por FLAVIO AGUIAR*
Los criterios ambiguos de Transparencia Internacional y sus vínculos sospechosos con la Operación Lava Jato
El incomprensible descenso de Brasil en el Índice Anticorrupción de la ONG Transparencia Internacional ha suscitado una serie de críticas sobre su Sección Brasil, con los sospechosos vínculos de sus antepasados con las indecorosas actividades de la Operación Lava Jato y sus proyecciones de beneficios económicos para formar una Fundación. basado en iniciativas del exfiscal Deltan Dallagnol.
Este artículo de revista Carta Capital, de Ana Flávia Gussen, publicado el 13/03/2021, resume la serie de acusaciones formuladas contra la ONG y el fiscal principal de Lava Jato, reproduciendo incluso una carta en la que TI Brasil las niega, diciendo “perseguidos”. Estas acusaciones contra la Sección Brasil tuvieron amplia repercusión internacional.
Por otra parte, por supuesto, la caída de Brasil en el Índice fue notada y bienvenida por los enemigos tradicionales del gobierno encabezado por el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, como El Globo y el ex juez Sérgio Moro.
Pero no es sólo la Sección Brasileña de TI la que está bajo sospecha. Una serie de acusaciones, sospechas y críticas rodean también a la sede de la organización, fundada en 1993 por ex altos funcionarios del Banco Mundial, con sede en Berlín, Alemania.
Entre sus numerosos servicios y diversas publicaciones, la ONG publica un “Barómetro Global de la Corrupción” y su “Índice de Percepción de la Corrupción”.
El “Barómetro” publica los resultados de una amplia encuesta de opinión, realizada en decenas de países, en la que se plantean preguntas como “si el encuestado pagó algún tipo de soborno durante el año examinado” a alguna autoridad pública de su país. Se considera la investigación y consecuente publicación “popular” de la ONG.
El “Índice” publica los resultados de consultas realizadas a “expertos” y “empresarios” (es decir, personas del sector empresarial) y ONG locales o regionales sobre corrupción en organismos públicos, a nivel mundial, estableciendo una clasificación de estos países analizados.
Las críticas comienzan con la metodología y el universo de la investigación. En ambos casos, el blanco de estas críticas apunta a la subjetividad de las evaluaciones, a pesar del cuidado puesto en la investigación, buscando garantizar una cierta pluralidad de puntos de vista.
Pero hay más. Una de las críticas más amplias a estos procedimientos señala que el universo investigado se limita al análisis del sector público, excluyendo al sector privado. Se alega, por ejemplo, que el escándalo de Lehman Brothers en 2008, cuya quiebra fue provocada por una especulación indebida en torno a las hipotecas inmobiliarias, no influyó en la valoración de Estados Unidos. Ni siquiera la manipulación llevada a cabo en 2011 por los bancos ingleses de los llamados “Libor”, los índices financieros del mercado de capitales, tuvo influencia en la valoración del Reino Unido.
Comparando las situaciones, sería como si el escándalo de Lojas Americanas en Brasil no tuviera influencia alguna en la evaluación de nuestro país. O que las acusaciones de blanqueo de capitales o tránsito de capitales a paraísos fiscales para eludir los ingresos federales, prácticas habituales en el sistema bancario de varios países considerados “graves” y bien situados en el Índice (Inglaterra, Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, Suiza, entre otros) otros) no deberían tener ninguna influencia en sus respectivas valoraciones.
Otra cuestión que se plantea es la forma en que se elaboran los informes, en función de valoraciones realizadas por agentes repartidos por todo el planeta, que tienen sus propios criterios locales y regionales.
Hay acusaciones de que la ONG recibió financiación de empresas denunciadas por prácticas corruptas. El caso más sonado es el de la empresa alemana Siemens, acusada confesada de tales prácticas ilegales en relación con al menos diez países, entre ellos el “problema” Israel y Noruega. Donó 3 millones de dólares a la ONG central en 2014, además de hacer otras donaciones a varios capítulos locales, como parte de un esfuerzo por “limpiar” su reputación tras las acusaciones de que había sido atacada.
Desde un punto de vista político stricto sensu El caso más complicado para la ONG ocurrió en 2013. En la reunión anual de las secciones alemana e irlandesa, presentaron una moción pidiéndole que se pronunciara a favor de desestimar los cargos contra Edward Snowden, el denunciante quien expuso esquemas de espionaje por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses en todo el mundo. Sin embargo, la presión de la Sección de Estados Unidos hizo que cualquier mención al caso fuera eliminada del comunicado final.
Debido a irregularidades en sus prácticas, la Sección norteamericana fue desacreditada en 2017, restableciéndose en 2020. Lo mismo ya había sucedido con relación a la Sección croata en 2015.
Por último, cabe mencionar que existen acusaciones, señaladas por ejemplo en el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung de abusos cometidos por directores de ONG hacia empleados y empleadas.
Todos los datos aquí mencionados se pueden encontrar consultando la entrada de Wikipedia (al menos en inglés) sobre la ONG y en las fuentes allí citadas.
En 2016, TI otorgó su premio anual por combatir la corrupción a la Operación Lava Jato en Brasil. El ex fiscal Deltan Dallagnol vino a Berlín para recibir el premio con gran pompa, siendo recibido con una alfombra roja y otros honores.
En aquella ocasión, gracias a un amigo en común, pude reunirme en Berlín con uno de los directores del sector latinoamericano de la organización central. Le advertí de las controversias en torno a la Operación. Honestamente, me referí al hecho de que en Brasil había: 1. Entusiastas de la operación, generalmente conservadores, anti-PT, partidarios de la oposición a los gobiernos de izquierda; 2. los escépticos, es decir, los que pensaban que todo era “mucho ruido” que no conduciría a nada; 3. críticos moderados, que pensaban que la Operación cometió una serie de irregularidades, pero que era “la mejor que hubo”; 4. los incrédulos, que, como yo, vieron en ella una gran conspiración de lawfare derrocar el gobierno de izquierda, perseguir a los dirigentes del PT y otros, incluido el entonces ex presidente Lula, desmoralizar a Petrobras y a las constructoras brasileñas que competían con las norteamericanas, cometiendo los fiscales y el juez Sérgio Moro una serie de delitos judiciales de todo tipo. suerte. El responsable de TI quedó algo impresionado por lo que le decía, pero se fue por la tangente y dijo que optó por la versión número 3: si había problemas, era “la mejor que había”.
Cuando las acusaciones contra Lava Jato crecieron de manera comprobada y completa, yo y algunos amigos más enviamos mensajes a la ONG exigiendo una postura y argumentando por la suspensión de ese nefasto y nefasto premio. Recibimos algunas respuestas evasivas y eso fue todo. Como dije en otra ocasión, el resto fue silencio. Un silencio ensordecedor.
* Flavio Aguiar, periodista y escritor, es profesor jubilado de literatura brasileña en la USP. Autor, entre otros libros, de Crónicas del mundo al revés (boitempo). Elhttps://amzn.to/48UDikx]
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