La ignorancia contra María Rita Kehl

Imagen: Niki Nagy
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por PAULO CAPEL NARVAI*

Todos los abuelos de los nacidos en el siglo XX eran eugenistas, incluidos los abuelos de los acusadores del abuelo de Maria Rita Kehl, como lo fueron todos hace 100 años, incluidos los rusos, los alemanes y los estadounidenses.

Me gustaría señalar, inicialmente, que la ignorancia mencionada en el título no tiene la connotación de insulto. Me refiero únicamente a la falta de conocimiento, que conduce tanto al negacionismo científico, tan caro al pensamiento conservador, como al mecanismo positivista que se cobra víctimas dentro del pensamiento que se pretende “de izquierda”. En esta línea, me gustaría señalar mi desconocimiento sobre diversas áreas del conocimiento, pues aprendí desde pequeña que nadie lo sabe todo y que siempre hay espacio para aprender algo.

“El conocimiento no ocupa espacio” – me animó mi madre. Pero tampoco hablo de temas que ignoro. En este artículo, que trata del episodio actual que afecta a la psicoanalista María Rita Kehl, abordaré el argumento eugenésico, lanzado como una granada a la cabeza de la autora. Además de abyecto, el argumento es producto de una estupidez colosal, pues tiene su origen en un error elemental, como trato de demostrar en este artículo.

Para entender

En el artículo titulado ¡Lugar de 'cállate'!, publicado el 10/8/2020, en el sitio web la tierra es redondaMaria Rita Kehl afirmó que el movimiento identitario es un “nicho narcisista”, ya que sus activistas asumen que sólo ellos pueden hablar sobre temas relacionados con él. En el artículo, la autora reconoce la relevancia de estos movimientos y las políticas identitarias derivadas de estas luchas, que describe como “recursos esenciales para imponer respeto, exigir reparaciones por todos los crímenes de racismo, así como luchar (¡todavía!) por la igualdad de derechos”, afirmando que aborrece “toda forma de discriminación basada en el color de la piel, el país de origen, la fe religiosa o las diferencias en las prácticas culturales”.

Ella pregunta: “¿Qué sería de la democracia si a cada uno de nosotros sólo se le permitiera expresarse sobre cuestiones que conciernen a su experiencia personal? ¿Qué sería del debate público?

Para Maria Rita Kehl, el lugar de la palabra detendría, según algunos aspectos del movimiento identitario, una especie de monopolio del discurso sobre cuestiones identitarias, dejando a quienes hablan desde otro lugar no hablar, sino permanecer en silencio. En otras palabras, para aquellos que no tienen un lugar para hablar debido a su inserción identitaria, el “lugar para callar” corresponde a una prohibición de voz, resultando, por tanto, en lo que se ha llamado “cancelación”, en las redes sociales y en instancias de debates sobre problemas y cuestiones relacionadas con estos segmentos sociales.

En el artículo mencionado, Maria Rita Kehl hace consideraciones sobre el debate entre sectores del Movimiento Negro Unificado (MNU) y Lilian Schwarcz a propósito de la película Negro es rey, protagonizada por la cantante Beyoncé, que ambienta la historia shakespeariana de Hamlet en algún lugar del continente africano. Lilian Schwarcz, historiadora y antropóloga, elegida en marzo de 2024 como inmortal por la Academia Brasileña de Letras, reconocida como una de las principales historiadoras del movimiento negro brasileño, publicó artículo En el periódico FSP reconociendo las cualidades de la producción, pero afirmando que la película “comete el error de glamorizar la negritud con el estampado de leopardo” y recurre a imágenes “tan estereotipadas” y crea “una África caricaturizada perdida en la época de las sabanas aisladas”.

