por GÉNERO TARSO*
Consideraciones sobre el intento de golpe de Estado del 08 de enero
El 21 de abril, en el aniversario de la fundación de Roma, Giovane Gentile, una suerte de Ives Gandra de Benito Mussolini –filósofo conocido por la élite europea– publicó en El Poppolo de Italia un “Manifiesto de intelectuales fascistas”, que defendían una fe fascista, una religión fascista, un odio fascista a la decadencia de Occidente. Este Manifiesto correspondería aquí, en la era de los Tik-Toks, de los Wathsaps, a la declaración de voto de Jair Bolsonaro en el juicio político a Dilma, con sus infames mensajes, contra la grandeza de una mujer que fue depuesta y enfrentó de frente a sus verdugos. En un solo gesto, Jair Bolsonaro inauguró una era de “nada”: el vacío de perspectivas en la historia de la democracia sería un sustituto de la crisis de la democracia liberal.
Theodor Adorno recuerda, en sus estudios sobre el radicalismo de derecha, que es en las épocas modernas, más narcisistas, cuando la disolución de las utopías se convierte en “épocas de expectativas decrecientes”. En ellos emerge, en una “margen de locos”, la desesperanza social que, en determinadas condiciones sociales, tiende a expandirse. En estudios posteriores, como los presentados en una conferencia de 1967, el filósofo encuentra que estos grupos no sólo están compuestos por “lunáticos”, sino también por anticipadores de un “estado de ánimo generalizado”, que se concreta en un “deseo colectivo de el apocalipsis”. .
Tomo estos hallazgos del libro de Theodor Adorno Aspectos del nuevo radicalismo de derecha (Unesp), en el que la radicalidad -siempre en mutación- lleva no sólo los gérmenes de una renovación esencial del fascismo, sino también un proyecto específico del sistema del capital. Y también nuevas formas de lucha y nuevas políticas de brutalidad, material y moral, que son aceptadas o aconsejadas por partes significativas de la prensa tradicional, luego por las redes del crimen político organizado e, igualmente, por militares con pretensiones políticas, aliados con las religiones. del dinero
Enzo Traverso, en Las nuevas caras jurídicas (Siglo Veinteuno) va en la misma dirección, observando otras experiencias posteriores al fin del “posfordismo” (en 1980), cuando encuentra que, en estos contextos, “los hitos sociales de la memoria” ya se han desintegrado: la disolución de Se vació la fuerza política del proletariado clásico, como sujeto de un nacimiento histórico basado en el socialismo y el comunismo. En este vacío de sujetos organizadores o referenciales de la sociedad de clases emergen figuras que resumen el “cansancio de la democracia liberal”. Provienen de sus tortuosas formas de dominación y de la efectividad de la deseducación programada por el sistema político, siempre adverso a las formas más directas de participación política.
Las campañas criminales en las redes no son solo nuevas formas de comunicación, son sobre todo formas científicas de subsunción mental de gran parte de la población para aceptar –en los nuevos tiempos de desesperanza– la destrucción de los lazos sociales en la vida cotidiana. Pero cuidado: canjearlos, no por la esperanza de un futuro mejor que se construya en la sociedad a través de la acción política, sino por el intento de revivir los lazos de un pasado que sólo existe en la imaginación romantizada por la alienación.
Jair Bolsonaro entró, por ejemplo, en esta decadencia irreversible de la forma de vida industrial, bloqueando la memoria que se transmitiría a las generaciones actuales. Forma, con su brío de odio, un océano de “nada” (Ernst Bloch) que, en ausencia de trabajadores de resistencia formales, destaca las narrativas parciales de cada grupo social oprimido –cultural, étnico, de género, sexual– que reza y se levanta. con dignidad en la escena política.
La fuerza del mensaje de estos grupos radica en que, dado que la izquierda tradicional no supo –en ningún momento de sus estrategias políticas– anticipar los tiempos de cambio, cuando el cansancio liberal-democrático se hizo patente. En estos nuevos tiempos, hubo clases en confrontación seguidas de acuerdos de clase sin compromiso, en los que la mayoría del capital logró imponerse a la “nada” de la esperanza (“al final de las ideologías”) y la izquierda promulgó la transferencia de renta. políticas, no como una transición socialdemócrata, sino como un propósito estratégico compensatorio. La ideología del emprendimiento utópico, que combinó el fascismo con el neoliberalismo, se convierte en este escenario en la nueva utopía de los pobres y desocupados.
La sinceridad de la desesperanza en cualquier salida democrática es lo que le dio legitimidad a Jair Bolsonaro para decir que defendía la tortura, que volveríamos a la época en que la criada desayunaría con nosotros otra vez, que los pobres deberían ser castigados por escuadras de bandidos al servicio de la causa defendió, que a los negros se les pese por arrobas y que es mucho mejor trabajar dieciséis horas diarias, siendo dueño inmediato de “mi nariz, que un empleado donde conoces al jefe.
Así, el pequeño capitán, sin ninguna resistencia poderosa de los “grandes operadores mediáticos”, con el apoyo de las clases medias ricas y gran parte de las capas bajas, creció en una sociedad ya cansada de pagar, proporcionalmente, los impuestos más altos. en el mundo, en comparación con los impuestos que pagan los ricos en el casino financiero global y local. La muerte lenta y planificada de la democracia (pretendía Bolsonaro) sucedería al nuevo tipo de fascismo, que unificaría al pueblo en torno a los mitos del mercado ya los trabajadores en torno al empleo para unos pocos y los escasos servicios para la mayoría.
La política y el crimen se han integrado definitivamente al escenario nacional, pues el mensaje central del líder, ahora desperdiciado, ha dejado cachorros customizados en serie, que aún van a buscar el poder, con una base social no menor a 1\4 de la población. población, para quienes la vida humana no vale nada, la tierra es plana, Foucault puede ser el secretario del Ministro Dino, Lula es un comunista peligroso y Dios puede ayudar en los golpes de Estado. La hidra no se ha anulado y va a preparar un nuevo estallido de violencia: en nombre de Dios, de la Patria y de la Familia, que para ellos es sólo una consigna desprovista de realidad y de humanidad.
* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía).
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