por IZABELLA SABATINI Y MARIA CLARA MAIA*
La necropolítica del bolsonarismo en relación a la pandemia del Covid-19 es aprovechar el derecho a dejar morir
Para Foucault, el término biopolítica se ha vuelto paradigmático y recurrente en varias de sus obras. Según el autor, esta idea está presente cuando “la vida y la muerte se insertan dentro del campo del poder político y el soberano tiene el derecho de vida y muerte sobre sus súbditos, es decir, el derecho de hacer morir o dejar vivir”. (FOUCAULT, 1999, p. 287). Así, la biopolítica nos ofrece mecanismos concretos para ejercer el control sobre las poblaciones a través, por ejemplo, de instituciones como escuelas, hospitales y cárceles.
El concepto de necropolítica surge de la intención de Mbembe de complementar la idea de biopolítica planteada por Foucault. Para el autor, la primacía del poder soberano sobre la vida, el poder de decidir sobre la disciplina de los cuerpos y la regulación de las poblaciones es insuficiente para “dar cuenta de las formas contemporáneas en que lo político, a través de la guerra, la resistencia o la lucha contra el terror, hace el asesinato del enemigo su objetivo primero y absoluto” (MBEMBE, 2018, p.6). La necropolítica sería entonces no sólo el derecho a matar, sino el derecho a exponer a los sujetos a la muerte de diferentes formas: biológica, civil y/o social.
Así, la necropolítica explica la existencia de gobiernos cuyo proyecto político central no es la lucha por la autonomía, sino la “instrumentalización generalizada de la existencia humana y la destrucción material de los cuerpos” (MBEMBE, 2018, p. 10). En este sentido, el concepto de necropolítica puede ilustrarse, según Dunker (2020), por la lentitud en las respuestas políticas y por el mantenimiento de situaciones de vulnerabilidad social, miseria y desprotección por parte del Estado, al tratar la vida de las personas como administración. de poblaciones
La pandemia del Covid-19 en el mundo pone en evidencia una serie de desigualdades estructurantes de las relaciones sociales y políticas en el capitalismo y las medidas adoptadas por los gobiernos son cruciales para minimizar los daños. Para Davis (2020), el impacto del virus en los grupos de edad puede ser radicalmente diferente en los países y grupos más pobres. El autor comenta que la pandemia expuso instantáneamente la desigualdad de clases: algunos pueden seguir pautas de aislamiento, trabajando desde casa, mientras que otros tendrán que elegir entre ingresos y protección de la salud.
Asimismo, Harvey (2020) argumenta que las consecuencias económicas y sociales del virus son discriminatorias, comenzando por la fuerza laboral en la atención al paciente y en los sectores logísticos, como supermercados y aeropuertos. Para el autor, “aunque los esfuerzos de mitigación están convenientemente camuflados en la retórica de que 'estamos todos juntos en esto', las prácticas, particularmente por parte de los gobiernos nacionales, sugieren motivaciones más siniestras” (p. 20). El avance de la pandemia hace explícitas las diferencias de género, raza y clase.
Por lo tanto, el Estado debe emprender prácticas encaminadas a evitar una catástrofe estratégica, como lo plantea Badiou (2020), para controlar la epidemia con la mayor seguridad posible y proteger vidas. La política adoptada por los gobiernos contribuye a determinar la propagación del virus y el número de muertes. En este sentido, Birh (2020), sostiene que el estado de salud o morbo del cuerpo de cada persona está directamente relacionado con la capacidad del cuerpo social para defenderse de los factores patógenos, a través de “un sistema de asistencia social eficiente y una política de salud pública que dotar a los segundos de los medios necesarios y suficientes (humanos, materiales, económicos)” (p. 25).
El Gobierno Federal brasileño, a través de la figura del presidente Bolsonaro, al no establecer medidas institucionales de aislamiento social, para supuestamente priorizar medidas de recuperación económica, sigue la línea contraria a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las experiencias de otros países sobre mide el control efectivo de la pandemia. Tal como lo presenta Zizek (2020), se observa el retorno del animismo capitalista, al tratar fenómenos como los mercados o el capital financiero como si fueran organismos vivos.
Dunker (2020), al abordar específicamente el caso brasileño, afirma que no es casualidad que hayamos vuelto a la discusión de priorizar la vida o la economía. El coronavirus llega al país en medio de un proceso de división social discursiva y de empobrecimiento de la vida económica y de los derechos laborales. La retórica de la campaña electoral y el método de gobierno del actual presidente de producir enemigos imaginarios genera la negación de la llegada del enemigo real y biológico.
Esto es lo que explica la lentitud en la toma de medidas de protección, el desconocimiento flagrante de los trabajadores informales y el desprecio por la vida de las personas que practica la pirotecnia presidencial. ¿Qué hacer con los millones de pobres, miserables y desempleados? La respuesta hasta ahora ha sido la negación de la existencia. El virus es ese pequeño ingrediente que dice alto y claro: pero estas personas existen, son vida. (DUNKER, 2020, p. ).
La necropolítica del bolsonarismo en relación a la pandemia del Covid-19 es aprovechar el derecho a dejar morir, a través de discursos como “¿y qué?”, “yo no soy sepulturero”, “gripecita”, al comentar la víctimas de la pandemia en Brasil; al no adoptar políticas recomendadas empíricamente para frenar la contaminación del virus y evitar el colapso del sistema de salud; al insistir en la recomendación de medicamentos sin ninguna base científica para ello; al no avanzar en el aparato institucional y en una política de salud pública que dote al cuerpo social de medios materiales, humanos y económicos para salvar vidas. Es importante destacar que en la necropolítica bolsonarista, el derecho a dejar morir no se aplica a cualquier ciudadano brasileño, sino a quien vive en situación de vulnerabilidad, a quien no puede seguir las sugerencias de aislamiento para garantizar ingresos, a quien no tener acceso a mascarillas de protección y artículos de higiene, a quienes se encuentran al cuidado de los enfermos.
*Izabella Sabatini e María Clara Maia son estudiantes de Maestría en Ciencias Políticas de la UFMG y activistas de la Marcha Mundial de las Mujeres.
Referencias
BADIOU, Alain. Sobre la situación epidémica. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.
BIHR, Alain. Francia: por la socialización del aparato de salud. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.
Davis, Mike. La crisis del coronavirus es un monstruo alimentado por el capitalismo. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.
DUNKER, CIL El arte de la cuarentena para principiantes. Boitempo: Brasil, 2020.
HARVEY, David. Política anticapitalista en tiempos de COVID-19. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.
FOUCAULT, M. En defensa de la sociedad: curso en el Collège de France (1975-1976). Traducción María Ermantina Galvão. São Paulo: Martins Fontes, 1999, (Colección temas).
MBEMBE, Aquiles. Necropolíticas: biopoder, soberanía, estado de excepción, política de la muerte. Ediciones N-1: São Paulo, 2018.
ZIBECHI, Raúl. Coronavirus: la militarización de las crisis. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.
ZIZEK, Slavoj. Un golpe de “Kill Bill” al capitalismo. En: DAVIS, Mike. et al. El coronavirus y la lucha de clases. Tierra sin Amos: Brasil, 2020.