por ANTONIO VALVERDE*
Quizás haya llegado el momento de pensar en lo que es Brasil, de manera ociosa pero simétrica a las urgencias del momento actual.
“Sólo hay determinismo donde hay misterio. ¿Pero qué tenemos que ver con eso? […] Nuestra independencia aún no ha sido proclamada”. (Osvaldo de Andrade, Manifiesto Antropófago, año 374 de la Deglución del Obispo Sardinha, mayo de 1928).[i]
“Trayendo nuestras formas de vida, nuestras instituciones y nuestra visión del mundo desde países lejanos y manteniendo todo esto en un entorno a menudo desfavorable y hostil, somos exiliados en nuestra tierra”.
(SERGIO BUARQUE de HOLANDA, Raíces de Brasil, 1936).[ii]
Síntomas y signos de la filosofía en Brasil
Engrosamiento del anamnesia del aniversario de la Independencia de Brasil, el artículo “200 años, 200 libros”,[iii] del cuaderno “Ilustríssima”, de Folha de S. Pablo El 04 de mayo de 2022, trajo una lista de libros para “comprender Brasil”, resultado de una consulta con ciento sesenta y nueve intelectuales. Encabezado por el romance sala de desalojo, de Carolina de Jesús (1960), seguida de Gran Sertão: Veredas, de Guimarães Rosa (1956), ligado al relato mítico y autobiográfico, La caída del cielo: palabras de un chamán yanomami, por Davi Kopenawa y Bruce Albert (2015).
El primero con veintinueve nominaciones, el segundo con veinte cada uno. Sin embargo, cerca del campo de la filosofía, sólo el ensayo Brasil: mito fundacional y sociedad autoritaria, de Marilena Chauí, (2000), aparece mencionado. Con la excepción de que la lista contiene cuarenta y ocho libros sobre la condición de afrodescendientes y dieciséis sobre pueblos originarios.
¿Cuál ha sido el síntoma más general de la Filosofía en Brasil? ¿Por qué no se ha creado todavía un pensamiento filosófico brasileño? ¿Por qué no hemos superado la colonización filosófica en curso posterior a la aplicación de Relación de estudio, por los jesuitas, promovidos a los estudiantes del Colégio dos Jesuítas de la ciudad de Salvador de Bahía, en la época del Brasil Colonial, entre 1553 y 1759, bajo el arco del espíritu barroco?
Un espíritu que se perpetuó, incluso cuando terminó la catequesis filosófica de los jesuitas, ante el giro político-cultural instituido por el Marqués de Pombal, mediante la intención de renovación cultural en Portugal y las colonias, en el momento inaugural de la Ilustración. . ¿Por qué todavía no hay un estudio crítico sobre la formación filosófica brasileña?[iv] ¿En la línea de lo que ocurrió con los estudios sobre la “formación” de la literatura brasileña, de Antonio Candido, de la política, de Caio Prado Júnior y de la economía, de Celso Furtado, a mediados del siglo pasado?
En el caso de la economía, el problema fue profundizado y realineado, por Francisco de Oliveira, en Crítica a la razón dualista / El ornitorrinco (1981), al regresar a la tesis furtadiana de que la planificación económica nacional se crea para reforzar el mantenimiento de la desigualdad social y la pobreza. Además de las obras de intérpretes brasileños, Casa Grande y Senzala, por Gilberto Freyre, Raíces de Brasil, de Sergio Buarque de Holanda y La revolución burguesa en Brasil, Por Florestán Fernández. De hecho, Florestan Fernandes completa el cuadro de intelectuales que filtraron críticamente la producción extranjera, en el momento de su recepción, a partir de las sociologías de Durkheim, Marx y Weber, para verificar qué servirían para pensar y comprender Brasil. Florestan Fernandes, quien inicialmente adhirió al funcionalismo y, posteriormente, al marxismo.
Sin embargo, el trabajo Filosofía en Brasil: legados y perspectivas. Ensayos metafilosóficos, de Ivan Domingues, es el esfuerzo más elaborado para comprender y evaluar los síntomas y obstáculos a la producción de una filosofía brasileña, vinculando, en detalle, la historia y la recepción filosófica en Brasil. Sobre todo, al analizar los (in)gloriosos quehaceres de Sylvio Romero, Tobías Barreto, Farias Brito, que se pueden leer en “3er Paso”, titulado “Independencia, Imperio y Vieja República: el intelectual extranjero (DOMINGUES, 2017, pp. 207-332)”.
Entre los otros “Pasos” ejemplares de análisis crítico del estado del arte de la filosofía en Brasil. Del hecho ineludible de la no aparición de “un pensador original y, con él, el de la primera escuela filosófica brasileña”. Por otro lado, el autor destaca el registro del surgimiento del pragmatismo, fundador de la filosofía norteamericana, la primera creada en las Américas (DOMINGUES, 2017, p. 50).[V] Por supuesto, también hay que considerar el lastre cultural de la poesía norteamericana, particularmente la de Walt Whitman, el poeta de América del Norte, expresando el sueño poético e histórico de los inicios de la opulencia del país (PAZ, 2012, p. 305), que había precedido a esa creación filosófica. Mientras que el poeta Emerson se apegó al naturalismo, en un registro anterior a la opulencia. Ahora, poetas y novelistas cumplieron la tarea de pensar en Brasil, como se verá más adelante. Sin prescindir de la sabiduría amerindia y africana, necesariamente subsidian en gran medida el pensamiento brasileño.
Reanudando. A raíz de Relación de estudio, primero hasta la marea de inspiración romántica en busca de una identidad nacional, la brasilidad –sustrato del “alma brasileña”–, se encontró en la pureza de lo indígena, al son de ecos rousseaunianos. Junto a las incorporaciones del eclecticismo espiritualista, de Víctor Primo y del positivismo, prácticamente in natura, de Auguste Comte o mediada por Sylvio Romero y Tobias Barreto, en el ámbito de la Escuela de Recife creada a mediados del siglo XIX (PAIM, 1966).
