por VANDERLEI TENÓRIO*
La cobertura del conflicto en Palestina es otro ejemplo más de cómo los medios de comunicación pueden ser un riesgo potencial para la democracia.
Muchas veces nuestras opiniones nos han sido sugeridas hábilmente por la manipulación mediática sin que seamos plenamente conscientes de ello. Los medios de comunicación utilizan métodos sutiles para implantarnos creencias, haciéndonos creer que nos pertenecen, que las elegimos. En este sentido, las motivaciones para la manipulación mediática pueden ser diferentes, pero, en la mayoría de los casos, apuntan a crear ciudadanos sumisos. Quienes ignoran información importante y desconocen sus derechos generalmente no crean problemas para la estabilidad del sistema político y económico.
En otros casos, como se muestra en el artículo. “Cómo funciona la industria escénica en el espectáculo bélico, parte de la maquinaria de guerra imperialista desde el fin de la guerra fría hasta nuestros días” Según Domenico Losurdo, la difusión de noticias falsas o el énfasis en casos límite sirven para crear divisiones. El amplio espacio concedido a las opiniones infundadas o lógicas difundidas por las grandes agencias de noticias sirve precisamente a este propósito.
Desde esta perspectiva, el primer medio utilizado para orientar a la opinión pública en una u otra dirección es el alarmismo. En consideración a esto, palabras como alarma, guerra, genocidio, atentado, terrorismo, emergencia y peligro son utilizadas con mucha frecuencia por los homogéneos medios de comunicación del mundo. Tales palabras sirven para que las personas se sientan inseguras y generen en ellas un miedo constante y sutil.
Otro método eficaz es centrar la atención en las noticias que generan una fuerte respuesta emocional. Los temas que podrían desencadenar una reacción masiva contra el establecimiento permanecen en un segundo plano para estimular debates inútiles sobre hechos que, lamentablemente, ya no se pueden cambiar.
En el artículo de Domenico Losurdo queda claro el concepto de (falsa) superinformación, que es otra técnica de manipulación mediática. Hoy hablamos hasta el cansancio de un tema para dar al oyente la impresión de que sabe bastante, mucho, demasiado. Sin embargo, en realidad, se repiten una y otra vez las mismas cosas y no se explica nada. Se trata de evitar que los ciudadanos tengan el deseo de profundizar, buscar información en otros lugares y, por tanto, construir un pensamiento autónomo sobre ella.
Otro recurso estructurante es extrapolar las noticias a partir de su contexto, lo que resulta útil para dirigir la opinión pública. Este artificio está presente en la construcción narrativa de las guerras. Cuando esto sucede, tenga en cuenta que normalmente sólo se divulga el número de víctimas y la ubicación. En este escenario nunca se explica la situación política, social y económica de estos países y mucho menos las verdaderas razones que llevaron a la violencia. Desafortunadamente, actualmente estamos viendo esto presente en todas las noticias nacionales e internacionales a través de la Guerra de Ucrania y ahora el Conflicto de Israel.
El artificio de extrapolar el contexto de la noticia se ve también en el tercer apartado del artículo de Domenico Losurdo “La producción de lo falso, el terrorismo de la indignación y el desencadenamiento de la guerra”. Cuando el filósofo marxista cita: La disolución de Yugoslavia, la masacre de Racak y la guerra del Golfo. Seamos honestos, todo lo que se necesita para manipular lo que pensamos es una elección cuidadosa de imágenes, palabras o tono. De esta manera, podemos suscitar automáticamente aprobación o desacuerdo con el tema en cuestión.
Hablando del conflicto en Israel, noto una distorsión en lo que respecta a la producción de información engañosa. No sé ustedes, pero yo siento cierto malestar al examinar la forma en que se informan las noticias relacionadas con el conflicto, especialmente en los últimos días. Aunque existe una supuesta “neutralidad”, la cuestión palestina y el supuesto heroísmo israelí aún mantienen una presencia dominante. En el aire flota la omisión de hechos relevantes, entrevistas desequilibradas e información incorrecta, manipulada e incompleta. Todo esto parece arraigado en una simplificación maniquea que encaja en el concepto de “terror de indignación”.
En este punto, estoy indignado por la forma en que la prensa occidental dominante cubre los enfrentamientos en Oriente Medio. Es imperativo que coloquemos la situación política actual en el contexto histórico, desde el Nakba en 1948 hasta la ocupación de Cisjordania, la confiscación de tierras, la imposición de la colonización al pueblo palestino y el desprecio y humillación de los habitantes árabes de Jerusalén y Cisjordania. No estoy aquí para defender a Hamás, sino todo lo contrario. Sin embargo, afirmar que la actual escalada es responsabilidad exclusiva de Hamás es un análisis simplista. Es crucial reconocer que debemos cesar la práctica de eximir al Estado de Israel de sus responsabilidades en este conflicto.
