La falacia de los mercados de carbono

Imagen: Kai Pro
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram
image_pdfimage_print

por DANIEL L. JEZIORNY*

La falacia que convierte la biodiversidad en una mercancía y perpetúa la injusticia ambiental, mientras que el agronegocio y el capital financiero se benefician de la crisis climática que ayudaron a crear

1.

El intercambio constante de CO2 entre la atmósfera y los océanos regula el clima de la Tierra, evitando que se parezca al de Marte o Venus. El CO2 La capa atmosférica es transparente a la luz solar pero opaca a la energía infrarroja (térmica), lo que permite la entrada de luz e impide que el calor de la Tierra escape libremente al espacio.

Cuando la temperatura de la Tierra aumenta, los océanos absorben CO2 atmosférica y facilitan el escape de parte del calor, contribuyendo así al enfriamiento de la atmósfera de nuestro planeta. Cuando la temperatura de la atmósfera terrestre baja demasiado, se calienta absorbiendo CO2.2 liberados por los océanos. De hecho, durante millones de años el ciclo del carbono ha impedido que la Tierra se volviera demasiado fría o demasiado caliente, es decir, que se volviera climáticamente similar a Marte o Venus.

El año 2024 fue confirmado por Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S)[i] como el más caliente jamás registrado en la Tierra. El primer año en que la temperatura media mundial superó su marca preindustrial en 1,5 °C.

Fuente: C3S/ECMWF

También existen patrones de temperatura preocupantes en la superficie de los océanos, que se calientan cada vez más por el CO2.

Fuente: C3S/ECMWF
Fuente: C3S/ECMWF

A medida que aumentan las temperaturas del océano, aumenta la solubilidad del CO2 en el agua disminuye, comprometiendo la capacidad del océano para absorber más de estos gases. Condición que refuerza el efecto invernadero y genera un mecanismo de retroalimentación: a mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, mayor calentamiento global, menor capacidad de los océanos para absorber CO2 y la temperatura de la superficie de la Tierra se ha calentado aún más, tanto que para algunos expertos el calentamiento global ha cobrado “vida propia”, dado que el detonante que inaugura un mecanismo automático de calentamiento de nuestro planeta ya se ha activado.

Aunque las fluctuaciones relacionadas con El Niño han contribuido a las temperaturas inusuales observadas en la superficie del mar durante el año 2024, los científicos del C3S son firmes en afirmar que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera son sus principales causas, especialmente asociadas a la quema de combustibles fósiles y la deforestación.

2.

Lo cual significa que el detonante del calentamiento global se activó con el desarrollo de lo que muchos entienden (a veces acríticamente) como progreso y/o desarrollo. La siguiente figura ilustra cómo han aumentado las concentraciones medias de dióxido de carbono y metano en la atmósfera desde principios de este siglo. Un período histórico marcado por crecientes conflictos socioambientales y militares, que a menudo involucran recursos energéticos excesivamente contaminantes como el petróleo, pero cada vez más involucran tierras raras.

En otras palabras, a través de la apropiación de secciones de la biosfera que concentran elementos químicos transformados durante millones de años por el metabolismo silencioso de la Tierra. Cualidades de materia generalmente mezcladas con minerales y que contienen propiedades que pueden ser utilizadas en la separación de ciertos componentes del petróleo, pero también en la producción de lámparas LED y superimanes que se encuentran en ordenadores y en motores de automóviles alimentados por energía eléctrica.

Fuente: C3S/ECMWF

Desafortunadamente, no hay sorpresas en los datos presentados por los investigadores del C3S en su informe. Lo que resulta incómodo es la conclusión presentada (e igualmente sorprendente) de que el cambio climático extremo es causado por “seres humanos”. Al fin y al cabo, conviene hacer una reflexión: si es incuestionable que la preocupante acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera es resultado de la acción humana, es totalmente discutible que la responsabilidad recaiga indiscriminadamente sobre toda la especie humana.

Francamente, me parece un enorme error –por no decir una injusticia– responsabilizar a los pueblos indígenas, a los pequeños agricultores, a las comunidades quilombolas y ribereñas por la concentración de estos gases en la atmósfera terrestre. Cuando se trata del cambio climático extremo, no se puede simplemente agrupar a esos grupos sociales con las grandes corporaciones que impulsan la degradación de los ecosistemas para obtener ganancias exorbitantes de la comercialización de . industrias agrícolas y mineras, sin ninguna medida ambiental verdaderamente efectiva.

Tampoco se puede comparar el impacto generado por una tierra indígena, por ejemplo, con el causado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el mayor consumidor de petróleo y el mayor emisor de CO2 del mundo.2 – como señala Ian Angus en su esclarecedor libro De cara al Antropoceno.

En este sentido, vale la pena recordar que según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el aumento de los fenómenos climáticos extremos ha expuesto a millones de personas en todo el mundo a la inseguridad alimentaria y la inseguridad hídrica, pero con impactos negativos desproporcionadamente más severos para los pequeños productores de alimentos, las familias de bajos ingresos y especialmente los pueblos indígenas, cuyas tierras albergan el 80% de la biodiversidad restante del planeta.

La biodiversidad es esencial para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos proporcionados gratuitamente por la naturaleza e indispensables para la especie humana, como la regulación del ciclo hidrológico de la Tierra, el ciclo de los nutrientes del suelo y la mencionada regulación del clima terrestre. En sentido estricto, la biosfera es el conjunto de ecosistemas donde es posible la vida, un sistema cuyo correcto funcionamiento requiere el mantenimiento de metabolismos ecosistémicos mínimamente saludables.

Lo que a su vez implica la preservación de los elementos bióticos y abióticos que componen los diferentes ecosistemas terrestres y marinos. Quizás dos ejemplos interconectados y bien conocidos ayudan a ilustrar la importancia de preservar la biodiversidad que asegura servicios ecosistémicos esenciales: (i) la existencia de polinizadores que garantizan la reproducción de los árboles que –al utilizar energía solar– (ii) absorben agua del suelo a través de sus raíces y transpiran vapor de agua a través de sus hojas, creando así un ambiente favorable para sí mismos y para muchas otras formas de vida terrestre –incluidos los humanos–.

3.

Lo que hay que destacar es que la naturaleza no es una mera fuente de “recursos naturales”, sino una red de vida, un organismo cuya salud depende del buen estado de sus ecosistemas, y en consecuencia de la biodiversidad que los constituye. Esta comprensión es relativamente nueva para un grupo más pequeño de personas que ven el mundo a través de la lente del modelo de civilización que surgió en Europa occidental alrededor del siglo XVI.

Desde esta perspectiva mundial, el estudio de nuestro planeta como organismo vivo sólo se hizo posible e imprescindible hace no mucho tiempo, cuando los satélites diseñados para recoger datos sobre la Tierra se combinaron con sistemas informáticos capaces de recoger y analizar estos datos.

Fue recién en 1986 que la Programa Internacional de Geosfera y Biosfera, un programa de cooperación científica internacional cuyo objetivo es describir y comprender los procesos (físicos, químicos y biológicos) que interactúan entre sí y regulan el sistema Tierra como lo que realmente es: un todo con una dinámica intrínseca. Según Angus en su trabajo mencionado anteriormente, los científicos están actualmente perforando partes de la Antártida para acceder a secciones de ella que han estado intactas durante miles de años.

De estos agujeros se extraen muestras para realizar estudios basados ​​en el supuesto de que comprender el pasado puede revelar elementos esenciales para comprender el estado actual del mundo. Sistema Tierra, con posibles lecciones para construir un futuro sin la inseguridad de la actual crisis ecológica.

Una comprensión relativamente nueva para la ciencia considerada oficial, pero antigua para los pueblos indígenas, que mucho antes de que los europeos del “descubrimiento” desembarcaran en las Bahamas ya reconocían a la naturaleza como un ser vivo, así como al presente y al futuro como vinculados por la sabiduría ancestral. La sabiduría a menudo se transmite a través de rituales que funcionan como formas de transmitir el pasado al futuro a través del presente, pero también de cimentar el sentido de comunidad en las personas.

