por LUIS VARESE*
Balance de la guerra contra una Europa sumisa a los intereses norteamericanos
“Estamos jugando al fondo…./ Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales” (Paco Ibañez, poesía necesaria).
Tontamente, hace unos meses, pensé que la pandemia y los desastres naturales derivados de la destrucción del equilibrio ecológico nos permitirían reflexionar como colectivo de la humanidad y así buscar acciones solidarias entre humanos y seres humanos y con el Planeta, nuestro hogar. Qué ingenuo de mi parte no recordar que la codicia del gran capital no tiene límites ni valores, más allá de una acumulación irracional.
Todavía tengo la esperanza de que el instinto animal de supervivencia que tenemos los seres humanos nos lleve a encontrar las respuestas necesarias. Espero que la opción democrática por el socialismo nos lleve a una indispensable racionalidad ya una relación fraterna y hermana con la Materia, nuestra Pachamama y entre humanos y humanos. Apostamos por ello y hay que seguir adelante. Esta guerra provocada e inesperada es otra señal de alarma.
Ucrania, los grandes perdedores.
En primer lugar, por orden de prioridad, los grandes perdedores son las niñas, los niños, las mujeres y los hombres que abandonan sus hogares rumbo al exilio, al desplazamiento o, peor aún, a la muerte en una guerra que nunca quisieron. En otras palabras, la población civil ha sido históricamente arrastrada por la vorágine del conflicto. Nadie quiere un ejército de ocupación, sea del color que sea.
En segundo lugar y siguiendo este mismo orden de prioridades, la gran perdedora es la diplomacia, la negociación, la búsqueda de la paz a través del diálogo. La diplomacia fue derrotada. En ese contexto, en sus declaraciones, el secretario general de Naciones Unidas hizo un lamentable llamado al presidente Putin, en medio de la ofensiva y de la guerra iniciada, para que devuelva el ejército a Rusia y que ponga fin a la intervención en Ucrania, en lugar de pedir un alto el fuego y sentarse a la mesa de negociaciones con la ONU, Ucrania y EE.UU. Eso era lo que le correspondía al Secretario General, mediar y no culpabilizar a una de las partes en conflicto, lo que limita la negociación.
En tercer lugar, la derrota del Presidente de los Estados Unidos, que con su errática política internacional, que se abre en varios frentes simultáneos en el mundo (China, Oriente Medio, Irán, América Latina, Rusia) es incapaz de dar una respuesta diferente a la de la amenaza militar. Estados Unidos renuncia por completo a la diplomacia y se ocupa únicamente de 'palos y zanahorias', como siempre ha hecho en sus relaciones. Continúa la soberbia de sus embajadores con la línea grosera e infeliz de Donald Trump, profundizando el inhumano, genocida y pérfido bloqueo a Cuba. Esta política genera rechazo incluso entre los gobiernos afines a Estados Unidos. La derrota política y diplomática de Biden tiene un agravante para el planeta, pues probablemente pondrá en manos de la Bestia Apocalíptica de Donald Trump, el triunfo electoral de las próximas elecciones.
En cuarto lugar, la Unión Europea y su política de sumisión a los intereses norteamericanos ha quitado toda iniciativa propia, y su papel como eje de equilibrio, en defensa de la democracia occidental, se ha perdido totalmente. Esto viene pasando desde el alineamiento en defensa del títere Juan Guidó en Venezuela o la política contra Nicaragua y Cuba. La UE está representada por líderes mediocres que no están a la altura del momento histórico.
Con la salida de Angela Merkel, no queda un solo líder con la talla de un estadista. El español Pedro Sánchez pidió a Putin que retirara las tropas de Ucrania, en un patético y poco realista saludo a la bandera. Borell, el Almagro de la Unión Europea, no hace más que ridiculizar esta dimensión global del reacomodo geopolítico. A OTAN formada por vários exércitos da UE, não faz outro papel a não ser o braço armado da política externa dos EUA em um confronto hipotético com a Rússia, no conceito desatualizado como é a “guerra fria”, pertencente à bipolaridade existente em tempos do Unión Soviética.
