por REGINALDO BENEDITO DÍAS*
La trayectoria de la AP según Duarte Pereira
El comienzo de la proletarización
En la periodización comentada que sistematizó en 1973, Duarte Pereira anotó que, de 1965 a 1967, la Acción Popular maduró como partido democrático revolucionario. En 1967, la organización viviría una encrucijada: “¿Consolidarse como partido democrático revolucionario o transformarse en partido revolucionario proletario?”. (PEREIRA, 1973). En una intervención posterior aclaró que fue el año en que se instaló “la discusión del marxismo dentro de la AP” (PEREIRA, 2001). En los documentos de AP, vendría a ser referido como el inicio del proceso de “proletarización”.
En 1967, mediante debate del Comité Nacional, se aprobaron dos documentos que repercutirían en la vida de la AP. Uno era sobre el partido de vanguardia, visto como necesario para dirigir la revolución brasileña. En 1963, cuando se fundó, la AP se definió como un movimiento y no como un partido. Como se dio prioridad a la profundización del debate sobre el marxismo, se puso en la agenda la cuestión del partido de vanguardia. El otro documento convocó al Debate Teórico e Ideológico (DTI), destinado al estudio y debate organizado del marxismo. En términos de una retrospectiva realizada en una coyuntura posterior: “En rigor, comenzó nuestro complejo y rico proceso de transformación ideológica” (APML, 1971c, p. 27).
Aunque el “Documento Base” atribuía una importancia decisiva al marxismo, no se había realizado un estudio sistemático del mismo. Según el texto que convocó al DTI, la AP, desde su fundación, tuvo una definición socialista, aprobada en la DB y reafirmada en la RP, pero casi habría caído en la pretensión de forjar una teoría al margen de la contemporánea. tradición revolucionaria.
Carecía de una teoría científica, que sería el marxismo, eje del proceso entonces establecido. Sistematiza claramente la ruptura: “Pero así como no se debe pedir mucho, tampoco se debe pedir poco al debate actual. Pedir demasiado poco sería negar la necesidad de centralizar el debate sobre el estudio del marxismo y pretender estudiar, al mismo tiempo, el pensamiento de Teilhard Chardin, Emanuel Mounier, Bertrand Russel, etc. […] En la etapa actual, para llegar a resultados coherentes e incluso prepararse para etapas futuras, es necesario considerar el estudio crítico del marxismo como eje y principio ordenador de la discusión” (AP, 1967, p. 14). ).
En la literatura sobre la historia de la AP, hay un grupo de intérpretes, identificados con la izquierda católica, que critican esta transformación. Uno de los autores más expresivos de esta línea es Luiz Gonzaga de Souza Lima. Para él, en el período posterior a 1964, cuando se distanció del humanismo cristiano y modificó sus bases sociales, la AP se convirtió en “una pequeña e impaciente organización que disputaba verbalmente con otras organizaciones clandestinas la hegemonía en la dirección de la clase obrera y la revolución brasileña” (LIMA, 1979, p. 47).
En correspondencia con Nilce Azevedo Cardoso, exmilitante de AP, Duarte Pereira (2002) replicó el planteamiento de Luiz Gonzaga de Souza Lima[i]; “Esta visión negativa de la evolución de la AP posterior al 64 no tiene ningún fundamento. El golpe no paralizó el desarrollo de la AP, ni desde el punto de vista cuantitativo ni cualitativo. La organización atravesó una crisis temporal, ciertamente inevitable, pero, a fines de (19)65, comenzó a crecer nuevamente ya un nivel político-ideológico más alto. El autor subestima, aunque menciona, las dificultades provocadas por la creciente represión del régimen dictatorial-militar; atribuye casi todos los problemas al cambio de orientación de la Autoridad Palestina. JUC no ha cambiado su curso básico; ¿sobrevivió? De casualidad, ¿fue la AP la que optó por la ilegalidad? Yendo al fondo: ¿debería la AP permanecer en una posición reformista? ¿Debe seguir siendo predominantemente pequeñoburgués? Por otro lado, ¿habría avanzado la Iglesia católica sin el avance de la lucha de clases y la resistencia al régimen? ¿Y este avance no dependió significativamente del aporte de la AP?”.
Y agrega: “El paso de una fase a otra no estuvo determinado por la decisión arbitraria y caprichosa de estos o aquellos dirigentes, por la mala voluntad hacia tal o cual militante; obedeció esencialmente a los cambios reales en el país y en el mundo ya las imposiciones que resultaron de quienes quisieron persistir en la militancia y compromisos de lucha contra el régimen militar, contra el imperialismo y por una sociedad socialista. Este es el hilo que muchos han olvidado: la ruptura con los equívocos reformistas de la fase inicial de la AP y la opción por la vía revolucionaria, incluyendo la lucha armada inmediatamente impuesta por el golpe de Estado y el régimen dictatorial que le siguió; la lucha por cambiar la composición social de la organización y vincularla cada vez más a la clase obrera, al campesinado ya las masas fundamentales de trabajadores asalariados y por cuenta propia, y no sólo a estudiantes y profesionales universitarios; frente a esas necesidades, la exigencia de avanzar en la comprensión científica de la sociedad brasileña y del mundo y en la orientación programática, estratégica y táctica de la lucha; y, en ese esfuerzo, la comprensión de las frágiles e idealistas bases teóricas del “humanismo cristiano”, incluso en sus formas más elaboradas, pero aún eclécticas y fundamentalmente idealistas, de pensadores como el Padre Vaz – es todo eso lo que impulsó a la AP hacia adelante , por sus maduros compromisos revolucionarios y de clase, por su progresiva asimilación del marxismo, y por su acercamiento a las fuerzas marxistas que realmente existen en el mundo” (PEREIRA, 2002).
Tal proceso no ha sido indoloro en la historia de la AP. Hay registros de evasión de cuadros que no se identificaron con los cambios y el sectarismo de las alas internas de la organización, partidarios de la redefinición inmediata a favor del marxismo. Según las memorias de Aldo Arantes, Duarte Pereira tuvo un papel destacado en el debate sobre el marxismo y sobre cómo la AP desarrollaría la relación entre su posición marxista y la religión.
Arantes citó el siguiente pasaje de un documento (sin identificarlo), inspirado en el pensamiento de Lenin y sistematizado por Duarte Pereira: “Para el partido marxista-leninista, la admisión de militantes religiosos siempre que acepten, como otros militantes, el programa partido , actuar en una de sus organizaciones y contribuir económicamente a sus actividades” (ARANTES, 2013, p. 177). No hubo incompatibilidad, pero señaló: “La expectativa es que los militantes religiosos, a través de sus experiencias de lucha, combinadas con una formación teórica marxista, terminen rompiendo con sus creencias y prácticas religiosas” (ARANTES, 2013, p. 177).
Acerca de Althusser
Tema recurrente en la etapa histórica en que la AP promovió el debate teórico e ideológico a favor del marxismo, la influencia de Louis Althusser fue abordada por Duarte Pereira en varias intervenciones. El mejor sistematizado se encuentra en una correspondencia electrónica con el profesor Carlos Nelson Coutinho, cuando se hizo eco del comentario, presente en un libro de Michael Löwy, sobre el hecho de que él, Duarte Pereira, había traducido y editado el primer texto publicado de Althusser en Brasil, incluido en el material de entrenamiento de los militantes. Circuló con el sello de Editora Sinal, que la AP instaló para tal fin.
Duarte Pereira asegura que “AP en su conjunto, durante un breve período, sufrió la influencia del pensamiento de Althusser. El documento oficial de la AP que más lo demuestra se titula 'Resolución sobre el debate teórico e ideológico'”. Sin embargo, señala que “el acercamiento de AP con Althusser, además de breve, nunca fue total y sin restricciones” (PEREIRA, 2005). Aclara que, en el mismo libro que publica el texto de Althusser, se incluyó otro texto como contrapunto, elaborado por el editor de una revista francesa de diálogo entre cristianos y marxistas.