Afirmando que hubo un error cometido contra Lilian Schwarcz lluvia de críticas cuestionando tu lugar de habla. “Cancelado” en las redes sociales, Schwarcz publicó: “Realmente respeto el trabajo de Beyoncé. Os pido que leáis el texto completo, que es mucho más elogioso que crítico. Cada texto puede tener múltiples lecturas. Sin embargo, pido disculpas a aquellos a quienes he ofendido. No quise decir eso. Respeto mucho el diálogo y aprendo de él. Agradecido."

Djamila Ribeiro, feminista negra, escritora, máster en Filosofía Política y columnista del periódico FSP, publicado crítica del artículo por Lilian Schwarcz, quien habría hablado de la película de Beyoncé “desde un lugar que suena arrogante”, por utilizar expresiones como “la diva del pop necesita entender que la lucha antirracista” o “tal vez es hora de que Beyoncé salga de su comedor por un rato”.

En resumen, Djamila Ribeiro cuestiona el lugar del discurso de una mujer blanca que le dice a una artista negra que “necesita entender” algo, o que debe “salir” de algún lugar, en este caso “de su comedor”, porque “desde su lugar social, Lilia era incapaz de ver estas experiencias que son centrales en la vida de las mujeres negras”.

En su artículo en el sitio web la tierra es redondaMaria Rita Kehl cuestionó la afirmación de que un lugar de expresión puede impedir que alguien vea y comprenda algo. Dijo creer que “las palabras, cuando se utilizan para argumentar e invitar a otros a pensar y debatir con nosotros, son el mejor recurso para resolver, o al menos dialectizar, ideas y valores situados en polos aparentemente opuestos del vasto campo de la opinión pública”.

Negándose a permanecer en silencio sobre cuestiones de interés público y reivindicando el derecho a hablar en nombre de cualquiera que se preocupe por esos temas, Maria Rita Kehl entabla un diálogo con Djamila Ribeiro, reconociendo los diferentes orígenes y experiencias personales de ambas, argumentando que “si me torturaran, a ti [refiriéndose a Djamila] te importaría [el hecho de que me torturaran], imagino, independientemente del color de mi piel. Lo mismo vale para ti y para mí”. Por ello, Maria Rita Kehl justificó su afirmación sobre el episodio de Beyoncé destacando que todos “podemos participar, sin pedir permiso a nadie, en todos los debates que nos interesen”.

Podemos hablar de problemas y cuestiones que no forman parte de nuestra vida diaria. Éstas son cuestiones que competen a “otros”. ¿Pero a nosotros qué nos importa? Queremos hablar. Si la expresión no es libre, ¿qué más lo es? Pero, por supuesto: aborrezco la palabra que conduce a linchamientos virtuales”.

A estas alturas, mucho se ha hablado del silenciamiento que se ha querido imponer a la psicoanalista desde que se publicó su artículo, hace cinco años. De paso, cabe señalar que la autora no escribió como, digamos, psicoanalista, sino como una aguda analista de la vida brasileña durante varias décadas, habiéndose hecho conocida por su clara posición en defensa de la democracia y en contra de la dictadura cívico-militar instaurada por el golpe de 1964. Ciertamente, con esa trayectoria, estuvo entre quienes se opusieron al golpe de 2016 y al desgobierno de Jair Bolsonaro desde el primer minuto. No me extenderé en su biografía, pues está resumida en varios artículos, enfatizando siempre su activismo político pro derechos humanos y radicalmente democrático.

Anacronismo histórico

Volvamos, pues, al punto central de este artículo: el argumento sobre la eugenesia.

En un artículo del 12/2/2025, el antropólogo Rodrigo Toniol (de la UFRJ y miembro de la Academia Brasileña de Ciencias) comentó el “linchamiento virtual” que afectó a Maria Rita Kehl, tras las críticas a lo que llamó el 'movimiento identitario', señalando que la reacción a “un discurso incluyó un argumento que recuerda los peores crímenes de la humanidad: la idea de que ella debía permanecer en silencio debido a una 'herencia moral' transmitida genéticamente”.

