por JOSÉ BENTO CAMASSA*
Comentario al cuento de Ricardo Piglia
El develamiento de un crimen es un elemento crucial en las narrativas policiales, en torno al cual se desarrolla la trama investigativa y su clímax. Sin embargo, “Una loca y el informe del crimen”, del argentino Ricardo Piglia, va más allá. Si bien es breve –de apenas siete páginas–, la novela policiaca logra reflexionar sobre el cuestionamiento de una realidad pasada a partir de datos presentes y discutir, de manera metalingüística, la relación entre la interpretación del mundo y la escritura literaria.
El cuento se divide en dos partes, ambas narradas en tercera persona. La primera presenta la historia de Larry, una camarera de cabaret que vivía desde hacía unos días con Antúnez, un viejo y manso cliente que les había pedido vivir juntos. Larry es el objetivo de Almada, un hombre agresivo que la humilló para que ella le obedeciera -se entiende que tuvo alguna relación previa con la mujer-. Así, podría satisfacer su deseo de emigrar a Panamá o Ecuador. En esta primera parte, se describe un diálogo entre Almada y una persona sin hogar con trastornos mentales, quien se identificó como Echevarne Angélica Inés, en el vestíbulo de la discoteca donde trabajaba Larry.
En la segunda sección, se informa que Larry fue asesinado; al final de la primera, un mensaje que le deja a Antúnez sugiere que Almada la había amenazado de muerte. El foco de la historia deja de ser la mujer y pasa a ser la investigación criminal de su asesinato y feminicidio, del cual la mujer sin hogar es la única testigo. Nuevos personajes entran en escena. Entre ellos, el principal es Emilio Renzi,[i] lingüista que trabajaba en el periódico El Mundo y que fue asignado por su jefe, Luna, para cubrir la presentación ante la policía local del sospechoso del crimen, Antúnez, y el testimonio de Echevarne. A diferencia del otro periodista presente, Rinaldi, Renzi sospecha que Antúnez no es el culpable y trata de entender el sentido del testimonio de Echevarne, que al parecer consistió en una serie de frases inconexas y ajenas a la investigación.
Sin embargo, Emilio creía que la mujer intentaba transmitir, aún bajo la supuesta locura, su versión del crimen. Apoyándose en sus conocimientos de Lingüística, logra identificar una estructura de repetición en los delirios del testigo y percibe que los términos que no encajan en ese molde forman una oración, que informa que Almada había matado a la camarera. Como no creía en esta deducción y temía represalias de la policía, el superior de Renzi impidió que se publicara el descubrimiento. Frustrado, el periodista intenta escribir una renuncia y una carta al juez de la causa, pero termina escribiendo un texto que corresponde, exactamente, a las primeras líneas de la primera parte del cuento escrito por Ricardo Piglia.[ii]
En la segunda parte del cuento, el primer paso para que Renzi pueda deducir la versión de Echevarne de su monólogo es validar su discurso y tratar de entenderlo. Puede decirse que este reconocimiento se debe a su formación en Lingüística, lo que le permitiría intentar extraer el mensaje sobre el crimen en medio de una declaración aparentemente inconexa. Sin embargo, otro factor de esta actitud es el hecho de que Renzi no está acostumbrado y no está de acuerdo con ciertas prácticas del periodismo policial,[iii] simbolizado por el comportamiento de Rinaldi y Luna.
El primero ostenta tal experiencia en el área que tenía la certeza de que Antúnez era el culpable del homicidio, ya que, según él, todos los delincuentes supuestamente tenían “cara de gato cabreado, (…) siempre parecen contar la verdad” (p. 121), y desconociendo el pronunciamiento de Echevarne, calificándolo de mera expresión de locura. Luna, por su parte, se muestra escéptica sobre el desciframiento lingüístico de la versión del testigo y renunció con la condena del acusado, la muerte de la víctima y la subordinación a la versión oficial del caso: “(…) Yo sé una cosa: nosotras no No tienes que arreglar la confusión con la policía. Si dicen que fue la Virgen María quien lo mató, escribes que fue la Virgen María quien lo mató” (p. 124).
Así, el inconformismo y el no prejuicio sobre la “locura” de Echevarne y la posibilidad de que ella aporte pistas sobre el crimen son el punto de partida para que Renzi pueda descifrarlo. Es un deseo de un doble desciframiento: el del informe y, a través de él, el del homicidio.[iv] A partir de ahí, Renzi registra el discurso del declarante y está dispuesto a estudiarlo palabra por palabra. Solo en estas condiciones la aplicación de sus conocimientos lingüísticos le permite descifrar el mensaje de Inés sobre el crimen.
