por RENATA DUTRA & RICARDO FESTÍ*
Los repartidores dieron rostro y cuerpo a un conjunto de preguntas sobre la política de la muerte traducida en el recrudecimiento neoliberal asociado al fascismo
“Nuestra lucha tiene el potencial de unir a la clase trabajadora”
(Paulo Galo, Libertadores Antifascistas).
No tienen nada que perder: para los cientos de miles de trabajadores que se dedican a repartir en plataformas de entrega de alimentos y otros servicios públicos, enfrentar la pandemia para protestar no representa un desafío adicional al que ya enfrentan para ganarse la vida. Por cierto, la ausencia de un salario garantizado, o incluso niveles de salarios mínimos, hizo que estos trabajadores fueran vulnerables, en el contexto de la pandemia, a aumentar.
Sometidos a las fluctuaciones de precios establecidas unilateralmente por las empresas de la plataforma, los mensajeros se enfrentaron a la caída de los precios en el escenario de la pandemia, lo que los obligó a ampliar las ya fatigosas jornadas laborales, para poder hacer frente a los gastos familiares y a los compromisos económicos derivados de la adquisición. de herramientas de trabajo (sí, para registrarse en plataformas de entrega por trabajo precario e inseguro, muchos de estos trabajadores se endeudan para comprar motos y bicicletas).
El escenario de desempleo e informalidad, que alcanzó el 41% en el primer trimestre de 2020, combinado con la insuficiencia de las políticas estatales para apoyar a los trabajadores en el contexto de la pandemia (especialmente a los más vulnerables, para quienes la ayuda de emergencia de insuficientes R$ XNUMX tomó un tiempo para implementarse y aún lleva tiempo llegar a todos los que lo solicitaron, debido a los trámites burocráticos) ha hecho que la cantidad de personas que recurren a las aplicaciones de entrega como una forma de ganarse la vida haya crecido considerablemente desde que se implementaron las medidas de aislamiento social.[i]. Este grupo incluye jóvenes brasileños negros: una encuesta realizada por Aliança Bike revela que el perfil de los mensajeros está compuesto por 71% de personas negras y pardas, con una edad promedio de 24 años.[ii].
Pero la imagen autoproclamada de benefactores de un oasis de oportunidades laborales en el escenario de crisis y paro estructural que las app-empresas intentaban promover se derrite cada día. Como Alessandro Sorriso, presidente de la Asociación de Motoboys y Repartidores Autónomos del DF,
estas plataformas llegaron a Brasil ofreciendo tarifas súper chulas, diciendo que somos el jefe y que somos nuestro propio jefe, que somos autónomos, mientras que, de hecho, nos están quitando la autonomía con este sistema de clasificación y puntuación […] y no quieren tener ninguna responsabilidad con nosotros los mensajeros [...] y todavía nos bloquean sin ninguna justificación. Al final, nos tratan como basura desechable.[iii]
Aunque nombrados como empresarios, en una astuta estrategia para evitar que reconocieran su condición de trabajadores y el conjunto de derechos que ello conlleva, los jóvenes repartidores rápidamente se dieron cuenta de que estaban más cerca de la figura histórica de los “ganadores”, el prototipo de informalidad ocupada por la población negra en la post-abolición de la esclavitud. Con sus bicicletas y motocicletas, haciendo un uso fatigoso y arriesgado de sus propios cuerpos, asumen, como alguna vez asumieron los vencedores en la época de la esclavitud o los cocheros y porteadores de la preindustrialización del transporte en Brasil, la función de mover mercancías en el grandes ciudades. Sin embargo, tal como lo hicieron los vencedores en Bahía en 1817 (João José Reis nos habla de esta histórica huelga[iv]) y los cocheros y cargadores en Río de Janeiro en diciembre de 1906[V], los mensajeros entendieron que habían llegado a un límite en el proceso de exploración.
