La información perfecta

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por RENATO ORTIZ*

En el sistema de comunicación que nos rodea es necesario que todo circule lo más rápido posible, la velocidad es un imperativo categórico

Marx decía que el destino de las mercancías debía regirse por la idea de equivalente universal: los objetos, independientemente de sus cualidades intrínsecas, reducidos a un mismo denominador común, el capital, podían intercambiarse libremente entre sí. Hay algo de esto en el mundo de la información. Se ha convertido en una especie de equivalente universal, el contenido es secundario frente a las exigencias de la circulación.

La buena información es aquella que circula a través de un amplio sistema de comunicación. En cierto modo, se cumplió la profecía de Norbert Wiener, con su teoría matemática de la comunicación: si todo es información, importa el flujo que la transmite, la acumulación de datos se convierte así en una cualidad. Un buen ejemplo son las redes sociales. La pantalla del móvil revela la disparidad del mundo: las escobas húmedas en el lavadero de una casa, la foto de un palestino herido en el capó de un vehículo de guerra o un perfume Chanel, la cirugía de nariz de un desconocido, la noticias de las peleas de pareja de una celebridad desconocida, el mensaje de ayuda para un hijo con una grave enfermedad, el vivir de Caetano Veloso en celebración de su octogésimo cumpleaños.

El volumen de información presentada es evidencia de la veracidad de lo que se pretende expresar. La lista de acontecimientos es interminable, se pierden en el horizonte, son innumerables; el infinito fascina, quizás despierta un sentimiento de comodidad en relación a la finitud de la vida.

Sin embargo, el sistema comunicativo que nos rodea exige algo más que eso, es necesario que todo circule lo más rápido posible, la velocidad es un imperativo categórico. La validez de un hecho no se restringe a sí mismo, es necesario que la percepción de su existencia se dé dentro de un intervalo de tiempo mínimo entre lo ocurrido y lo informado. Lo ideal es que el lapso de tiempo sea imperceptible, lo que importa es lo verdaderamente actual: la fotografía de la hamburguesa que como y envío a mis amigos en las redes sociales; las últimas novedades de los informativos de televisión; el mensaje que recibí y debo responder inmediatamente vía whatsapp, etc. La velocidad y el volumen son cualidades esenciales de lo contemporáneo, de la superposición de diferentes épocas.

El sitio web del periódico. The Guardian es sugerente en este sentido. En él, la noticia se presenta con el tiempo de pantalla, el momento en el que subir estaba hecho. Críticas a Trump: hace 1 hora; muerte del astronauta del Apolo 8: hace 10 horas; análisis histórico de la guerra en Ucrania en comparación con 1938: hace 7 horas; confusión en frontera de Tijuana: hace 27 minutos; Israel destruye el 80% de las escuelas en Gaza: hace 2 horas; Crítica del vicepresidente de Estados Unidos a Trump: hace 1 minuto. La información es precisa e inofensiva.

Sería una tontería discutir sobre la relevancia de leer un artículo histórico sobre la guerra en Ucrania teniendo en cuenta el tiempo que pasamos frente a la pantalla; o ser informado de la muerte de un astronauta, cuya hora de muerte no ha sido determinada, varias horas o segundos después. La ilusión es que la agudeza de la información puede captarse según una escala temporal que variaría de cero a calendas. Cero implica simultaneidad entre la realización del evento y su difusión efectiva en el ámbito público, cuando coincidirían realidad y excelencia periodística. La simultaneidad entre la existencia de un acontecimiento y su difusión se traduciría en el encuentro de momentos separados.

Pero es posible imaginar otra alternativa para comprender la disincronía entre información y realidad. el periódico Le Monde Representa bien este deseo de buscar la perfección, no llegaría al cero al que me refería. Cada ejemplar se publica con la fecha del día siguiente: “Lunes" aparece en el título como "Martes";"Martes" como "Miércoles", pronto. La fecha de publicación está adelantada un día, el periódico no se publica los domingos. Bajo cero significa la materialización del sueño de la historia ideal, como en un oráculo sería posible prever el mañana.

* Renato Ortíz Es profesor del Departamento de Sociología de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de El universo del lujo (Alameda). Elhttps://amzn.to/3XopStv]

Publicado originalmente en Blog de BVPS.


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