El centavo necesita caer

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Por RENATO FRANCISQUINI

Si queremos evitar una masacre aún más espantosa que la que estamos presenciando, con cerca de mil muertos diarios y la desesperación de las familias que no pueden despedirse de sus seres queridos, es necesario frenar a Bolsonaro y su inepto gobierno.

En junio de 2013, en pleno apogeo de los movimientos callejeros que, en muchos sentidos, estremecieron a la sociedad brasileña, la genial Laerte publicó una caricatura en la que predecía: el gran disco, en algún momento... caerá. Sin que lo sospecháramos, la serpiente había puesto el huevo que sería empollado por muchos. Al año siguiente, se cuestionó el resultado de las elecciones presidenciales (“solo para cabrear al PT”, según Aécio Neves)[i] y la Operación Lava-Jato intensificó su rutina de abusos, que culminó con el golpe parlamentario de 2016 y el ascenso de un diputado sin legitimidad, víctima de la misma artimaña que lo llevó al poder[ii]. La criminalización de la política siguió su curso y, cinco años después, el palmarés de Laerte aún flotaba en el espacio cuando elegimos a un excapitán expulsado del Ejército por planear hacer estallar bombas en cuarteles a la presidencia de la República.[iii]. Sus credenciales eran ampliamente conocidas, aunque durante 30 años fue un pobre parlamentario. Por el bien de nuestro hígado, tan exigido en estos tiempos de cuarentena, no vale la pena enumerar las múltiples ocasiones en que el sujeto que ahora ocupa el Palácio do Planalto y su familia han mostrado su repudio a la democracia y a las instituciones del Estado de mucho antes del proceso que lamentablemente lo eligió para el cargo político más importante del país.

Steven Levistky y Daniel Ziblatt, en “Cómo mueren las democracias”, publicado en Brasil en 2018, enumeran cuatro indicadores de comportamiento autoritario. Ellos son: (1) rechazo a las reglas del juego democrático; (2) negación de la legitimidad de los opositores políticos; (3) tolerar o fomentar la violencia; y (4) propensión a restringir las libertades civiles de los opositores, incluidos los medios de comunicación. Según investigadores de la Universidad de Harvard, debemos rechazar en el proceso electoral a los líderes que presenten cualquiera de estos elementos. No dos, tres o cuatro. Solo uno sería suficiente. En algún momento, tal vez, se trate de revisar editoriales y artículos de opinión del período que precedió al desastre electoral, o incluso los que se publicaron en el primer año de gobierno, para entender cómo se normalizó el carácter autoritario frente a opinión pública. Además del famoso editorial en el que Estadão afirmó que era una “elección difícil” entre Haddad y Bolsonaro[iv], el secretario de redacción de Folha de São Paulo, Vinícius Mota, prohibió a los periodistas utilizar el término “extrema derecha” para referirse al entonces candidato[V]. Todavía no se había asimilado, se podría decir.

Contrariamente a lo que parece ser parte de la prensa, que ahora se muestra sorprendida por los discursos y acciones antidemocráticas de Bolsonaro y su familia, su relato, así como sus promesas de campaña, apuntan indiscutiblemente en esa dirección. Como ha señalado Celso Rocha de Barros[VI], Bolsonaro no puede ser acusado de fraude electoral. Desde que asumió el cargo en enero de 2019, se ha hecho todo lo que estaba al alcance de sus decisiones monocráticas para cumplir sus promesas de corroer, desde adentro, las instituciones democráticas y los estándares mínimos de convivencia entre personas que discrepan profundamente en temas sensibles como la religión y la política. Mediante decretos u otros instrumentos de gestión autocrática pretendía flexibilizar el porte de armas, intervenir universidades e institutos federales, acabar con la inspección de los límites de velocidad en las carreteras y desmantelar los organismos de protección ambiental. En la reunión ministerial del 22 de abril de este año, Bolsonaro y sus compinches apostaron a la distracción provocada por la muerte de miles de brasileños a consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus para seguir adelante en sus nefastos intentos. Se habla de mover el ganado por la Amazonía, armar milicias contra sus opositores políticos, vender el Banco do Brasil, entre otras cosas. Decisiones que no requerirían justificación pública, pues serían la representación de una voluntad general encarnada en la figura del líder mesiánico.

El 26 de mayo contamos casi 25 muertes por Covid-19 en Brasil. El sistema de salud, en varios estados, ha colapsado o está dando grandes pasos en esa dirección. La ineptitud y crueldad del gobierno de Bolsonaro y su equipo económico para hacer frente a la crisis derivada de la pandemia agravan enormemente la situación, al punto que la revista británica Lancet afirma en un editorial que el mandatario representa la mayor amenaza para el país en el lucha contra la pandemia. Mientras apilamos ataúdes en fosas poco profundas, el mito se burla de la realidad, le dice a la prensa que se calle e interviene sobre la Policía Federal que, según él, intentaba f... con su familia y sus amigos milicianos. Paulo Guedes, por su parte, intensifica el esfuerzo por destruir el Estado, dificulta otorgar un beneficio insuficiente a los más pobres de la sociedad y, junto a empresarios desnudos e irresponsables, presiona a los gobernadores para que pongan fin a las medidas de aislamiento social. Hasta el momento, la única acción propuesta por Bolsonaro para combatir la epidemia ha sido la receta de un emplasto cuya ineficacia ha sido probada reiteradamente en pruebas de laboratorio, que atestiguan, por el contrario, el aumento del número de muertos a consecuencia de su administración.[Vii]. Dos ministros de Salud fueron destituidos por no cumplir con la orden del autócrata que ahora ocupa el cargo de Presidente de la República. La parte más pobre de la sociedad, como es común en nuestro país, ha sido la más golpeada. El dolor de tantas Joanas de tal está ahí, para quien quiera verlo, a diario, estampado en el periódico.

