por LEONARDO BOFF*
El Papa Francisco propuso una ecología integral que abarque los aspectos ambientales, sociales, políticos, culturales, cotidianos y espirituales.
Un ciego captura con sus manos o con su bastón las cosas más relevantes que encuentra frente a él. Así que intentaremos hacer una lectura a ciegas sobre la encíclica ecológica del Papa Francisco, Laudato Si: Sobre el cuidado de nuestra casa común (24/05/2015), cuyos cinco años acabamos de celebrar. ¿Cuáles son sus puntos relevantes?
En primer lugar, no es una encíclica verde que se restringe al medio ambiente, predominante en los debates actuales. Propone una ecología integral que abarca lo ambiental, lo social, lo político, lo cultural, lo cotidiano y lo espiritual.
Quiere ser una respuesta a la crisis ecológica mundial generalizada porque “nunca hemos maltratado y herido nuestra Casa Común, como en los últimos dos siglos” (n. 53); hicimos de la Casa Común “un inmenso basurero” (n. 21). Más aún: “Las predicciones catastróficas ya no pueden ser vistas con desprecio e ironía... nuestro estilo de vida insostenible sólo puede conducir a catástrofes” (n. 161). La demanda es por “una conversión ecológica global” (n. 5; 216)) que implica “nuevos estilos de vida” (se repite 35 veces) y “convertir el modelo de desarrollo global” (n. 194).
Hemos llegado a esta emergencia crítica por nuestro antropocentrismo exacerbado, por el cual el ser humano “se convierte en un dominador absoluto” (n. 117) sobre la naturaleza, desprendido de ella, olvidando que “todo está interconectado” y por tanto “no puede declararse autónomo de la realidad» (n. 117; 120). Utilizó la tecnociencia como instrumento para forjar “un crecimiento infinito, que presupone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta que lleva a exprimirlo hasta el límite más allá de él” (n. 106).
En la parte teórica, la encíclica incorpora datos de la nueva cosmología y de la física cuántica: que todo en el universo es relación. como en ritornello insiste en que “todos somos interdependientes, todo está interconectado y todo está relacionado con todo lo demás” (cf. n. 16, 86, 117, 120) lo que da gran coherencia al texto.
Otra categoría que constituye un verdadero paradigma es la del cuidado. Este, de hecho, es el verdadero título de la encíclica. Cuidado – por ser de la esencia de la vida y del ser humano según la fábula romana de Hyginus tan bien explorada por Martin Heidegger en el libro Ser y Tiempo – es recurrente en todo el texto de la encíclica. Ve en San Francisco “el ejemplo por excelencia del cuidado” (n. 10). “Corazón universal… para él toda criatura era hermana unida a él por lazos de afecto, sintiéndose llamada a cuidar de todo lo que existe” (n. 11).
Es interesante notar que el Papa Francisco une la inteligencia intelectual, apoyada en datos científicos, con la inteligencia sensible o cordial. Debemos leer los números con emoción y relacionarnos con la naturaleza “con admiración y encanto (n. 11) […] prestar atención a la belleza y amarla, ya que nos ayuda a escapar del pragmatismo utilitarista” (n. 215). Es importante “escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres” (n. 49).
Consideremos este texto, cargado de inteligencia emocional: “Todo está relacionado y todos los seres humanos caminamos juntos, como hermanos, en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene por cada una de sus criaturas y que nos une también a los demás el tierno afecto por el hermano Sol, la hermana Luna, el hermano Río y la Madre Tierra” (n. 92). Es importante “fomentar una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad” (n. 231), porque de esta manera “podemos hablar de una fraternidad universal” (228).
Finalmente, la espiritualidad es esencial para la ecología integral. No se trata de derivarla de ideas, sino “de las motivaciones que suscitan una espiritualidad para alimentar la pasión por el cuidado del mundo […], sin un impulso interior que impulse, motive, aliente y dé sentido a la acción personal y comunitaria” (n. 216). Nuevamente evoca aquí la espiritualidad cósmica de San Francisco (n. 218).
En conclusión, vale la pena enfatizar que con esta encíclica amplia y detallada, el Papa Francisco se coloca como ecologistas notables lo han reconocido a la vanguardia del debate ecológico global. En muchas entrevistas se refirió a los riesgos que enfrenta nuestra Casa Común. Pero su mensaje es de esperanza: “Caminemos cantando, para que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza” (n. 244).
*Leonardo Boff es ecologista. Autor, entre otros libros, de Francisco de Asís y Francisco de Roma (Mar de Ideas).