La Epifanía del Aprendizaje

Zhuozhang Li, Universidad de Liverpool
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por JULIA POLATO & MANUELA MOLINA ROMÁN*

Condiciones para el conocimiento y el aprendizaje.

La vida sigue su curso natural, con la rutina, las relaciones y los compromisos, hasta que llega el fatídico momento: el tranvía pasa por la esquina y Ana ve al ciego mascando chicle. Cuando ocurre la epifanía, el daño ya está hecho y no hay vuelta atrás. A pesar de que el estímulo es “simplemente” un ciego mascando chicle, no hay forma de saber por qué se ha producido el giro o cuál es el momento exacto en que las conexiones mentales se consolidan efectivamente y se produce la epifanía.

Sin embargo, este giro aparentemente repentino no se restringe al cuento “Amor”, de Clarice Lispector, pues también es el elemento clave de las demás esferas que envuelven las relaciones sociales y las interacciones psíquicas. En concreto, en el caso que aquí nos ocupa, la pregunta propuesta es sobre la epifanía del desarrollo, el momento exacto en el que las ideas que rondan en la mente del niño se materializan y se consolida el aprendizaje.

¿Cómo consolida el conocimiento el estudiante? ¿Cómo se produce el aprendizaje como proceso mental? ¿Cuál es el papel social del otro (profesor, colega o el propio individuo) en este proceso? ¿Es este otro necesario? Las respuestas a estas preguntas son múltiples teorizaciones de diferentes investigadores que, a lo largo del tiempo, aún no han podido precisar el momento en que se produjo el aprendizaje.

Nuestro horizonte será Vygotsky quien, como teórico, defiende que este proceso de desarrollo y aprendizaje es un proceso social que se da por mediación del proceso de significado. Pero, para que la epifanía de Ana no sea la única en la silla de análisis, invitemos a otro personaje.

En la película El milagro de Anne Sullivan, Anne, la tutora, propone enseñar a Hellen la lengua de signos para que pueda mediar en sus procesos psíquicos y en sus relaciones con el mundo exterior. El pequeño entiende el papel del tutor como mediador en algunas situaciones, respondiendo a algunos estímulos imitando los signos propuestos, pero es solo en los minutos finales que consolida el aprendizaje del idioma cuando comprende que se trata de una forma de mediación con la realidad, que está asociada a los objetos a los que estuvo expuesto, y que le permitirán comunicarse con los demás y comprender el mundo que le rodea.

Sin embargo, por más grandes esfuerzos del tutor, y las constantes asociaciones objeto-lenguaje, el proceso psíquico de aprendizaje de esta relación sólo ocurre cuando la niña pasa por el proceso catártico interno de desarrollo, consolidando el conocimiento del lenguaje de señas que el tutor repite hasta el agotamiento. para que interiorice y finalmente signifique este elemento cultural que es el lenguaje. Pero entonces, ¿qué hace que la niña finalmente pueda comprender la relación entre el lenguaje y los objetos del mundo si el método del tutor no cambia?

Aparentemente es ahí donde se esconde el gran secreto de la psique humana, que provoca sus epifanías y consolida aprendizajes en momentos inesperados, con múltiples desencadenantes, y concluyendo los procesos en momentos diferentes para cada individuo. A pesar de ello, el teórico en cuestión plantea que ese conocimiento solo se arraiga porque ya estaba listo para consolidarse en un área de procesamiento del cerebro.

Lev Vygotsky intenta comprender la conciencia desde la perspectiva de las relaciones sociales, asociando el lenguaje como mediador de los procesos psíquicos. Así, sería necesario un proceso mediatizado y catártico para promover el sentido del conocimiento y, en consecuencia, su interiorización. De la misma manera que Ana necesita al ciego masticando chicle como detonante para la significación e interiorización de sus reflexiones y percepciones del mundo, Helena también demanda un detonante para la consolidación del aprendizaje de lenguas. Sin embargo, el proceso catártico de la niña tiene lugar internamente.

Al analizar las concepciones teóricas del aprendizaje a la luz del desarrollo humano, Lev Vygotsky propone la idea del desarrollo histórico de los procesos específicamente humanos. Vygotsky considera que están en continuo cambio y, por tanto, “estudiar históricamente una función es estudiarla en proceso de cambio” (Braga, p. 23). Así, pensando en el proceso de cambio del organismo y desarrollo de la conciencia, el teórico parte de la premisa de que el aprendizaje debe medirse no por el aprendizaje consolidado, sino por lo que el niño está dispuesto a lograr con ayuda y que luego consolida para lograr en un manera más eficiente independiente. Es decir, propone que se vea al niño en su proceso de transformación. Así, desarrolla su propia teoría: la zona de desarrollo próximo.