El diagnóstico común hasta principios de este año sostenía que, a pesar del parloteo presidencial, había actores e instituciones que evitarían una escalada autoritaria. En esta lista se destacaron el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sérgio Moro, el grupo de militares del Planalto, Congreso, Ministerio Público y Tribunales. El historial de Moro como juez e incluso el hecho de que aceptara la invitación para incorporarse al gobierno serían motivo suficiente para dudar de su intención de poner límites al ridículo tirano. El ex juez y ahora ex ministro se ha convertido, a todos los efectos, en una carta de la baraja. Los generales de pijama sólo han actuado para amenazar a quienes se oponen a la arbitrariedad del presidente y para avivar la sensación de que vivimos la inminencia de una ruptura drástica de lo que aún nos queda de democracia. Las instituciones, por ahora, permanecen abiertas e imitan un clima de normalidad. Una normalidad que obviamente es mera apariencia, pues, cuando nos cuestionamos permanentemente sobre cuál sería la posición del aparato coercitivo del Estado frente a una decisión banal de legisladores y jueces, es evidente que estamos bajo la tutela de la fuerza. No me parece casual que, a pesar de la acumulación de delitos de responsabilidad, no se hable seriamente, ni en la Corte Suprema ni en el Congreso, sobre la remoción de este grupo de delincuentes. ¿O es que el chip aún no se ha caído?

El profesor Fernando Limongi, en 2018, apeló al sentido común de los líderes democráticos para evitar el ascenso al poder de Bolsonaro. Estaba claro para él que, una vez investido en el cargo, era poco probable que se detuviera su avance en las libertades democráticas. Los resultados de la irresponsabilidad de los muchos que ignoraron la amenaza planteada por el ex capitán y sus aliados eran predecibles. Las consecuencias de su presidencia para lo que queda de democracia en Brasil, según advirtió el ministro general Heleno[Viii], ya no están. Contrariamente a lo que sugiere el gobierno, la democracia no es sólo un método para elegir al Presidente de la República, quien luego gozaría de poderes ilimitados. Como nos muestra David Runciman, la democracia involucra cuerpos legislativos, tribunales independientes y la libre expresión de ideas. Los nuevos autoritarismos, a diferencia de sus pares que surgieron en las décadas de 1960 y 1970 en América Latina, no cruzan nuestras puertas con tanques y fusiles, derrocando gobiernos electos y asesinando a quienes ofrecen resistencia. Donald Trump, Viktor Orban y Jair Bolsonaro se entrometen en las reglas del juego político y deconstruyen la arquitectura democrática y las instituciones de control de forma más o menos sutil. En este contexto, parece que el centavo nunca caerá.

Sin embargo, si queremos evitar una masacre aún más espantosa que la que estamos presenciando, con cerca de mil muertos diarios y la desesperación de las familias que no pueden despedirse de sus seres queridos, es necesario frenar a Bolsonaro y su inepto gobierno. Si las instituciones democráticas, como la prensa y los poderes Legislativo y Judicial, así como sus actores relevantes, de izquierda y de derecha, no quieren dar la razón a quienes, en el gobierno y en las hordas que lo acompañan , pretenden afirmar su insignificancia, urge tomar en serio el impedimento del grupo que actúa por todos los medios a su alcance para destruir el único régimen político en el que tales instituciones tienen una razón de ser. La ficha, la gran ficha, en algún momento tiene que caer.

*Renato Francisquini Es profesor del Departamento de Ciencia Política de la UFBA.

 

Notas

[i] https://brasil.elpais.com/brasil/2018/08/29/opinion/1535573232_439295.html

[ii] https://g1.globo.com/politica/noticia/veja-trechos-da-conversa-entre-temer-e-joesley-que-foram-recuperados-pela-pf.ghtml

[iii] https://g1.globo.com/pop-arte/noticia/2019/07/31/aversao-de-militares-a-imprensa-ajudou-a-absolver-bolsonaro-em-1988-diz-autor-de-livro.ghtml

[iv] https://opiniao.estadao.com.br/noticias/geral,uma-escolha-muito-dificil,70002538118

[V] https://revistaforum.com.br/comunicacao/folha-proibe-jornalistas-de-usar-termo-extrema-direita-para-se-referir-a-bolsonaro/

[VI] https://www1.folha.uol.com.br/colunas/celso-rocha-de-barros/2019/07/escalada-autoritaria.shtml

[Vii] https://www1.folha.uol.com.br/equilibrioesaude/2020/05/oms-suspende-estudo-com-hidroxicloroquina-para-avaliar-seguranca.shtml

[Viii] https://noticias.uol.com.br/colunas/reinaldo-azevedo/2020/05/22/nota-do-general-heleno-e-obviamente-golpista-nao-ha-leitura-alternativa.htm

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