Sin que resuene cada eco de la recepción y asimilación de la filosofía europea a partir del siglo XIX, hoy lo que tenemos en el ámbito de los estudios filosóficos nacionales todavía parecen balanzas de colonialismo, de todo tipo, al capricho de una Europa decadente rumiando sobre sus fantasmas, sin novedades relevantes, más que el arrepentimiento de haber inventado la Ilustración, sus consecuencias y críticas, bajo el techo falsamente abrasador de la travesía nihilista y el sufrimiento existencialista de matriz heideggeriana. – “¿Pero qué tenemos con esto?” Gritó contundentemente Oswald de Andrade –el más perfecto cocinero de las almas de este mundo–, al concebir la antropofagia, la particularidad cultural que “nos une social, económica, filosóficamente (ANDRADE, 1928, 1972, p. 226)”. Porque, por parte de Brasil, no tiene casi nada que ver con lo que unía a los europeos hasta el desencanto de la Ilustración.
En verdad, perdemos mucho tiempo escudriñando el pensamiento filosófico de europeos y norteamericanos, estudiado, comentado, revisado, comprendido hasta el límite del descarte, en filigranas. ¿Por qué persistir en la incohesiva tarea de competir con los grandes disectores de linajes filosóficos, que tienen un delta inicial inalcanzable, a partir del conocimiento del griego, el latín, las lenguas nativas, además del caldo cultural e histórico de sus propias filosofías de producción? - ¡Esa es la cuestión! ¿Que hacer? Primero, ¿qué no hacer?
El cálculo antropofágico prevé devorar todo, desde la producción cultural extranjera, pero dejar, de manera simbólica, al intestino grueso la decisión de qué elegir para nuestra apropiación, si es oportuno y necesario para comprender Brasil. Similar a lo que hacían los Tupinambá, sometiendo a sus enemigos a procesos de engorde, antes de devorarlos literalmente, para asimilar el máximo de su espíritu y fuerza. Además de esto, ¿qué podría ser de interés para los profesores e investigadores de Filosofía en Brasil? Se ni podemos imitar la filosofía producida en Europa y la deshidratada filosofía norteamericana, a la hora de reproducirlas. – Éste es el drama de la colonización filosófica sólo esbozado.
Bajo hipótesis, tal vez el excesivo rigor en el estudio de los textos filosóficos, basado en lecturas estructurales y desconsiderando los contextos históricos de sus producciones, haya inhibido, o retrasado, la experiencia de filosofar libre, contradictoria e imaginativa en el ambiente académico brasileño. Bajo la anticipación impulsada por las misiones belga (1908) y francesa (1934). El primero organizó el curso de Filosofía en la Faculdade São Bento, bajo la dirección tomista (MUCHAIL, 1992); el segundo, titulado “Departamento Francés de Ultramar”, expresión derivada de un Blague de Michel Foucault–, creó el de la USP. (ARANTES, 1994). Ambos en la ciudad de São Paulo.
Sin embargo, en la continua marea de actualización desde arriba, réplica en bajo relieve de la invención política prusiana de mediados del siglo XIX, últimamente se ha surfeado la ola de la biopolítica, después de la de la necropolítica y, hoy, bajo la de la descolonización. .[VI] El primer pensamiento desde la realidad francesa y europea. Ciertamente, la noción de necropolítica puede ser interesante si se asimila de manera crítica. Y la descolonización lo hace, si miramos el pasado de contribuciones que durante mucho tiempo han señalado la necesidad de pensar filosóficamente sobre los problemas del lugar Brasil, la realidad del lugar Brasil. No a partir de temas y problemas extraños, creados en otros lugares con vínculos causales específicos. Pero los temas y problemas específicos de Brasil, que difieren sustancialmente de los teorizados por los europeos, son para los europeos. Éramos colonia, ¿aún estamos colonizados? ¿En qué sentidos?
Literatura anticipada
Ciertamente, Machado de Assis, con una actitud comprensiva hacia el colonialismo europeizante, había imaginado la filosofía del “humanitismo”, ante la proclamada afirmación de la ausencia de una filosofía nacional. Semejante filosofía caería dentro del género de la sátira, en el sentido romano del término, de educar a través de la burla, a través del ridículo.
Obra del personaje Quincas Borba, “que trajo una pizca de tontería”, “ese mismo náufrago de la existencia”, de Las Memorias Póstumas de Bras Cubas, “mendigo, heredero inesperado e inventor de una filosofía”, la humanitaria (MACHADO de ASSIS, 2015, p. 740). Cuyo principio general, “Humanitas”, es “sustancia o verdad”, un “principio indestructible”. […] Le llamo así porque resume el universo, y el universo es el hombre”.
Luego, Quincas le cuenta a su amigo y cuidador, Rubião, el paso inicial de su ingenio: “No hay muerte. El encuentro de dos expansiones, o la expansión de dos formas, puede determinar la supresión de una de ellas; pero, en rigor, no hay muerte, hay vida, porque la supresión de una es condición para la supervivencia de la otra, y la destrucción no afecta el principio universal y común. De ahí el carácter conservador y beneficioso de la guerra. Supongamos que tienes un campo de patatas y dos tribus hambrientas. Las patatas sólo alcanzan para alimentar a una de las tribus, que así gana fuerzas para cruzar la montaña y pasar al otro lado, donde hay patatas en abundancia; pero, si las dos tribus comparten en paz las patatas del campo, no obtienen suficiente nutrición y mueren de hambre. La paz, en este caso, es destrucción; La guerra es conservación. Una de las tribus extermina a la otra y recoge el botín. De ahí la alegría de la victoria, los himnos, las aclamaciones, las recompensas públicas y todos los demás efectos de las acciones bélicas. Si la guerra no fuera por esto, tales manifestaciones no tendrían lugar, por la verdadera razón de que el hombre sólo celebra y ama lo que le resulta placentero o ventajoso, y por la razón racional de que nadie canoniza una acción que virtualmente lo destruye. A los vencidos, el odio o la compasión; al ganador, las patatas (MACHADO de ASSIS, 1891, 2015, p. 741)”.
