por LUIZ MARQUÉS*
Comentarios del libro de Patrick Charaudeau
Em La manipulación de la verdad, Patrick Charaudeau afirma que “la posverdad produce contraverdad”. En Estados Unidos, en las elecciones de 2016, cuando se le preguntó sobre las cifras infladas de la “multitud” en la toma de posesión del candidato electo, la justificación amoral de la asesora de Trump fue que prefería “hechos alternativos”. Las técnicas fotográficas y audiovisuales borran las “verdades fácticas” y yuxtaponen información errónea. Para el profesor de la Universidad París XIII, la mentira alimenta la desvergüenza. El ciberespacio potencia controversias que tienen menos que ver con mentiras y, mucho más, con “todo es decible”. Hablar mierda ya no es un problema.
posverdad
Estamos en un tiempo de “palabras de maná, cuyo significado impactante, multiforme y fugaz da la ilusión de que con una determinada palabra se puede responder a cualquier cosa”, leemos en Roland Barthes por Roland Barthes. Actualmente, según la diccionario de Oxford, el lema mágico es pos-verdad. La posverdad cae dentro del rango de posmodernidad, posmarxismo, posliberalismo, posnacionalismo, poscolonialismo, posdemocracia y posrevolución. La inflación de posconceptos no implica mayor cuidado o precisión en el uso del lenguaje. Más bien implica caos.
La partícula “post” alude al momento siguiente, el posparto. En el postindustrial, una ruptura cualitativa con la pérdida de relevancia de los trabajadores fabriles en la historia. En la posmodernidad, un supuesto fin de las ideologías y el inicio de las tecnologías digitales en las relaciones sociales. En la posverdad, las apelaciones a creencias y emociones ganan protagonismo. Los hechos se convierten en “interpretación” (Nietzsche) o “narrativa” (Lyotard) y, en el léxico homofóbico, “mimimi” (la Cosa). Para la nueva vieja derecha, la ley que importa es la de un viejo axioma maquiavélico: “gobernar es hacer creer a la gente”. Las palabras se convierten en bandas elásticas que se tiran de un lado a otro por absoluta comodidad, hasta que se rompen.
Hannah Arendt, en Los orígenes del totalitarismo., destaca las disonancias cognitivas con la realidad desde la perspectiva de la concepción de “ideología” como “falsa conciencia”. El pensamiento ideológico sería independiente y desvinculado de la realidad; Yo consideraría lo fáctico como un artefacto; No distinguiría entre verdad y falsedad. Puedes tirarlo a tu antojo, según el cliente. Con suerte, los burros se convierten en alternativas de energía los domingos, en la televisión. Los medios de comunicación inventaron y monetizaron la “democracia de opinión”, ahora reproducida en las redes sociales como el juego donde “todo es posible” y “todo es divino y maravilloso”. Si no es cierto, son buenas noticias.
el señalero
La pasteurización de las mentes por los medios convencionales fue la mayor amenaza a la democracia en el siglo XX: hizo que los individuos fueran incapaces de pensar de forma autónoma frente al lenguaje vertical de los medios. Sin una ciudadanía informada, el Estado democrático de derecho no controla el ejercicio de la gobernanza. Sin transparencia republicana, no hay un seguimiento efectivo de los funcionarios del gobierno. La incertidumbre se confunde entonces con la impotencia para cambiar o denunciar a los tiranos. Con el imaginario colectivo vigilado por gran tecnología, Es peor en el siglo XXI.
La agenda de mistificación desorienta a la sociedad y obliga a los oponentes a gastar enormes energías en negaciones. Las redes fomentan la enemistad, intensifican la competencia y explotan el miedo en los seres humanos. El odio se propaga más rápido que la solidaridad, se cultiva intimidación, insulta, organiza violencia para masacres en las escuelas. “Hacer justicia” (sic) se ha convertido en un gran producto para impulsar las ventas entre miles de millones de usuarios de pantallas de celulares sedientos de sangre, de cancelación. Hay muchos vengadores en la esfera web.
La barbarie detrás de la pantalla de una computadora es más atractiva que la civilización. Por tanto, la victoria de Lula da Silva tuvo un carácter épico al derrotar al neofascismo, al espíritu de la época y a la máquina estatal. La resiliencia de los trabajadores que reciben salarios inversamente proporcionales a su memoria estaba del lado correcto: el futuro. Como en el cuento de Charles Dickens, el señalero, la pequeña burguesía necesita aprender de los pobres: “¡Oye, tú allá abajo!”
Buen negocio
El odio es un buen negocio. No sorprende que la cinematografía de Hollywood reemplace los romances con dramas de Tarantine, que terminan en tortura y muerte. Encaja con el neoliberalismo, donde los débiles no tienen lugar y los fuertes no tienen empatía; circunstancia que lleva a ambos a consumir fórmulas de autoayuda disponibles en el comercio minorista. Con iluminación en blanco y negro, la truculencia no requiere guiones y el público disfruta de la catarsis durante las sesiones. Los cafajestes son actores con subtítulos en inglés; Los ladrones de joyas tienen grietas en portugués. Para entenderlo es necesario situar las películas en su entorno, como se indica para las esculturas al aire libre.
La “cultura del enemigo” está en el alma de las clases dominantes, lo que inspira el eterno enfrentamiento entre el libre mercado y la democracia. La metáfora del mundo dividido en un 1% de ciudadanos y no 99% subciudadanos, sellar la distopía neoliberal y rescatar la verdad objetiva perdida en los laberintos de internet. Por cierto, la imagen mercantil de Donald Trump en la foto de la prisión es magnífica; Pablo Escobar sonríe. ¿Cómo se retratará la Cosa tras el arresto? Al fondo, yacen Cancelier, Marielle, Bruno, Paulo Gustavo y otras 700 mil víctimas. Las placas tectónicas se están moviendo. Con dificultad, la democracia supo defenderse; ¿Sabrás conquistar?
Patrick Charaudeau no tiene el optimismo de los ilusionistas. Se puede comprobar en la dedicatoria del libro: “A mis nietos, presentes y futuros, por navegar entre vientos contrarios”. Sin temer al ciclón capitalino, el abuelo octogenario enseña a las nuevas generaciones a manejar las velas del barco con el arma de la crítica, a asumir la condición de sujetos de la historia. La verdad produce la contramentira; la lucha produce conciencia. El volante navega por mares agitados.
*Luiz Marquéss es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
referencia
Patricio Charaudeau. La manipulación de la verdad: del triunfo de la negación a las sombras de la posverdad. São Paulo, Editora Contexto, 2022, 192 páginas. [https://amzn.to/3SuvLTz]
la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR