La negativa del “bus” de Javier Milei

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por GÉNERO TARSO*

Esta es la primera vez que el desafío más fuerte y “masivo” al “sistema” proviene de sectores de extrema derecha y de derecha política, de hecho, con la visible resta –en este campo– de cualquier solución revolucionaria en evolución.

1.

En los primeros meses del gobierno de Jair Bolsonaro, el presidente, ahora en total desgracia moral y política, dijo en una reunión con los gobernadores del Nordeste (julio de 2019) sobre el gobernador Flávio Dino lo siguiente, grabado para la posteridad: “lo peor ( gobernador) es de Maranhão, no tiene por qué haber nada para este tipo”. Faltas de decoro, discriminación política en la Federación, conductas intencionadas catalogadas como ejercicio arbitrario o abuso de poder, que no provocaron ningún escándalo mediático, aunque el momento quedó grabado en la historia política del país como un ejemplo de cómo el Estado se corrompe y el Estado Se pone en decadencia el Poder Judicial de la Presidencia.

Las instituciones, en su momento, acomodadas en el miedo, en la duda que genera pasividad o en la complicidad explícita, no reaccionaron. Recuerdo este hecho para celebrar la posición del Presidente Lula como Jefe de Estado, al tratar a los gobernadores más autoritarios y derechistas del país - pero elegidos dentro de las mismas reglas que lo eligieron Presidente, con el respeto institucional que merecen sus cargos, buscando viabilizar proyectos de interés público en los territorios bajo su jurisdicción. Trato a un metalúrgico, Jefe de Estado y de Gobierno, que fundó más Universidades en el país y desarrolló programas sociales que se convirtieron en ejemplos globales, trabajando dentro de los estrechos límites que le impone el imperio global del capital financiero, cuyos flujos y deudas se mueven en el mundo sin piedad ni piedad.

2.

Elon Musk, “entusiasmado por las posibilidades de la inteligencia artificial”, dice que ésta “puede crear (como defendió Friedrich Hayek) una renta universal y eliminar la necesidad de trabajar”. La tesis mezcla una “idea terrible” – según los ideólogos neoliberales más primarios – como la “Bolsa Família” (puesta en marcha por el presidente Lula), con la idea de una sociedad sin clases: “libre de necesidades”, como Dijo Karl Marx, pronto liberado del trabajo como “pena”, con la victoria del “reino de la libertad”.

Este ideal de sociedad perfecta surgió de una idea revolucionaria del siglo pasado, pero la defensa de Elon Musk es mera ironía derechista, basada en una idea de una “sociedad perfecta” basada en el perfecto funcionamiento del mercado, por lo que va –aunque sea de forma poco sincera– en la dirección de la renta básica (Universal) de Eduardo Suplicy.

Lula y Suplicy tienen que ver -entre ellos- como partidarios y militantes del PT, pero Elon Musk sólo tiene que ver con la legitimación de sus negocios, que se expanden a la sierra peruana con incentivos a golpes sangrientos para facilitar su acceso al litio. , un mineral precioso codiciado por las grandes empresas de alta tecnología informacional-digital. Lula es un personaje, como Suplicy, de las mejores posibilidades de un capitalismo menos violento, pero Elon Musk es un apologista de las falsificaciones de la razón mercantil, de su propia riqueza. Lo que opone a Lula y Suplicy a Elon Musk es el concepto de lo humano, de la solidaridad, versus el egoísmo que falsifica la perfección del mercado.

3.

Algunos episodios que parecen hechos fragmentarios de la historia pueden ser considerados como parte de las convulsiones políticas del siglo XX que, proyectadas en los primeros 30 años de este nuevo (viejo) siglo XXI, configuran un diseño desafiante para toda la izquierda pensante. . Fue la época del surgimiento del thatcherismo, del ascenso y luego del debilitamiento de las dictaduras militares en América Latina, del cambio en los procesos de acumulación de capital, combinados –a partir de entonces– con profundos cambios en el mundo del trabajo industrial y en el mundo global. mercado. Fue la dilución de los viejos valores políticos del proletariado militante y la fragmentación de sus luchas partidistas y sus batallas sindicales-obreras.