La exposición doctrinal de Quincas Borba, un millonario ocioso transfigurado en filósofo de retórica prosaica, combina los matices modernos de la filosofía y la ciencia, al revelar un patrón de burla al humanismo, el positivismo clásico y el evolucionismo darwiniano, apoyado en un creciente darwinismo social.[Vii] Por extensión, también al liberalismo con sus promesas vacías, pero desde un lugar de atraso, tomando el evolucionismo como una breve puñalada en la lucha contra el atraso de todos los órdenes de la sociedad brasileña.
Contrariamente a la ligereza operada por algunos profesores de filosofía, que asimilaron e incorporaron doctrinas extranjeras sin el necesario clivaje crítico y la desconfianza parsimoniosa. – ¿Sólo un hombre rico podría proyectar una filosofía extemporánea en Brasil, después de la Proclamación de la República? Según Roberto Schwarz, el atraso nacional subsidia la obra de Machado, que, a partir de cierto punto de su producción literaria, hace uso del humor, la ironía, la paráfrasis, al vislumbrar la puerta abierta de par en par de la miseria brasileña, comenzando por el espantoso fardo de la esclavitud. , entre otros temas similares de distinto peso, en curso (SCHWARZ, enero de 1973).[Viii]
Así, el filósofo Quincas Borba revela lo que parece ser la combinación de sutileza y sátira en el fondo del drama, el de Brasil en las afueras del orden capitalista. El lema, ciertamente, da testimonio de un modelo imaginario para los filósofos brasileños contemporáneos. Eso sí, demarcada por la gravedad que exigen nuevas miserias de duración indefinida.
¿Es posible todavía que aparezca un filósofo Machado de Assis, después de tanta acumulación y consolidación filosófica, en Brasil? ¿A Euclides da Cunha? ¿Otro Guimarães Rosa? ¿Aún un filósofo con la erudición y altura intelectual de Sergio Buarque de Holanda y Antonio Cándido?
Justificando los síntomas. Tres preguntas de filósofos nacionales que, bajo las explicaciones y análisis adecuados, basados en la Historia y la vida cotidiana, apuntan al probable horizonte futuro de una filosofía brasileña. - ¿O no?
Comprensión filosófica de Brasil
Pensemos con Cruz Costa (1904-1978), el primer doctor en filosofía de la USP, sobre la comprensión filosófica de Brasil, su recepción y el drama del “qué hacer”. En Contribución a la historia de las ideas en Brasil: el desarrollo de la filosofía en Brasil y la evolución histórica nacional, publicado en 1956, sostenía que los estudios de filosofía en Brasil debían fluir hacia la comprensión filosófica del país. Originalmente, tesis presentada en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo, requisito parcial para el concurso de la cátedra de filosofía.
De entrada, Cruz Costa argumentó: “Para que el pensamiento no sea una mera fantasía inútil -como decía el rey Duarte- es necesario que no pierda contacto con la historia, con los problemas reales de la vida. […] (Ya que) La filosofía no es mera especulación en el vacío o un simple juego de conceptos abstractos. Es un trabajo sobre la experiencia real y debe realizarse sin perder ese sentido concreto de lo que es […], 'esta sabiduría que nace de la experiencia'” (CRUZ COSTA, 1956, pp. 7 y 22).
A lo que Cruz Costa preguntó: “¿Qué valor puede tener una cultura que no apunta a comprender quiénes somos, que se aleja de las condiciones de la tierra y que no responde a las curiosas líneas de nuestro destino?” Y añadió, evitando la trampa latente: “Sin negar las culturas extrañas que expresan una experiencia histórica más rica que la nuestra –que es un patrimonio precioso recibido–, debemos extraer de ellas una lección que nos permita, en primer lugar, comprender cuáles son ". Porque, “seríamos más que ineficaces, seríamos ridículos, si después de la lección que nos dan estas culturas, siguiéramos ajenos a los fascinantes problemas que nos afectan más de cerca (CRUZ COSTA, 1956, p. 7)”.
Al mismo tiempo, recordó que de “la mano de Europa […] hicimos nuestra entrada en el escenario de la Historia, en un momento de crisis para la cultura occidental”. Ya que “Europa nos impuso sus lenguas, su religión, sus modos de vida, en definitiva su civilización”. De tal manera que ningún sesgo cultural rigiera en las tierras invadidas por los colonizadores. Religión, ritos, cuidado de la naturaleza, alimentación, crianza de los hijos, etc. Sin embargo, si “nosotros en Estados Unidos no tenemos derecho a hablar de una civilización propiamente estadounidense”, “podemos […] hablar de una experiencia estadounidense, que se ha ido formando, lentamente, en estos cuatro siglos de dramática construcción”. esfuerzo de los pueblos y la adaptación de la civilización occidental a las condiciones de nuestro continente. Nuestra vida, sin embargo, transcurrió en un escenario diferente y nuestros actores pertenecen a todos los matices de la humanidad”. Para concluir que “En este escenario también pasó el tiempo, también se hizo historia y de esta historia surge una experiencia humana, una filosofía sólo esbozado, pero que, para nosotros, es de altísimo valor (CRUZ COSTA, 1956, p. 14)”.
Basándose –de paso– en el pensamiento historicista de Benedetto Crocce, escribió: “Sin embargo, no debemos olvidar que la historia excluye ciertas restauraciones. No está hecho para restaurar, sino para liberarse del pasado”. Así, “la filosofía encuentra la verdad en su adecuación a la realidad”. A lo que agregó: “Esta realidad no es permanente, sino histórica. Cuando la historia cambia, la filosofía también debe cambiar (CRUZ COSTA, 1956, p. 24)”.
Antonio Cándido juzgó que “Cruz Costa insistió sin parar en la necesidad de aplicar la reflexión a Brasil, aunque para ello era necesario salir de una filosofía estrictamente concebida” (ARANTES, 1993, p. 23).[Ex]
¿Había entrado Cruz Costa en la concepción antropofágica de Oswald? Ciertamente, no había sido inmune a ello, lo había tocado sin asumirlo plenamente.