Esta zona sería precisamente la distancia entre el aprendizaje potencial del niño (lo que puede comprender y realizar con la mediación de otro individuo) y el aprendizaje consolidado, ya adquirido y sedimentado. Así, va en contra de la idea de que analizar lo que el niño ya sabe sería una buena medida del desarrollo, porque al mirar el desarrollo completo no se ve lo que ya se está elaborando y que pronto se incorporará.

De la misma manera que Ana no habría tenido su epifanía con el ciego mascando chicle si no hubiera estado reflexionando ya sobre su propia vida, y Hellen no hubiera sido capaz de entender que los objetos del mundo tienen nombre si la maestra hubiera Si no la sensibilizamos para este tipo de comunicación, los niños en edad escolar tampoco serían capaces de implementar el aprendizaje y transponer el conocimiento al nivel real de desarrollo si no estuvieran ya desarrollando el conocimiento internamente, independientemente de la mediación o el esfuerzo de los maestros.

Así, a pesar de que el proceso de consolidación mental es particular e interno de cada individuo, Ana necesita del ciego masticando chicle para que se produzca la epifanía, Helena necesita del tutor que le enseñe la lengua, y nosotros también dependemos de una mediación para la epifanía del aprendizaje. tener lugar.suceder. Ya sea a través del rol del docente, que transpone el contenido, del tutor que lo repite incansablemente, de un compañero durante un juego, o de algún evento externo y aleatorio, la mediación es necesaria para que se consolide el proceso de aprendizaje y para la interiorización y sentido de los contenidos curriculares. y contenidos culturales.

Así, Smolka afirma que “es dentro de las dinámicas interactivas que los niños realizan formas de acción propias y relevantes que son valoradas en su entorno social. […] Las acciones no tienen sentido en sí mismas, pero se vuelven significativas en las prácticas culturales cotidianas en las que el niño se inserta” (p. 74).

Es decir, mientras un determinado elemento no pase por el proceso catártico y adquiera significación cultural para el niño, rara vez lo asimila. Así, mientras Hellen no pasa por el proceso psíquico catártico de significación, no ocurre la asimilación de los signos como lenguaje y la niña no entiende eso como símbolo cultural y de comunicación.

Pero esto no significa que el proceso de mediación se realice exclusivamente a través de un individuo. Restringir la mediación a este ámbito sería afirmar que los alumnos sólo adquieren conocimientos y consolidan aprendizajes a través de la mediación de un maestro, tutor o preceptor, casi como un proceso doctrinal. Como afirma Lev Vygotsky, lo que materializa el aprendizaje del alumno son los procesos mentales que transfieren conocimientos entre los dos niveles y, aunque las relaciones sociales son un pilar fundamental para Vygotsky, especialmente en el período formativo del niño (ya sea en las relaciones pedagógicas o incluso en las relaciones sociales que el niño establece fuera del ámbito escolar) el lenguaje y los recuerdos también son una forma de mediar el conocimiento en el proceso de aprendizaje.

Tanto es así que la interacción visual de Ana con el ciego masticando chicle provoca una epifanía en el personaje, quien lo interpreta a través de sus propios recuerdos y pensamientos; que Hellen entienda que los objetos corresponden a los símbolos que ha aprendido y con ellos podrá dialogar con sus padres; o, en el caso de la educación, el paso del conocimiento/contenido del nivel de desarrollo próximo al nivel de desarrollo real. En este sentido, Smolka afirma que “la palabra, como signo, adquiere así un papel fundamental en la construcción del psiquismo humano. El psiquismo no se ve aquí como originario del individuo, sino que se concibe como resultado de la interacción entre los hombres, constituida en relación con el otro y en el lenguaje. Es el medio humano el que promueve el desarrollo, elevando la aprehensión y la producción de cultura” (p.73).

La propia Helen Keller afirma, en su libro la historia de mi vida, la importancia que ve en el significado del lenguaje como elemento cultural de comunicación, ya que ella pasa por el proceso psíquico de aprender el lenguaje conscientemente: “Me interesé inmediatamente en este juego con los dedos y traté de imitarlo. […] Yo no sabía que estaba deletreando una palabra ni siquiera que existían las palabras; Simplemente estaba dejando que mis dedos hicieran una imitación. […] De repente sentí una conciencia envuelta en niebla, como de algo olvidado: la electrificación de un pensamiento que regresa; y de alguna manera se me reveló el misterio del lenguaje. Entonces supe que "agua" significaba la maravillosa cosa fresca que fluía sobre mi mano.

Sin embargo, nunca niega el papel fundamental de la tutora como mediadora de este conocimiento, y describe cómo la relación social con ella provoca no sólo el proceso de mediación y significado del conocimiento de la lengua de signos, sino también cómo la mediación de Anne es fundamental para ella. comprensión del mundo en varios pasajes “Escuché con creciente asombro las descripciones de la señorita Sullivan del gran mundo redondo con sus montañas en llamas, ciudades enterradas” y “Al principio yo no era más que una pequeña masa de posibilidades. Fue mi maestro quien los desplegó y desarrolló”

Esto también reflexiona sobre la autonomía que brinda el proceso de aprendizaje y el conocimiento a nivel de desarrollo real. Smolka afirma que “la autonomía sólo es posible con el otro. […] Las elaboraciones cognitivas a nivel individual no ocurren fuera del tejido social que involucra necesariamente al “otro”, y las palabras, las miradas, los saberes de los otros” (p. 75). Así, la mediación del mundo que hacen Ana y el ciego que masca chicle y que provocan las epifanías colaboran también en la cuestión de que el sujeto tenga la autonomía para acceder a ese saber y hacer uso de él de forma autónoma, pero no sola, tras su significado.

Así, se evidencia el papel esencial de las relaciones sociales en el proceso de desarrollo propuesto por Vygotsky, a partir de los conceptos de mediación, internalización y significado.

Braga, al tratar la teoría de la mediación de Lev Vygotsky, afirma que, para el teórico, “En lugar de actuar directa e inmediatamente en el mundo físico y social, nuestro contacto es indirecto o mediado por signos e instrumentos, por el otro. Para él, la mediación es el sello distintivo de la conciencia humana” (p.23). Así como Ana necesita del ciego para mediar en sus procesos mentales y lograr las relaciones que establece entre su rutina y la vida que le gustaría tener, Helena necesita del lenguaje para poder conectarse con el mundo y establecer relaciones sociales más productivas ya que, como sorda, se vio privada del proceso de los otros niños en el que “La conversación que escucha en casa le estimula la mente, le sugiere temas y le provoca la expresión espontánea de sus propias ideas”. Así, el otro y el lenguaje son elementos mediadores de los procesos psíquicos según Vygotsky y necesarios para que se produzca la interiorización de los elementos culturales. 

La interiorización es el proceso en el que “lo inicialmente compartido debe convertirse en un plano psicológico interno” (Braga, p.26). Entendemos aquí lo compartido como social y lo interno como psíquico. Después de la mediación, es decir, conocimiento o situación compartida a través del lenguaje, signo o situación en un contexto de relaciones sociales, el proceso que era externo se convierte en interno, es decir, es un proceso de asimilación de conocimientos de la zona de desarrollo próximo. Es el momento en que Helen comienza a incorporar signos a través de la repetición, pero sin el conocimiento del mundo para emanciparse de la necesidad de mediación de su tutor. Así, “La interiorización es [..] un proceso de desarrollo y aprendizaje humano como incorporación de la cultura” (Braga, p. 27).

Y esta incorporación concluye con el sentido, cuando un determinado conocimiento adquiere un significado social, histórico y cultural y pasa al nivel de desarrollo real, como sucede con Helena, que entiende el lenguaje y puede no solo repetirlo, sino comprenderlo efectivamente y comunicarse a través de él, incorporando el lenguaje como elemento cultural . Así, “lo que se internaliza es el significado de la acción, no la acción o los objetos mismos, sino el significado que tiene para las personas y emerge en la relación” (Braga, p.29), confirmando que ese proceso de mediación, internalización y el sentido que culmina en el aprendizaje sólo puede darse a través de las relaciones sociales, ya que, más que ejercer el papel de mediación, son ellas las que establecen el sentido, haciendo que todo adquiera sentido dentro de la cultura en la que se inserta el individuo . Y luego, después de pasar por el proceso de desarrollo, cuando sucede la epifanía, “el daño ya está hecho y no hay vuelta atrás”.

* Julia Polato es estudiante de posgrado en Letras en la Universidad de São Paulo (USP).

*Manuela Molina Román es estudiante de posgrado en Letras en la Universidad de São Paulo (USP).

 

Referencias


BRAGA, ES La constitución social del desarrollo – Lev Vygotsky: Tesis Principales. En: Revista de educación - Lev Vygotsky. Editor de segmentos, pág. 20-29, 2010.

Keller, Helena. La historia de mi vida. Editorial José Olimpio. Río de Janeiro, 2008

LISPECTOR, Clarisa. "Amar". En: Lazos familiares. Editora Rocco – Río de Janeiro, 1998.

SMOLKA, ALB; FONTANA, RAC; LAPLANE, ALF; CRUZ, MN El tema de los indicadores de desarrollo: apuntes para la discusión. cuaderno de desarrollo infantil. Curitiba. v. 1, no. 1, pág. 71-76, 1994.

El milagro de Anne Sullivan. Dirigida por: Arthur Penn. Estados Unidos, 1962. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=z3mCkggD6qg

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