La expansión de los movimientos ultraconservadores

Imagen: João Saplak
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por ADALMIR MARQUETTI & ALFREDO GUGLIAN*

La ultraderecha, el neoliberalismo y las contradicciones del capitalismo

El ascenso de la ultraderecha ha sido vertiginoso desde la crisis financiera de 2008, especialmente en Europa y América. La expansión ha estado marcada por importantes victorias electorales, como las recientes de Javier Milei en Argentina (2023) y Geert Wilders en Países Bajos (2023). Las investigaciones también indican la posibilidad de que Donald Trump regrese a la presidencia de Estados Unidos en 2024, lo que daría un nuevo impulso a la ultraderecha. Habrá elecciones en más de 40 países, incluidos seis de América Latina. Hay mucho espacio para que la extrema derecha se expanda.

Es crucial entender cómo llegamos a una situación en la que el avance de la ultraderecha pone a los sectores de izquierda, que defienden la democracia plena, en una posición defensiva. Los partidos políticos que históricamente apoyaron el neoliberalismo perdieron espacio, como lo demuestran los casos de Brasil y Argentina. En este contexto, los movimientos sociales y los partidos de izquierda deben oponerse al movimiento ultraconservador.

En las primeras décadas del siglo XX, el ascenso de la ultraderecha, representada por el nazismo y el fascismo, se produjo tras la crisis del liberalismo clásico. La crisis económica en Alemania e Italia sirvió de catalizador para la expansión de estos movimientos. De manera similar, la gran crisis de 1930, marcada por la caída de la acumulación de capital y el empobrecimiento de las masas trabajadoras, proporcionó un terreno fértil para la expansión de gobiernos dictatoriales de ultraderecha en varios países. A menudo, la violencia contra sectores de la izquierda organizada fue la forma que encontró la ultraderecha para llegar al poder, como en los casos de España y Alemania.

La actual expansión de la ultraderecha tiene paralelos con el siglo pasado, especialmente en su asociación con el proceso de crisis de la economía capitalista. En particular, los grupos extremistas conservadores se fortalecen durante las recesiones económicas, los aumentos del desempleo, la desigualdad y la incertidumbre. Ante la contradicción entre gobiernos neoliberales que adoptan la austeridad y resuelven la crisis mediante la acción del Estado, los neoconservadores ocupan espacio, enfatizando la libertad individual, la expansión de los mercados y promoviendo la lucha contra las minorías.

Michel Löwy (2015) destaca que estos grupos se presentan de diferentes formas. En Europa, lo más común es que los grupos ultraconservadores formen nuevos partidos o reformen los grupos políticos tradicionales. Estos partidos pueden tener un programa explícitamente fascista o nazi; o ser semifascistas, sin asumir toda esta ideología; o podrían ser partidos ultraconservadores que no abrazan el fascismo, pero comparten valores como el racismo, la xenofobia, la retórica antiinmigrante y la islamofobia.

En otras regiones la situación es diferente. Como explica Michel Löwy (2015), en Brasil no existe un partido de masas cuya bandera principal sea el racismo, sino grupos políticos repartidos en diferentes partidos políticos, cuyo discurso se centra en valorar el papel de los militares, facilitar el uso de armas y la intolerancia hacia minorías. Junto a estas banderas, prosperan igualmente el racismo, el sexismo y el antiecologista.

El advenimiento del neoliberalismo en la década de 1980, tras la crisis de la Edad Dorada, contribuyó a una creciente desigualdad social, transfiriendo ingresos del trabajo al capital, especialmente a las finanzas, y reduciendo los empleos bien remunerados en la industria. Ante esta nueva realidad, Wolfgang Streek (2018) enfatiza que el siglo XXI no solo enfrenta una desaceleración de la economía de mercado, sino también la inminente crisis del capitalismo democrático.

La crisis de 2008 impulsó el crecimiento de la ultraderecha, la disminución de la acumulación de capital impactó severamente a sectores sociales ya perjudicados por el neoliberalismo, aumentando la incertidumbre, reduciendo los ingresos y abriendo espacio para el discurso ultraconservador. Con énfasis en la valoración de principios tradicionales, como la moral cristiana y la estructura familiar patriarcal, junto con el culto a los símbolos patrios y la supuesta defensa de la libertad, sectores de la extrema derecha han ganado apoyo entre los más afectados por la crisis económica global.

Wendy Brown (2019) observa que la ultraderecha adopta un discurso en el que la libertad se pone en riesgo ante cualquier política que desafíe el modelo tradicional de sociedad cristiana, tal como lo interpretan los grupos neopentecostales. Esto incluye no sólo combatir cuestiones relacionadas con el sexo, la raza y el género, sino también demonizar la justicia social y la democracia en favor del libre mercado.

