por FERNANDO LIONEL QUIROGA*
La metáfora de la “motosierra” utilizada por el presidente Javier Milei para simbolizar la lucha contra el “Estado inflado” resulta, en la práctica, un ataque directo a las políticas sociales del país.
Detrás del disfraz de excentricidad, un disfraz performativo, diseñado artificialmente por el nuevo modus operandi de la extrema derecha global: el verdadero proyecto del autodenominado anarcocapitalista Javier Milei está oculto. Aprovecha la esperanza del pueblo argentino, que clama por un cambio en un país que, desde hace décadas, viene profundizando sus índices de pobreza extrema e indigencia, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Según el Instituto, Argentina ha presentado datos preocupantes en materia de pobreza en la última década. Si bien este escenario varía debido a los diferentes contextos económicos, las crisis financieras y los modelos económicos explican en gran medida la situación que vive el país.
Este es el contexto de una Argentina arruinada por una altísima inflación y una recesión económica que, traducida en realidad social, significa inseguridad alimentaria, aumento de las tasas de desempleo, indigencia (personas que no tienen acceso a una canasta de alimentos capaz de cubrir las necesidades energía y proteínas diarias) y el crecimiento exponencial de la pobreza en la capital del país. En el segundo trimestre de 2024, Buenos Aires alcanzó la alarmante cifra de 989 mil personas en situación de pobreza, lo que representa aproximadamente un tercio de su población, según datos del Instituto de Estadística y Censo de la Ciudad de Buenos Aires (Idecba).
Este escenario de inseguridad total –ya no como algo lejano, que sólo se encuentra en los artículos periodísticos, sino como una realidad que invade diariamente la vida de las personas– obliga a millones de argentinos a abandonar sus hogares porque no pueden pagar los gastos básicos de supervivencia. Dignidad es una palabra lejana de la sociedad argentina contemporánea.
Es en este ambiente de miedo, hambre y humillación que la razón, socavada por los fracasos y las crisis acumuladas en la historia reciente del país, pierde su legitimidad como guía en las decisiones. Ante la desesperación brutal, lo que queda es una apuesta a la suerte: la esperanza de que, a través de una grieta en la historia, pueda surgir una solución. Esta solución a menudo se proyecta en la figura de un “salvador” o “mesías”, como ya hemos visto en nuestro breve pasaje sobre la necropolítica bolsonarista.
La extrema derecha global aprovecha esta crisis de la razón para profundizarla, desacreditarla y volverla ineficaz. Por tanto, asfixia a la ciencia y a las universidades. El rechazo al conocimiento y el negacionismo son sus principales armas. La ignorancia como ideología es el expediente central de la extrema derecha porque, al negar la razón, las decisiones políticas vuelven a ser cuestión de suerte o mala suerte.
En un mundo donde el debate público se reduce a la lógica de influencers digitales y memes llenos de cinismo, las interpretaciones críticas quedan aún más marginadas. Gobiernos como el de Javier Milei cuentan con el respaldo exhaustivo de unos medios de comunicación tradicionales que, en muchos casos, revierten su función crítica para apoyar “grandes mentiras” –como el apoyo incondicional al genocidio del pueblo palestino por parte del gobierno israelí. Esta narrativa ayuda a consolidar el avance de modelos de gobernanza apocalíptica en todo el mundo.
La Argentina de hoy ya no es sólo el país del tango o del fútbol. Es el país de los indigentes, los humillados, los hambrientos, los sin hogar y los desnutridos. Estos aspectos se agravan en un escenario dominado por una alta inflación y políticas de shock, como las propuestas por Javier Milei, que llevan a creer en una narrativa “oficial” contradictoria. A medida que aumenta el costo de vida, se disparan los precios de los alimentos, la vivienda y otros bienes esenciales.
La metáfora de la “motosierra” utilizada por el presidente Javier Milei para simbolizar la lucha contra el “Estado inflado” resulta, en la práctica, un ataque directo a las políticas sociales del país. Si en 2024 la situación ya es de pura decepción; en 2025, la guerra imperialista liderada por el economista falso, el proyecto de destrucción de los derechos fundamentales del pueblo argentino continuará. Marcha hacia el apocalipsis argentino.
El escenario no ofrece muchas alternativas: o el pueblo reacciona masivamente saliendo a las calles del país, o el hambre y propagación de la epidemia de dengue sólo serán el presagio de una nación devastada por la pobreza extrema. Si todavía hay un sentido pedagógico, a pesar de la catástrofe que enfrenta el pueblo argentino, es que, en Brasil, no se puede desaprovechar la oportunidad histórica de exponer al mundo la anatomía de la extrema derecha, castigando ejemplarmente al principal líder: Jair Bolsonaro. — del intento de golpe de Estado contra la democracia.
*Fernando Lionel Quiroga. es profesora de Fundamentos de la Educación en la Universidad Estadual de Goiás (UEG).
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