Sobre la especificidad de la recepción de la obra del marxista francés, afirma: “Uno de los temas que más nos atrajo en la relectura del marxismo de Althusser fue precisamente su propuesta de un 'antihumanismo teórico'. Vivimos en Brasil el período de mayor influencia de la lectura 'humanista' del marxismo” (PEREIRA, 2005).
Citando la repercusión de autores como Roger Garaudy y Erich Fromm, reforzada en los círculos JUC y AP por la obra de jesuitas franceses como Jean-Yves Calvez, Henri Chambre y Pierre Bigo, evalúa (PEREIRA, 2005): “Toda esta relectura” “humanista” del marxismo se basó en la revalorización de las obras juveniles de Marx, especialmente Manuscritos económico-filosóficos […]. La tesis rectora de Bigo es que El Capital sólo puede entenderse a la luz de la antropología anterior y fundacional, expresada en los “Manuscritos Económico-Filosóficos”.
Sistematiza las implicaciones teóricas y políticas: “Todas estas obras, que fueron ampliamente difundidas en Brasil en la década de (19)60, tendían hacia una imposible conciliación teórica entre marxismo y cristianismo y, en el plano político, hacia un programa reformista moderado y diluido , centrada en la consigna de “humanización”: de la economía, la política, la cultura, etc. Esta corriente de ideas influyó en la dirección de la AP. En este sentido, la propuesta de Althusser de "antihumanismo teórico" y su insistencia en la necesidad de que la ciencia formule y sustente un programa político revolucionario en sentido socialista tuvo el impacto positivo de liberarnos de los impasses teóricos y prácticos creados por esta tradición. “humanista”, con su método “esencialista-deductivista” y sus prácticas conciliatorias” (PEREIRA, 2005).
En este contexto, el énfasis althusseriano en la “ruptura” entre la juventud y la madurez de Marx fue positivo. En resumen: “En ese momento en que la AP se abría al debate sobre el marxismo y sufría en muchos de sus sectores las distorsiones de una interpretación dogmática, casi religiosa del marxismo por influencia de los manuales soviéticos y luego de los textos chinos, la La polémica suscitada por Althusser invitaba a un acercamiento histórico-crítico al marxismo y por ello, por paradójico que resulte, tenía un sentido antidogmático. Esto queda claro en la “Resolución sobre el Debate Teórico e Ideológico”” (PEREIRA, 2005).
Considera que la polémica sobre Althusser, como otras, quedó mal resuelta: “La influencia althusseriana pronto sería sumergida por el 'marxismo-leninismo-maoísmo' y, más que eso, por el empirismo de la política de 'integración productiva' - para 'aprender el marxismo en la práctica'” (PEREIRA, 2005). En otras palabras: “Bajo la influencia del pensamiento de Mao, el althusserianismo comenzó a ser criticado en la AP, especialmente su tendencia teorista (manifestada en el concepto de 'práctica teórica') y sus discutibles distinciones entre teoría e ideología y entre filosofía y ciencia” (PEREIRA, 2005).
cuba y china
Las intervenciones de Duarte Pereira subsidian la comprensión de las formas de recepción de las experiencias cubana y china en la vida de la AP, especialmente a partir de 1964, con apego explícito al objetivo de promover la lucha armada revolucionaria.
Centrándose en la situación inmediatamente posterior al golpe de Estado de 1964, Duarte Pereira señala en primer lugar algunas evidencias de la influencia de la Revolución cubana. Uno se refiere al hecho de que los líderes de AP que se exiliaron temporalmente en Uruguay, cercanos a la dirección de Brizola, consideraron la reconquista armada. Otro indicio se refiere a la trayectoria del exsacerdote Alípio de Freitas y el exdiputado Paulo Stuart Wright, quienes se refugiaron en México y luego en Cuba, donde realizaron un entrenamiento guerrillero, antes de regresar a Brasil y desempeñar un papel destacado en la Fase de reorganización de la AP.