Mucho se ha escrito y debatido sobre este nuevo escenario en los últimos 30 años, cuando se perfilaba en el horizonte de las distintas clases y sectores sociales implicados, pero la mayoría de los dirigentes de los partidos socialistas seguían centrados en los méritos de sus orígenes, sin prestar atención atención al nuevo mundo –más cruel y complejo– que ya aparecía en esos síntomas. La reciente victoria electoral de Javier Milei en Argentina y la derrota táctica de su plan de reforma extremista en la Legislatura argentina suscitan nuevas reflexiones.

El primero de ellos es que el rechazo del “bus” de Javier Milei no fue una derrota de su proyecto neoliberal, autoritario y radical, hoy incrustado en la conciencia promedio del pueblo argentino. No es una victoria de la izquierda, que es minoría en el Parlamento, pero sí fue la victoria –mediante el rechazo sin principios económicos unitarios y sin un proyecto de nación unificadora– de un conjunto de fuerzas políticas que no tienen una estrategia mínima para reformar el mítico idea de nación originaria del peronismo histórico.

Este hombre, que ya se aventuró a dirigir el país con el liberalismo de derecha de Carlos Menem, ni siquiera pudo presentar un candidato auténtico del peronismo popular y compitió, ganando con un político de otra procedencia, Aníbal Fernández, un hombre honesto y cuadro dedicado de la política tradicional del país – que ni siquiera tenía condiciones claras para la gobernabilidad y terminó fracasando como alternativa de poder. “Los vínculos de la representación política hoy” – escribí hace 10 años – “ya no se logran mediante fórmulas doctrinales ni siquiera mediante la participación diaria en las luchas económicas de nadie”.

En las condiciones actuales, el nexo clase-partido no se ha disuelto, sino que se ha relativizado y se ha vuelto más complejo” (…): “la necesidad de aumentar la oferta de empleo industrial, por ejemplo, ya está en contradicción” – dijo hace una década – “con la necesidad de preservar la vida en el planeta y con la preservación de las comunidades originarias”. Y agregó: “la ojos de maestro fue reemplazada por el control de resultados, la cooperación horizontal entre empresas reemplazó a las grandes plantas unificadas; disminuye el empleo permanente, la autonomía formal de los proveedores de nuevos servicios –basados ​​en nuevas tecnologías- es (una) novedad importante” (…): “los conceptos de categorías económicas y profesionales” se han roto (…) y las nuevas “necesidades de el proceso de acumulación (son) rehenes del capital financiero globalizado”, (Revista de Interés Nacional, año 9, norteo.33, pág. 20).

4.

Todo ello culminó con dos grandes cataclismos políticos consolidados a principios del siglo XXI, el siglo del entierro de las utopías y el punto más alto del cinismo republicano en los países capitalistas hegemónicos. He aquí los “finales”: la revolución burguesa clásica llegó a la URSS como la decadencia del sistema socialista; y el “nuevo socialismo chino” –guía del capitalismo de Estado (¿o del socialismo burocrático de partido único?)–, junto con Estados Unidos, se convierten en garantes y competidores en un nuevo desequilibrio global.

En este momento, la principal víctima de este desequilibrio –como lo fueron los vietnamitas en el pasado– son los palestinos, no los militantes de Hamás, que tienen su futuro asegurado por la memoria de las nuevas generaciones en Gaza, de la masacre indiscriminada que estalló. sobre su población civil. En los últimos textos que circulan en las redes, es posible recoger nuevos episodios que compondrán una nueva totalidad de la crisis, incluso ante el surgimiento de una unidad de nuevo tipo, que reestructura el sistema de alianzas en las democracias políticas aún vigentes: el centro neoliberal, la derecha tradicional y la extrema derecha protofascista –con su hegemonía– pueden ser protagonistas de nuevos gobiernos autoritarios en importantes centros geopolíticos del planeta. Creo que en los últimos 70 años de la historia del capitalismo moderno esta es la primera vez que el desafío más fuerte y “masivo” al “sistema” proviene de sectores de extrema derecha y de la derecha política, no de la izquierda, Se refieren genéricamente a los sectores que luchan por una alternativa, que va desde la socialdemocracia hasta el republicanismo democrático progresista, de hecho, con la visible sustracción –en este campo– de cualquier solución revolucionaria en evolución.