Los acusadores –escribió– “se refirieron al hecho de que el abuelo de Maria Rita Kehl había sido eugenista a principios del siglo XX, sugiriendo así que ella había heredado, a través de sus genes, su ‘paleta moral’”. Afirmando que “los ataques se apoderaron de perfiles en las redes sociales e incluso alentaron a las personas a editar la biografía de Maria Rita Kehl en Wikipedia, subrayando su "degeneración hereditaria" -para utilizar un término querido por las teorías eugenésicas- señaló que "la historia nos muestra que, cuando la biología y el juicio moral se unen en el mismo argumento, el huevo de la serpiente ya ha eclosionado".

Este argumento, de que ella es nieta de “un eugenista”, de quien habría heredado su “paleta moral”, a través de la “herencia genética” utilizada para descalificar, prácticamente linchar y cancelar a María Rita Kehl en las redes sociales, es fruto de la ignorancia. Volveré sobre esto más adelante.

Primero, sin embargo, quisiera hablar del concepto de “anacronismo”, tal como se utiliza en la vida cotidiana de los historiadores, pero que a menudo es desestimado por personas que parecen ignorar la dimensión del tiempo en la historia.

“Abordar el pasado a la luz de los problemas presentes y de los referentes teóricos actuales es inevitable”, y por ello es necesario hacer “un uso racional del anacronismo”, propone. Dosier, citado por Monteiro. El anacronismo consiste básicamente en analizar el pasado con el conocimiento del presente. El “uso racional” de esta posibilidad implica, por tanto, incorporar “el reconocimiento de la cuestión del presente en la producción de conocimiento historiográfico, pero, al mismo tiempo, reconocer la necesaria vigilancia epistemológica para evitar simplificaciones y distorsiones basadas en una lectura superficial de las fuentes”.

Es en esta “lectura superficial de las fuentes” donde reside el núcleo del error de los críticos de Maria Rita Kehl, en el problema de la eugenesia, de su “degeneración hereditaria”, cuya “paleta moral” habría sido heredada genéticamente de “un eugenista”, su abuelo.

Cabe señalar que la propia autora dice en el artículo que tiene ascendencia alemana y que heredó su apellido de su abuelo que “fue muy cariñoso conmigo en la infancia, pero era antisemita por razones eugenésicas” y que en su adolescencia entendió que “la defendía”, porque creía “en la supremacía de la 'buena raza'”. Qué concepto tan despreciable, por decir lo menos. Sería más justo decir: ¡qué concepto tan criminal! Ninguno de sus seis nietos comparte esas ideas. Y sostengo que ninguno de nosotros debería ser silenciado en un debate sobre “raza” debido a nuestra ascendencia y nuestro abuelo”.

El anacronismo histórico a menudo produce víctimas.

En el conocido ensayo de Friedrich Engels de 1876 titulado “El papel del trabajo en la transformación del simio en hombre”, existen varios “errores” a la luz de lo que sabemos hoy sobre la herencia genética. Algunos críticos del socio de Marx todavía lo critican hoy por aceptar implícitamente la tesis, defendida por Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), de que la evolución de las especies se produjo a través del cambio evolutivo, según el uso de ciertas partes del cuerpo. El cuello de la jirafa sería así por razones ambientales: de tanto levantarlo en busca de hojas en lo alto de los árboles, la característica se transmitiría a las siguientes generaciones hasta convertirse en parte de la especie.

Este patrón de herencia, conocido como “herencia blanda”, fue paradigmático en el siglo XIX. Así, criticar a Friedrich Engels con los conocimientos que hoy nos proporciona la genética, sin contextualizar al pensador inglés, es un error básico de anacronismo histórico.

A principios del siglo XX, un cambio paradigmático revolucionó la biología. Se consolidó el conocimiento de que las características adquiridas por los animales (y plantas) durante su vida no se transmitían a los descendientes. Esta revolución paradigmática tiene su origen en los estudios con guisantes realizados por Gregor Mendel (1822-1884), a mediados del siglo XIX. Aunque fueron publicados en la década de 1860 en una revista poco leída, los estudios de Mendel recién fueron reconocidos y valorados en 1900, cuando tres científicos reeditaron sus textos y alertaron al mundo científico sobre la importancia de los descubrimientos de Mendel.

