por PEDRO MIGUEL CARDOSO*
La esencia de las políticas estadounidenses no es la defensa de la democracia y la libertad, sino la defensa de los intereses de sus clases dominantes y del imperialismo a nivel global.
¿Los Estados Unidos de América (EE.UU.) han defendido la libertad y la democracia a lo largo de su historia? Este texto no tiene espacio para analizar los múltiples ejemplos de las políticas internas y externas de este país, pero sí para argumentar que las ideas proclamadas en defensa de la libertad y la democracia siempre han sido mentiras o mistificaciones subordinadas al interés material y al poder de sus clases dominantes.
Podríamos comenzar recordando simbólicamente que el comandante militar y protagonista político de la revuelta independentista: George Washington, el principal autor de la declaración de independencia de 1776: Thomas Jefferson, y el aclamado “Padre” de la Constitución Federal de 1787: James Madison , fueron los tres dueños de personas esclavizadas y lo siguieron siendo durante toda su vida.
La cuestión es que la esclavitud no fue algo que persistiera a pesar de la independencia y la revolución liberal, experimentó su máximo desarrollo después de ellas. Desde 1783, al final de la Revolución Americana, hasta 1861, el número de esclavos en Estados Unidos se multiplicó varias veces y esta expansión transformó a los estados del sur en una fuerza dominante en el mercado mundial del algodón.
En el lapso de una vida, el sur de Estados Unidos pasó de ser áreas de plantaciones costeras a un espacio de tamaño continental. Los empresarios esclavos trasladaron por la fuerza a más de un millón de personas esclavizadas a vastos territorios que también se apropiaron por la fuerza de los habitantes nativos.
La expansión de la esclavitud dio forma a todos los aspectos de la economía y la política de la nueva nación, no sólo aumentando su poder y territorio, sino también diferenciando identidades e intereses regionales. La defensa de la libertad, la justificación de la esclavitud y la destrucción de los pueblos indígenas estaban estrechamente vinculadas. Siempre ha sido libertad para unos a costa de otros.
Después de la guerra civil y la abolición formal de la esclavitud, se implementaron nuevos mecanismos de discriminación y opresión. La segregación racial y el trabajo forzoso eran una realidad duradera y la violencia con prejuicios raciales persistió y continúa. Actualmente, Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo en términos absolutos, con un alto porcentaje de poblaciones históricamente discriminadas y oprimidas.
En relación con la democracia, podríamos abordar las exclusiones históricas de importantes sectores sociales, tal como en otros países de referencia del liberalismo. Los afroamericanos, las poblaciones indígenas y las mujeres han estado excluidos durante mucho tiempo de la participación política.
Además, el sistema político con el colegio electoral, formado por representantes de los Estados, para la elección del presidente estadounidense estableció desde el principio distorsiones que continúan hoy. También existen mecanismos de manipulación, como “gerrymandering” que es un método de definición de los distritos electorales de un territorio para obtener ventajas en el número de representantes políticos electos, utilizado para favorecer o perjudicar a un determinado grupo social o político.
Pero, sobre todo, es importante resaltar el gran capital que representó en Wall Street y los donantes financieros dominan completamente los procesos económicos, políticos, mediáticos y electorales en los EE.UU. y en todas las estructuras estatales. Los candidatos al Congreso, al Senado y a la presidencia de Estados Unidos son, por regla general, ciudadanos ricos y ricamente financiados por intereses privados. Por ello, hay académicos que consideran más apropiado el término plutocracia (gobierno de los ricos para los ricos) para describir el sistema vigente en el país.
En el frente externo, aún más evidentes son las políticas contra la democracia y la libertad: golpes de estado para derrocar a presidentes y gobiernos elegidos democráticamente, guerras e invasiones para garantizar el control de los recursos naturales en otros países, combatir el socialismo y el comunismo y promover el terrorismo a nivel global. nivel.
En resumen, si miramos más allá de la propaganda y la ideología promovida, la esencia de las políticas estadounidenses no ha sido la defensa de la democracia y la libertad, sino más bien la defensa de los intereses de sus clases dominantes y su imperialismo a nivel global.
*Pedro Miguel Cardoso. Es investigador en economía política y ecológica.
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