por MOACYR SCLEAR*
Comentar el libro “El médico y sus interacciones” de Lilia Blima Schraiber
Cuando terminé la carrera de medicina, en el lejano año 1962, escuché la frase con la que se solía brindar a los egresados, frase que mezclaba agresividad y realismo: “Vas a dejar de ser un doctorando importante y convertirte en un doctorito de mierda”. ”. Y, de hecho, no estaba preparado para la medicina de la vida real.
En la Facultad había aprendido mucho: la ubicación anatómica de los órganos, su funcionamiento, las alteraciones que sufren en la enfermedad; Aprendí a utilizar medios de diagnóstico y tratamiento. Toda la enseñanza, sin embargo, procedía aparentemente del supuesto de que trabajaríamos en el mejor de los mundos posibles, celebrado por el Pangloss de Voltaire. El control de la realidad fue, por supuesto, brutal. Pero se puede entender, ya ese fin este libro hace una contribución muy importante.
Credenciales no le faltan al autor. Médico, especialista en Salud Pública y Planificación de la Salud, profesor de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la USP, Dr. Schraiber es actualmente miembro de pleno derecho de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz, los Derechos Humanos, la Democracia y la Tolerancia. También es editora de la revista Interfaz – Comunicación, Salud, Educacióny consultor científico de varias publicaciones.
“Busco distinguir analíticamente la medicina como conocimiento de la medicina como trabajo”, dice el autor en el prefacio. Distinción absolutamente crucial, como acabamos de ver. Y eso tiene raíces históricas, como es el caso de la propia medicina.
Se suele hablar (al menos en términos de cultura occidental) de una primera fase mágico-religiosa (la fase de los sacerdotes, hechiceros, chamanes), seguida de una segunda empírica (el hito aquí es la escuela hipocrática) y una tercero, que coincide con el advenimiento de la modernidad: es la fase científica, marcada por los estudios anatómicos y fisiológicos, el microscopio y la revolución pasteuriana, y luego por todos los fantásticos avances tecnológicos registrados desde finales del siglo XIX en adelante. a los cambios socioeconómicos. El autor se interesa por los recientes (y profundos) cambios en esta área ocurridos en Brasil, y que configuran dos tipos básicos de práctica profesional: “la medicina liberal y artesanal hasta la década de 19 y la medicina empresarial y tecnológica desde entonces”.
Aunque en el pasado los médicos incluso trabajaban como esclavos (en la antigua Roma), el liberalismo acabó convirtiéndose en la forma preferente de realizar su trabajo. Una libertad basada en el conocimiento: el médico sabe lo que tiene el paciente, sabe cómo tratar el problema, conoce la mejor forma de cuidar, y este conocimiento le da, o solía dar, poder y libertad de acción.
Pero, por otro lado, la medicina lidia con factores impredecibles, incluyendo y principalmente relacionados con el costo de la enfermedad: en la mayoría de los países, los gastos con asistencia médica crecen a un ritmo más rápido que la inflación, poniendo a las personas en una situación angustiosa. El Estado tuvo que intervenir, y el sector privado vio esto como un mercado arriesgado pero prometedor. Actualmente, en Brasil, sólo un pequeño número de médicos ejercen sus actividades en consultorios privados. La mayoría de los profesionales son asalariados en el sector público o trabajan para un seguro de salud.
¿Y cómo reaccionan los médicos ante esta situación? Esta es una pregunta interesante. Se podría responder a través de una de las encuestas habituales; pero Lilia Schraiber optó por otro modelo, el de la entrevista personal. Trabajó con dos grupos de médicos, uno mayor (inicio de la vida profesional entre 1930 y 1955) y otro más joven (inicio de la vida profesional entre 1980 y 1985), caracterizando así los dos períodos antes mencionados. Como las entrevistas eran largas, los grupos debían ser pequeños (17 médicos en total). Pero, y este es el razonamiento de este tipo de investigaciones, lo que se pierde en superficie se gana en profundidad.
Un testimonio individual, y esto es válido en el caso de los médicos, que tienen trayectorias muy parecidas, puede ser paradigmático, ejemplar. Además, como muestran las transcripciones (tres de cada grupo), las historias narradas rezuman autenticidad, que impresionan y en ocasiones conmueven al lector. Es la “cara oculta” de la práctica médica la que aparece entonces. Cara de queja: “Debería haber estudiado derecho”, lamenta el doctor Nelson, nacido en 1912 (no sin razón: el derecho, como muestra el propio libro, ha sido siempre una profesión más liberal que la medicina). Y matiza: “Los médicos clínicos, y creo que los especialistas también, no lo estamos haciendo muy bien, porque hay estos convenios que nos están obstaculizando. No solo el INPS, sino también estos convenios, donde ganamos una miseria. Usted está obligado a hacer funcionar esta clínica”.
El médico se encuentra entre el mar y la roca, muchas veces sirviendo de desahogo al inconformismo de la población. Dice la doctora Cristina: “Llegó el padre con el niño muerto. Y un colega que estaba allí, pediatra, dijo que estaba muerta. El padre estaba furioso porque el pediatra dijo que estaba muerta. 'Pero entonces' - dijo - 'ella murió aquí'. Tomó un palo, rompió la ventana de su auto”. Y es un día agotador: “Trabajo de 7:00 am a 23:00 pm”, dice el Dr. Bernardo. Un régimen agotador que generalmente no permite establecer una buena relación con el paciente. Por otro lado, los pacientes, cada vez más informados (TV, internet), requieren pruebas de alta tecnología que generalmente son costosas.
El autor concluye que se necesita una nueva transformación en la práctica médica. Esta vez no es científico ni tecnológico; está en la forma de ejercer la profesión, en la relación con el paciente. Es una discusión que recién comienza, pero que es urgente, y para eso el libro de Lilia B. Schraiber trae elementos importantes. La medicina está enferma, y son trabajos como este los que ayudarán a diagnosticar (parafraseando a Freud) “el malestar en la cultura médica”, proponiendo soluciones factibles y buenas para la población, para los profesionales y para la sociedad en general. .
* Moacyr Scliar (1937-2011) fue escritor y profesor de la Facultad de Medicina de la UFCSPA. Autor, entre otros libros, de mes de los perros traviesos (LP&M).
Publicado originalmente en Revista de reseñas no. 3 de julio de 2009
referencia
Lilia Blima Schraiber. El médico y sus interacciones: la crisis de los lazos de confianza. São Paulo, HUCITEC, 254 páginas.