La huelga del 1 de julio destacó no solo la fuerza de movilización y el impacto político de los repartidores de aplicaciones, sino también una heterogeneidad de posiciones políticas. Entre los numerosos reclamos destacan la solicitud de aumento del monto pagado por viaje y la fijación de un monto mínimo por entrega, el fin de los bloqueos injustos a los trabajadores que realizan las aplicaciones, la creación de seguros contra robo, accidentes y muerte, el fin del sistema de puntuación y mejores condiciones de trabajo, y, en particular, la provisión de Equipos de Protección Individual (EPI). Además de estas demandas a las empresas, la manifestación presentó otras más amplias que requieren presión política y diálogo con el Congreso Nacional y los parlamentos locales, como es el caso del debate sobre la legislación específica que regulariza la categoría.
Según los propios correos, no hubo consenso en la categoría respecto a la postulación del reconocimiento de la relación laboral, pues muchos trabajadores valoran la idea de autonomía, que sería incompatible con la inscripción en la tarjeta de trabajo. Si bien este disenso revela una dimensión subjetiva que coquetea con la narrativa neoliberal del trabajo por cuenta propia, por otro lado, es evidente que el colectivo se reconoce como trabajadores, no como empresarios, ya que reivindica derechos típicamente laborales y lo hace a través del instrumento de huelga
La forma utilizada por los mensajeros para movilizar la categoría destaca tanto las potencialidades como los límites de su organización. Utilizando los mismos medios que permiten la existencia de las aplicaciones-empresariales, es decir, la tecnología digital, los mensajeros lograron, en medio de una pandemia, organizar una unificación nacional de mensajeros -e incluso intentaron una unificación latinoamericana- americana. A través de “lives” y “videoconferencias” en las redes sociales virtuales, se comunicaban al instante con cualquier persona, en cualquier lugar. Esta capacidad de las actuales tecnologías de la información y la comunicación para servir de instrumento de organización política de los sectores populares ya quedó patente en las movilizaciones de 2011, conocidas como Primavera Árabe, en las emblemáticas manifestaciones de junio de 2013 y, más recientemente, en 2018, en la huelga de camioneros.
Sin embargo, si este entorno virtual facilitó la movilización de los mensajeros, también permitió que las plataformas digitales impulsaran estrategias para dividirlos o debilitar los paros. Muchos activistas denunciaron que las aplicaciones liberaron, el 1 de julio, a los trabajadores que estaban bloqueados o que estaban en la cola para unirse a la actividad, así como amenazaron con bloquear a los que se unieron a la movilización.
Una estrategia llamativa fue la de iFood, que ha implementado una diferenciación de “contratos” entre mensajeros, a través de la creación de dos sistemas de unión a la aplicación: “Nuvem” y “OL”. El primero, más antiguo y común, permite al repartidor activar la aplicación en cualquier momento, organizando su propio horario de trabajo. En el sistema “Operador Logístico” (OL), el trabajador está obligado a cumplir con un horario fijo, pactado con el supervisor, de lunes a domingo, pudiendo descansar un solo día entre lunes y miércoles y una vez al mes los domingos, con opción a trabajar entre desayuno, almuerzo, café de la tarde y cena. En este segundo caso, los mensajeros no pueden rechazar el “contrato” previamente establecido. Así, el día del paro se convocó a los OL y se incrementaron los valores de las carreras para los dos sistemas con el objetivo de debilitar la movilización.
Sin embargo, si aún es pronto para señalar las conquistas materiales de esta categoría, las conquistas políticas obtenidas con el proceso de movilización por el 1 de julio son innegables. Dieron visibilidad a sus demandas y ganaron la simpatía de quienes consumen los productos que entregan. Como enseña Antonio Baylos, la huelga es, ante todo, un proceso de aprendizaje[VI]. En este sentido, quizás el logro más importante fue el surgimiento, entre los mensajeros, de una facción política de orientación clasista. Por clasismo entendemos la tradición del movimiento obrero que se ve a sí mismo como una clase trabajadora y reclama su independencia política y organizativa de las clases dominantes, buscando crear formas de autoorganización y vínculos internacionales.