En la línea definida por la “Resolución Política” de 1965, aunque también es posible identificar resonancias de la revolución china, la mayor influencia fue la experiencia cubana. Duarte Pereira (2014) abordó esta inflexión: “Cuando se planteó el problema de tener que organizar la resistencia armada, la gran expresión, la gran inspiración, el gran ejemplo fue la Revolución Cubana. Fue a ella a quien nos dirigimos inicialmente, en busca de enseñanza e inspiración. Inicialmente hubo una gran influencia de lo que se llamó entre nosotros – a algunos no les gusta esa expresión, pero creo que era acertada – teoría del foco”.
La profundización de la elaboración estratégica exigió estudios sistemáticos. En la serie de “Textos para debates”, se tradujo una obra de Guevara y se incorporó un subsidio, escrito por el propio Duarte Pereira, en el que se explicaban las características de la llamada teoría del foco.
Otro aporte presente en esta gama de textos fue elaborado por Herbet de Souza, vinculando el imaginario humanista al legado de la Revolución Cubana (PEREIRA, 2001): “Betinho trajo una posición, muy común en los movimientos de izquierda de América Latina, difundida por los cubanos, el llamado humanismo revolucionario. Fue un intento de evitar grandes problemas ideológicos y unirnos en torno a este amplio eslogan. Y trataron durante este período de introducir esta discusión en la AP”.
La AP mantendría relaciones con la Revolución Cubana durante algún tiempo, como lo demuestra el hecho de que estuvo representada en la reunión para crear la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), en 1967. Durante este período, sin embargo, la influencia de la Revolución ya estaba en alza el chino.
Duarte Pereira valora que en la AP nunca predominó la influencia de la Revolución cubana. Refiriéndose al punto de inflexión que supuso la aprobación de la “Resolución Política”, garantiza: “Si analizas bien los documentos y la práctica que sigue, la AP nunca adoptó la perspectiva del foco guerrillero” (PEREIRA, 2011). Señala, por ejemplo, que el primer punto de la estrategia de “Resolución Política” aboga por la Radicalización de la Lucha Institucional: “El primer punto no era la lucha armada, la preparación de un foco guerrillero, etc. […] El primer objetivo era retomar la lucha de masas, adaptarla a la nueva situación, con otros objetivos” (PEREIRA, 2011).[ii]
Valora que AP no se alineó, entre otras razones, porque no estaba de acuerdo con la idea de que el foco precedía a la existencia del partido y por su tradición de lucha de masas: “Pensábamos que era necesario tener un partido en la vanguardia de la lucha y por eso nos comprometimos a reorganizar la AP como una organización revolucionaria. Creímos necesario retomar, ampliar y profundizar el trabajo de las masas. Y pensábamos que, al mismo tiempo, debíamos iniciar una etapa de preparación de cuadros, de estudios más estratégicos del país, para que luego, cuando las condiciones políticas, las organizaciones partidarias y de masas estuvieran más maduras, entonces se colocaran en el orden del día las propias acciones armadas” (PEREIRA, 2011).
En los documentos posteriores de la AP, elaborados en el momento de la definición por el maoísmo, esta fase se denominaría “foquismo reinterpretado”, por las características de sus formas de recepción. En todo caso, señalando la competencia de la influencia maoísta, pondera Duarte Pereira (2014): “A medida que profundizamos en el conocimiento de la experiencia cubana, más nos convencimos de que no tenía nada que ver con nuestra situación, y que no era en los que podíamos confiar para llevar a cabo la resistencia que queríamos”.
Para ampliar la comprensión del desarrollo de las relaciones con China, Duarte Pereira sistematizó una breve cronología. Un primer contacto tuvo lugar en 1963, en Salvador, durante el Primer Seminario de Estudiantes del Mundo Subdesarrollado, en el que participaron académicos vinculados al Partido Comunista de China (PCCh) y activistas de la UNE y AP. Tras el golpe de Estado de 1964, como una forma de devolver la solidaridad recibida en el rumoreado episodio en el que miembros de una misión comercial china fueron detenidos en Brasil, una delegación del Frente de Movilización Popular Brasileña fue invitada a visitar ese país. En 1965, Vinicius Caldeira Brant, que estaba en Francia, representó a la AP en la delegación brasileña. En contacto con miembros de la dirección del PCCh, Brant recibió una invitación para que un líder nacional de la Autoridad Palestina visitara China.
