por JOSÉ RAIMUNDO TRINDADE*
Brasil entró en la segunda década del siglo XXI marcada por signos de resurgimiento de las formas clásicas de dependencia
La dificultad para comprender el acelerado proceso de desorganización política y económica, con pérdida de soberanía en los últimos años, obliga a mirar, aunque sea en un primer intento, el comportamiento histórico del capitalismo, observando cómo las contradicciones de los ciclos históricos del capital se integran en el comportamiento de distintas formas de dependencia económica de las sociedades periféricas, en este caso específico de Brasil. El texto que sigue funciona como una tesis implícita: el agotamiento de la llamada “sala Kondratieff”[i] regula e impone una agenda neoliberal acelerada y radical que condiciona la llamada cuarta dependencia brasileña, ligada a un patrón económico centrado en bienes primarios y pérdida de capacidad industrial y tecnológica, acompañado de crecientes restricciones a los derechos sociales y la soberanía nacional.
El proceso de globalización, la crisis de la deuda de la década de 1980 y la dinámica económica pasiva brasileña a partir de la década de 1990 profundizaron las precarias condiciones de desarrollo autónomo, sea por la desnacionalización de segmentos expresivos de la industria, sea por el aumento de la vulnerabilidad externa en los aspectos principales. a considerar: en capacidad productiva (aumento y mayor dependencia de la inversión extranjera directa), capacidad tecnológica (baja capacidad para estructurar un sistema nacional de innovación y baja dinámica tecnológica) y capacidad financiera (inversiones financieras, préstamos y financiamiento). Finalmente, las condiciones económicas específicas enfrentadas en la década de 1990, como resultado del agotamiento del Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones, la transición al régimen neoliberal y por ende la reducción del papel del Estado en la economía componían el cuadro más general en el que entramos. el siglo XXI
La división internacional del trabajo establece tres zonas en la economía mundial: el centro, la semiperiferia y la periferia, y esta división aparece funcional para garantizar la apropiación de plusvalía por parte de los centros y nuevos-centros, permitiendo el desarrollo del capitalismo en las regiones de liderazgo tecnológico y el subdesarrollo (en condiciones de dependencia) en regiones de menor avance tecnológico. A La reproducción del capital asume distintas formas en distintos momentos históricos, lo que hace que se readapte a los cambios que se producen en el sistema mundial y en la división internacional del trabajo, para reorganizar la producción sobre nuevos ejes de acumulación y/o nuevos valores de uso, la que permita hacer una historia de la reproducción del capital y diferenciar los estándares que se establecen a nivel nacional.
Las condiciones concretas del desarrollo capitalista se manifiestan como un patrón de reproducción del capital en las diferentes formaciones sociales y económicas que se establecen a nivel nacional, comprendiendo, por un lado, diversos grados de dependencia del circuito de la economía mundial capitalista, por otro lado, mayor o menor desarrollo y expansión tecnológica autónoma, crediticia y poder soberano de su Estado nacional. Este conjunto de variabilidad configura sociedades capitalistas bien diferenciadas, lo que condiciona las relaciones económicas internacionales y al mismo tiempo define el papel de estas sociedades en la división internacional del trabajo, así como el grado de integración de los diversos circuitos económicos presentes en su dinámica interna. .
La relación de interdependencia entre los distintos países y el sistema capitalista mundial se convierte en una relación de dependencia desde el momento en que algunas naciones pueden expandirse por sí mismas, mientras que otras, estando en situación de dependencia, sólo pueden hacerlo de forma limitada, en parte como reflejo de la expansión de los países centrales (ALMEIDA FILHO, 2005). La condición de dependencia económica, social, tecnológica y política se expresa en la fragilidad de la soberanía nacional y en la forma en que esta nación se adapta a los ciclos económicos de la economía mundial capitalista.
Un aspecto muy particular, sin embargo, central en las condiciones particulares desarrolladas en los movimientos coyunturales más recientes, se refiere a la yuxtaposición entre el agotamiento del ciclo económico inaugurado en la posSegunda Guerra Mundial y las nuevas condiciones de subordinación y dependencia de la sociedad brasileña. . El objetivo es presentar un primer análisis, integrando las contradicciones de la actual situación brasileña con la profundización de la crisis sistémica del capitalismo con el agotamiento de la actual fase cíclica del capitalismo mundial y las contradicciones de la cuarta forma de dependencia y subordinación de los La economía brasileña en la división internacional del trabajo.
