laboral sin reducción salarial representa una oportunidad histórica para reconfigurar las relaciones de clase y promover un desarrollo más inclusivo y sostenible. Brasil enfrenta una profunda crisis de desigualdad, donde las jornadas laborales extenuantes prevalecen en los sectores más vulnerables, como el comercio y los servicios, que concentran gran parte de la población negra y de bajos ingresos.

Reducir la jornada laboral, al aumentar el tiempo libre de los trabajadores y garantizar salarios dignos, no sólo mejora sus condiciones de vida, sino que también crea un impacto directo en la redistribución de la riqueza, esencial para combatir las desigualdades económicas y sociales. La propuesta, por tanto, no debe verse sólo como una medida laboral, sino como una estrategia económica de largo plazo que pretende revertir la lógica de expropiación del tiempo de vida de los trabajadores y, al mismo tiempo, fomentar un ciclo económico de crecimiento sostenible. e inclusivo.

Finalmente, la PEC que actualmente se tramita en el Congreso es una oportunidad para avanzar hacia una nueva configuración de las relaciones laborales en Brasil, donde la redistribución de las horas de trabajo se traduzca en redistribución del ingreso, estimulando la economía interna y fortaleciendo a la clase trabajadora. Esta propuesta no es sólo una demanda de justicia social, sino una estrategia económica inteligente que apunta a aumentar la demanda agregada y generar un círculo virtuoso de crecimiento y creación de empleo.

Al combatir la escala 6×1, no solo estamos brindando mejores condiciones de vida a los trabajadores, sino que también estamos creando las bases para una economía más fuerte y más justa, donde se valora la vida útil del trabajador y no se explota en beneficio de la acumulación de capital.

*Pedro Henrique M.Aniceto estudia economía en la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF).


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