Por TARSO GENRO*
La hora de la izquierda: ahora o no por mucho tiempo
Es necesario construir dentro del orden los capilares políticos, económicos y morales que bloqueen al fascismo en sus raíces y al capitalismo en su reproducción de la vida común, donde se expande sin piedad y sin solidaridad. Es necesario bloquear la voz de la irracionalidad con la voz de la razón y la igualdad, con valentía.
En el periódico portugués Público, el 5 de septiembre, Boaventura Sousa Santos publica un artículo -uno de los mejores que he leído hasta la fecha- sobre la llamada situación “post-pandemia”. Es la situación política indeterminada –todavía sin plazos y sin fin previsto– desafiando los firmes signos de la evidencia empírica, convocando a nuestra teoría política de emergencia, ya en un estado visiblemente deprimido. El título del artículo es muy sugerente y para nosotros debe sonar un poco desesperado: “El tiempo de la izquierda: ahora o no por mucho tiempo”.
Aunque el texto trata de la situación portuguesa, en particular, Boaventura registra tres lecciones para las fuerzas de izquierda (y para todos aquellos que no abandonaron la democracia y la república) que encajan plenamente en el escenario brasileño. Es inevitable que hablemos en estas lecciones de preparar el revés del fascismo, que avanza sobre el Estado, apoyado en una improbable alianza con lo más listo, lo más corrupto y lo más insensible, en el terreno del liberalismo rentista. Las afirmaciones de Boaventura son universales y por lo tanto adaptables para pensar la crisis de cualquier pueblo de este tonto mundo.
Primera lección: los ciudadanos en tiempos de crisis están protegidos por el estado, no por el mercado. Y ellos lo saben. No se trata de la “mala” moralidad de las instancias mercantiles, sino de su situación objetiva. Están para lucrar, no para brindar protección social y si la empresa no funciona de esta manera, muere en la competencia y, con ella, los propios puestos de trabajo desaparecen. Por otro lado, si en una situación de crisis sanitaria se debe restringir el funcionamiento del mercado -para evitar el contagio- se debe ampliar el funcionamiento del Estado para combatirlo. La superioridad del Estado en relación al mercado en la crisis es la superioridad evidente del Estado Social sobre el Estado de Derecho tradicional, en el que el derecho de propiedad es absoluto y las cuestiones sociales son sólo casos de Policía y, en el fascismo, para las milicias.
La segunda lección se refiere a las relaciones ciudad-campo, al abastecimiento y circulación de alimentos provenientes de la agricultura familiar, sanos, orgánicos y de origen menos dudoso que los que se ofrecen “en abstracto” en el mercado oligopólico tradicional. Esta lección también se refiere a la valoración de las tiendas y ferias cercanas -para el abastecimiento de estos alimentos-, su comercialización y producción cooperativa, la entrega a domicilio personalizada y nuevas relaciones de confianza personal -entre proveedores y compradores- que apuntan a la posibilidad de construcción de “ formas de vida” y consumo, con mayores posibilidades de entendimiento entre productores y consumidores, lo que puede incluso influir en la tipología y comportamiento de las grandes empresas mayoristas.
El MST, la Vía Campesina y los agricultores familiares, en ciudades de todos los tamaños, no solo han demostrado que el comercio, la industrialización y la producción de alimentos saludables -fuera del circuito de los grandes agronegocios- pueden ser a la vez un instrumento a través del cual se fomenta la solidaridad para combatir el hambre, como también puede cambiar -aquí y ahora- buena parte de la vida común. Y lo hace adelantando ejemplos para el futuro, que apuntan a un control del sociometabolismo del capitalismo,
rentista y oligopólica, que siempre es por una renta más concentrada y una miseria más diversificada.
El tercer ejemplo que nos lega la tragedia de la Pandemia se refiere a la legislación laboral, cuya anárquica flexibilización demuestra que la precariedad que reemplaza la protección laboral y el trabajo contractual clásico solo crea formas de vulnerabilidades agravadas. En términos concretos, en lugar de financiar a empresas en crisis -especialmente a las pequeñas y medianas, que son las mayores proveedoras de empleo- los Gobiernos "liberales" financian a la banca privada, cada vez más cercana a la especulación con dinero público y cada vez más alejada de las empresas productoras de bienes de consumo. y empleos para el mercado interno.
La precariedad, la informalidad y el desempleo -en este caso- solo pueden mitigarse con ayudas de emergencia, que no solo aumentan la deuda pública, sino que alimentan el reinado de los bancos que financian al Estado, permanentemente endeudado. El mundo posterior a la pandemia en realidad solo existe hoy como ciencia ficción política. Será lo que le permitamos ser, por la ausencia de nuestra voz complaciente o de nuestra energía política, despertada por la solidaridad en la lucha contra el fascismo, el negacionismo y la corrupción.
Grandes advertencias del gran Buenaventura.
*tarso-en-ley fue Gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Alcalde de Porto Alegre, Ministro de Justicia, Ministro de Educación y Ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.