Críticas a la razón Tupiniquim
Roberto Gómez, en Crítica a la razón Tupiniquim, de 1977, cuestiona lo que podría convertirse en una “razón tupiniquim”, ciertamente una que tenga en cuenta el modo de pensar filosóficamente brasileño, a su manera, considerando, sobre todo, el lugar Brasil, su locus original. No de otro lado. Por tanto, de forma emblemática, sin la seriedad cartesiana, la máscara de la excesiva seriedad, al menos aparente, de los europeos, que, de forma genérica, intentamos reproducir. El de las ideas aburridas, claras y distintas. Recordando al presidente Fernando Henrique Cardoso, en un discurso radial, un viernes por la mañana, cuando dijo: “Soy un cartesiano con un pie en el candomblé”.
Anticipado por Paulo Leminski quien, en Catatau, transformó a Descartes en un militar dandy del ejército de Mauricio de Nassau, desembarcó en Recife, en la época del Brasil holandés. De donde se tropicaliza debidamente el racionalismo cartesiano, con mucha cachaça y cannabis. No somos serios en la vida cotidiana, hacemos bromas sobre casi todo. Entonces, ¿por qué deberíamos vestirnos de sentido común europeo para reproducir la filosofía de la matriz? ¿Qué mala conciencia es esta? Somos brasileños fanáticos de la risa fácil y del buen humor, signo elocuente de inteligencia refinada, según Freud.
Liderados por la religiosidad del fútbol, entrelazando lo sagrado y lo profano, sin embargo, sometidos a una violencia que quema libros, ideas, personas en plazas públicas y en los calabozos de dictaduras, oficiales o no. Sumado al racismo estructural, reiterado por el hecho espantoso de la esclavitud. Amamos la pereza, que es el ritmo de la naturaleza dentro de nosotros, la “divina pereza” de la que hablaba Mário de Andrade, un campo de expresión de la sensualidad libre y desenfrenada, heredada de la época del Brasil colonial.
Somos pobres desde que nacemos. Brasil había entrado en el marco del antiguo mercantilismo portugués,[X] por la forma enajenada de proveedor de materias primas: azúcar, tabaco, oro, diamantes, café. Darcy Ribeiro escribió que fuimos transformados, desde el principio, en mano de obra extranjera para los colonizadores portugueses. Y, en cierto modo, a gran escala, lo seguimos siendo, a través del agronegocio y el extractivismo. Ya que la industria nacional, que creció galopantemente a partir de los años 1930, comenzó a decaer a partir de 1977, según Bresser Pereira.
¿Habría algún paralelo entre el mercantilismo y la entrada de la filosofía en Brasil? ¿Nos encontramos tal vez transfigurados en una fuerza laboral filosófica que apoya las creaciones europeas y norteamericanas? ¿Comprenderlos exhaustivamente, sin producir los nuestros? ¿Sin llegar a las alturas de sus producciones originales?
Por cierto, Roberto Gomes consideró: “Inmerso en una escafandra grecorromana –aunque no es ni griego ni romano– el brasileño escapa a su identidad. Ha sido en la filosofía donde el espíritu humano ha buscado esta autorrevelación. Sin embargo, el brasileño, autocomplaciente y conformista, un tipo serio, aún no ha producido filosofía. (Dilo tú mismo). Por eso, es necesario advertir que el pensamiento brasileño nunca estuvo donde se buscó: tesis universitarias, cursos de pregrado y posgrado, revistas especializadas”. […] Porque, “en el molde de nuestro 'pensamiento oficial' no hay señales de una actitud que asuma a Brasil y pretenda pensarlo en nuestros términos. Además de la charla secamente técnica y estéril, de las ideas generales, de las tesis que sabemos de antemano cómo concluirán, de las ideas bien pensadas, no encontramos nada que denuncie la presencia del pensamiento brasileño entre nuestros "filósofos oficiales". , víctimas de un discurso que no los piensa delirante (GOMES, 1977, pp. 11-12).”
A lo que añade: “No se trata de 'inventar' una razón brasileña, sino de proponer un proyecto, un cierto tipo de pretensión, ciertamente quijotesca, y evidentemente absurda: pensar qué se es, cómo se es (GOMES, 1977, pág.12)”.[Xi]
Freud decía que todo lo que buscaba con la expectativa de encontrar algo nuevo, el arte lo había logrado antes. Si el arte anticipó en muchos momentos lo que la filosofía llegaría a comprender después, ¿qué deberíamos hacer en un momento en el que el arte, el gran arte, supuestamente, no parece expresar el tiempo presente? Las vicisitudes de esta época. Sin embargo, parece recalentar lo que fueron invenciones artísticas y estéticas recientes, aunque del pasado.
La filosofía también aborda el mismo dilema, el de encender la producción pasada, de manera generalizada, desde matrices positivistas, marxianas, nietzscheanas, neokantianas, lógico-matemáticas, fenomenológicas, existencialistas, analíticas, estructuralistas, postestructuralistas, entrando en lo biológico, emparejado con la teoría de la evolución de Darwin, además de la mecánica psicoanalítica y, en el límite, la mecánica cuántica.
Por lo tanto, este es un mal momento para que los estudiosos de la filosofía en Brasil presten atención a la realidad brasileña, la Historia de Brasil, nuestra forma de ser, la alegría y la tragedia de ser brasileño. Sin miedo ni pudor, con distanciamiento de los mohosos estándares de las filosofías europea y norteamericana. Además de “un apego extremo a los pensamientos de los demás porque creemos que sólo los demás pueden darnos alguna clave del conocimiento (GOMES, 1977, p. 22)”. Como si fueran claves precisas para comprender el ser brasileño, a veces sin considerar el momento presente.
Sin embargo, hay mucha sabiduría acumulada en las canciones populares brasileñas. Por ejemplo, Noel Rosa parodiando el positivismo, la filosofía más popular en el país: “el amor se basa en el orden en principio / el progreso debe venir después / olvidaste esta ley de Auguste Comte / y te fuiste a ser feliz lejos de mí”.[Xii] Además, a través de la rima de Monsueto Menezes al apelar a “vive en la filosofía / por qué el amor y el dolor riman…”,[Xiii] adelanto del verso de Oswald de Andrade: “Amor/humor”. Además de toda la crítica social contenida en las canciones de Chico Buarque, Milton Nascimento, Aldir Blanc. Y en el de Caetano Veloso, en la línea de burlarse del sentido común: “está demostrado que sólo es posible filosofar en alemán…”[Xiv]
Especialmente, en la intervención estética de Tropicália, no sólo en la música, también en el teatro, el cine y las artes visuales, quizás el último balance de la cultura brasileña para abordar traumas residuales latentes o explícitos. Revelado por Celso Favaretto en Tropicália: alegoría, alegría (1979), utilizando la filosofía benjaminiana y las nociones del psicoanálisis, sin embargo, de forma descolonizada. Tomando ambos como herramientas del pensamiento crítico.