Junto con un importante descubrimiento de August Weismann (1834-1914) sobre la división celular y el proceso de meiosis, que describe cómo los cromosomas se dividen y transmiten genes, Mendel creó las bases de lo que se convertiría en “genética”, de hecho, un término creado recién en 1908 por William Bateson (1861-1926). En la primera mitad del siglo XX, la genética entusiasmó a los biólogos de todo el mundo, con el reconocimiento del papel estratégico del “gen”, ubicado en los cromosomas, en los mecanismos de la herencia. El paradigma de la herencia ha dejado de ser la “herencia blanda” para dar paso a la mutación. La gente empezó entonces a hablar de “herencia genética”.

Eugenia

El cambio de paradigma de la “herencia blanda” a la “herencia genética” tuvo un enorme impacto en los estudios de la herencia. Ya no bastaba, por tanto, adoptar mejores normas nutricionales y practicar actividades físicas, con la expectativa de obtener con ello una mejor descendencia. Esto implicaría a partir de entonces mutaciones y selección de mutantes mejor adaptados al medio, según la teoría de la evolución.

Pero antes del cambio paradigmático y la consolidación de la genética, Francis Galton (1822-1911), basándose en la teoría de la evolución de Charles Darwin (1809-1882), y en observaciones sobre selección artificial en animales y plantas, difundidas en varios países, creó en 1883 el concepto de “eugenia.

Para Francis Galton, la eugenesia correspondía al mejoramiento de una especie determinada mediante selección artificial, sin esperar a que la naturaleza hiciera el largo trabajo de proporcionar la selección natural de aquellas más adaptadas a los cambios ambientales. “Lo que la naturaleza hace a ciegas, lenta y sin piedad, el hombre puede hacerlo con cuidado, rapidez y cariño”, dijo. Su tesis, publicada en 1869 en el libro Genio hereditario Básicamente, se trataba de que un hombre extraordinario tendría hijos extraordinarios, creyendo que la “raza” humana podría mejorar si se evitaran los “mestizajes indeseables”. La base de este pensamiento fue la experiencia practicada durante siglos en las zonas rurales, con el mejoramiento de animales y plantas.

El concepto de “mestizaje indeseable” engloba una enorme gama de condiciones biológicas, tanto patológicas como relacionadas con la salud, que no deben necesariamente confundirse con los hechos, posteriores al período en que vivió Francis Galton, sobre la utilización del concepto de eugenesia con fines políticos.

Para Francis Galton, la eugenesia era, por tanto, el control de la selección natural, sustituyéndola por la selección artificial, lo que tendría dos alternativas: eugenesia positiva y eugenesia negativa; el positivo estimulando la procreación de seres superiores y el segundo impidiendo la reproducción de seres considerados inferiores. El concepto de degeneración está asociado a la idea de la eugenesia negativa.

Evidentemente, la revolución paradigmática sobre la herencia, con el advenimiento de la genética, exige el “uso racional del anacronismo” para evitar “simplificaciones y distorsiones basadas en la lectura superficial de las fuentes”.

En el caso del concepto de “eugenesia”, este procedimiento de control del anacronismo histórico es esencial.

Volviendo al abuelo de Maria Rita Kehl: sí, fue un eugenista a principios del siglo XX. Pero, en ese período histórico, “todos” eran eugenistas. (No todos: sólo las personas que disfrutaban del privilegio de acceder a la educación formal y a la cultura. Los hombres educados eran eugenistas.) De ahí la afirmación de que “todos” eran eugenistas. Pero, ojo: todos eran eugenistas al estilo de Francis Galton, desconociendo la genética y porque la eugenesia fue el paradigma de la “biología” hasta finales del siglo XIX y principios del XX, periodo histórico en el que la “biología” era una disciplina científica incipiente, la “microbiología” daba sus primeros pasos y la genética mendeliana prácticamente no existía, pues no era conocida por todos.

