La izquierda y el cerco al gobierno de Lula

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por ARTUR SCAVONE*

Tener en cuenta la coyuntura política nacional e internacional para evaluar el poder y la capacidad de acción del gobierno electo

Varios sectores y personalidades de la izquierda han exigido -además de la investigación y sanción rigurosas de los hechos golpistas del pasado 8 de enero- que el gobierno de Lula impulse de inmediato medidas como el fin de la Policía Militar, la destitución de los altos mandos de la FFAA (cf. Vladimir Safatlé), la destitución del ministro José Múcio Monteiro, la detención del general golpista y otros elementos de igual gravedad (cf. Gilberto Maringoni, breno altman). No hay sombra de duda: tales afirmaciones tienen bases reales basadas en la simple observación del desarrollo de los hechos recientes que llevaron a los hechos del 8 de enero.

El derrocamiento del intento de golpe fue una victoria única por la capacidad de Lula y los líderes a su lado para reaccionar rápidamente al golpe a través de una intervención civil innovadora en la historia del país, como lo destaca Francisco Carlos Teixeira da Silva en un artículo publicado en el diario Folha de S. Pablo. Y –es necesario reconocer el papel del individuo en la historia– a la acción decidida y valiente del Ministro del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, que supo unificar en gran medida el alto tribunal del país.

La división de los diversos sectores burgueses provocada por las facciones reacias a apoyar la articulación del golpe -porque ya no identificaban en Jair Bolsonaro una salida interesante para sus intereses- y la acción unificada del poder judicial, colocaron a los altos mandos de las Fuerzas Armadas en una situación de reticencia, lo que impidió que los militares se sumaran al golpe en curso.

Es necesario, sin embargo, tener en cuenta la situación política nacional e internacional en la que nos encontramos para evaluar el poder y la capacidad de acción del gobierno electo. Esta valoración es fundamental para que podamos pensar en proponer líneas de actuación consecuentes.

Lula y Geraldo Alckmin fueron elegidos en medio de la formación de un amplio frente democrático, en un proceso difícil. La victoria se obtuvo por estrecho margen y hay un expresivo contingente de la población encantada con los cánticos de la derecha fascista. Y no podemos desconocer el avance de la derecha a nivel mundial, pues el propio intento de golpe tupiniquim tuvo articulaciones provenientes de la derecha norteamericana con apoyo de otros sectores de Europa. En otras palabras, el gobierno electo estará bajo constante ataque, asediado interna y externamente.

No es necesario describir la estrategia que pretendían los fascistas, ya tan analizada. Pero es necesario discutir otra cuestión: ¿cómo reaccionar ante los estafadores? Ciertamente las afirmaciones con las que comencé este texto son válidas. ¿Alguien duda de que Lula y sus allegados estén seguros de la necesidad de desmantelar esta estructura de derecha? El verdadero problema no es señalar estos objetivos directos y exigir su ejecución, sino discutir y proponer caminos que construyan las condiciones hegemónicas para su realización.

Si es indiscutiblemente cierto que es necesario investigar, investigar y condenar a los golpistas en sus diversas dimensiones, tienen razón quienes afirman la necesidad de una contraofensiva más allá de la respuesta institucional, porque será en las calles donde las fuerzas golpistas medirse (cf. Valerio Arcary). Así como es indispensable defender la estructura permanente de las fuerzas políticas que constituyeron el frente democrático (cf. sendero popular). También incluiría otros puntos: agilizar las conferencias sectoriales del gobierno; restablecer el presupuesto participativo; operacionalizar las formas de control de la sociedad sobre el Estado, promoviendo una amplia participación popular. Además de facilitar la organización de movimientos sociales. Ciertamente, otros elementos deben agregarse y estructurarse a esta propuesta, pero el esquema de un programa de resistencia mínima se puede encontrar en el artículo de Raimundo Trindade, publicado en el sitio web A Terra é Redonda. Esta es la discusión que se debe tener.

Se trata, pues, de tener clara la necesidad de luchar por la hegemonía política en la sociedad y, para ello, el frente democrático que ganó las elecciones debe ser el punto de convergencia de este proceso junto con una amplia movilización popular. No podemos pasar por alto la estrecha victoria de las últimas elecciones. Solo con el apoyo de un amplio movimiento de la sociedad será posible tomar acciones contundentes para desmantelar el golpe de la derecha fascista, que no depende únicamente de la voluntad de Lula.

*Arturo Scavone es periodista y tiene una maestría en filosofía de la USP.

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