El capitalismo puede ser analizado a través de ciclos largos u “ondas largas” como lo trata, entre otros, Mandel (1985). Ese autor estableció un aspecto importante para nuestra percepción: las ondas mencionadas “no se manifiestan mecánicamente, sino que operan a través de la articulación de “ciclos clásicos”. Así, los llamados ciclos de Kondratieff son largos períodos de desarrollo de la acumulación capitalista, que se suceden entre “fases sucesivas de crecimiento acelerado” y “crecimiento lento”. Según Mandel (1985) estas ondas largas tenían su explicación en varios factores, pero el “rol de la tecnología productiva”, las “fluctuaciones de largo plazo en la tasa de ganancias” y las características del “capital fijo” en cada nuevo período de la economía capitalista. la acumulación serían puntos centrales para su desarrollo.
El autor belga establece que desde finales de la década de 1960 el ciclo económico de expansión del capitalismo mundial entra en una fase de declive con “una disminución en el ritmo de expansión del comercio internacional” y una caída en la tasa de ganancia. El auge del neoliberalismo y el conjunto de cambios macroeconómicos establecidos a partir de entonces marcan este pasaje histórico, no siendo los límites para esta fase B del referido ciclo consensuados entre varios autores. Podemos considerar que hasta los primeros años de la década del 2000 se profundizaron algunas de las características tratadas por Mandel (1985, p. 92-93), correspondientes al debilitamiento de la acumulación en los países centrales (EE.UU., Alemania) y la tasa de ganancias decreciente. . La expansión china y el fin de la antigua URSS (Unión Soviética) actuaron como fuertes incentivos para la recomposición de la economía capitalista global, posibilitando, en términos “mandelianos”, la recuperación de las condiciones de expansión y, contradictoriamente, insuflando nueva vida a los moribundos ciclo de acumulación.
Cómo enfrentó Brasil este orden sistémico y sus contradicciones. Al asumir el gobierno de Brasil en la segunda mitad de la década de 1990 (1996), Cardoso fue responsable de la completa integración de la economía brasileña en el marco del Consenso de Washington, lo que implicó nuevos marcos estructurales de subordinación a los centros dominantes del capital. La interpretación que se estableció en ese momento fue que una mayor movilidad del capital financiero permitiría a las sociedades brasileñas restablecer su patrón de desarrollo, con mayor crecimiento económico, incluso en condiciones más subordinadas, dado que la apertura del mercado nacional al mercado internacional la circulación de bienes y el flujo de capital serían suficientes para una nueva reanudación del desarrollo (Goldenstein, 1994; Martins, 2011).
Cabe mencionar que las relaciones entre las economías capitalistas centrales y periféricas se mantienen por la transferencia o flujo neto de valor hacia los países metropolitanos, ya sea a través de los clásicos mecanismos de remesa de dividendos, intereses y salarios pagados a los directores de las grandes empresas imperialistas y el endeudamiento creciente de los países subdesarrollados, sino también por el recrudecimiento del intercambio desigual (Mandel, 1985; Marini, 2000; Dos Santos, 1993).
Theotônio dos Santos (1978, 1993) estableció la dependencia como una de las características del sistema capitalista mundial. En particular, su obra "Imperialismo y dependencia" (1978) al analizar la crisis de la hegemonía imperialista de los Estados Unidos, y los proyectos en lucha por la reconversión de la economía mundial, anticipa aspectos importantes de la pérdida de la directiva internacional de los EE.UU. capacidad y cómo los cambios tecnológicos en curso serán importantes en la “nueva dependencia” tecnológico-industrial que se impondrá a las economías latinoamericana y especialmente brasileña. Según ese autor, la tercera forma de dependencia instaurada a partir de la segunda mitad del siglo XX estaría basada en una situación de compromiso entre los intereses que mueven las estructuras internas de los países dependientes y los del gran capital internacional, lo que implica una profunda internalización de los intereses de las empresas transnacionales y una nueva limitación al grado de autonomía de las economías y sociedades periféricas, incluso en términos de aspectos democráticos, lo que denomina democracia restringida.
En la continuidad del ciclo económico internacional, se establecen dos grandes tendencias en el sistema capitalista mundial a partir de la década del 2000: i) Una nueva ola de la revolución científico-técnica, que determina el aumento de la productividad y la plusvalía extraordinaria, esto mediante la reducción de la masa de valor empleada en la fuerza de trabajo a una parte cada vez menor del proceso productivo, haciendo que la economía laboral establecida por la innovación tecnológica sea escasa para valorar la cantidad de bienes generados por el aumento de la productividad. Este aspecto, en cuanto a las consecuencias del ciclo de Kondratieff, haría posible su estabilidad, pero no alteraría la ya establecida tendencia decreciente de la tasa de ganancia; ii) La tecnología establecida a partir del reemplazo de los sistemas de comunicación heredados del siglo XX por un nuevo “enjambre” de tecnologías con bajo uso de capital fijo (internet, celulares) hizo imposible recuperar las condiciones de acumulación, porque la masa de inversiones es proporcionalmente menor que el sustituido.