Mucha gente, sin embargo, ve, con cierta razón, en el concepto de eugenesia de Francis Galton una influencia importante en lo que los nazis y los fascistas harían con el concepto años más tarde, aunque el tema es controvertido, ya que los eugenistas también fueron los bolcheviques que lideraron la Revolución rusa. Lenin, que era un hombre culto, y su ministro de Educación y Ciencia, Anatoli Lunacharski (1875-1933), eran eugenistas.

Por esta razón, se puede afirmar que es un error, producto del anacronismo histórico, suponer que Hitler (y el nazismo) fueron los “creadores de la eugenesia” y, peor aún, suponer que los eugenistas son, por ser eugenistas, nazis o fascistas –o comunistas-.

En los Estados Unidos de América (EE.UU.), una película titulada A Cigüeña negra, protagonizada por el médico Harry Haiselden, en la que se proponía el infanticidio como una práctica de eugenesia negativa, para “salvar a los estadounidenses de los defectos hereditarios”. Para Charles Davenport, considerado el “padre del movimiento eugenésico” en EEUU, “si se pudiera hacer que el hombre se enamorara inteligentemente, si se pudiera hacer la procreación humana como la de los caballos, se podría lograr la mayor revolución progresista de la historia”. En 1907, EE.UU. aprobó la primera ley de esterilización obligatoria, basada en teorías eugenésicas, que condujo a la esterilización de decenas de miles de personas.

En 1922, Suecia creó un instituto de biología racial en Uppsala, bajo la dirección de Herman Lundborg, basado en tesis eugenésicas. Doce años después, aprobó por unanimidad una ley similar a la de Estados Unidos e integró en su política social la higiene racial, considerada esencial “para el bienestar de la sociedad moderna”. A los individuos que presenten rasgos considerados inferiores se les debería prohibir procrear. No hubo ninguna coacción, sino un intenso trabajo de persuasión.

Institutos similares se crearon en Alemania y otros países europeos. En 1927, Berlín acogió la V Conferencia Internacional sobre Investigación Hereditaria. La delegación más numerosa que acudió al evento, que rindió homenaje a Gregor Mendel, fue la de la Unión Soviética, encabezada por Nicolai Vavilov. A partir de ahora, según el consenso de los científicos, la genética, y ya no la “herencia blanda”, debería ser la base de la eugenesia. Pero no fue así, como veremos.

En el evento, el estadounidense Hermann Joseph Muller anunció un importante descubrimiento en genética: los cromosomas sometidos a radiación X sufren mutaciones. Y empezaron a plantearse preguntas sobre la eficacia de la eugenesia y la selección artificial. Otro estadounidense, Raymond Pearl, sostuvo que no había evidencia alguna de la efectividad de la eugenesia, ya que aproximadamente el 90% de los individuos “superiores” descendían de padres con capacidades “promedio” o incluso “inferiores”. Por lo tanto, la esterilización podría resultar completamente ineficaz para el objetivo que se pretende conseguir.

Un año después, en 1928, la película La salamandra Fue lanzado en Moscú. Se trata de un ataque al mendelismo y al concepto de mutación como base de la herencia, reafirmando la “herencia blanda” y el papel del medio ambiente en la evolución de las especies. La película expresa la visión predominante en la cima del poder soviético, lamarckista y reaccionaria, de que los factores externos no son determinantes de la constitución genética. Para el poder soviético, bajo el liderazgo de José Stalin, las características adquiridas son hereditarias.

Trofim Lysenko (1898-1976), biólogo y agrónomo ucraniano, firme defensor de la “herencia blanda”, lideró el rechazo de la genética mendeliana en la Unión Soviética, con el apoyo del alto gobierno, habiendo influido en la política científica y la educación soviéticas hasta 1948. En 1940, asumió el cargo de director del Instituto de Genética de la Academia de Ciencias de la URSS.