En 1966, el Coordinador Nacional de la AP, Aldo Arantes, cumplió esta misión política, estableciendo relaciones oficiales entre la AP y el Instituto Chino de Amistad con los Pueblos del Mundo. Si bien no se trataba de una relación formal entre partidos comunistas, vínculo que el PCCh mantenía con el PC do B, las negociaciones resultaron en el establecimiento de formas de apoyo a la AP: “En los entendimientos […] se acordó enviar militantes de la organización a tomar cursos de las fuerzas político-militares” (ARANTES, 2013, p. 143).
A su regreso, el coordinador de AP elaboró un documento titulado “La teoría de la revolución china”, sistematizando cuáles serían los elementos estructurales de la estrategia maoísta (ARANTES, 2013, p. 143). Conocido como el “Documento Amarillo” por el color de la portada, fue un parteaguas en la historia de esta relación.
En 1967, en esta nueva etapa de la relación, Duarte Pereira recibió el encargo de comandar el primer grupo que tenía como destino China, pero hubo contratiempos con el retiro de pasajes en la escala realizada en Montevideo. La delegación estuvo encabezada por otro miembro del Comando Nacional, Carlos Aumond. El líder Jair Ferreira de Sá, que también formó parte de esta delegación, se mostró entusiasmado con la Revolución Cultural China y, al regresar a Brasil, lideró la formación de la corriente maoísta, conocida, en la disputa interna, como “Corriente 1”.
Sin embargo, considerando los hechos precedentes, intervino Duarte Pereira (2001): “Lo que quiero resaltar es que nuestra primera influencia china no vino a través de la revolución cultural. La revolución cultural se da a finales de 1966. Nuestro primer contacto con los chinos fue conocer su experiencia revolucionaria, en particular su manera de ver esta forma de lucha, cómo hacer una lucha armada y revolucionaria, la transformación revolucionaria de la país".
Al comienzo del DTI había cinco barrios interiores (AP, 1968c). Dos se caracterizarían por un perfil antimarxista y reformista, mientras que los otros serían variaciones de horizontes revolucionarios. El objetivo de la resolución era el bloque antimarxista. Por su parte, Duarte Pereira (1973) destaca choques contra la corriente antimarxista y también contra otra que defendía una definición marxista inmediata.
Al término de la Primera Reunión Ampliada del Directorio Nacional (RADN), dos corrientes, catalogadas en la vida interna como “1” y “2”, polarizaron la disputa por las redefiniciones orientadas por la AP.
Liderada por Jair Ferreira de Sá, “Corriente 1” presentó el “Esquema de los Seis Puntos”, identificado con el maoísmo. Según su clivaje, el maoísmo se entendía como la tercera etapa del marxismo, el marxismo de hoy. Caracterizó a Brasil como un país semicolonial y semifeudal, defendiendo que la revolución debería ser democrática nacional. Teniendo el campo como escenario privilegiado de la lucha revolucionaria, optó por la estrategia de una guerra popular prolongada. Entendió que había habido un partido de vanguardia en Brasil, el PCB, pero había entrado en un estado de degeneración por la línea revisionista que había tomado. Sin que esto signifique la extensión de la sigla anterior, la tarea era reconstruir el partido de los trabajadores brasileños. Inspirándose en prácticas de la Revolución Cultural China, establecía que la militancia de la AP se reeducaba en un proceso de “integración productiva”, en el campo y en la ciudad (AP, 1968a).
“Corriente 2”, por otro lado, caracterizó a la sociedad brasileña como capitalista y abogó por que la revolución tuviera un carácter inmediatamente socialista. Definiéndose como los marxista-leninistas de la AP, sus firmantes no aceptaron las tesis de la tercera etapa del marxismo y rechazaron la política de “integración productiva”. Valorando que el viejo partido obrero, el PCB, se había vuelto revisionista y había generado varias disidencias que tergiversaban el marxismo-leninismo, argumentaron que la tarea era construir “un nuevo Partido de Vanguardia del Proletariado de tipo leninista” (AP, 1968b , pág. 42 ).
