por ELÍAS JABBOUR*
A los chinos no les interesa la carga de ser una potencia hegemónica. Pero es importante polarizar el debate sobre la gobernanza global.
“Nuestro círculo de amigos siempre estará en el Tercer Mundo. Recuerde: los países desarrollados de Occidente no nos pedirán que juguemos y, a sus ojos, siempre tendrán un "complejo de superioridad". Occidente siempre despreciará nuestros valores y considerará a China como "atrasada". A los ojos de los occidentales, siempre habrá "diferencias entre Oriente y Occidente". No creas que puedes integrarte en el mundo occidental, ni creas ingenuamente que puedes (Wang Yi, Canciller de la República Popular China).
El 18 de octubre se celebró una gran reunión cuyo telón de fondo fue la celebración de los diez años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. En el evento estuvo presente la gran mayoría de jefes de Estado y de Gobierno del Sur Global, con énfasis en la presencia permanente de Vladimir Putin junto a Xi Jinping en los más variados momentos del encuentro. Hay una serie de preguntas que los intelectuales interesados en las dinámicas cambiantes que marcan nuestro momento histórico deben responder. Uno de ellos tiene que ver con la llamada “globalización”, su declive o el surgimiento de otro tipo de globalización, ésta ya bajo los auspicios de Eurasia y China, en particular.
Vamos a ver.
Otro tipo de globalización
En septiembre de 2013, el presidente chino, Xi Jinping, lanzó el esbozo de lo que en su momento se llamó el “Cinturón Económico de la Ruta de la Seda”, actualmente la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI). Desde entonces, 154 países se han sumado formalmente al proyecto y se ha invertido alrededor de 1 billón de dólares en casi todos los continentes del mundo. Diez años después del lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el mundo se enfrenta a una serie de discusiones, incluida la de la llamada “desglobalización”, acelerada por la exposición del proteccionismo histórico de Estados Unidos y un intento de cancelar a China del mercado. cadena de suministro global de infraestructuras de semiconductores. De hecho, este proceso ha provocado grietas en el patrón preexistente de globalización, pero ¿significa el comienzo de la “desglobalización”?
El patrón de globalización inaugurado por Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que ha adoptado otras formas, llamadas “financiarizadas”, desde finales de los años 1970, arrastrando al mundo –y a China en particular– hacia nuevos marcos institucionales. en todos los ámbitos, tipo y por nuevos acuerdos territoriales basados tanto en la velocidad con la que el capital sale y entra de los países como en la reorganización de la geografía industrial mundial. La baja inflación en Estados Unidos se ha convertido en sinónimo de Hecho en China. Que los responsables políticos Lo que los estadounidenses nunca imaginaron es que el hombre que incluyó a China en la economía capitalista mundial fue anteriormente un héroe de la Larga Marcha (1934-1935) y no uno de sus designados en Corea del Sur o Japón: nos referimos a Deng Xiaoping.
Multipolaridad
En unos 40 años, la financiarización ha erosionado la capacidad de Estados Unidos para reinventarse periódicamente. Su casi imbatible maquinaria militar, puesta a prueba más veces en una década que en toda la Guerra Fría, contrastaba con una sociedad cada vez más fracturada por la desigualdad social. Por otro lado, con cada nueva crisis financiera, la distancia entre China y Estados Unidos se hace más pequeña.
En las últimas cuatro décadas, el país ha construido “tres inmensas máquinas”: la máquina constructora de valor de cambio (transformándola en una máquina mundial), una máquina financiera (transformándola en el mayor acreedor neto del mundo) y una máquina constructora de valor. .de uso (en 20 años el país construyó 42 mil kilómetros de trenes de alta velocidad, convirtiéndose en el mayor exportador de bienes públicos en infraestructura de la historia de la humanidad).
Es en este punto que debemos cuestionar la llamada “desglobalización”. La globalización no se estaría produciendo con China como promotora basada tanto en el movimiento de incorporación de Rusia como parte soberana de su territorio económico como en la integración física del mundo con infraestructuras basadas en grandes capacidades productivas y estatales instaladas y en bancos públicos ( creadores de moneda fiduciaria), colocando en tercer y cuarto plano el endeudamiento de los receptores de estas inversiones en detrimento del mayor protagonismo chino e incluso de potencias regionales como Sudáfrica, Egipto, Etiopía y quizás Brasil?
Por otro lado, si hay una globalización con características chinas y si cualquier proceso de globalización también puede definirse por los valores que comparte el polo gravitacional, ¿qué podemos esperar de una globalización al estilo chino? Las ciencias sociales y humanas no cuentan con laboratorios de ensayo como el ciencias duras. Por tanto, muchas respuestas se sitúan en el campo de la historia. En este sentido, dado el peso que ejerce la economía productiva (no financiarizada) china en el mundo, esta “globalización” rediseñará una nueva división internacional del trabajo, a medida que China comience a exportar su prosperidad. Esta exportación ya se produce, en cierta medida, en la misma proporción en que un país determinado es capaz de planificar su economía basándose en las tendencias creadas por China. Ese es un punto.
Otro punto es la multipolaridad. A los chinos no les interesa la carga de ser un hegemón. Pero es importante polarizar el debate sobre la gobernanza global. Por ejemplo, para China, la tendencia hacia la unipolaridad sustituiría a la relacionada con los distintos polos de poder. Los valores de este proceso están en disputa. Estados Unidos habla de un “nuevo orden mundial” (sic). China lanza tres importantes “iniciativas globales”, a saber: (i) desarrollo global; (ii) seguridad global; y (iii) civilización global.
Podemos afirmar que la gobernanza china renovó los principios de la famosa Conferencia de Bandung (1955), con el agregado de la “internacionalización de factores” al colocar casi la responsabilidad de salvaguardar un mundo marcado por tensiones de múltiples órdenes en el Sur Global. Se trata de una relación dialéctica entre el futuro y el Sur Global, porque, como anuncia el epígrafe escrito por el jefe del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, los amigos de China están en el Tercer Mundo.
*Elías Jabbour Es profesor licenciado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UERJ y director de investigación del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) BRICS+. Es autor, entre otros libros, junto con Alberto Gabriele, de China: el socialismo en el siglo XXI (Boitempo). [https://amzn.to/46yHsMp]
Publicado originalmente en la revista Observatorio Internacional del Siglo XXI, edición de noviembre de 2023.
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