Por RICARDO T. NEDER Y RAQUEL MORAES*
Presentación de una serie de artículos sobre la relación entre la Universidad y la política de Ciencia y Tecnología
“Dado que la ciencia no es universalmente aplicable, sus métodos no son necesariamente únicos y no es políticamente neutral”
(José Leite Lopes)
“La ciencia es un arma, un arma que se puede usar bien o mal, y que se usa bien cuando está en manos del pueblo, y que se usa mal cuando no es del pueblo”
(Che Guevara)
1.
La serie “Política de Ciencia y Tecnología en Brasil”, ahora publicado en el sitio web la tierra es redonda, fue lanzado originalmente en 2017 (fruto de un libro del mismo nombre, publicado por el Observatorio del Movimiento por la Tecnología Social en América Latina, y el Grupo de Estudios e Investigaciones del CNPq Historia, Sociedad y Educación en Brasil – HISTEDBR-DF ) de la editorial Navegando(1).
Para una comprensión más amplia de la política de ciencia y tecnología en Brasil, dada la necesidad de hacerla realidad bajo el alcance de amplias demandas populares, presentamos un abordaje necesario e indispensable proveniente de las corrientes sociológicas, de análisis de políticas y de economía política vinculadas a los Estudios CTS ( Ciencia, Tecnología, Sociedad). A ellos asociamos las corrientes de política y filosofía de la Educación Científica CTS para la creación de programas CyT (diferentes al actual) para la inclusión socioproductiva.
El libro pretende así organizar el debate de los estudiantes y el público universitario –desde las Ciencias Sociales, Medicina y Humanidades hasta las Ciencias Tecnológicas, Exactas y de la Vida y la Tierra– para comprender las líneas principales que operan hoy las (des)conexiones entre las C&T sectoriales y Políticas de innovación, y políticas de inclusión socioproductiva a través del trabajo y los ingresos de la mayoría de la sociedad.
Se trata de restablecer las conexiones necesarias entre la Ciencia y la Tecnología y la socioeconomía popular, la socioeconomía solidaria, las economías comunitarias, la economía social, entre otras denominaciones. También colocamos, como debe ser, la Universidad y las políticas de educación básica, profesional y tecnológica frente a estas conexiones.
Los trabajos aquí presentados están afiliados a la Escuela Latinoamericana de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (ESCT o CTS). Pretenden comprender tanto las bases tradicionales de la formación técnica y científica vinculadas al modelo económico agro-extractivista y urbano-industrial de la agroindustrialización (truncado en varios segmentos económicos) en Brasil, como su subordinación a las políticas de seguridad, control y vigilancia digital.
Señalamos alternativas asociadas a los movimientos sociales y populares, posibles de superar este modelo de (in)seguridad social regresivo, morboso (en tiempos de la pandemia del Covid 19) y policial.
Para interpretar mejor estas transformaciones en la universidad y en la sociedad, surgieron corrientes interdisciplinares en Ciencias Sociales y Humanidades, entre las que destacamos los Estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad (ECTS) formados por Sociología, Antropología, Historia y Filosofía de la Ciencia. y Tecnología en América Latina.
En los capítulos aquí reunidos, integramos las interpretaciones de estas corrientes con los enfoques vinculados a la formación científica en la Educación Científica CTS, en la Pedagogía Histórico-Crítica (PHC) y en la Filosofía Pedagógica de Freire.
Estos campos de producción intelectual intelectual y política, con bases teóricas y agendas de investigación empírica ya maduradas desde la década de 1980, nos permiten en América Latina acceder a teorías e instrumentos metodológicos para comprender, reflexionar y actuar sobre las políticas agresivas de las universidades e institutos de investigación en los países hegemónicos. centros universitarios (básicamente en cuatro países: Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania).
Las contribuciones aquí presentadas conducen a los lectores a un marco de referencia a primera vista ajeno a las políticas oficiales de C&T; ciertamente esta extrañeza es parte de la necesaria deconstrucción de los códigos técnico-científicos generados en los centros académicos hegemónicos.
Estos operan transfiriendo conocimiento y materias primas a sus grandes laboratorios de investigación tecnocientífica donde se llevan a cabo los descubrimientos y el desarrollo de nuevos procesos y nuevos productos. En la observación del científico brasileño José Leite Lopes (1978), “debemos preguntarnos ¿para qué forma de sociedad, para qué tipo de proyecto nacional quiere el desarrollo?”.(2).