La excelente poesía brasileña puede servir de lastre para la creación de una filosofía nacional, no necesariamente extraída del patriotismo conservador y autoritario. Desde la del universal bardo minero Carlos Drummond de Andrade, hasta el lirismo de Manuel Bandeira, pasando por la refinada poética de Murilo Mendes y la poesía sobria y cerebral de João Cabral de Melo Neto. Junto a la poesía ácida y demoledora de Oswald de Andrade, sacudiendo los esqueletos del moralismo costumbrista en la transición del Brasil rural al urbano, y de Mário de Andrade, lanzando alturas estéticas en tiempos de un Orfeo extasiado en la ciudad macota de Zan Baolo.
Además del lirismo único del poeta más expresivo de la generación de los años 1960, Mário Faustino (1930-1962), votó carácter distintivo y la tragedia existencial, identificable en el poema “Balada (En memoria de un poeta suicida)”: “No logró firmar el noble pacto / Entre el cosmos sangriento y el alma pura. / Sin embargo, no se doblegó ante el hecho / De la victoria del caos sobre la voluntad / Augusta para ordenar a la criatura / Al menos: luz al sur de la tormenta. / Gladiador muerto pero intacto (Tanta violencia, pero tanta ternura) / Se arrojó contra un mar de sufrimiento (FAUSTINO, 1985, p. 115).”[Xv]
Además de los pocos inmensos novelistas nacionales. A la cabeza, Machado de Assis, burlándose de la nación esclavista sin destino histórico aparente; Graciliano Ramos, desmitificando la tragedia nororiental en vidas secasy la desagradable ausencia de libertad bajo la dictadura de Vargas, de recuerdos de la prisión; Guimarães Rosa, en Gran Sertão: Veredas, en el que el interior del país se convierte en escenario de guerras intestinas ocultas; la saga de las pampas, en Érico Veríssimo; Raduan Nassar aborda el neurótico romance familiar, en agricultura arcaica, y Clarice Lispector barajando las obtusidades y vulgaridades del sofocante malestar cotidiano. En particular, Lima Barreto, afrodescendiente, pobre, internada en un asilo, es sin duda la metáfora viva más significativa del Brasil de principios del siglo XX. Ya que la literatura cumplió durante mucho tiempo la función de reflexionar sobre Brasil.
En el universo del cine nacional, especialmente el del “Cinema Novo” (BERNARDET, 2007), existen variadas virtualidades de comprensión de Brasil, dada la exposición crítica de múltiples temas sociales, sustratos potenciales para reunir elementos para el ingenio propio, Filosofía brasileña. Así, Glauber Rocha, en entrevista con Positif – revista de cine, concedida a ET Greville, titulada “Glauber habla a Europa”, expuso la relevancia del cine al incluir temas muy brasileños, relacionados con el misticismo, el mesianismo, el mandonismo, la reforma agraria, el candomblé, la política, la revolución, el populismo, la guerrilla urbana y el industrialismo en la baja. alivio . Modelly, el enfoque en la producción de accesorios para la recién creada industria del automóvil, que se muestra en la película São Paulo SA, de Luiz Person, 1965. Glauber reconoció el colonialismo cultural y la lucha estética y política a contrapelo (del colonialismo). (GREVILLE, enero de 1968).
Recordando que la filosofía griega fue invención de un autodidacta, un creador original, sin más bagaje previo que los poemas épicos y la realidad de los radicales y acelerados cambios sociopolíticos que se produjeron en la Grecia del siglo VII a.C. C. Hasta el paso de la tradición oral al establecimiento de la escritura. Sin embargo, ¿por qué nos falta tanto bagaje filosófico si no somos capaces de crear nuestra propia forma de pensar filosófico? ¿Existe, de hecho, un verdadero deseo de tal creación? Quizás el exceso de conocimiento de la filosofía y de la historia de la filosofía, en nuestras universidades altamente burocratizadas y burocratizadas, ha obstaculizado y sigue obstaculizando la insurgencia de un pensamiento propio, nacional, basado en nuestros problemas.
Roberto Gomes reflexiona: “[…] la filosofía es una razón que se expresa –una fórmula donde la palabra razón aparece cargada de historicidad. Y una filosofía brasileña tendría que ser el despojo de esa razón en la que nos convertimos. Ya sea por exceso de pudor o por miedo, lo cierto es que hasta el día de hoy no nos hemos desnudado. Quizás temiendo que no encontráramos nada debajo de nuestra ropa europea… (GOMES, 1977, p. 25)”.
Tras la publicación de Crítica a la razón Tupiniquim, Gerd Bornheim publicó el ensayo “Filosofía y realidad nacional” (BORNHEIM, 1980).[Xvi] Roberto Gomes y Gerd Bornheim coincidieron en que la filosofía, en Brasil, necesita cuidar la unicidad de los problemas brasileños, para abandonar los aspectos de neutralidad y universalidad. Pero debemos prestar atención a la pluralidad cultural de Brasil, en todos los niveles, para crear condiciones que nos acerquen al verdadero pensamiento: el de las calles, el del pueblo, con su sabiduría aún no elevada a categorías conceptuales más amplias. De esta manera avanzaron en el problema de la descolonización. Apuntando a la invención de una filosofía popular. Ciertamente, salvo los trastornos políticos conservadores que podría contener. Operando como punto de paso para la construcción de una filosofía brasileña.