Algunos ejemplos sintomáticos de la evolución de esta crisis, rápidamente recogidos en las redes: Flávio Aguiar: “…la estrella de la semana fue realmente el sector agrícola, un movimiento (que) comenzó en Alemania (…) y (se extendió) por toda Europa continental (El malestar social está creciendo en Europa, donde las protestas de los sectores agrícola y del transporte acechan al mundo); Boaventura de Souza Santos: “el antiestatismo aparece combinado con la mentalidad autoritaria (del Estado Protector al Estado Represor), la derecha pasó a dominar la opinión pública y a fomentar la polarización social y la democracia entró nuevamente en crisis” (Porque está creciendo el fascismo ? ¿Cómo lo podemos detener?). “Nunca un proyecto ganó con la cantidad de votos que obtuvimos hoy, literalmente, el porcentaje más alto de toda la historia” (dice Nayib Bukele, presidente de extrema derecha, elegido por votación masiva en El Salvador – en noticias de la BBC). La historia parece ya no repetirse, ni como farsa ni como tragedia, sino que innova la barbarie como antihistoria, cuyos ejemplos más visibles de dolor y muerte son la inquisición y el fascismo, cuyo mayor aliciente, que si bien descansa en la estructura de clases, tiene su movimiento armonizado no por doctrinas partidistas verticales, sino por las horizontalidades fetichistas del “mercado perfecto” de obsolescencia planificada.

5.

La indecisión de la Unión Europea respecto de un régimen de colaboración con el Mercosur expone para América Latina en su conjunto (para América del Sur en particular) las ambigüedades del llamado Estado Social Europeo, para resistir el ascenso de la extrema derecha, combinada con sus nuevos aliados de del centro a la derecha, para formar nuevos gobiernos en todo el mundo.

Sin embargo, en la base de este problema está la siguiente: ¿quién pagará las facturas de la guerra de Ucrania? ¿De los gastos de Estados Unidos y la Unión Europea para la guerra contra Gaza? ¿Quién financiará, durante al menos 10 años, la deuda federal estadounidense que supera (según el JP Morgan Bank) 34 billones de dólares y cuesta 1 billón de dólares al año en intereses? Este análisis, promocionado por el Banco, no está guiado por una preocupación “social”, ciertamente, pero nos recuerda que la impresión de moneda sin respaldo podría ser la causa, en un futuro no muy lejano, de una hiperinflación global sin precedentes en la historia de capitalismo.

La experiencia de la hiperinflación alemana que precedió a la Segunda Guerra Mundial se convertiría, en este escenario, sólo en un chiste de mal gusto. Abundan los ejemplos en la historia del capitalismo, ya que los conflictos de esta naturaleza y escala se resuelven principalmente mediante tres medios y formas, que pueden combinarse: mediante la guerra entre bloques de intereses geopolíticos enfrentados; por revoluciones internas en los países más afectados por el delirio inflacionario; o por golpes de Estado, en la periferia del sistema, que adaptan las circunstancias internas de cada país a un nuevo orden mundial. Cuando no surge una luz de esperanza al final de una era, prosperan los falsificadores de la verdad. Pueden decir que no hay inocentes en Gaza o que es necesario un golpe sangriento, en Perú, para que la nación entregue su litio a los dueños del mundo. 

La oxigenación democrática de Brasil, incluso dentro de los estrechos límites permitidos por el orden mundial que desiguala y asesina a millones de personas inocentes, es una pequeña lámpara en un mundo desalmado y opresivo, como lo sería cualquier mundo gobernado por los muy ricos. Pero no podemos perder el rumbo, no podemos perder la esperanza.

* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía) [https://amzn.to/3ReRb6I]


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