Por Atilio A. Boro*
Leer más de diez falsedades en un solo artículo es intolerable, un insulto a la inteligencia del lector que pretende manipular groseramente, presentando como verdades lo que son meras opiniones o mentiras fácilmente comprobables..
Confieso que, como analista político, debo hacer un enorme esfuerzo para leer, escuchar y seguir por televisión la pléyade de opinólogos que diariamente revelan un torrente de mentiras sobre la actualidad política nacional e internacional. Pero es mi oficio y, por muy malsano que sea, no puedo prescindir de una práctica tan malsana.
Reaccioné durante años con una inmutabilidad budista a tantos noticias falsas, posverdades y blindaje mediático, pero la nota de Joaquín Morales Solá, en La Nación del 8 de enero (“Turbulencias que no son indiferentes al gobierno”), me puso de los nervios. Tener que leer una o dos mentiras por historia, vamos. Pero leer más de diez falsedades en un solo artículo es intolerable, un insulto a la inteligencia del lector al que se trata de manipular groseramente, presentando como verdad lo que son meras opiniones o mentiras fácilmente comprobables. Pero basta de preludios y vayamos a los hechos. Seleccioné sólo diez mentiras. Aquí van.
Primero: No es correcto que “Maduro… cerrara virtualmente el Parlamento de Venezuela para que Juan Guaidó no fuera reelegido”. El Parlamento estuvo y sigue abierto, reunió un quórum muy superior al requerido y, con sus votos, la oposición designó al nuevo presidente de la Asamblea Nacional ya los cuatro miembros de su Junta Directiva.
Segundo: “El virtual cierre definitivo del Parlamento elegido democráticamente en Venezuela es la condición última (como si no la hubiera) para colocar al régimen de Maduro en la categoría de dictadura”. ¿De qué está hablando el escritor? Desconoce que existe algo llamado internet, a través del cual puede ver decenas de videos que muestran que el Parlamento estuvo abierto, que sigue reuniéndose, que eligió a sus autoridades según el reglamento, a pesar del revuelo causado por el señor Juan Guaidó -en previo acuerdo con las cámaras de algunas emisoras como la CNN que necesitaban este espectáculo- que no quería que el Parlamento funcionara porque sabía que la oposición, ante la que está muy desprestigiado por robar parte de la “ayuda humanitaria” enviada por Washington, nunca lo reelegiría.
Tercero: “Los partidos políticos de oposición son ilegales y no pueden participar en las elecciones”. Falsedad absoluta: la Asamblea Nacional eligió a su nueva Junta Directiva, ya su presidente, entre los cinco partidos opositores que tienen mayoría en la Asamblea y que actúan dentro de la más absoluta legalidad. ni el Acción Democrática, ni el primero justicia, no o Voluntariado Popular, ni la COOPEI [Comité de Organización Política Electoral Independiente], así como la opositora MUD (Mesa de Unidad Democrática) y otros partidos menores, son ilegales. Para facilitar el trabajo, adjunto el enlace a la Asamblea Nacional donde se incluyen todos estos datos: http://www.asambleanacional.gob.ve/diputados.
Cuarto: "Las libertades públicas han dejado de existir". ¿Y cómo entra y sale Guaidó de Venezuela? un piacere a pesar de haber pedido la invasión estadounidense a su país y estar involucrado en el delito de sedición? (En Argentina y Estados Unidos me arrestarían por eso). ¿Cómo hacen campaña los políticos de la oposición, y aparecen a diario en las principales radios y televisoras del país con duras declaraciones contra el presidente Maduro? ¿El escritor no está soñando o su ideología ha borrado por completo su visión de la realidad?
Quinto: "Se restringe la libertad de prensa hasta que desaparezca". Curiosamente, los medios gráficos, radiales y televisivos críticos -o hipercríticos- del gobierno son abrumadoramente mayoritarios y no escatiman críticas al gobierno de Maduro. Algo como lo que hizo Macri con Télam y los medios públicos nunca ha pasado en Venezuela. Como si nada parecido a las revelaciones de Julian Assange o Edward Snowden hubiera sido reportado en Venezuela por los críticos de la Revolución Bolivariana.
