por ANA CAROLINA DE BELLO BUSINARO*
La esperanza de que la gobernabilidad solo se alcance mediante la serenidad es una ilusión que esteriliza cualquier vocación transformadora al mantener el statu quo. Después de todo, gobernar en tiempos de tensión social no se trata de elegir entre la paz y la guerra, sino de decidir de qué lado del conflicto histórico se está.
1.
En un contexto marcado por profundas transformaciones sociales e intensos conflictos políticos, Antonio Gramsci escribe el manifiesto “Odio a los indiferentes”, en el que hace una fuerte crítica a la apatía política que comprometía la capacidad de transformación de la sociedad.[ 1 ]
La indiferencia como forma tácita de colaboración con el orden establecido se manifiesta en el silencio y la inacción de quienes, por miedo, conveniencia o desinformación, se abstienen de tomar posición frente a disputas decisivas que permean el tejido social.
Esta aparente neutralidad política representa como contenido una complicidad con las estructuras dominantes, constituyendo un “peso muerto” que obstaculiza la movilización de las fuerzas emancipadoras y contribuye a la perpetuación de las actuales relaciones de explotación y dominación.
Frente a una especie de fe difusa que se cierne sobre parte de la izquierda hegemónica –que, al observar el caos institucional y la brutalidad de la extrema derecha, aún cree en la ética del sentido común, como si este prevaleciera por su propia fuerza moral–, se esgrime la obsoleta creencia de que “la verdad vencerá a la mentira”, como si la razón democrática fuera una entidad trascendental, y no el resultado conflictivo de una lucha concreta entre proyectos de poder.
Antonio Gramsci escribe: «La indiferencia actúa poderosamente en la historia. Actúa pasivamente, pero actúa. Es fatalidad; es aquello con lo que no se puede contar; es lo que confunde los programas, lo que destruye incluso los planes mejor elaborados; es la materia prima que se rebela contra la inteligencia y la sofoca».
Es el mito de la bondad rendido: la esperanza de que gobernar con serenidad traerá, por sí solo, los frutos de la tan prometida gobernabilidad. Una ilusión cómoda y temerosa —pero nada desinformada— que, en la práctica, esteriliza cualquier vocación transformadora.
La reciente derrota del gobierno en el debate sobre las IOF revela claramente esta situación.[ 2 ] La coalición con el Centrão no es solo una maniobra de supervivencia; se ha presentado como la base de la retórica de la estabilidad nacional. La rendición, la postura despreocupada desde la formación de la coalición al inicio de la legislatura, y especialmente la falta de una reacción proporcional a las presiones de la burguesía parlamentaria, revelan una decisión deliberada: contener cualquier atisbo de conflicto social.
Al igual que en el episodio que involucra a Pix,[ 3 ] en el que el gobierno, ante la propagación de noticias falsas, optaron por tomar medidas legales, la respuesta actual a la revocación del decreto de la IOF sigue la misma lógica: una vez más, la judicialización se utiliza como sustituto de la acción política popular directa.
Esta lógica de no entrar en una confrontación directa se combina con la externalización de la disputa a sectores más combativos de la izquierda, como el PSOL, encargado de recurrir ante el Tribunal Supremo y convocar manifestaciones populares, que, admitámoslo, son efímeras debido a la propia inactividad del gobierno. El resultado es una división de roles dentro de la propia izquierda que protege a las bases del PT de la naturaleza radical del conflicto y socava la responsabilidad directa en la disputa por el imaginario y la fuerza social.
2.
La impresión pública persiste: la izquierda institucional tiene las manos atadas o, peor aún, parece consentir su relegación al debate político, como si creyera que hay algún rastro de nobleza en soportar la crisis dentro de la ley en lugar de enfrentarla desde los márgenes.
El problema no es la política en sí, sino su rendición a la lógica del pacto eterno con las élites que históricamente han impedido al pueblo gobernar. El mito de la bondad, aquí, es el mito de la no confrontación. Frente a esta lógica, debemos retomar lo que nos enseñó Vladimir Lenin: la revolución no surge de la espontaneidad ni de la armonía.
“El cambio en las relaciones de poder requiere una organización clara, dirección, ruptura y delimitación capaces de alterar la correlación de fuerzas, o de nuevo en las ideas leninistas, “(…) es imposible expulsar y eliminar a la intelectualidad burguesa, es necesario derrotarla, transformarla, reformarla, reeducarla, de la misma manera que es necesario reeducar en una lucha prolongada, sobre la base de la dictadura del proletariado, a los propios proletarios, que no se liberan de sus prejuicios pequeñoburgueses de repente, por un milagro, por obra y gracia del espíritu santo, por obra y gracia de una consigna, una resolución o un decreto, sino solo en una larga y difícil lucha de masas contra las influencias pequeñoburguesas de las masas”.[ 4 ]
La política, ante todo, es conflicto. Gobernar en un contexto social tenso no consiste en elegir entre la paz y la guerra, sino en decidir de qué lado del conflicto histórico se está. Negarse a afrontar el sueño de la paz, cuando es inevitable, se convierte en consentir el mantenimiento del caos.
Por lo tanto, parafraseando a Gramsci, detesto a la gente indiferente de nuestro tiempo. Quienes se abstienen de alimentar el fuego político necesario para el cambio social no solo no hacen nada, sino que contribuyen activamente a su extinción. De la misma manera que proclamamos que la transformación es inevitable como futuro de la vida humana, exigimos reconocimiento y acción concreta en el conflicto como motor de la historia, y, con ello, la valentía de tomar partido.
*Ana Carolina de Bello Businaro es licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Estadual Paulista (UNESP).
Notas
[1] GRAMSCI, Antonio. Odio a los indiferentes. La ciudad futura, No. 1, 11 de febrero de 1917. En: GRAMSCI, Antonio. Escritos políticos (1910-1920)Traducido por Carlos Nelson Coutinho. Río de Janeiro: Civilización de Brasil, 1999. Versión en línea: https://www.marxists.org/portugues/gramsci/1917/02/11.htm
[ 2 ] El PSOL acude a la Corte Suprema contra la anulación del proyecto de ley IOF por parte del Congreso; Boulos llama a una manifestación. Brasil de Fato, 27 de junio de 2025. Disponible en: https://www.brasildefato.com.br/2025/06/27/psol-vai-ao-stf-contra-derrubada-do-congresso-de-projeto-sobre-iof-boulos-convoca-manifestacao.
G1. Con la revocación del decreto del IOF, ministro de Lula dice que es inevitable acudir a la Justicia. 27 de junio 2025. Disponible en: https://g1.globo.com/politica/blog/gerson-camarotti/post/2025/06/27/com-derrubada-de-decreto-do-iof-ministro-de-lula-diz-ser-inevitavel-entrar-na-justica.ghtml
[3] G1. Pix: el gobierno tomará medidas legales contra las noticias falsas y las estafas, dice Haddad. 15 de enero. 2025. Disponible en: https://g1.globo.com/economia/noticia/2025/01/15/pix-governo-vai-acionar-justica-contra-fake-news-e-golpes-diz-haddad.ghtml
[4] LENIN, Vladimir I. Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. São Paulo: Boitempo, 2017.
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