Las tecnociencias han penetrado en prácticamente todas las áreas disciplinarias, cursos de pregrado y posgrado en Brasil. Una definición clara de tecnociencia se puede hacer de forma eminentemente didáctica: en la era de la industria globalizada, la ciencia y la tecnología se han convertido en mercancías; El tecnociencia es “(…) una forma de transferir tecnología de los países avanzados a los países en desarrollo, incorporando (…) ideas y conocimientos que se guían por enfoques ya trascendidos o superados en los países avanzados (…) la cultura técnica y científica es fuertemente dependiente de las tradiciones de los países ricos que insisten en exportar su modelo de desarrollo insostenible” (3)
Rompieron lo que se consideraba el sacrosanto derecho de la universidad, a permanecer neutral frente a las demandas de su uso como parte de la producción de conocimiento científico con fines comerciales o productivos.
Esta interrupción explícita hace que el panorama se agrave aún más por la intensificación de las llamadas. nuevas ciencias (microelectrónica, automatización industrial, tecnologías de la información y la comunicación, computación, cibernética, ciencias de los materiales, genética, biología evolutiva; neurociencias, ingeniería genética, análisis de sistemas).
Las nuevas ciencias se presentan bajo la apariencia de intereses militaristas y cientificistas bajo la apariencia de fundamentalistas conservadores en su lucha contra los vínculos entre ciencia y humanismo.
Pues bien, argumenta Casanova, ¿cómo oscurecer el hecho de que “incluso en el estudio de los sistemas biológicos en las “nuevas ciencias” aparecen fases de transición en situaciones cercanas al caos” lo que, desde la perspectiva de las Humanidades, se convierte en un fenómeno que no puede dejar de pensarse como pensamiento crítico sobre “(…) la transición del actual sistema global a un sistema que desactive el neoliberalismo y allane el camino a una sociedad poscapitalista”(4).
2.
Numerosas corrientes, autores y campos del saber de las Ciencias Humanas y Sociales han realizado detallados estudios e investigaciones que remiten directa o indirectamente a sus conclusiones sobre las dimensiones de la reforma universitaria y la presión que ejercen los investigadores que trabajan en áreas que integran las tecnociencias, las lo que abre un capítulo importante en el juego de la pérdida de la autonomía universitaria.
Esta dimensión estratégica se hace presente aquí como búsqueda de alternativas de investigación, docencia, extensión y residencia en la universidad.
Vale la pena recordar en este último sentido que “(…) es crucial que la comunidad científica no pierda el control de la agenda de investigación científica. Para ello es necesario, en primer lugar, que la asfixia financiera no obligue a la universidad pública a recurrir a la privatización de sus funciones para compensar los recortes presupuestarios.
De hecho, es crucial que la apertura al mundo exterior no se reduzca a la apertura al mercado y que la universidad pueda desarrollar espacios de intervención que, de alguna manera, equilibren los múltiples e incluso contradictorios intereses que circulan en la sociedad y que, para en mayor o menor medida, poder de convocatoria, desafiar a la universidad (5)
Los vínculos entre el funcionamiento de un régimen político y las tecnociencias y la investigación en áreas estratégicas se conocen desde hace mucho tiempo desde el Pensamiento Latinoamericano de Ciencia, Tecnología, Sociedad (PLACTS) asociado a intelectuales como Oscar Varsavski, Amilcar Herrera y Jorge Sabato (mencionado más adelante). )
Las áreas de Ciencias Exactas, Ingenierías, Ciencias de la Vida y de la Tierra, Ciencias Sociales y Humanas tienen estatutos epistemológicos específicos, pero frente a la tecnología comparten un terreno común, todas sus comunidades dependen del funcionamiento del régimen sociopolítico, para asegurar reglas estables de transferencias de recursos para inversiones en infraestructura científica, programas, personal científico, técnico y administrativo.
Desde 2016-17, se ha establecido en Brasil un régimen parlamentario-legal-mediático excepcional, que lanzó políticas de Educación y CyT (esta última ha sido durante mucho tiempo anómalo) en un caos de cambios neoliberales.
El antiguo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación se fusionó con el de Comunicaciones, lo que resultó en un ornitorrinco ministerial (un extraño ser mezclado con Ciencia, Tecnología, Innovación y agregado con la agenda de la política de Comunicación”, y con asignaciones presupuestarias aún más contingentes o simplemente, robado).
En agosto de 2016 este híbrido se convirtió en un apolítico, es decir, tiene una apariencia oficial, un registro legal, jurídico pero es una no-política porque, al asociar áreas, recursos y públicos totalmente diferentes, procedió así a realizar una operación de desmantelamiento de lo realizado en la década anterior en términos de la política CyT (2005-2015).