Es, por tanto, una corriente muy politizada que no se conforma con la lucha empresarial. El principal ejemplo de esta facción son los Antifascist Deliverers, un colectivo que surgió y se expandió rápidamente en el reciente proceso de lucha contra el gobierno de Bolsonaro, en defensa de la democracia y contra el racismo. Dentro de ella, hay quienes entienden que el momento actual es unir a la clase obrera, como defiende su figura más destacada, Paulo Galo (SP), pero también hay quienes han sembrado la idea de la autodeterminación de los trabajadores. gestión. Como señaló Eduarda Alberto (RJ), en el Live organizado por el Grupo de Investigación Trabajo Digital (UnB), el día antes del paro,
El cooperativismo de plataforma está creciendo en todo el mundo. Nos damos cuenta de que, como ha funcionado en estas experiencias, las cooperativas de entrega de bicicletas incluidas han crecido mucho en toda Europa; están poniendo a disposición software abierto para que las cooperativas puedan tomarlo, apropiárselo y transformarlo en su aplicación [...] Nuestra perspectiva es más bien crear una cooperativa para que podamos seguir trabajando de una manera más justa, garantizar un trato más equitativo reparto de beneficios, más transparencia.[Vii]
En un momento histórico en el que el ascenso de la extrema derecha al poder se encuentra con una pandemia con efectos devastadores sobre la vida y la cohesión social, los correos dieron cuerpo y cara a un conjunto de interrogantes sobre la política de la muerte traducida en el recrudecimiento neoliberal asociado al fascismo: este rostro es joven, se entiende a sí mismo como clase trabajadora, es predominantemente negro y, a pesar de estar en formación (y por lo tanto en disputa), está dispuesto a luchar. La nueva convocatoria de huelga para el 25/7/2020 refuerza esta idea.
* Renata Dutra es profesor de derecho laboral en la Universidad de Brasilia (UnB).
*Ricardo Festi es profesor de sociología en la Universidad de Brasilia (UnB).
Notas
[i] Investigaciones recientes realizadas por IPEA sobre los efectos de la pandemia en los ingresos de los trabajadores refuerzan nuestro argumento. Según datos obtenidos de la PNAD Covid-19 del IBGE, los trabajadores independientes fueron los más afectados, recibiendo solo el 60% de sus ingresos habituales. Por otro lado, entre los sectores menos afectados de la economía se encuentran los servicios de almacenamiento, mensajería y entrega. Por lo tanto, es evidente que muchos trabajadores por cuenta propia (en su mayoría informales) buscaron ingresos como mensajeros a través de aplicaciones (Cf. CARVALHO, Sandro. “Los efectos de la pandemia en las ganancias del trabajo y el impacto de las ayudas de emergencia: lo que dicen microdatos de PNAD covid-19”. gráfico del tiempo, norte. 48, 3er trimestre de 2020).
[ii] Ver http://aliancabike.org.br/wp-content/uploads/2020/04/relatorio_s2.pdf
[iii] Alessandro Sorriso (AMAE-DF), en Vivo “Luchas y demandas de los repartidores de APP en el DF”, mediado por Ricardo Festi, el 30 de junio de 2020. Ver en https://bit.ly/31hKSFo.
[iv] REIS, Joao José. Ganadores: la huelga negra de 1857 en Bahía. São Paulo: Companhia das Letras, 2019.
[V] En la huelga de 1906, la Associação de Resistência dos Cocheiros, Carroceiros e Classe presentó un cuadro de demandas a las empresas propietarias de los vehículos, que incluía un aumento de la remuneración de los conductores y una reducción de la jornada laboral. Cf. TIERRA, Paulo Cruz. Ciudadanía y trabajadores: cocheros y carreteros en Río de Janeiro (1870-1906) / Tesis (Doctorado en Historia) – Universidad Federal Fluminense, Instituto de Ciencias Humanas y Filosofía, Departamento de Historia, 2012. 313 fl.
[VI] BAYLOS, Antonio. “Sobre el derecho de Huelga”. Disponible: http://www.fundacionsol.cl/2011/08/sobre-el-derecho-a-huelga/
[Vii] Eduarda Alberto (Correos Antifascistas - RJ), en Vivo “Luchas y demandas de los correos de la APP en el DF”, mediado por Ricardo Festi, el 30 de junio de 2020. Ver en https://bit.ly/31hKSFo.