Este procedimiento guarda gran semejanza con los del llamado “paradigma evidencial”, un método de análisis común a varias áreas –desde la Medicina hasta la Pintura– que se guía no por la verificación de las características macroscópicas de un objeto de estudio, sino de sus detalles descuidados (GINZBURG, 2011, p. 144).[V] En “Aluna…”, si el lingüista se conformara con etiquetar a alguien con un trastorno psiquiátrico, ignorando la complejidad y los detalles del enunciado de Inés, nunca tendría acceso a su versión del crimen.
Así, el cuento sugiere que los análisis basados en evidencia están lejos de ser involuntarios.[VI] Para hacerlos, el sujeto cognoscitivo debe optar deliberadamente por examinar su objeto de estudio con cuidado y profundidad. Como señala Carlo Ginzburg, la exégesis probatoria no es neutral, en la medida en que tampoco lo es su objeto de análisis: “[n]o hay textos neutrales: incluso un inventario notarial implica un código, que tenemos que descifrar. “Todo discurso citado”, como observa Jakobson, “es hecho propio y remodelado por el que cita” (GINZBURG, 2007, p. 247).
Así, puede decirse que el investigador que realiza un análisis probatorio está lejos de ser, en la expresión de Hegel, “pasivo en su pensamiento”, cuando detecta las minucias de lo que estudia y las reorganiza para un fin determinado, el de comprender. de su objeto. En el cuento, vemos el considerable esfuerzo de Renzi en “remodelar” la afirmación para aprehender su significado: dedicó tres horas a descifrar y subrayar la transcripción del monólogo con “lápices de diferentes colores y llenos de marcas y números” (PIGLIA, 1989, pág. 122). El compromiso del personaje y su sentido de responsabilidad -al querer publicar la revelación del testimonio de Inés para ayudar a la defensa de Antúnez- contrasta con el desenfreno de los otros dos periodistas. Su actitud se puede resumir en la recomendación de Luna, dicha en “dulce paz” (p. 124), para que Renzi no se involucre.
Renzi definitivamente no sigue esta pauta. Rechaza ser desvinculado de la causa penal y se mantiene firmemente convencido de su análisis de la declaración de Inés. Ante la imposibilidad de publicar su desciframiento, acaba poniéndose a escribir una obra literaria, que se supone que es el comienzo de la primera parte de “La loca…”. Hay aquí una firme relación entre el acto de interpretar emprendido por Renzi y su decisión de escribir literatura.
Revisando el primer fragmento de la historia, se nota que presenta a los cuatro personajes involucrados en el crimen tratado en la segunda parte y toda su trama se ajusta al hecho de que Inés pudo haber sido testigo del asesinato y a la tesis de que Almada estuvo en hecho el autor del crimen crimen - su ira hacia la camarera implicaría el hecho. Por tanto, desde la perspectiva de la escritura de Renzi, el contenido de la primera parte del cuento funciona como un relleno ficcional de los vacíos de una interpretación que él cree cierta: la culpabilidad de Almada y la inocencia de Antúnez. ¿Cuál sería la razón de este procedimiento ficcionalizador?
Primero, quizás sirva como respuesta la pregunta del semiólogo Umberto Eco: “Si los mundos ficticios son tan cómodos, ¿por qué no tratar de leer el mundo real como si fuera una obra de ficción?”. (ECO, 2006, p. 123). En el cuento de Ricardo Piglia, si el lingüista se atreve a interpretar el discurso de Echevarne, planteamos la hipótesis de que igualmente se atrevería a imaginar y dotarlo de una narrativa adecuada, un nexo plausible. En este sentido, leer el mundo real como ficcional sería una extensión de la interpretación del mundo tangible. Más: la ficción sería un espacio en el que se puede sustentar una determinada visión de la realidad, mientras que la propia realidad podría ofrecer obstáculos a la expresión de un punto de vista, como la resistencia a la publicación de la decodificación de Renzi.
Por otro lado, Umberto Eco también afirma que en los relatos de ficción “buscamos una fórmula para dar sentido a nuestra existencia” (p. 145). De esta forma, la escritura ficcional no sería un escapismo desvinculado de la realidad, sino un medio para resignificarla. El personaje de Renzi, descrito como melancólico y disgustado -rasgo reforzado por su deseo de resignación-, también puede buscar un sentido para su propia existencia al escribir, como el escenario descrito al final de la historia, en el que las luces de la ciudad, como se resquebraja en medio de la oscuridad, metaforizan alguna esperanza (PIGLIA, 1989, p. 124).[Vii]. Sin embargo, es cierto: Renzi no se negaría a interpretar la realidad, ni siquiera en nombre de la comodidad.[Viii]
* José Bento Camasa Es estudiante de maestría y doctorado en Historia Social en la USP..