En el Plan de Acción 2007-2010 del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación había cuatro macroáreas de política de CyT, tres dirigidas a la innovación empresarial (competitividad y patentes), y solo una enfocada a acciones programáticas de CyT con desarrollo social y productivo. inclusión.
Esta última dimensión (la inclusión socioproductiva) seguirá siendo clave para la articulación entre universidad y política de CyT, ya que el 70% (promedio nacional) de la población en edad de trabajar (PET) de 15 a 68 años en el país (de 170 millones) son trabajadores por cuenta propia, autónomos y sobreviven en redes socioeconómicas familiares y comunitarias.
Las políticas de promoción de CyT no han estado dirigidas a estos estratos, sino a los de ingresos medios y altos que integran los circuitos de poder en esta economía del primer piso. WCon ello se excluyen contingentes de microempresas en segmentos, cadenas, sectores y ramas, que forman conglomerados en dinámicas subordinadas a la economía popular.
Mantenidos en un tramo de informalidad jurídica, estos segmentos se atrofian bajo un marco que restringe su crédito, asfixiando su expansión, subyugándolos a otras formas de dominación (bajo el racismo, la segregación étnica y policial).
Bajo este apartado, precisamente porque estos estratos de la economía popular juegan un papel crucial como clases trabajadoras en la economía real, no están cubiertos por las políticas de fomento del financiamiento, la asistencia técnica, el acceso a la capacitación y el apoyo oficial que tiene el sector formal.
Esta es la situación estructural de condiciones desiguales bajo intercambios desiguales y ganancias precarias bajo las cuales venden su energía creativa: mano de obra, trabajo y productividad a las ramas de económica del primer piso (compuesto por las “500” mayores empresas privadas y estatales, transnacionales y corporaciones).
Tal es el escenario que dibuja en el horizonte la aproximación de las “nuevas ciencias”: crecimiento con destrucción de millones de puestos de trabajo, y crecimiento sin creación de empleo, lo que exige un pensamiento crítico para dar prioridad a los vastos contingentes del PIA para ganar nuevos empleos, espacios políticos y desarrollar actividades económicas y sociales en la socioeconomía popular vinculada al “trabajo afectivo” del universo cultural, educativo, mediático, étnico y de cuidado de la identidad.
Nuestras comunidades universitarias tienen todas las condiciones para autorizarse a realizar una política de producción cognitiva técnico-científica para estas mayorías. Esta es la contramarcha al Estado que apoya el innovacionismo destinado a desarrollar “laboratorios” de experimentación tecnológica (para, entre otras funciones, reducir empleos y ocupaciones a microescala), útiles para las corporaciones del primer piso de la economía.
Como una cuestión de contrapeso civilizacional, también debemos hacer operativa una plataforma de política cognitiva de C&T con inclusión social y productiva de la economía popular y solidaria en Brasil.
Esta es la principal contribución de esta serie ¿Hacia dónde va la universidad frente a la política de ciencia y tecnología en Brasil?
*ricardo neder es sociólogo y economista político, profesor de la UnB y editor jefe de Revista Ciencia y Tecnología Social.
*Raquel Moraes es profesor de educación y tecnología en la UnB.
Notas
[ 1 ] Publicación original: https://www.editoranavegando.com/educacao-ciencia-e-tecnologia
[ 2 ] José Leite Lopes (1978) CIENCIA Y LIBERACIÓN. dosa. edición Río de Janeiro: Paz y Tierra.
[ 3 ] Andrew Feenberg citado por Renato Dagnino (2008) NEUTRALIDAD DE LA CIENCIA Y EL DETERMINISMO TECNOLÓGICO. Campinas, sp. educamp. (páginas 12-13).
[ 4 ] Pablo González Casanova, el caudillo de Sociología Mexicana, a los 84 años, concibió esta obra magistral LAS NUEVAS CIENCIAS Y LAS HUMANIDADES – DE LA ACADEMIA A LA POLÍTICA (São Paulo, Boitempo, 2006). En él analiza las tendencias civilizatorias con la actual revolución tecnocientífica, con el fin de plantear políticas alternativas bajo una nueva forma de pensar-hacer.
[ 5 ] Boaventura de Sousa Santos (2013) DE LA MANO DE ALICIA: LO SOCIAL Y POLÍTICO EN LA POSTMODERNIDAD.14a. Edición. Sao Paulo: Cortés.