por LEONARDO BOFF*
Captamos el surgimiento del mundo espiritual, de la llamada espiritualidad natural, y verificamos su apremiante relevancia frente a las múltiples crisis que azotan a toda la humanidad.
Hay muchos que están hartos de los bienes materiales y del consumismo de nuestra cultura. Como contrapunto a esta situación, estamos captando el surgimiento del mundo espiritual, de la llamada espiritualidad natural, y estamos verificando su urgente actualidad frente a las múltiples crisis que azotan a toda la humanidad.
En momentos tan críticos, el ser humano profundiza en sí mismo y se hace preguntas básicas: ¿Qué estamos haciendo en este mundo? ¿Cuál es nuestro lugar en el grupo de los seres? ¿Cómo podemos actuar para garantizar un futuro esperanzador para todos y para nuestra Casa Común?
Esta preocupación por el mundo espiritual no es monopolio de las religiones. También se da en el ámbito de las búsquedas humanas tanto de jóvenes como de intelectuales, científicos famosos y, para nuestra sorpresa, grandes empresarios que mostraron interés por el tema.
El hecho de que muestren interés por el mundo espiritual, es decir, la espiritualidad, da testimonio de las dimensiones de la crisis que nos afecta. Significa que los bienes materiales que producen, las lógicas productivistas y competitivas que practican, el universo de valores comerciales (todo se ha convertido en mercancía y gana su precio) que inspira sus prácticas no abordan las cuestiones serias de la vida humana. Hay un profundo vacío, un inmenso agujero dentro de tu ser. Estoy convencido de que el mundo espiritual, o la espiritualidad natural inherente a nuestra naturaleza, tiene la capacidad de cumplirlo.
Es importante, sin embargo, ser críticos, porque hay empresas reales que gestionan discursos de espiritualidad que, a menudo, hablan más a sus bolsillos que a sus corazones. Hay líderes religiosos que son una expresión del mercado con su predicación del evangelio de la prosperidad material y, recientemente, de la dominación. Se ganan a muchos creyentes de buena fe, para sus propios intereses monetarios como pastores.
Sin embargo, los portadores permanentes del mundo espiritual son generalmente personas comunes y corrientes que viven la rectitud de la vida, el sentido de solidaridad y cultivan el espacio de lo Sagrado, ya sea en sus religiones e iglesias, o en su forma de pensar, actuar e interpretar la vida. y cuidado en el medio ambiente.
Lo importante, sin embargo, es reconocer que en todo el mundo existe una demanda de valores no materiales, porque los materiales son insuficientes para apaciguar el deseo de los seres humanos de algo más elevado y mejor. En todas partes encontramos gente, especialmente jóvenes, indignados con el destino previamente definido en términos económicos, cuando dicen que “no hay otra alternativa” (TINA=No hay alternativa). Se niegan a aceptar los caminos que los poderosos definen para la humanidad. Estos jóvenes dicen: “No permitiremos que nos roben el futuro. Merecemos un destino mejor, necesitamos beber de otras fuentes para encontrar un nuevo camino”.
Por eso es importante, desde el principio, introducir una distinción –sin separar, sino distinguir– entre el mundo religioso y el mundo espiritual, entre la espiritualidad natural y la religión. De hecho, el Dalai Lama lo hizo brillantemente en el libro. Una ética para el nuevo milenio (Sextante, Río de Janeiro 2000). Me permito citar un tema del libro en cuya comprensión participo y hago mía.
“Creo que la religión (mundo religioso) está relacionada con la creencia en el derecho a la salvación predicada por cualquier tradición de fe, creencia que tiene como uno de sus principales aspectos la aceptación de alguna forma de realidad metafísica o sobrenatural, incluyendo posiblemente una idea. del paraíso o del nirvana. Asociados con esto están las enseñanzas o dogmas religiosos, los rituales, las oraciones, etc.
“Considero que espiritualidade (mundo espiritual) esteja relacionada com aquelas qualidades do espírito humano – tais como amor e compaixão, paciência e tolerância, capacidade de perdoar, contentamento, noção de responsabilidade, noção de harmonia – que trazem felicidade tanto para a própria pessoa quanto para los otros".
“El ritual y la oración, junto con las cuestiones del nirvana y la salvación, están directamente relacionados con la fe religiosa, pero estas cualidades internas no tienen por qué estarlo. Por lo tanto, no hay razón por la que un individuo no pueda desarrollarlos, ni siquiera en un alto grado, sin recurrir a ningún sistema religioso o metafísico” (p.32-33).
Como se puede observar, alguien puede ser religioso sin ser necesariamente espiritual. Así como puede ser espiritual sin ser religioso. Lo ideal sería ser religioso y al mismo tiempo espiritual. Pero no necesariamente.
Existe todo un conjunto de investigaciones, realizadas especialmente en Estados Unidos, en las que participan psicólogos, educadores y nueva ciencia lo que ha profundizado la espiritualidad natural, es decir, la espiritualidad como objetivo dado de la naturaleza humana. Famoso se hizo el “Manual de Psicología y Espiritualidad” por el prof. Miller en el que reúne los principales estudios sobre psicología y espiritualidad natural. Se destaca que, independientemente de la religión, “cada niño nace con la capacidad innata de desarrollo espiritual, capacidad que debe entenderse como una dimensión natural, de la integralidad del ser humano; garantiza un apoyo importante y vital para la resiliencia, proporciona significado y propósito para el desarrollo de la cognición emocional, social y moral de la persona; esta capacidad innato puede madurar tanto dentro como fuera de la religión institucional”. A partir de estos estudios, Steven Rockefeller, filósofo y uno de los principales redactores de la Carta de la Tierra, propone una “democracia espiritual”, por tanto un hecho original que debe estar presente en la democracia, desde la primera infancia y en el currículo escolar (democracia espiritual,Nueva York 2022).
Vivir la espiritualidad natural, dada nuestra naturaleza humana, con los valores antes mencionados, que son también los mismos del Jesús histórico, puede señalar caminos que nos apunten hacia una eventual salida exitosa de las múltiples crisis de los tiempos actuales. Lo invisible del espíritu es parte de lo visible.
*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cuidar nuestra casa común: pistas para retrasar el fin del mundo (Vozes). Elhttps://amzn.to/3zR83dw]
la tierra es redonda hay gracias a nuestros lectores y seguidores.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
CONTRIBUIR