La ultraderecha atribuyó las causas de la crisis económica a factores que presenta como externos al funcionamiento de la economía de mercado capitalista, como, por ejemplo, la globalización, la inmigración, los políticos y movimientos sociales de izquierda, el comunismo y las políticas de identidad. También señalaron al Estado como el villano y responsable de los problemas sociales, denunciando que las burocracias públicas y la clase política actúan sólo en defensa de sus propios intereses.

Así, la solución propuesta por estos sectores pasa por la reducción del Estado, el rescate del nacionalismo frente a la globalización y la promoción de ataques a sectores de izquierda. Mientras que sus principales propuestas son la reconfiguración del Estado, la reducción de servicios públicos y de impuestos, y el avance de reformas liberales, reduciendo los derechos de los trabajadores y las garantías democráticas. En una clara alianza con las tendencias más radicales del neoliberalismo, la ultraderecha mezcla el tradicionalismo cultural con el ultraliberalismo económico. Sus gobiernos buscan promover reformas liberales, reducir los derechos laborales, reducir la intervención estatal y desmantelar las instituciones participativas y los espacios de control popular. Atacan los ingresos de los trabajadores y la democracia.

Al adoptar la agenda económica del neoliberalismo, la ultraderecha conquistó el espacio anteriormente ocupado por los partidos neoliberales, que perdieron influencia política. Muchas de las propuestas de los economistas neoliberales se han visto fortalecidas, como se puede ver en las primeras medidas anunciadas por el presidente Javier Milei, en Argentina. Una idea cercana a la propuesta por el expresidente Jair Bolsonaro, en Brasil, y que será el programa defendido por el representante del bolsonarismo en 2026.

El ascenso político de la ultraderecha coincide con un aumento de las tensiones por la hegemonía global y el resurgimiento de conflictos con fuerte capacidad de desestabilización internacional. Por ejemplo, hay una serie de enfrentamientos diplomáticos entre Estados Unidos y los países desarrollados con China y los países en desarrollo. Rusia adoptó una política que mezcla defensa y expansionismo, como lo demuestra la guerra contra Ucrania. Además, hay que considerar el conflicto entre el Estado de Israel y los palestinos, que ha servido de pretexto para el expansionismo israelí en la Franja de Gaza y que podría conducir a una guerra que involucre a otros países de la región..

Es esencial recordar que los regímenes ultraderechistas desempeñaron un papel crucial en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial y en la persecución de las minorías. La derrota de la ultraderecha se produjo tras un coste humano inestimable, con millones de muertes en diferentes continentes. Actualmente, estos sectores están desempeñando un papel central en la intensificación de un conjunto de conflictos globales que pueden derivar en guerras.

Para complementar el contexto en el que vivimos, dos factores más se unen para componer el cuadro de la etapa actual de la sociedad capitalista. La crisis climática, posiblemente el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, es resultado de una fase muy concreta denominada por Jason Moore (2016) como capitaloceno. Los impactos ambientales resultantes de la producción capitalista están llegando a un punto crítico, y varios científicos y organizaciones internacionales advierten sobre un inminente “punto sin retorno”.

Además, la crisis surge en un escenario en el que varios indicadores internacionales, como el Latinobarómetro y V-Dem, señalan una creciente insatisfacción de las sociedades en relación con la democracia. Las encuestas revelan con frecuencia indignación hacia los políticos, desconfianza en los partidos políticos y, especialmente, desconfianza en los gobiernos que se perciben afectados por la corrupción. Es precisamente esta combinación entre los efectos negativos de las grandes crisis del capitalismo y la incredulidad en la política y la democracia como medios para resolver los problemas sociales lo que alimenta el crecimiento de la extrema derecha.

En este contexto, la expansión de los segmentos ultraconservadores no significa que tengamos una batalla perdida. La esperanza está en la democracia y el abandono del neoliberalismo como camino para construir un modelo económico más equitativo y sostenible capaz de enfrentar el ascenso de la ultraderecha. Corresponde a los sectores populares que sufren las consecuencias de la crisis económica y del discurso de ultraderecha jugar su papel en la construcción de esta sociedad y desarrollar una nueva agenda política con alternativas reales para enfrentar las crisis derivadas del capitalismo.

*Adalmir Marquetti Profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul.

*Alfredo Gugliano Es profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul..

Referencias


MARRÓN, Wendy. En las ruinas del neoliberalismo. São Paulo, Politeia, 2019.

LOWY, Michael. Conservadurismo y extrema derecha en Europa y Brasil. Trabajo Social y Sociedad, 124, págs. 652-664, 2015.

MOORE, Jason. ¿Antropoceno o Capitaloceno? Naturaleza, historia y la crisis del capitalismo. Oakland, PM Press, 2016.

STREEK, Wolfgang. Tiempo comprado. La crisis pospuesta del capitalismo democrático. São Paulo: Boitempo, 2018.


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