Referencias
Eco, Umberto. Seis paseos por los bosques de la ficción. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.
Ginzburg, Carlo. El hilo y las huellas. Verdadero, falso, ficticio. São Paulo: Companhia das Letras, 2007.
GINZBURG, Carlo. mitos, Emblemas, Signos. Morfología e Historia. São Paulo: Companhia das Letras, 2011.
LEVÍ, Giovanni. “Sobre la Microhistoria”. In: BURKE, Peter (org.). la escritura de la historia: nuevas perspectivas. São Paulo: Editora UNESP, 1992.
PEREIRA, Gustavo Freitas. La teoría de la historia de RG Collingwood: formación, recepción y principales argumentos. 2011. Tesis (Doctorado en Historia Social) – Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas, Universidad de São Paulo, 2011.
PIGLIA, Ricardo. “La loca y el informe del crimen”. In: Cadena perpetua. São Paulo: Iluminuras, 1989, págs. 115-124.
PIGLIA, Richard. formas breves. São Paulo: Companhia das Letras, 2001.
Notas
[i] Renzi es un personaje en varias obras de Piglia y alter ego por el autor – cuyo nombre completo es Ricardo Emilio Piglia Renzi. Piglia es autora de la trilogía de Diarios de Emilio Renzi – Años de formación, los años felices e un dia en la vida – Publicado en Brasil por Editora Hoje.
[ii] La intersección de las dos secciones es una ventaja del texto, que está en línea con la teorización de Piglia sobre el género del cuento, en el que “[una] historia visible esconde una historia secreta, narrada de manera elíptica y fragmentada. El efecto de sorpresa se produce cuando aparece el final de la historia secreta” (PIGLIA, 2001, p. 90). En este caso, la historia secreta es la sugerencia de la autoría metalingüística de Renzi de la primera parte del cuento.
[iii] Y el periodismo en su conjunto, ya que Renzi escribía reseñas para el diario sólo para “ganarse la vida”, sin la menor excitación.
[iv] En un tercer y más amplio nivel, otro desciframiento previsto por Renzi y al que convergen los de la palabra y el crimen es el de la realidad. Al fin y al cabo, el ejercicio del periodismo consiste en la elaboración de reportajes representativos e interpretativos de lo real –sugerentemente, el periódico del cuento se llama El Mundo
[V] Según el historiador de arte alemán Aby Warburg, citado por Ginzburg, “Dios está en los detalles” (GINZBURG, 2007, p. 269).
[VI] La interpretación probatoria es también un tema importante para la metodología del conocimiento histórico. Esto sucede indirectamente (GINZBURG, 2011, pp. 170-175), mediado por fuentes que permiten el estudio de fenómenos pasados a partir de la crítica de un investigador. Por tanto, no es casualidad que el británico RG Collingwood (cf. PEREIRA, 2011) equiparara el oficio de historiador con el de detective. La rama de la Micro-Historia, en especial, se interesa por los detalles, ya que estudia los fenómenos históricos a través de escalas de observación reducidas (LEVI, 1992).
[Vii] Es interesante notar que el final de “A Louza…” trata el tema de encontrar sentido de dos maneras. En cuanto al texto, el final explica la búsqueda de sentido de la existencia a través de la escritura del personaje Renzi y, en cuanto a la lectura, permite al lector construir una comprensión lectora de las dos partes que el texto integra como un conjunto cohesionado. A través del párrafo final de la parte II, el lector puede interpretar que Renzi es el autor metalingüístico de la parte I, estableciendo así una conexión entre los dos extractos. Análogamente a esta característica del cuento, Piglia defiende en un ensayo: “[los] finales son formas de encontrar sentido en la experiencia. Sin finitud no hay verdad (…)” (PIGLIA, 2001, p. 100). “El loco…” encaja perfectamente en esta ubicación. El hecho de que Emilio Renzi sea alter ego de Piglia corrobora la compatibilidad entre la tesis del escritor sobre el papel de los finales en la literatura y el desenlace que se construye en el cuento.
[Viii] Este texto fue originalmente preparado como actividad evaluativa para una edición del curso Historia de América Independiente II, en la graduación en Historia de la USP, impartido por el profesor Júlio Pimentel Pinto, a quien agradezco la lectura y las sugerencias.
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