Sexto: "La justicia es una mera dependencia del poder político". Aquí creo que se confundió y está hablando de los Bonadío, Stornelli y compañía, o del intento de imponer por decreto a los jueces de la Corte Suprema, o de la táctica muy “republicana” de armar casos sin pruebas con jueces amigos y fiscales para acosar – a través de lawfare – opositores, decretando su prisión preventiva o sacándolos de sus carreras políticas como Lula, Correa y tantos otros.
Séptimo: "Los jerarcas militares son más importantes que cualquier funcionario público". Esto no es información, sino una mera opinión. Presente algunos datos que corroboren sus afirmaciones. No se puede hacer pasar un punto de vista muy sesgado como si fuera un hecho inapelable.
Octavo: “Elliot Abrams, un viejo halcón de Washington a cargo de la crisis en Venezuela”. Conmovedora presentación de un bandido y criminal de guerra condenado en 1991 por su participación en la Operación Irán-Contra que traficaba armas y narcóticos para financiar a la oposición antisandinista. Además, Abrams negó ante el Congreso lo que en su momento estableció la Comisión de la Verdad salvadoreña: que las fuerzas regulares de ese país y las de EE.UU. perpetraron la masacre de El Mozote en 1982, aniquilando al menos a 500 civiles inocentes. Abrams fue indultado por Bush hijo, pese a las sospechas sobre el vínculo de este personaje con los paramilitares que asesinaron a seis jesuitas en la Universidad Católica de El Salvador. Para Morales Solá, Abrams es solo “un halcón viejo”. En realidad, un viejo matón al que Trump le ha encomendado la tarea de “restablecer la democracia en Venezuela”. Al Capone hubiera podido hacer algo mejor.
Noveno: “Hasta ahora, Nicolás Maduro utilizaba el diálogo para ganar tiempo o lo interrumpía directamente cuando le convenía”. Sorprendentemente, un columnista estrella de La Nación estar tan mal informado. ¿Por qué no preguntarle a Rodríguez Zapatero quién interrumpió, cuando estaba a punto de tener lugar en República Dominicana, el diálogo entre el Gobierno de Maduro y la oposición? El expresidente del Gobierno español le daría una lección muy detallada sobre el papel adormecedor de este último y la fatal conexión de la Casa Blanca exigiendo que los opositores abandonen la sala donde se redactaría el acta del acuerdo, minuciosamente elaborada por Rodríguez Zapatero. estar firmado.
Décima mentira: “Qassem Soleimani fue el artífice de muchos actos terroristas en el mundo”. Falsa e imperdonable acusación contra el hombre que puso fin a la barbarie de dos nobles creaciones de la Casa Blanca: el Estado Islámico y Al Qaeda. En ese mismo párrafo, el opinólogo dice, precisamente contradiciendo su anterior afirmación, que “algunos países europeos y la propia oposición de Trump en Estados Unidos cuestionaron el asesinato del general iraní”. Obvio: lo hicieron porque era general de un ejército de un país miembro de la ONU y no un terrorista. Y luchó contra los terroristas mientras Hillary Clinton y Barack Obama los apoyaban. ¿O no sabía?
Podría seguir, porque hay otras pequeñas mentiras en este deplorable escrito -como en muchos de sus anteriores- que confirman, por enésima vez, que lo que muchos creen que es periodismo es solo una máquina de verter opiniones interesadas al servicio de los poderes dominantes. Bartolomé Mitre, fundador de la La Nación, quiso hacer de su periódico “una tribuna de doctrina”. Con el paso de los años, sus sucesores la degradaron hasta el punto de convertirla en una “tribuna de propaganda”. Desgraciado.
*atilio boro Es profesor de ciencia política en la Universidad de Buenos Aires.
Traducción: Fernando Lima das Neves
Publicado originalmente en el diario Página 12