La historia registra que los investigadores soviéticos que se negaron a renunciar al paradigma de la genética mendeliana, aunque mantuvieron sus convicciones científicas, fueron removidos de sus puestos. Se estima que cientos de personas fueron despedidos y arrestadas. Varios fueron condenados a muerte como enemigos del Estado, incluido el botánico Nikolai Vavilov, que había encabezado la delegación soviética a la Conferencia de Berlín.

La ignorancia no es monopolio del derecho

Las tesis eugenésicas tienen mucho que ver con los ideales de una sociedad perfecta, con seres humanos perfectos y con la analogía de que, como el cuerpo humano, las sociedades funcionan como un sistema biológico. La sociedad sería un “cuerpo social”. Estas ilusiones sobre la biología y la sociedad condujeron a desastres como el Holocausto y a la eliminación física de los disidentes políticos, vistos como cánceres y seres extirpados del “cuerpo social”.

Tragedias cuyo recuerdo no debe perderse.

Pero la genética desmiente completamente la creencia, todavía muy extendida en muchos segmentos sociales, de que las convicciones sobre la eugenesia se transmiten a los descendientes como herencia o que configuran la “paleta moral” de alguien. La genética contemporánea rechaza categóricamente esta posibilidad.

Por eso, el argumento lanzado contra María Rita Kehl es sórdido y abyecto: que ella es la nieta de “un eugenista”, de quien habría heredado su “paleta moral”, a través de “herencia genética”. “Todos” somos nietos de eugenistas, porque la eugenesia era el paradigma científico de la biología cuando vivieron nuestros abuelos. A finales del siglo XIX, Prácticamente todo el mundo era eugenista e higienista., a la derecha o izquierda del espectro político, según fuera la concepción predominante en ese período histórico. Este anacronismo, como desplazamiento histórico, que hacen algunas personas, es simplemente ignorancia sobre la historia de la ciencia.

Todos los abuelos de los nacidos en el siglo XX eran eugenistas, incluidos los abuelos de los acusadores del abuelo de Maria Rita Kehl, como todos fueron eugenistas hace 100 años, incluidos Lenin, Stalin, Hitler, los alemanes y los estadounidenses.

Ayer, 14/2/2025, perdimos a Carlos Diegues. En una entrevista de 1978 con el periódico El Estado de S. PabloDiegues acuñó la expresión “patrullas ideológicas”, para referirse a grupos organizados que coordinaban la publicación de críticas sistemáticas, en diversos canales de comunicación, de producciones culturales que no parecían adecuadas a sus orientaciones político-ideológicas.

Estaba reaccionando a los comentarios sobre su película. xica da silva, pero también las prohibiciones (“cancelaciones”, diríamos hoy) que recayeron sobre Nara Leão por haber grabado canciones de compositores no comprometidos con lo que, en la época, se reconocía como bossa nova o MPB. La expresión se hizo rápidamente popular, en el contexto histórico en el que Brasil vivía bajo una dictadura cívico-militar. Cabe señalar que los “patrulleros ideológicos” a los que se refería Diegues eran, en general, profesionales de las áreas que criticaban (la música y el cine, básicamente, pero también otros sectores de la producción cultural) y, casi siempre, hacían críticas bien calificadas, con argumentos que se basaban en el conocimiento de dichas áreas.

En el caso de la crítica a Maria Rita Kehl ni siquiera se puede decir que se trate de un patrullaje ideológico, pues el contenido que se pretende presentar como “crítico” se parece más a un intento incompetente de calumnia que a un patrullaje.

*Paulo Capel Narvaí es profesor titular de Salud Pública de la USP. Autor, entre otros libros, de SUS: una reforma revolucionaria (auténtico). Elhttps://amzn.to/46jNCjR


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