Manifestaciones culturales de una forma de conciencia que entiende la relación humanidad/naturaleza como la totalidad que es, en contraste con la idea antropocéntrica que proyecta la naturaleza como una especie de almacén para la especie humana. Vale la pena mencionar que esta idea está en la raíz epistémica de la crisis ecológica. Ciertamente un problema global que requiere una solución de la comunidad internacional, pero que en su esencia no puede entenderse con la simple cuantificación de (pre)supuestas “externalidades negativas” del desarrollo capitalista, quizás porque es una contradicción tan endógena a éste como la tecnocracia que la defiende prácticamente como un acto de fe.

A diferencia del modelo de civilización europeo occidental, que se propone arrogantemente como el único mundo posible, los pueblos indígenas parten de una ontología muy distinta de lo que son el tiempo-espacio actual y la vida misma. Si en la cosmovisión típica del universalismo europeo, la naturaleza no es más que una mera fuente de “recursos naturales”, utilizables en procesos a menudo degradantes de acumulación capitalista, para los pueblos tradicionales es una red de vida, en la que está inserta la humanidad y de la que depende su buen funcionamiento para existir y desarrollarse.

La comprensión o cosmovisión de los pueblos indígenas latinoamericanos, por ejemplo, surge de una forma de estar en el mundo que difiere radicalmente de la de la “civilización occidental”, que se propone portadora del progreso mientras degrada aceleradamente las condiciones naturales esenciales para la vida.

Sin embargo, muchos insisten en considerar como un acto civilizatorio el desarrollo del sistema que aún hoy expropia territorios de pueblos indígenas con base en la destrucción de ecosistemas y el racismo que lo acompaña –si no como una pseudo y abyecta justificación para el saqueo de las riquezas naturales de estos pueblos. Un retrato de la discriminación plagado de pedantería, pero también de violencia.

Opresiones funcionales al sistema de poder que, según José Luís Fiori, nació en Europa Occidental y avanza como un universo en expansión, a través de un esquema interestatal marcado por la crueldad del imperialismo. Contradicciones estructurales, forjadas en el sistema mundial moderno-colonial desde sus albores, cuando el pensamiento europeo comenzó a atribuirse la posición de avanzado, estigmatizando a los demás pueblos del planeta como atrasados, en muchos casos, salvajes.

Como señala el británico Eric Williams en capitalismo y esclavitud, la captura de personas del continente africano - transportadas en las bodegas de barcos ingleses para trabajar a la fuerza en el plantaciones Estadounidense – impulsó la acumulación de capital comercial que dio impulso a la Revolución Industrial. Una revolución que elevó la productividad laboral a niveles impresionantes y trajo consigo avances materiales y tecnológicos no menos impresionantes, muchos de los cuales fueron indispensables para el desarrollo humano.

Sin embargo, se ha avanzado en el desarrollo de una idea de civilización marcada originalmente por la violencia contra los grupos sociales oprimidos y que hoy nos coloca ante los desafíos de la actual crisis ecológica, al reavivar draconianamente el racismo con la injusticia ambiental y la creación de “zonas de sacrificio”. Es decir, con la formación de áreas geográficas que sufren la degradación de los ecosistemas y la desinversión económica.

Una especie de costos ambientales del desarrollo, que recaen desproporcionadamente sobre las minorías que viven cerca de industrias contaminantes o bases militares, además de aquellos acosados ​​por la deforestación ilegal, el acaparamiento de tierras o que son vecinos de las montañas de basura que crecen en todo el mundo.

4.

Actualmente, este sistema que jerarquiza y subyuga espacios, lugares y personas presenta una configuración bastante distinta a la que le era característica cuando surgió como modo de producción en el “Nuevo Mundo”, que trajo consigo la temporalidad febril de la acumulación capitalista.

El motor de una forma de metabolismo social que avanza a base de un consumismo exacerbado y asociado a la quema de combustibles fósiles, hoy cada vez más ciclópeos, impulsado por la negociación frenética –en los Mercados de Futuros– de derechos de compra y venta de barriles de petróleo ni siquiera extraídos de las entrañas de la Tierra. Expresión de un modo de producción que se había financiarizado hasta sus cimientos bajo la tutela de los Estados.

Em Las finanzas globalizadasFrançois Chesnais nos dejó claro que la esfera financiera del capitalismo se había convertido en la columna vertebral de un mundo en el que el capital que generaba interés había sido elevado al centro de las relaciones económicas y sociales por la decisión de los Estados más poderosos de liberalizar los sistemas financieros. A raíz de este movimiento y según un informe reciente de Oxfam, actualmente fluyen a través del sistema financiero 30 millones de dólares por hora desde los países del Sur Global al 1% más rico de la población mundial.