La falta de asignaturas de filosofía en Brasil
Por cierto, Paulo Arantes, el intelectual público brasileño más conocido de la actualidad, dejó constancia: “En Brasil, la falta de asignaturas de filosofía es casi una fatalidad. Razón de más para convertirlo en un problema. No es una cuestión de talento, sino de formación. Ni siquiera se trata de entrenamiento personal, aunque uno no puede prescindir del otro. Hoy en día, este último está al alcance de todos en las buenas universidades del país. De hecho, no hay otra manera, ya que la cultura filosófica contemporánea es esencialmente universitaria, una especialidad entre muchas otras. Resulta que este ideal de formación intelectual armoniosa se disuelve en una ficción dorada tan pronto como lo devolvemos al terreno crudo del conjunto de singularidades moldeadas a lo largo del tiempo por la expansión desigual del capitalismo. Un sistema mundial descompensado que insiste en dejar literalmente a nuestros filósofos vigilando los barcos (ARANTES, 1993, p. 23)”.
Sin embargo, completa el razonamiento, desacreditando las pretensiones filosóficas en Terrae Brasilis. Arantes recurre al bardo Mário de Andrade: “nuestra formación nacional no es natural, no es espontánea, no es, por así decirlo, lógica (ARANTES, 1993, p. 24)”. Porque “la naturalidad, la espontaneidad y la lógica están evidentemente al otro lado del océano. Dado el "desorden", la "inmundicia de contrastes" que somos, no hay duda de que el ideal de armonía y plenitud sólo puede ser el vínculo relativamente consistente que en la tradición europea asocia la vida del espíritu con el conjunto de la sociedad. vida (ARANTES, 1993, p. 24)”.
Por mucho que la filosofía sea parte de la ideología dominante, existe un vínculo causal entre la filosofía producida y el fundamento histórico europeo. Aquí la filosofía parecía una flor exótica, brotada en otro jardín, distinto del pensamiento cultivado por los pueblos autóctonos, los originarios de Pindorama, el auténtico pensamiento amerindio, descalificado y, en consecuencia, devaluado con la invasión de los colonizadores. Lo mismo ocurrió con el pensamiento africano, reflejo de la sabiduría ancestral de los pueblos esclavizados traídos de África, sin oportunidad de expresión durante todo el período del Brasil-Colonia.
Sin embargo, sin un compromiso directo con esa sabiduría, durante el Imperio sólo se expresaron los escritores afrodescendientes Luis Gama y Machado de Assis. En la Primera República, Lima Barreto y María Firmina dos Reis. A partir de la década de 1950, Carolina de Jesus, Carlos Marighella, Abdias do Nascimento, Milton Santos, Joel Rufino dos Santos, Conceição Evaristo. Al contrario de lo que había sucedido en la música, en la que muchos afrodescendientes figuraron en el panorama artístico, de manera singular. Esto hace pensar en cuánto esfuerzo le habría costado a Machado de Assis, un autodidacta, seguir las especulaciones filosóficas europeas, transpuestas al finísimo material de su literatura y su teatro.
Según Arantes, “en comparación con la literatura, la filosofía ocupa un lugar subordinado en el panorama cultural nacional. […] la piedra de toque ideológica representada por la literatura, que ha sido aquí 'el fenómeno central de la vida del espíritu': una inflación literaria al servicio de la conciencia nacional, la exposición y revelación de Brasil a los brasileños. […] este no era ni remotamente el caso de la filosofía, que no sumaba experiencias”. Como ilustra, “Quien haya quizás repasado la historiografía en mangas de camisa de João Cruz Costa observará, un tanto asfixiado e injustamente tentado a atribuir a su autor la timidez de perspectiva que emanaba del material de segunda mano con el que se ocupaba, que en ella Estrictamente hablando, no sucede nada, nada se vincula, excepto el tejido dispar de artefactos retóricos diseñados para ofuscar a los cohermanos (ARANTES, 1993, p. 24)”. Cruz Costa lamentó las tardes en las que analizaba la filosofía de Farías Brito, para él “vapores filosóficos (ARANTES, 1993, p. 30)”.
Sin embargo, hay algo nuevo en el horizonte de la investigación filosófica académica brasileña. Se trata de cuatro tesis sobre temas innovadores, la primera, defendida por Luis Thiago Freire Dantas, en la UFPR, titulada Filosofía de África: perspectivas decoloniales, mención honorífica de ANPOF, 2018; segundo, el de Felipe Beltrán Katz, Contra la cordialidad: análisis del concepto de hombre cordial en la obra de Sergio Buarque de Holanda, para el PPG en Filosofía de la PUC-SP, en el mismo año; tercero, el de Ubiratane de Morais Rodrigues, La estética del pre-arreglo (Vor-Schein) como anticipación transgresora en Ernst Bloch, enmarcado en el análisis de la estética transgresora de vidas secas, de Graciliano Ramos, defendido en 2020, por el PPG en Filosofía de la USP y el cuarto, defendido en la PUC-SP, en 2021, de autoría de Rafael Ávila Matede, bajo el título de Cuaderno Axé: apuntes sobre la filosofía terreiro. El último inicia la entrada de la filosofía en el candomblé terreiro, una práctica anticipada por la antropología cultural hace décadas.
Sin embargo, aquí hay algunos temas problemáticos probablemente inevitables que desestabilizarán el estado del arte de la filosofía en un entorno nacional: preservación de la naturaleza, biofilia; Justicia social; ontonegatividad de la política; cordialidad, violencia y contraviolencia; crisis de las ciencias humanas; camisa de fuerza de la tecnociencia; autogestión social, autonomía laboral; utopía concreta; humor; el fútbol –religiosidad profana–; horizonte de una civilización libidinal; prejuicios raciales y de género en el ámbito de la desigualdad social; carnaval –“el evento religioso de la carrera”–; Artes plásticas; musica Popular Brasileña; Tropicalia; cine y dramaturgia nacional; cultura popular; ascendencia de los pueblos originarios; territorialidad; la pereza –“la sabia pereza solar”–; fenomenología brasileña;[Xvii] antropología filosófica brasileña;[Xviii] Candomblé, etc.