La definición por el maoísmo
En 1968, al concluir la Primera Reunión Ampliada del Directorio Nacional (RADN), prevalecieron los cargos de la “Corriente 1” y los dirigentes de la “Corriente 2” fueron expulsados de la AP. La réplica a las tesis del grupo minoritario fue publicada por el texto “Desenmascarar y liquidar política e ideológicamente al Grupo Oportunista y Provocador de Rolando” (nombre encubierto de Vinicius Caldeira Brant), cuya redacción fue encomendada a Duarte Pereira.
En la línea argumental de este documento, que traducía las posiciones de la “Corriente 1”, los opositores de la “Corriente 2”, desde un punto de vista práctico, eran acusados de atacar la política de integración con las masas fundamentales y, desde un punto de vista teórico, punto de vista, de atacar el pensamiento de Mao Tse-Tung, reconociendo su aporte sólo en el marco de la experiencia china, sin criterios de universalidad como una nueva fase del marxismo. En la línea militar, dado que buscarían encubrir la verdadera naturaleza de su estrategia, serían “focusistas avergonzados” (AP, 1968d, p. 29).
A pesar de la alineación con la “Corriente 1” y del papel que jugó en el desenlace, en la entrevista que concedió a los investigadores de la Unicamp, Duarte Pereira (2001) ofrece una visión matizada de este choque: “Fue una escisión precipitada, como otras ha habido . Los campos no estaban suficientemente delimitados. Dentro de “Corriente 1”, la corriente que encabeza Jair, nunca hubo consenso en todos los temas. Paulo Wright y yo nunca estuvimos de acuerdo con el carácter de la sociedad brasileña como semifeudal y semicolonial, aunque formábamos parte de esa corriente. El problema era otro. Nuestro tema era la guerra popular prolongada, la necesidad de prepararse para ella [...]. Tuvimos desacuerdos desde el principio”.
No es sólo una reconstrucción de la memoria. En el documento utilizado para refutar las tesis de la “Corriente 2”, se destaca la existencia de diferentes posiciones en la “Corriente 1” sobre la naturaleza de la sociedad brasileña.[iii] De esta manera, Duarte Pereira dice que mantuvo puntos de contacto con la visión de sus oponentes.
También señala la heterogeneidad de los integrantes de “Actual 2”. Si bien esta corriente fue caracterizada en la disputa interna por tener una supuesta tendencia a asimilar el marxismo a través de la teoría, un eco de la influencia de Althusser, Duarte Pereira identifica diferencias entre sus líderes. Vinicius Caldeira Brant, conocido como Rolando, “se mostró más como un leninista clásico”, oponiéndose al maoísmo sobre esa base. Alípio de Freitas y Altino Dantas serían líderes sin una orientación teórica rígida, con un estilo práctico, influenciado por el militarismo foquista. Los grandes althusserianos serían Sergio Bezerra Menezes y Maria do Carmo Menezes. Al terminar la disputa, se caracterizaron por sus opositores como portadores de la influencia foquista, por su sesgo teórico y por su negativa a integrarse con las masas fundamentales.
Por otro lado, según la posición mayoritaria, la “asimilación activa y creativa del marxismo-leninismo en la integración con las masas, en la práctica del análisis de clase, y en la lucha ideológica activa contra todas las formas de antimarxismo” (AP , 1968c, pág. 11). Aun reconociendo la resonancia de la Revolución Cultural China en la forma en que se adoptó la política de integración, Duarte Pereira advirtió que, con distintos matices, esa política tenía precedentes en la historia de la AP: “Hay un texto que está en el fondo que di en (a la AEL), denominada 'Profesionalización del personal', que introduce esa necesidad de que el personal esté vinculado a la producción fabril, al campo, para hacer este trabajo” (PEREIRA, 2001). Señala la diferencia: “No era la perspectiva de convertir esto en un criterio de militancia. Por eso hablas de marcos. Era para una persona más experimentada, que tenía una preparación específica, que podía hacerlo voluntariamente” (PEREIRA, 2001). Exponiendo su divergencia con la forma que asumió la política adoptada, declara que “fue una votación fallida”.
