por GÉNERO TARSO*
Una lección importante que debemos aprender de este episodio histórico es que Javier Milei ganó porque se comportó como un revolucionario.
Javier Milei –profético, enfermo y mítico– reinventa la Argentina entre la cruda decadencia de un peronismo sin presente y un ultraliberalismo sin futuro. En ese estrecho espacio de la historia, señala a la nación los intermediarios que vivieron en su cabeza, desde el principio, sin que él se diera cuenta de que existían, pues sólo los veía como espectros proyectados por la mecánica de su anarquía mental: Mauricio Macri. y Patrícia Burich se van, si pueden -con hierro y fuego- gobernar un país de expatriados en su historia.
Una lección importante que se puede aprender de este episodio histórico, además de las otras lecciones convencionales que se están dando en el campo democrático y especialmente en la izquierda, es que Javier Milei ganó porque se comportó como un revolucionario, ya tácticamente denominado como “libertario”. ” por los grandes medios de comunicación, que siguen mostrándole –incluso atacándolo– una admiración explícita por haber derrotado a una izquierda insulsa y sin proyecto.
Desplazados de su destino imaginario, los argentinos votaron por quienes decían creer que recibir consejos de “perros muertos” era una sana originalidad y que Argentina era “la gran potencia mundial del siglo pasado”. Muere Argentina y se recrea el surrealismo posmoderno en una nación donde su principal líder del siglo pasado –Juan Domingo Perón– comandaba, a su derecha, la Triple A, que encabezó asesinatos masivos y, a su izquierda, guió a sus fracciones más fieles. a entregar a sus luchadores a cementerios sin domicilio, con el nombramiento de Izabelita -como su segunda- sabiendo que iba a morir pronto. El peronismo fue la formación caudillesca de carácter socialdemócrata que llevó a la Argentina a un nivel social superior al de los principales países de América, especialmente favorecidos por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial.
Si Jorge Luis Borges vivió y escribió después de Javier Milei, podría decir de él lo que su discípulo y socio Adolfo Bioy Casares puso en boca de su personaje, prófugo de la telenovela. El invento de Morel, después de que él –el fugitivo– aterrizara en la isla inventada por el autor. En la narración, los personajes de la isla –observados por el fugitivo– son sólo proyecciones: imágenes provenientes de una mecánica diseñada para crear ilusiones.
Y él, el fugitivo, es un paranoico que piensa que, cuando “intelectos menos toscos se ocupen de su invención, el hombre elegirá un lugar apartado y agradable, reunirá a las personas más queridas y permanecerá en un paraíso íntimo”. En la imaginación del fugitivo, es una sociedad de grupos separados, cada uno de los cuales vive su propia socialidad y forma un todo, cuya relación humana consentida prescinde de cualquier vínculo con alguien fuera de la convención de los grupos aislados.
El fugitivo, entonces encantado por una mujer ficticia, que es también una mera “proyección” de la máquina de ilusión de Morel, sufre una paranoia persecutoria y llega a sospechar que la mujer amada no existe. Al igual que el perro-parapsicólogo muerto que asesora a Javier Milei, la falsa visión del prófugo es un intento de anclarse en la vida real, lo que le da fuerzas para persistir y así no rechazar del todo lo que eventualmente podría ser un espejismo, pero también podría ser real. . .
La socialdemocracia “implica la responsabilidad del Estado para garantizar el bienestar básico de los ciudadanos” y la visión ultraliberal o neoliberal –según el estadio en el que se encuentren las reformas– dice que la anarquía de mercado es la situación que genera hombres y mujeres fuertes para construir y disfrutar de lo básico para una vida digna y que el Estado sólo se interponga en el camino: es una máquina de corrupción y burocracia para proteger a los débiles y vagos.
El atractivo de líderes fascistas o protofascistas más (o menos) insalubres es ciertamente más fuerte a la hora de movilizar a la gente que las propuestas socialdemócratas en declive político. Ese atractivo es más fuerte porque la posibilidad reside en la potencial inmediatez de la respuesta que el autoritarismo ofrece a cada sujeto: los pobres y los miserables se engañan pensando que pueden entrar rápidamente en el mundo del consumo; si la corrupción termina, los medios de comunicación están llamados a compartir en un futuro próximo con los ricos porque todo el mundo puede ser emprendedor -lo que "vale la pena su esfuerzo"- y los ricos apoyan a cualquier aventurero que prometa "bajar impuestos" y bloquear manifestaciones -sindicales o políticas- que obstaculicen sus negocios. El valor de la democracia es el valor de la libertad y la remota posibilidad de la igualdad, pero sus estructuras de poder en el Estado no se han renovado esencialmente en los 200 años de su duración.
Cito tres aspectos de la vida cotidiana que configuran la crisis política de la democracia moderna, que generan condiciones favorables para el ascenso del fascismo y la precariedad de la democracia política: la fragilidad de la seguridad pública, que implica una reducción en la calidad de vida de los masas populares y que hace más “saturada” la vida de los jóvenes, por tanto, una vida de guetización rodeada de la cultura deformadora de redes “profundas” y de acoso por parte del crimen organizado, que los separan de los bienes culturales y educativos más universales y que fusionar a ricos y pobres en un mismo universo comercial ilusorio; la segregación territorial y la gentrificación, en las grandes regiones metropolitanas, donde se crean ofertas criminales para “ganar en la vida” rápidamente y compartir falsamente el consumismo anárquico del capitalismo desenfrenado, dentro y fuera de la ley; la concentración del ingreso y sus consecuencias en la subjetividad popular por el brutal contraste entre ricos y pobres.
Celi Pinto en su hermoso libro Tiempo y recuerdos – la vida de las mujeres, menciona Paul Ricoeur “que nos habla de un tiempo anónimo, que se encuentra a medio camino entre el tiempo privado y el tiempo público”, cuya separación e integración en la memoria forman una totalidad viva. Crean en el individuo su particular manera de vivir estos dos tiempos en uno: a través de la memoria. Creo que debemos preguntarnos, si queremos impulsar una vez más al mundo en la dirección de la Igualdad, la República y la Libertad, si el tiempo dominante de este ciclo histórico no ha creado en la memoria –no en la colectiva, sino en la memoria de individuos aislados: una tumba para el tiempo público.
Esto puede haber sucedido, ya que toda la vida actual es la sublimación histérica del presente, centrada en la única realidad universal: el mercado palpitante y el consumo manipulado. Si esto es cierto, la lucha será más difícil de lo que uno piensa, ya que el fugitivo de Bioy Casares –junto a los perros asesores de Javier Milei– habrá vencido: y todos serán espectros ilusorios eternizados en una isla Morel.
* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía). https://amzn.to/3ReRb6I
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