El discurso (de) el protagonista

Feliks Topolski, Rincón de los oradores, 1973
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por JEAN PIERRE CHAUVIN*

El hipersujeto constituye una mezcla de inflamaciones del carácter distintivo, para el cual no hay medicamentos en el farmacia

En términos históricos, la transformación del sujeto en hiperindividuo es reciente: la metamorfosis del sujeto del rey en sujeto del capital comienza en la segunda mitad del siglo XVIII[i] y se consolida como un valor subordinado al valor del dinero,[ii] durante el siglo XIX. Un siglo y medio después, más o menos en la década de 1990, se suponía que el sujeto había inflado su propio ego, contagiando también su concepción del mundo, de tal manera que había comenzado a someter a otras personas y cosas a su caprichos egocéntrico, exclusivo y excluyente.[iii]

Si me permiten la analogía sanitaria, el hipersujeto se constituye en una mezcla de inflamaciones del carácter distintivo, para el cual no hay medicamentos en el farmacia. Su personalidad invasiva, unida a una creciente compulsión por la autoexposición, funciona casi al mismo ritmo que las campañas publicitarias más agresivas. El hiperindividuo se ha convertido en una especie de agencia itinerante de autopublicidad y marketing personales, inmersos en la libre competencia. Emprendedor de cosecha propia, se enorgullece de acumular las funciones de investigador, guionista, director y presentador de espectáculos, mendigando el patrocinio de empresas cuyos servicios no siempre están relacionados con los materiales que publica.

No parece haber duda de que la irrupción de Internet, hace unos treinta años, favoreció la pandemia de los megatemas. Inicialmente convirtieron diarios y experiencias personales en blogs; luego, recompusieron fragmentos de su exigua biografía en vlogs y fotologs; luego, comenzaron a postear (y exigir) testimonios, likes, compartidos y afiliaciones de nuevos miembros en las redes sociales, para, en el grado más alto de la estupidez, presentarse como “administradores de canales”, celosos de la función ultramoderna de “ preparación de contenidos".

A juzgar por las colas de más de un kilómetro en librerías y eventos literarios, la exposición y automarketing han sido efectivos: la los más vendidos pasó de ser un libro de éxito comercial (muchas veces con una calidad literaria eficaz) a un puro objeto fetiche, cuya mayor utilidad es asegurar selfies con ídolos de la ocasión y registro el autógrafo de opinantes opinantes en serio, o francamente superficiales, aprobados según la opinión empobrecida de un ejército de no lectores. Poco importa el contenido del libro que lleva el nombre de la celebridad digital;[iv] lo que importa es la certificación (por imagen y por escrito) de que el seguidor estuvo en compañía de algún ídolo ocasional por unos segundos.

Pero seamos realistas. El protagonista convivió con sus legiones de admiradores y fans durante mucho tiempo (probablemente desde mediados del siglo XIX). Que lo diga la proliferación de salones literarios, sesiones de inauguración, conciertos de cámara, exposiciones con comisarios, presentaciones de libros, etc.[V] durante el siglo XIX. En este sentido, parece innegable que el comportamiento de animadores de internet sólo potenciada, vía Mundial web, que mucha gente ya estaba haciendo fuera de los canales de video, las redes sociales y los grupos de mensajes electrónicos.

Por tanto, el tema que más nos debe interesar es la creciente necesidad de protagonismo de los sujetos y mega-individuos;[VI] y menos los medios (presenciales oa distancia) en los que se producen mecanismos de esta naturaleza. Evidentemente, habría mucho que considerar: la idealización del proyecto, la producción de la escenografía, la puesta en escena del locutor, su forma de caminar, su forma de vestir, el mantenimiento de una sonrisa general y sin restricciones, el anti- mismidad creativa de los autógrafos que otorga, la autofotocoleccionismo, etc.[Vii]

Concentrémonos, sin embargo, en el léxico y en el discurso (del) protagonista. Una caricatura de sí mismo, el representante de esta curiosa especie almacena un puñado de eslóganes, algunos de ellos centrados en palabras generales, como: “este proyecto no sería posible sin la colaboración/asistencia de mi equipo”; “mi objetivo era devolverle a la sociedad lo que invirtió en mí”; “este material es una herramienta que ayudará en el trabajo de futuros investigadores, ya que hay mucho por hacer”.

Obviamente, las fórmulas discursivas varían. Pero, en términos generales, el protagonista alaba su proyecto; habla de sí mismo y reafirma la relevancia del trabajo artístico/técnico resultante. Su postura, gestos y comportamiento están ligados a clichés con los que ocupa la duración del evento. Por extensión, su discurso es autorreferencial, largo y unilateral.

Y como confunde la duración con la primacía, a menudo interrumpe, complementa o se hace cargo del discurso de los demás, como un soberano que monologa en elogio de sí mismo y en detrimento de los demás,[Viii] por tener más y mejor que decir. Cuando esto sucede, mediadores e invitados juegan el papel de meros vasallos, mantenidos a la sombra del genio del protagonista, materializados en (no importa cuál) producto: la forma mercantil del su compromiso personal, talento particular y relevancia casi universal.[Ex]

*Jean Pierre Chauvin Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP. Autor, entre otros libros, de Mil, una distopía (Guante de editor).

 

Referencias


CASARA, Rubens. Contra la miseria neoliberal. São Paulo: Autonomía Literaria, 2021.

Eco, Umberto. Pape Satàn aleppe: crónicas de una sociedad líquida. Trans. Eliana Aguiar. Río de Janeiro: Récord, 2017.

ELÍAS, Norberto. Sociedad cortesana: investigación sobre la sociología de la realeza y la aristocracia cortesana. Trans. Peter Sussekind. Río de Janeiro: Zahar, 2001.

HAN, Byung Chul. Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia. Trans. Gabriel S. Philipson. Río de Janeiro: Voces, 2022.

HANSEN, Joao Adolfo. Gran salón. s/l: Zazie Edições, 2019, p. 10

LIPOVETISKY, Gilles. los tiempos hipermodernos. Trans. Mario Vilela. São Paulo: Barcarolla, 2007.

LUCAS, Fabio. Literatura y comunicación en la era electrónica.. São Paulo: Cortez, 2001.

LUKÁCS, Georg. Historia y conciencia de clase: estudios sobre la dialéctica marxista. Trans. Rodney Nascimento. São Paulo: WMF Martins Fontes, 2012.

SANTOS, Jair Ferreira dos. que es posmoderno. São Paulo: Brasiliense, 2006.

 

Notas


[i] “Incluso el profesional burgués, como el comerciante, por ejemplo, tiene su táctica y su forma específica de tratar con la gente. Sin embargo, es raro que ella logre integrar al otro en su totalidad, como en el caso del cortesano, pues éste suele mantener una relación que dura toda la vida con cada uno de los demás individuos de su sociedad” (Elias, 2001, p. . 125). ).

[ii] “Cuando la mercancía habla, ¿qué dice? Dinero y banalidad, vulgaridad y dinero” (Hansen, 2019, p. 10).

[iii] “[…] la carrera de la competencia prioriza lo urgente a expensas de lo importante, la acción inmediata a expensas de la reflexión, lo accesorio a expensas de lo esencial” (Lipovetsky, 2007, p. 77).

[iv] “Los medios electrónicos de masas destruyen el discurso racional marcado por la cultura libresca. producir un mediacracia(Han, 2022, p. 27).

[V] “La sociedad está siendo empujada a imponer una educación cada vez más técnica, es decir, cada vez menos literaria. Mientras tanto, aumenta el número de escritores sin público” (Lucas, 2001, p. 22).

[VI] “[…] la tecnociencia, el consumo personalizado, el arte y la filosofía en torno a un hombre emergente o decadente son los campos donde el fantasma posmoderno puede sorprenderse” (Santos, 2006, p. 11).

[Vii] “[…] es imposible entender los actuales mecanismos de poder sin prestar atención al fenómeno del neoliberalismo, esta racionalidad gubernamental, esta normatividad y este imaginario que parten de la premisa de que el mercado es el modelo de todas las relaciones sociales, lo cual demuestra una sociabilidad marcada por la competencia y la creencia de que todo (y todos) se puede negociar. (Casara, 2021, p. 44).

[Viii] “Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado, donde nadie es compañero de viaje de nadie, sino su antagonista, alguien contra quien es mejor protegerse” (Eco, 2017, p. 10).

[Ex] “La universalidad de la forma mercantil condiciona, pues, tanto en el objeto como en los aspectos subjetivos, una abstracción del trabajo humano que se objetiva en las mercancías” (Lukács, 2012, p. 200).

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