Temas ordenados de manera que transformen los estudios de Filosofía en la comprensión de Brasil. En detalle, forjado a partir de la construcción de un lenguaje propio de la filosofía brasileña. Oscura filosofía de síntomas y evidencias almacenadas en el equipaje de Caio Prado Júnior, Mário Ferreira dos Santos, Álvaro Vieira Pinto, Lima Vaz, Leandro Konder, José Chasin, Paulo Freire y, límite extra, Moniz Sodré. Se limitó también a revisar el proyecto latinoamericano de filosofía de la liberación y, en particular, la literatura, particularmente la poesía brasileña.[Xix]
En curso
Prescindiendo de cualquier tono exhortativo, concluyendo con lo plausible y al margen de lo necesario, el lema del ensayo es pensar en Brasil, desde la Filosofía. Así, establezcamos nuestro conocimiento de la realidad brasileña – expresión anacrónica –, de la historia de Brasil. Para ello, lea a todos los intérpretes renegados de Brasil. (PERICÁS; SECCO, 2014). En este paso se tiene en cuenta la vida cotidiana, siendo la proletarización de las clases sociales macunaímico Brasileño, con buen ojo para los matices de la cultura brasileña, para los literatos –poetas, novelistas, dramaturgos–, músicos populares y eruditos –con Villa-Lobos como timonel–.
En la línea de las películas del llamado Cinema Novo, guiadas por la estética del hambre, junto a la intervención estético-política Tropicália. Así, la crónica falta de materia en filosofía en Brasil podría – es de creer – sacar materia prima de este lastre cultural, para la creación de una filosofía brasileña, ¡desde el lugar Brasil! Preferiblemente, inspirado metódicamente en la antropofagia de Oswald. Después de todo, en un momento en que más se necesita una base teórica para la comprensión y armas críticas para combatir el neofascismo en curso en el país, la filosofía parece carecer de ese arsenal.
Porque las matrices de pensamiento filosófico-político extranjeras no parecen ser capaces de comprender la particularidad del fenómeno, para sustentar una filosofía política lo suficientemente fuerte, frente al escenario autoritario. – Excepto el libro poco leído de Ernst Bloch, Patrimonio de esta época, de 1934.
Sin embargo, Hegel había registrado que “conceptualizar lo que es es tarea de la filosofía, ya que lo que es es razón. En lo que respecta al individuo, cada uno es en todos los sentidos hijo de su tiempo; así, la filosofía es también tu tiempo captado en los pensamientos (HEGEL, 2022, p. 142)”. Lima Vaz, siguiendo los pasos de Hegel, pero desde otra perspectiva, aseveró: “...en un momento histórico determinado, la filosofía es la respuesta que da una sociedad a la doble exigencia de reflexionar críticamente y explicarse teóricamente sobre los valores y representaciones que hacen inteligible, o al menos aceptable, para los individuos que en él viven una manera de ser, es decir, una manera de vivir y morir, de imaginar y conocer, de amar y trabajar, […], etc., que constituye un legado de la tradición, y que los individuos deben asumir y, de hecho, ya han asumido antes de poder siquiera responder por él, o justificarlo ante su propia razón. (VAZ, 1978, pág. 7).”
Quizás haya llegado el momento de pensar en lo que es Brasil, de manera ociosa pero simétrica a las urgencias del momento actual. Porque sólo lo particular puede volverse universal. Sin abandonar, sin embargo, la acumulación de conocimientos filosóficos, ni los temas actuales de la sociedad global, por redefinir más allá de la agenda colonizadora.
¡Sin renunciar a la filosofía! – Ya que, filosóficamente, pensar es transgredir, preferentemente mediante la fórmula antropofágica: “Alegría de la ignorancia que descubre”. Extra esquematismos, la filosofía en Brasil pudo promover su “giro filosófico”, en la línea del creado durante la Semana de Arte Moderno, en 1922, y ampliaciones, que, a grandes rasgos, devoró negando las escuelas literarias y las artes plásticas, consolidadas. en Europa, incorporando al mismo tiempo de manera crítica las novedades de los manifiestos modernistas europeos de principios del siglo XX. Demarcar la invención y la originalidad del arte brasileño, al intentar exponer el modo de ser brasileño, bajo el arco de la cultura más allá de las llegadas extranjeras, filtradas por los anfitriones del universo nacional-popular.[Xx]
Después de todo, Oswald de Andrade, bajo la guardia estético-política y antropófaga, había observado: “Nunca fuimos catequizados. Hicimos Carnaval. El indio se vistió de Senador del Imperio. […] Ya teníamos el comunismo. Ya teníamos el lenguaje surrealista. […] porque nunca tuvimos gramáticas, ni colecciones de vegetales viejos. […] Pero nunca admitimos el nacimiento de la lógica entre nosotros. […] No teníamos ninguna especulación. […] teníamos adivinación. Teníamos la Política, que es la ciencia de la distribución. Y un sistema social-planetario. […] El aporte millonario de todos los errores. Como hablamos. Tal como somos (ANDRADE, 1924 y 1928, 1972, pp. 204, 227-230)”.
*Antonio Valverde Es profesor del Programa de Posgrado en Filosofía de la PUC-SP.
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Notas
[i] Quizás, presagiando la imaginación antropofágica en camino, Mário de Andrade, en 1926, registró: “No somos lo que somos, somos lo que otros quieren que seamos..” (PAU-D'ALHO, seudónimo de MÁRIO de ANDRADE, 2013, p. 159).”
[ii] Desde un punto de vista conservador y anticuado, consulte el capítulo “Brasilíndia en el mundo” (VITA, 1967, pp. 35-45).
[iii] Por cierto, consulte el artículo sobre los doscientos años de la Independencia de Brasil, acceda a los enlaces:
https://arte.folha.uol.com.br/ilustrissima/2022/05/04/200-livros-importantes-para-entender-o-brasil/ e https://www1.folha.uol.com.br/independencia-200/2021/05/conheca-200-importantes-livros-para-entender-o-brasil.shtml, consultado el 01 de octubre de 2022.
[iv] “… con Paulo Arantes dedicando su libro a la formación USPiana y abriendo el camino a lo que sería la formación de la filosofía brasileña, que hasta el día de hoy aún no ha salido a la luz. Sin embargo, si aún no hay trabajo, no nos falta la experiencia y la realidad de la página vuelta, con la agenda post-formación ocupando hoy el primer plano... (DOMINGUES, 2017, p. 50).”
