por RODRIGO GHIRINGHELLI DE AZEVEDO*
Al no entender lo que está en juego en Cuba, parte de la izquierda brasileña se declara abiertamente antidemocrática
En los últimos días mucho se ha hablado sobre el tema de las protestas contra el gobierno cubano. El tema sí es complejo, involucrando el embargo estadounidense, la exigua ayuda externa de las “potencias” socialistas, el colapso de la economía con la pandemia, las limitaciones del sistema de salud pública para enfrentar el covid-19, la muerte o jubilación de la generación de la revolución. Por eso mismo, las manifestaciones congregaron a un público diverso, que iba desde partidarios de una “invasión” y “anexión” estadounidense, pasando por jubilados y asalariados que ganan en moneda cubana, mientras la economía adopta el patrón dólar, y jóvenes personas insatisfechas por la falta de perspectivas.
Pero hay un sector de las manifestaciones que es particularmente importante para definir lo que está en juego. Son intelectuales, artistas y profesores universitarios (en parte, evidentemente), que cuestionan los métodos de la dictadura cubana: represión a la oposición, con encarcelamiento y tortura de los críticos del régimen, censura a la producción artística, que debe pasar por la aprobación del gobierno, y limitación absoluta del acceso a la información, monopolizado hasta hoy por el órgano de comunicación del partido comunista, el Granma.
Lo que está en juego en Cuba es que la precaria apertura económica, que favorece a los turistas y empresarios locales que lucran con el turismo, pero mantiene a la gran masa de la población en una situación de precariedad material, no ha ido acompañada de un mínimo de apertura política. Por el contrario, en la última década aumentó la represión política, y en 2018 fue la censura lo que motivó las crecientes críticas a la clase artística.
Padura demuestra la gravedad del problema, desde su obra El hombre que amaba a los perros, que pinta un retrato descarnado de la dictadura cubana desde el punto de vista de la libertad de expresión.
Lamentablemente, una parte importante de la izquierda brasileña niega los problemas del régimen cubano. Ante cualquier crítica, afirman que o no funciona ninguna democracia liberal, o Cuba sí es democrática, ya que hay elecciones. No se dan cuenta de que lo que esencialmente está en juego en el debate sobre el régimen cubano es el cercenamiento de las libertades políticas y de los derechos y garantías fundamentales. Lula, Dilma y el PT en nota oficial, dan un respaldo al régimen cubano que sólo puede entenderse por las relaciones de compromiso establecidas entre el PC cubano y los líderes de la izquierda brasileña durante la dictadura militar, quienes, con el fin de hacer posible la lucha armada, contó con el apoyo logístico y financiero del gobierno cubano.
Mantener el apoyo al régimen cubano, sin decir una palabra sobre el problema de los derechos y garantías fundamentales en Cuba, es una indignidad que sólo puede ser justificada por restos del pensamiento estalinista, que somete los medios a supuestos fines, y desemboca en la creación de un casta burocrática, asociada a los mandos militares, que mantienen un control autoritario en un sistema de partido único y un estricto control sobre la circulación de información y opinión.
Al no entender lo que está en juego en Cuba, parte de la izquierda brasileña se declara abiertamente antidemocrática, al subestimar la falta de garantía de los derechos de primera generación. Al aferrarse a un dogma de guerra fría, parte de la izquierda demuestra su incapacidad para comprender y enfrentar a Jair Bolsonaro y su proyecto autoritario de poder en Brasil, que paradójicamente refleja regímenes como el venezolano, con control político a través de la cooptación de militares. liderazgo y supresión gradual de la división de poderes, con el sometimiento del poder judicial y el legislativo al poder ejecutivo, para luego asegurar la impunidad por el desvío de recursos a una casta política autoritaria.
O enfrenta tus fantasmas, o la izquierda brasileña quedará fuera de toda posibilidad de jugar un papel protagónico en el enfrentamiento al bolsonarismo, lo que no significa solo derrotar electoralmente a Bolsonaro, sino afirmar la democracia, la libertad de expresión y seguir luchando por la ampliación de garantías efectivas. a los derechos humanos humanos en Brasil.
*Rodrigo Ghiringhelli de Azevedo, sociólogo, es profesor de la PUC-RS.