Por una cuestión de disciplina interna, aceptó el reglamento: “Yo ya trabajaba como peón en Osasco, pero actuaba como un intelectual marginado, sin vivir como una persona integrada. Ya tenía contacto con sectores obreros. Entonces, fui allá a integrarme” (PEREIRA, 2001). Por sus características físicas, consideró que las posibilidades de disputar un trabajo en una fábrica sin levantar sospechas no eran favorables. Juzgando que su caso requería calificación, planeó tomar un curso de electricista profesional. Pero, por diferentes razones, no experimentó la integración directa: “Me integré en los barrios, participé de la vida común” (PEREIRA, 2001).
En su crítica a la forma en que se adoptó la política, tomando como guía su experiencia, comenta que renunció a los vínculos profesionales como periodista y profesor universitario e interrumpió la actividad que mantenía en la organización gremial de periodistas, en la que había ganado el liderazgo. Además, mantuvo variadas relaciones con la intelectualidad: “Todo eso se perdió y nosotros nos concentramos fundamentalmente en esa tarea” (PEREIRA, 2001).
Refiriéndose a las limitaciones que ese criterio de militancia impuso a las actividades de gestión, pregunta: “¿Cómo llevas una organización a nivel nacional que implica viajes y reuniones, si tienes una rutina de fábrica?”. Aclara su posición: “Yo defendí que la política de integración debe ser selectiva y no un criterio de militancia. Debe ser para los cuadros más selectos, con más experiencia, que pasan por una preparación específica y que se ofrecen como voluntarios para esta tarea. El trabajo debe continuar en todos los otros frentes militantes que teníamos. Cuál será, más adelante, la política que se adoptará luego de la autocrítica de esa fase inicial y sectaria” (PEREIRA, 2001).
Duarte Pereira también se declara crítico con los análisis que reducen la experiencia a caricatura, como lo habrían hecho otros dirigentes de AP en sus memorias, y recuerda que hubo una rectificación en la siguiente coyuntura, refiriéndose al movimiento autocrítico.
* Reginaldo Benedito Días Es profesor del Departamento de Historia de la Universidad Estadual de Maringá.
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Referencias
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__. Histórico, 1966a.
__. Investigación sobre la situación de la organización.1966b.
__. Resolución sobre el Debate Teórico e Ideológico, 1967.
__. los seis puntos, 1968a.
__. dos posiciones1968b.
__. Autocrítica de la Dirección Nacional, 1968c.
__. Desenmascarar al grupo oportunista y provocador de Rolando, 1968d.
__. Audacia en los objetivos y rigor en los métodos, 1969.
__. Preparar activamente la guerra popular – realizar investigaciones de áreas estratégicas – desplegar bases de apoyo en el campo1969b.
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Notas
[i] Esta respuesta podría extenderse a lo que escribió Luiz Alberto Gómez de Souza, fundador de la AP, cuyo punto de vista sobre la reformulación ocurrida después de 1964 fue en la misma línea. Gómez de SOUZA (1987, p. 102) afirmó que el movimiento se había convertido en “un partido marxista-leninista rígido y sin originalidad”. Irónicamente, sugirió que un estudio de esta fase sería algo así como una “patología de lo político”, para entender “cómo un movimiento político enloqueció”.
[ii] Se refiere a la segunda parte de la “Resolución Política”, sección dedicada a la Estrategia Revolucionaria. La primera parte del RP hace un análisis crítico del período anterior. La primera fase de la lucha insurreccional se define como “defensiva estratégica”. En la secuencia, se preveía el siguiente desarrollo: “preparación de la contraofensiva”, “contraofensiva general” y “lucha insurreccional y de masas” (AP, 1965).
[iii] En dicho documento se lee: “Dentro de la Cadena 1 había varios miembros que apoyaban el carácter predominantemente capitalista de nuestra sociedad, aunque también defendían la existencia de un modo de producción feudal subordinado, e incluso hay un compañero que apoya al capitalista dominante. carácter de nuestra sociedad y niega la existencia del feudalismo en Brasil” (AP, 1968d, p. 33-34).