[V] Por cierto, Lima Vaz registró “Así lo vemos aparecer a finales de siglo. Siglo XIX y principios del XX. XX, momento de mayor crecimiento de la sociedad norteamericana, corrientes filosóficas como el pragmatismo, el instrumentalismo deweyano, el operacionalismo, que configuraron un pensamiento filosófico típicamente norteamericano (VAZ, 1978, p. 13).”
[VI] Descolonización para evitar el galicismo del término “descolonización”, ambos con significado similar.
[Vii] “Los críticos, especialmente Barreto Filho, que mejor estudió el caso, interpretan el humanitismo como una sátira del positivismo y, en general, del naturalismo filosófico del siglo XIX, principalmente bajo el aspecto de la teoría darwiniana de la lucha por la vida con la supervivencia del más fuerte. Pero, además, queda clara una connotación más amplia, que trasciende la sátira y ve al hombre como un ser devorador en cuya dinámica la supervivencia del más fuerte es un episodio y un caso particular. Este devorador general y sordo tiende a transformar al hombre en instrumento del hombre, y en este aspecto la obra de Machado se articula, mucho más de lo que podría parecer a primera vista, con los conceptos de alienación y la consiguiente cosificación de la personalidad, dominantes en el pensamiento y en la vida. la crítica marxista de nuestros días y ya ilustrada por la obra de los grandes realistas, hombres tan diferentes a él como Balzac y Zola (ANTONIO CANDIDO, 2011, p. 29)”. Sin embargo, Faoro interpreta políticamente el programa filosófico de Humanitas: “El fin del programa es el verdadero programa: derrocar el ministerio. Una doctrina filosófica justificaría la ambición del poder, mitigada y embellecida en su rudeza. Pero la filosofía, en esencia, no enseña nada más que el desplazamiento del partido que gobierna por otro que quiere gobernar. En esta manipulación de fórmulas y palabras, se mezclaron y confundieron los ingredientes de los dos partidos tradicionales: 'defender los sólidos principios de libertad y conservación (FAORO, 1976, p. 167)'.
[Viii] Respecto a “Ideas fuera de lugar” (1973), ver “¿Por qué 'ideas fuera de lugar'? (SCHWARZ, 2012, págs. 165-172).
[Ex] Para una crítica objetiva de la posición de Cruz Costa, consulte “Una historia de los paulistas en su deseo de tener una filosofía” (ARANTES, 1993, pp. 319-347). Véase también “El instinto de nacionalidad: Cruz Costa y sus herederos en los años 60” (ARANTES (1984), 1994, pp. 102-126).
[X] Véase NOVAIS, F. “Brasil en el marco del antiguo sistema colonial”, (MOTA, 1977, pp. 47-63).
[Xi] Si la expresión “razón tupiniquim” huele a cierto prejuicio sobre la sabiduría de los pueblos originarios brasileños; Actualmente, por el contrario, existe un creciente interés por dicha sabiduría, especialmente sobre el metabolismo hombre-naturaleza retratado en el testimonio autobiográfico del chamán yanomami, Davi Kopenawa. (KOPENAWA; ALBERTO, 2015).
[Xii] Link de acceso a la samba “Positivismo”, de Noel Rosa, https://www.youtube.com/watch?v=cDNXg_KdTM0
[Xiii] Link de acceso a la samba “Mora naphilosophy”, de Monsueto Menezes, https://www.youtube.com/watch?v=ssfwerdOqVk.
[Xiv] Enlace de acceso a la canción “Língua”, de Caetano Veloso, https://www.youtube.com/watch?v=fsqoCBfucYo.
[Xv] El personaje Paulo Martins, interpretado por Jardel Filho, periodista y poeta, en Tierra en trance, de Glauber Rocha, 1967, recita partes de poemas de Mário Faustino en la película.
[Xvi] “El problema de una Filosofía específicamente nacional, que encuentra su criterio (yo diría validez) en su carácter autóctono, ha sido planteado repetidamente en América Latina. Evidentemente, este objetivo forma parte de un complejo de cuestiones mucho más amplio: es el proceso que pretende superar una situación de inferioridad cultural mediante la afirmación de una "lengua" nacional. Y nacional significa, entre otras cosas, pero principalmente, el establecimiento del estatus de una cultura no dependiente, basado en la exigencia de autonomía nacional, aunque no exclusiva. Así, lo que estaría en juego sería el ser mismo de estas personas, escuchando su naturaleza más profunda, única garantía para poder construir un perfil verdaderamente nacional. Y correspondería al compromiso de conceptos filosóficos traducir la riqueza de la realidad de los diferentes países en categorías racionales inequívocas. […] (Sin embargo), todo el problema de las relaciones entre filosofía y realidad nacional termina necesariamente girando en torno al concepto de diferencia. Y sólo entonces el problema podrá empezar a resolverse (BORNHEIM, 1980, pp. 93 y 103, respectivamente)”.
[Xvii] Tema sugerido replicado del título de la obra. Fenomenología brasileña (FLUSSER, 1988).
[Xviii] En primer lugar, tener en cuenta “Brava gente brasileira: pequeño ensayo sobre sociedad y Estado con motivo del V Centenario” (SANTOS, 1999, pp. 977-994).
[Xix] Por Gregório de Matos Guerra, Castro Alves, Mário de Andrade, Oswald de Andrade, Murilo Mendes João Cabral, Mário Faustino, João Cabral, Paulo Leminski, los hermanos Campos. – Carlos Drummond de Andrade, estribor.
[Xx] Sin embargo, cabe señalar que el proyecto modernista viajó en el tiempo, antes de surgir en 1922, básicamente a través del diálogo entre Eduardo Prado y Eça de Queiróz, entre otros, desde finales del siglo XIX. Eduardo Prado, cuya familia controló la producción de café y el comercio exterior durante décadas. Para Hardman, subsidiado por la oligarquía agrocomercial de São Paulo, y expresado por la elite intelectual regional, lo que se pretendía con la Semana de Arte Moderno, además de las intenciones de un giro estético, era la consolidación política de un proyecto de país, bajo la hegemonía de los paulistas. (HARDMAN, 2022).
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