Ucrania es el campo de batalla, y desde cualquier punto de vista, el sacrificado es su pueblo, excepto en las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que ya han pagado con trece mil muertos por ser rusohablantes y pretender ejercer una autonomía que se acordó en 2014. .
el resultado probable
“Sabemos cómo empieza toda guerra, pero no sabemos cómo y cuándo termina”, frase cliché y repetida, pero sin embargo, ya estamos viendo las posibilidades de iniciar negociaciones.
Las condiciones: Ucrania no formará parte de la OTAN, se desnuclearizará, se reconocerán las repúblicas de Donetsky y Lugansk en Donbass, Crimea seguirá siendo parte de Rusia, los responsables de las matanzas y bombardeos que produjeron 13 mil muertos desde 2014 en Donbass . Finalmente, Rusia tendrá que retirarse del territorio de Ucrania.
Es con esta estructura de negociación que el gobierno de Ucrania debe sentarse a la mesa. Lo más probable es que el tema de las elecciones surja con la propuesta de un gobierno que reconcilie las relaciones históricas entre los pueblos que habitan Ucrania con Rusia.
Están, por otro lado, las sanciones de EE.UU. y la UE contra Rusia. El presidente Vladimir Putin, quien se ha mostrado como un estratega político y militar (queramos o no) prevé una etapa de respuestas a estas sanciones, abriéndose a otros mercados y generando condiciones que no afecten sustancialmente las condiciones de vida de los pueblo ruso
Consideraciones finales
La gran ausencia, hasta ahora, en el análisis geopolítico, son las contradicciones intercapitalistas. No hemos podido orientarnos hacia dónde vamos en la resolución de estas contradicciones, más allá de decir que la crisis de EE.UU., como cabeza imperial hegemónica, parece estar llegando a su fin. China y Rusia, aliados momentáneos, pueden jugar un papel moderador en el fin del 'imperio del dólar', protegiendo sus intereses nacionales y los de sus propios capitalistas, por supuesto. La Unión Europea parece caminar sin otra guía que seguir la derrota estadounidense, aunque los intereses particulares de sus dueños les llevan, en algún momento, a distanciarse de los perdedores.
La guerra genera ganancias y los primeros beneficiados son, naturalmente, los fabricantes de armas y los grandes propietarios de los recursos naturales. Pero aún es demasiado pronto para tener una respuesta sobre hasta dónde llegará este reordenamiento geopolítico.
Por Nuestra América, debemos luchar por reconquistar o conquistar los espacios populares y democráticos en Brasil y Colombia, en sus próximos procesos electorales. Reconstruir espacios regionales de negociación, como la CELAC y UNASUR, y avanzar y consolidar América Latina como un espacio de Paz. Aquí hay líderes con estadista de clase mundial y propuestas para el grupo. Solo unidos y en el marco del multilateralismo podremos hacernos escuchar y preservar nuestra voz como opción en defensa del Planeta y la Humanidad.
La guerra, nuevamente provocada por las peores ambiciones y la codicia imperial, destruye seres humanos indefensos, genera refugiados y desplazados y enriquece sólo a los poderosos, que nunca están en el campo de batalla. Aunque Rusia no tuviera otra opción, recordemos que a nadie le gusta tener un ejército de ocupación en casa y que los muertos los entierra el pueblo. Se espera un pronto alto el fuego y el cese inmediato de las hostilidades, aunque la vocación de EEUU y la OTAN siempre ha sido la de generar y mantener estos conflictos, recordemos a Libia, la ex Yugoslavia, Irak, por citar los más recientes, y por el momento no dejan de entregar armas al ejército ucraniano.
Si hay vocación de paz, es necesario negociar, y eso significa sentarse a la mesa y ceder lo que se debe conceder, evitando llevar el conflicto más allá de lo permisible, por la supervivencia de la humanidad.
* Luis Varese es periodista y antropólogo.