Personas que viven en países del Norte Global, donde el alto consumo de materiales supera la cantidad de material natural disponible dentro de sus fronteras geográficas. Por lo tanto, los Estados utilizan la naturaleza de espacios que no están bajo su jurisdicción para garantizar niveles de vida insostenibles para sus poblaciones.

Además, lo hacen de una manera que aumenta la deuda ecológica que han acumulado con los países del Sur Global, refiriéndose a una cantidad histórica de injusticias ambientales; resultado de la expropiación de los recursos naturales, la degradación de los ecosistemas y la contaminación de los territorios por la disposición irresponsable de residuos productivos.

Incluyendo el agravante de situaciones criminales atroces, como la que costó más de cien vidas humanas y contaminó el mundo.atu – o Rio Doce – con el lodo tóxico de Vale, incluso después de las advertencias de que la presa de Brumadinho podría ceder debido al ritmo de la minería en esa región. Un ritmo frenético, quizás en un intento de compensar la rentabilidad perdida debido a la caída momentánea del precio del mineral de hierro en el mercado internacional. . – regulada por la hermosa Bolsa de Valores de Chicago.

Sin embargo, la compleja esfera financiera (estructurada en torno al dólar estadounidense) propone falsas soluciones a la acelerada crisis ecológica. Falsas soluciones cuyo principal objetivo no es preservar territorios ricos en biodiversidad y retención de carbono, sino engordar aún más las ya desbordantes cuentas bancarias y activos de las empresas contaminantes, así como los de los superricos que se benefician del sistema que autoconsume el tejido de la vida.

Obediente artículo de Silvia RibeiroUna nueva ola de proyectos de mercado de carbono está avanzando en tierras indígenas y comunidades que viven de una agricultura típicamente campesina. En respuesta a esto y por iniciativa de las comunidades indígenas de la Amazonía y América Latina, el Movimiento Mundial por los Bosques produjo el video No a REDD y a los mercados de carbono.

El vídeo es una denuncia esclarecedora, que comparte las experiencias y perspectivas de personas amenazadas por proyectos de créditos de carbono y que, además de empresas mineras, madereros ilegales y acaparadores de tierras, ahora viven con el acoso de los que llaman “buscadores aéreos”. Representantes de empresas que – mediante mentiras – intentan seducir a los pueblos tradicionales para que firmen contratos que les permitan comerciar con créditos de carbono emitidos con base en la biodiversidad cuidadosamente preservada por estos pueblos durante cientos – quizás miles – de años.

En general, las empresas que compran dichos créditos utilizan publicidad engañosa para transmitir una falsa imagen verde. Las grandes empresas mineras, petroleras y de aviación se encuentran entre las que utilizan créditos de proyectos REDD para continuar con sus masivas y crecientes emisiones de CO.2, bajo falsas afirmaciones de que son “neutrales en carbono”. Es decir, la deforestación que provocan y el dióxido de carbono que emiten alrededor del mundo pueden compensarse con la preservación de la biodiversidad en ciertos territorios de comunidades tradicionales.

Pero lo que venden estos proyectos tampoco es la absorción de carbono, sino la promesa de proteger bosques que durante mucho tiempo han sido protegidos por pueblos tradicionales, bajo la (absurda) justificación de que son incapaces de salvaguardarlos por sí solos. Una falacia que refuerza la vieja lógica colonial y racista de expropiación, ahora complejizada por la transformación de la biodiversidad de los territorios tradicionales en productos financieros comercializables en las bolsas de valores.

En última instancia, lo que dicen los pueblos indígenas latinoamericanos que se levantaron contra los proyectos REDD es que no quieren que su trabajo de cuidar y preservar el tejido de la vida sea apropiado por grandes empresas contaminantes. En realidad, una burla, sobre todo porque estas empresas se aprovechan de los “derechos de contaminación” de estos proyectos para continuar –de forma persistente en otras partes de la biosfera– con sus necroeconomía que persigue y destruye a las comunidades tradicionales. Es por esto especialmente que los pueblos indígenas y los pequeños agricultores de la Amazonia se resisten al avance de estas supuestas soluciones.