El resultado fue una tendencia a la baja de los precios y una crisis de apreciación, provocando que el capital reaccionara de cuatro formas: i) se apropia de los recursos públicos de los Estados, en general, pero principalmente de los periféricos, elevando la deuda pública a apoyar las ganancias extraordinarias que no se realizan en su totalidad por el ciclo específico del capital productivo; ii) privatización de empresas públicas, estableciendo una forma de acumulación basada en la expropiación del capital estatal; iii) reorganiza los patrones de producción y reproducción a nivel internacional, estableciendo una nueva geoeconomía global; iv) se apoya en la sobrevaluación del tipo de cambio establecida por el gobierno de los Estados Unidos, que permite equilibrar las diferencias entre los costos en moneda nacional y la realización de bienes en dólares, vía exportación, restituyendo parcialmente la ganancia extraordinaria a través de déficits comerciales masivos en el Estados Unidos.
En las décadas de 1990 y 2000 se notaron cambios, configurando las políticas exteriores de la economía hegemónica con el objetivo de buscar superávits comerciales que pudieran, aunque sea de manera limitada, restablecer la capacidad de financiamiento estadounidense. Será en este contexto que las economías latinoamericanas y, en especial, los países más industrializados de la región (Brasil, México y Argentina) impondrán una agenda que consolidará una trayectoria de desorganización industrial y reprimarización de sus bases productivas (Trindade et al. al., 2016)
Brasil entró en la segunda década del siglo XXI, marcada por signos de resurgimiento de las formas clásicas de dependencia, pero constituye el cuarto ciclo de dependencia nacional, un patrón de reproducción del capital centrado en la especialización productiva de commodities agrícolas y minerales, con una pérdida creciente de capacidad soberana nacional. En concreto, las condiciones de evolución de la estructura productiva en los últimos años han puesto de manifiesto el problema del desarrollo de un “patrón exportador de especialización productiva”, ya sea por la base industrial de baja intensidad tecnológica, o por la fuerte dependencia de la ciclo de apreciación de la demanda internacional de bienes básicos o primarios.
Esta involución del patrón económico brasileño se profundiza después del golpe de Estado de 2016 y constituye el punto de encuentro con el último suspiro del actual ciclo Kondratieff del capitalismo mundial, o bien la cuarta ola de dependencia brasileña, sostenida sobre la base de un patrón de economía productiva. La especialización primaria también muestra los cambios geopolíticos provocados por el agotamiento de la onda larga inaugurada al final de la Segunda Guerra Mundial. El contexto actual de un neoliberalismo radical y autoritario, incluso moviéndose hacia una creciente 'pérdida de soberanía y restricción del papel económico de Brasil en el sistema mundial capitalista, condicionado a la exportación de bienes agrícolas y minerales y la ruptura de las relaciones sociales, nos parece sólo parte de un marco más amplio de mantenimiento de un ciclo de acumulación cuyo agotamiento ya debería haber ocurrido, pero que ahora se pospone a costa de la propia descomposición de la sociedad brasileña como sociedad nacional.
*José Raimundo Trinidad Es profesor del Programa de Posgrado en Economía de la UFPA. Autor, entre otros libros, de Crítica a la Economía Política de la Deuda Pública y al Sistema de Crédito Capitalista: un enfoque marxista (CRV).
Referencias
ALMEIDA FILHO, Niemeyer. “El debate actual sobre las adicciones”. Revista de la Sociedad Brasileña de Economía Política, Río de Janeiro, 2005, v. 16, pág. 32-50.
DOS SANTOS, Theotônio. Economía mundial, integración regional y desarrollo sostenible: nuevas tendencias de la economía mundial y la integración latinoamericana. Petrópolis (RJ): Editora Vozes, 1993.
DOS SANTOS, Theotônio. Imperialismo y dependencia, Ediciones Era, México DF 1978.
GOLDENSTEIN, L. Repensar la dependencia. Río de Janeiro (RJ): Paz y Tierra, 1994.
MANDELL, E. capitalismo tardío. São Paulo: Nueva Cultural, 1985.
MARINI, Ruy Mauro. Dialéctica de la dependencia🇧🇷 Petrópolis: Voces, 2000.
MARTINES, CE Globalización, dependencia y neoliberalismo en América Latina. São Paulo: Boitempo, 2011.
TRINDADE, JR, COONEY, P.; OLIVEIRA, WP de. Trayectoria industrial y desarrollo económico: dilema de la reprimarización de la economía brasileña. Revisión de la economía política radical, v. 48, núm. 2, 2016. pág. 269-286.
Nota
[i] El término “ciclo de Kondratieff” se debe al investigador ruso Nicolai Kondratieff quien desarrolló estudios sobre ciclos económicos largos o seculares en el capitalismo, este investigador llegó a una observación empírica de “ondas largas” alrededor de cincuenta años (ver Mandel, 1985).