Desde este ángulo, en relación con las noticias, incluso el espacio dado a la cobertura internacional, especialmente a la cobertura de guerra, en los informativos televisivos –especialmente en horario de máxima audiencia– es parte de la manipulación mediática, ya que confunde a la gente en el concepto de información. Desafortunadamente, la vieja dicotomía entre el bien y el mal, héroe y villano, todavía se vende mucho.
No es coincidencia que nunca oigamos hablar de ciertos temas mucho más importantes en las noticias de televisión y en los periódicos impresos, como el señoreaje bancario, la producción y exportación de armas y las actividades del Fondo Monetario Internacional (FMI). Por tanto, gracias a la manipulación mediática, la gente no sabe que no sabe. Al mirar televisión, leer el periódico o informarse en las redes sociales, la mayoría de nosotros estamos convencidos de que lo sabemos y, sobre todo, de que definitivamente estamos en el lado correcto.
Además, los medios de comunicación (radio-TV-Web) fueron decisivos en la creación del sentido común. Para ello, la eficacia de la manipulación mediática no depende de los símbolos o metáforas como tales, sino de su capacidad para crear un contexto emocional favorable a la aceptación de mensajes comerciales y especialmente políticos (tanto directos como indirectos).
En este sentido, la opinión pública está atrapada en la red de propaganda política, recibiendo sólo estereotipos, es decir, representaciones simplistas de la realidad. Bajo esta lógica, las redes sociales se han convertido en terreno fértil para la opinión pública. Desde la compra del extinto Twitter por parte de Elon Musk, pasando por la Guerra de Ucrania, las redes sociales se utilizan ampliamente para manipular opiniones, qué moldean los medios y cómo manipularán a los destinatarios (nosotros).
Detallando más este punto para su análisis, las elecciones de 2022 en Brasil estuvieron marcadas por una intensa manipulación de la opinión pública. De metodología Según el matemático francés David Chavalarias, los tres principales tipos de manipulación observados fueron: (i) difusión de información falsa: este es el tipo de manipulación más clásico, que implica la difusión de información falsa con el objetivo de influir en el voto. Un ejemplo de esto fue el uso de la narrativa de que el presidente Lula es un “ex convicto” para sembrar dudas sobre su idoneidad.
(ii) Divulgación de datos personales o internos: este tipo de manipulación consiste en revelar datos personales o internos de determinados partidos políticos inmediatamente antes de una elección, sin dar tiempo a verificar las acusaciones. Un ejemplo de esto fue el uso de los 580 días que el presidente Lula pasó en prisión, que se utilizaron para crear la narrativa de que es un criminal no apto para gobernar.
(iii) Multiplicación de mensajes en línea: este tipo de manipulación consiste en la multiplicación de mensajes en línea que contienen información sesgada. Generalmente, estas manipulaciones se llevan a cabo sin revelar la identidad del autor, ni siquiera sugerir otra identidad. Un ejemplo de esto fue la red de desinformación que difundió noticias pro-Bolsonaro falsas y distorsionadas a través de la aplicación WhatsApp durante las elecciones del año pasado.
Es importante destacar que estas técnicas de manipulación pueden tener un impacto decisivo en la opinión pública, influyendo potencialmente en los resultados de elecciones y referendos. Por eso es importante conocer estas técnicas y combatirlas.
Dicho esto, los medios de comunicación, aunque son una herramienta para desarrollar la participación democrática, se convierten en un riesgo potencial para la democracia. En resumen, los medios de comunicación y el gobierno están entrelazados en un círculo vicioso de manipulación mutua, creación de mitos e interés propio. Los periodistas, analistas y la opinión pública necesitan crisis para dramatizar las noticias, y los funcionarios gubernamentales de las grandes potencias hegemónicas deben dar la impresión de que están respondiendo a las crisis.
En última instancia, las crisis a menudo no son realmente crisis, sino fabricaciones conjuntas. Las dos instituciones se han enredado tanto en una red simbiótica de mentiras que los medios de comunicación son incapaces de decirle al público lo que es verdad y los gobiernos democráticos son incapaces de gobernar con eficacia.
*vanderlei tenorio Es periodista y profesor/coordinador de Emancipa Itapira..
la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR