La experiencia del shock de Walter Benjamin

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por LUCIANE DE MORAES*

La noción de repetición caracteriza la experiencia del trauma y la experiencia dolorosa del shock que, real o imaginario, adquiere la configuración de una catástrofe en la Modernidad.

En el corpus de la obra de Walter Benjamin destaca su mayor e inacabada obra centrada en lo que el filósofo acuñó como una historia primitiva del siglo XIX. Con el objetivo de desarrollar una concepción original del siglo XIX, se realizó la primera aproximación al proyecto denominado PasajesA , elaborado a finales de los años veinte, le siguió otro centrado en una interpretación histórica del París del siglo XIX, bajo la primacía del culto al consumo, es decir, del fetichismo de las mercancías y la fantasmagoría del marketing urbano del capitalismo moderno que había surgido recientemente como semejante.

Esta segunda fase del trabajo de Pasajes está documentado en el memorando de 1935 titulado París, la capital del siglo XIX, en el que Walter Benjamin aborda, de una manera muy peculiar, temas tan distintos como más cercanos, entre ellos la arquitectura; moda; juegos, alumbrado público, grandes almacenes, publicidad, construcción, artes plásticas, bolsa de valores, reproducción de imágenes, poesía y literatura, entre muchas otras, siempre mediadas por aspectos económicos y sociales.

En palabras de Theodor Adorno, “en todo momento Walter Benjamin relaciona figuras claves de la época con categorías del mundo de la imagen” (Adorno, 1996: 197), interpretadas siempre desde bases materiales, justificando la afirmación de su editor Rolf Tiedemann, en la Introducción de la obra: “si hubiera sido terminada, el Pasajes habría sido nada menos que una filosofía material de la historia del siglo XIX” (in Benjamín, 2018: 14).

También se puede decir que en esta obra la reflexión de Benjamin resume, a partir de la tensión insoluble entre pasado y presente, una crítica dialéctica de una determinada idea de progreso, o como bien señaló su amigo-interlocutor Theodor Adorno, una especie de “ micrología”, relacionada, por así decirlo, con una historia de conductas. Es desde esta perspectiva que la mirada del filósofo ve el mínimo común múltiplo como el máximo divisor de lo que divide el coeficiente de experiencias, entre un auténtico y nunca igual y su opuesto, basado en la repetición de lo siempre igual. .

No por otra razón, Walter Benjamin destaca la idea de la experiencia vivida del shock, que sirvió como instrumento fundamental para la interpretación de las nuevas realidades socioeconómicas surgidas con las sociedades urbanas desde el siglo XIX: “la experiencia del shock, sentida por el transeúnte entre la multitud, corresponde a la “experiencia” del trabajador con la máquina” (Benjamin, 1989: 126), una idea que guarda similitud con la noción original de la teoría freudiana del “choque” traumático."

A modo de digresión, vale recordar que Bertold Brecht alguna vez expresó de manera irónica y personal la siguiente opinión: “Walter Benjamin sostiene que Freud piensa que la sexualidad algún día se extinguirá por completo. Nuestra burguesía piensa que es la humanidad. Cuando las cabezas de la aristocracia giraban, al menos sus penes estaban erectos. La burguesía encontró una manera de arruinar incluso la sexualidad” (Brecht, 2004: 11).

Volviendo a la cuestión, se puede decir que la experiencia de shock de Walter Benjamin es provocada por innumerables frustraciones y violencias que atraviesan al individuo en la Modernidad, nublado y sometido a experiencias que -a través del mecanismo de la repetición- no le permiten liberarse. de sus traumas. En otras palabras, lo que Freud interpretó como shock traumático no era extraño para el filósofo, como un cuerpo extraño que – asociado a la pulsión de muerte y la consecuente contención del principio de placer – sacaba a la superficie dinámicas capaces de desencadenar manifestaciones patológicas de forma recurrente. base.

Así surge la noción de repetición (Wiederholung) caracteriza la experiencia del trauma y la experiencia dolorosa del shock que, real o imaginario, adquiere la configuración de una catástrofe en la Modernidad. No es casualidad que la afirmación de Rolf Tiedemann -que confirma las palabras de Theodor Adorno- cuando dice que Walter Benjamin, en la obra de Pasajes, tenía la intención de “renunciar a todos y cada uno de los comentarios explícitos y dejar que los significados afloren a través del ensamblaje del material en forma de shock” (in Benjamín, 2018: 16).

Al mismo tiempo, recurriendo al concepto de “fetichismo de las mercancías”, considerado leitmotiv de tu Pasajes, Walter Benjamin respalda la tesis baudelaireana de que en el mundo moderno del capital lo mismo –interrumpido en un proceso continuo de repetición– emerge como una experiencia libre de contenido, determinando una realidad ficticia caracterizada como “segunda naturaleza”.

Establecida sobre la base de la explotación, la dinámica del marketing –la naturaleza mercantil que domina la producción material de la sociedad– consiste en fabricar repetidamente los mismos productos idénticos con el objetivo de causar que el sujeto listo para comprar la misma sensación ilusoria de consumir algo siempre nuevo (das Immer-gleiche) respaldado por una idea de reconocimiento basada en la autorreflexión.

Desde esta perspectiva, vale decir que la crítica de Walter Benjamin va en contra de procesos de mercantilización de la cultura que -forjados como una dinámica que crea patrones siempre repetidos- tiene como único propósito el sometimiento del individuo a intereses centrados en meras relaciones de consumo: “esta aparición de lo nuevo se refleja, como un espejo en otro, en la aparición de la repetición de lo siempre igual” (Benjamin, 2018: 66). Y el condicionamiento que produce en el sujeto convertido en objeto el síntoma de la potencial pérdida de su individuación no es otro.

Como definición clara de fetiche-fantasmagoría, Walter Benjamin señala la frase de Georg Simmel que delimita la condición simbólica de obsolescencia no sólo de los productos: “Cuanto más rápido sea el cambio en la moda, más baratas deben volverse las cosas; cuanto más baratos se vuelven, más incitan a los consumidores y obligan a los productores a cambiar de moda más rápidamente” (Simmel citado Benjamín, 2018: 157). La moda amenaza al individuo con la falta de rigor de la mercancía.

A la moda mercantil se une el sujeto industrial, hecho el uno para el otro, desde la producción en masa hasta los individuos en masa. listo para ir de compras, bajo la unción extrema del dios Mercurio. Si la moda, en rigor, subvierte al individuo con el rigor del beneficio, la pregunta de Walter Benjamin permanece: “¿Sería la empatía con el valor de cambio lo que permitiría al ser humano tener una experiencia total?” (2018: 1277). Es desde esta perspectiva que Walter Benjamin interpreta la dialéctica de la producción de mercancías vinculada al triunfante sistema del capital.

En sus palabras, “la novedad del producto adquiere -como estímulo de la demanda- una importancia hasta ahora desconocida. Al mismo tiempo, el retorno de lo siempre igual se manifiesta claramente en la producción en masa” (Benjamin, 2018: 551). Así es también como el filósofo berlinés interpreta las cuestiones sociales en sus escritos, abordando analíticamente no sólo los aspectos políticos, sino también aspectos culturales más amplios.

Si en el siglo XXI todavía se viven en plenitud los mismos ideales liberales de doscientos años –como si fuera hoy–, ello se basa en la obra de Walter Benjamin, con énfasis en la Pasajes, que esta cuestión adquiere su problemática, entendiendo el término “pasajes” no sólo como algo relacionado con los medios de movimiento en las galerías, sino, principalmente, como una metáfora del tránsito entre los siglos XIX y XX, procediendo de ahí las aplicaciones y Implicaciones de la crítica a las sociedades que, informadas por todo lo funcional, reproducen modelos hegemónicos como estándar.

Además de reverenciar la intención de la obra de Walter Benjamin, se manifiesta el hecho indiscutible de que si, por un lado, vivimos exponencialmente bajo inspiración neoliberal, basada en la producción de bienes que legitima el propio sistema de capital, por el otro, uno anhela una promesa aún por cumplir: la de la posibilidad de Entradas para el siglo XXI.

*Luciana de Moraes Tiene un doctorado en filosofía de la Universidad Federal de Minas Gerais. Autor del libro Theodor Adorno y Walter Benjamin: en torno a una amistad electiva (Ediciones 70/Almedina Brasil) [https://amzn.to/47a2xx7]

Referencias


ADORNO, Teodoro. Caracterización de Walter Benjamín. Sao Paulo: Ática, 1996.

BENJAMÍN, Walter. Charles Baudelaire: un letrista en el apogeo del capitalismo. En: Obras seleccionadas. Volumen III. São Paulo: Brasiliense, 1989.

BENJAMÍN, Walter. Pasajes. Belo Horizonte: UFMG, 2018.

BRECHT, Bertold. diario de trabajo 1938 - 1941. Vol I. Río de Janeiro: Rocco, 2004.


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