Se trata de soluciones falsas, que no fueron el resultado de un debate público en el que se dio voz a las comunidades tradicionales de América Latina y otras partes del Sur Global, sino que surgieron desde arriba a raíz de las COP. En otras palabras, son el resultado de reuniones entre las partes signatarias de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Conferencias que reúnen a representantes del Estado y grandes empresas para encontrar soluciones a la crisis climática.

Reuniones que se han seguido celebrando año tras año desde 1995, quizá porque cada vez más se parecen a un mostrador empresarial del capitalismo del desastre, donde aparentemente se negocian muchas cosas, excepto soluciones efectivas a la crisis ecológica en curso. De lo contrario, este problema no seguiría avanzando de forma persistente.

5.

Este año Belém do Pará acogerá la 30ª edición de la COP. Es posible celebrar en esta ocasión el hecho de que el 11 de diciembre de 2024 se sancionó en Brasil la Ley 15.042/2024, que instituyó el Sistema Brasileño de Comercio de Emisiones (SBCE). Iniciativa que en cierta medida pretende regular el mercado de carbono brasileño y establecer reglas de compensación para los sectores que más emiten gases de efecto invernadero.

Curiosamente, como lo demuestra un artículo de Lorena Tabosa (publicado en el portal O Joio e o Trigo), La lei excluidos los agronegocios. Este sector es responsable del 74% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil, ya sea por las emisiones de metano de los animales o por los cambios de uso de la tierra que promueve, entre los que se destaca el monocultivo de soja. De hecho, cabe destacar que actualmente Brasil es el mayor exportador mundial de esta oleaginosa.

En 2024, el país exportó alrededor de 156 millones de toneladas, cuya producción de 1 kilogramo consume un promedio de 1.800 litros de agua. Quién sabe, tal vez exista un fenómeno que ayude a explicar por qué nuestros ríos se están secando en zonas de intensa actividad agrícola, como lo revela un estudio realizado por investigadores de la USP, publicado en Revista Naturaleza y rescatado en un artículo de Carolina Bataier en Brasil de traje.

De hecho, el 04 de diciembre de 2024, la CUT publicó en su portal un materia por Walber Pinto. El artículo denuncia ataques de agricultores contra comunidades tradicionales en Brasil que utilizan pesticidas. Según un estudio de la Comisión Pastoril de Tierras (CPT), el número de disparos de veneno desde aviones contra estas comunidades ha ido en aumento, especialmente en zonas marcadas por conflictos con agricultores y representantes del agronegocio.

En total, en los últimos seis meses se registraron 182 registros de este tipo, es decir, un promedio de 1 ataque por día. Lamentablemente, la “guerra química” que promueve la pulverización aérea de pesticidas ha alcanzado un número mucho mayor que el año pasado, cuando se registraron 19 incidentes. Triste capítulo de la guerra que libra el agronegocio contra el tejido social de la vida.

A tiempo: el 9 de mayo de 2024, el Congreso Nacional revocó parte del veto del presidente Lula a Ley 14.785 / 2023. Ley que, al relajar el control de plaguicidas, constituye una clara amenaza para la salud y el medio ambiente. Denominada “Paquete Veneno” por los ambientalistas, pero fuertemente promovida por el bloque ruralista, la ley fue aprobada en el Senado en noviembre del año pasado.

Tal como denuncian los pueblos indígenas que se levantaron contra los proyectos REDD, actualmente hay dos visiones de mundo en disputa en el espacio agrario brasileño. La visión de los pueblos tradicionales es completamente contraria a la de las grandes corporaciones agroindustriales y de los campesinos que promueven la violencia en el campo.

La pregunta sigue siendo qué camino priorizar: el que indican los territorios de los pueblos tradicionales, que ofrecen elementos subjetivos importantes para encontrar una salida al laberinto de alienación en el que nos encontramos en nuestra relación metabólica con la naturaleza de la que somos parte, o aquel en el que se acelera aún más un metabolismo social autofágico, que revigoriza el racismo y recalienta la guerra química que envenena suelos, acuíferos y a las personas.

El ámbito político es decisivo en esta cuestión. Sin embargo, parece esencial revisar el estado actual de la política, ensombrecida por un nacionalismo sangriento y por ideas fantasiosas de soberanía y supremacía.

*Daniel L. Jeziorny es profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).

Referencias


ANGUS, Ian. De cara al Antropoceno. São Paulo: Boitempo, 2023.

CHESNAIS, François. Finanzas globalizadas: raíces sociales y políticas, configuración, consecuencias. São Paulo: Boitempo, 2005.

FIORI, José Luis. Una teoría del poder global. Petrópolis, RJ: Voces, 2024.

HAESBAERT, Rogerio & PORTO-GONÇALVES, Carlos Walter. El nuevo desorden mundial. São Paulo: Editora UNESP, 2006.

KLEIN, Noemí. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Río de Janeiro: Nova Fronteira, 2008.

KRENAK, Ailton. la vida no sirve. São Paulo: Companhia das Letras, 2020.

KRENAK, Ailton. Futuro ancestral. São Paulo: Companhia das Letras, 2022.

WILLIAMS, Eric. capitalismo y esclavitud. São Paulo: Companhia das Letras, 2012.

Notas


[i] Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea: https://climate.copernicus.eu/


la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Discurso filosófico sobre la acumulación primitiva
Por NATÁLIA T. RODRIGUES: Comentario al libro de Pedro Rocha de Oliveira
El antihumanismo contemporáneo
Por MARCEL ALENTEJO DA BOA MORTE & LÁZARO VASCONCELOS OLIVEIRA: La esclavitud moderna es fundamental para la formación de la identidad del sujeto en la alteridad del esclavizado
La situación futura de Rusia
Por EMMANUEL TODD: El historiador francés revela cómo predijo el "regreso de Rusia" en 2002 basándose en la caída de la mortalidad infantil (1993-1999) y el conocimiento de la estructura familiar comunitaria que sobrevivió al comunismo como un "telón de fondo cultural estable".
Inteligencia artificial general
Por DIOGO F. BARDAL: Diogo Bardal subvierte el pánico tecnológico contemporáneo al cuestionar por qué una inteligencia verdaderamente superior se embarcaría en la "cúspide de la alienación" del poder y la dominación, proponiendo que la verdadera IAG revelará los "sesgos aprisionantes" del utilitarismo y el progreso técnico.
La desobediencia como virtud
Por GABRIEL TELES: La articulación entre marxismo y psicoanálisis revela que la ideología actúa “no como un discurso frío que engaña, sino como un afecto cálido que moldea los deseos”, transformando la obediencia en responsabilidad y el sufrimiento en mérito.
Desnacionalización de la educación superior privada
Por FERNANDO NOGUEIRA DA COSTA: Cuando la educación deja de ser un derecho y se convierte en una mercancía financiera, el 80% de los universitarios brasileños se convierten en rehenes de las decisiones que se toman en Wall Street, no en las aulas.
El conflicto entre Israel e Irán
Por EDUARDO BRITO, KAIO AROLDO, LUCAS VALLADARES, OSCAR LUIS ROSA MORAES SANTOS y LUCAS TRENTIN RECH: El ataque israelí a Irán no es un hecho aislado, sino un capítulo más en la disputa por el control del capital fósil en Oriente Medio.
¡Romper con Israel ahora!
Por FRANCISCO FOOT HARDMAN: Brasil debe mantener su altamente meritoria tradición de política exterior independiente rompiendo con el estado genocida que exterminó a 55 palestinos en Gaza.
La oposición frontal al gobierno de Lula es el ultraizquierdismo
Por VALERIO ARCARY: La oposición frontal al gobierno de Lula, en este momento, no es vanguardia, sino miopía. Mientras el PSOL oscile por debajo del 5% y el bolsonarismo mantenga el 30% del país, la izquierda anticapitalista no puede permitirse ser la más radical de la sala.
La ideología del capital colocada en plataformas
Por ELEUTÉRIO FS PRADO: Eleutério Prado revela cómo Peter Thiel invierte la crítica marxista para argumentar que "el capitalismo y la competencia son opuestos", cristalizando el monopolio como virtuoso mientras promete "ciudades de libertad" vigiladas por robots con inteligencia artificial.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES