La economía de Francisco III

Imagen: Elyeser Szturm
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Por Wagner Iglesias*

En marzo, el Papa preside un encuentro para pensar y proponer un modelo económico alternativo al neoliberal, con banderas similares a las que hace años se debatieron en las distintas ediciones del Foro Social Mundial.

El catolicismo se llevó dos grandes sorpresas en 2013. La primera fue la renuncia del cardenal alemán Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) como Papa, hecho que no ocurría desde 1294, cuando Celestino V abdicó a la máxima autoridad de la Iglesia. Y el segundo fue la elección, como sucesor de Ratzinger, del cardenal argentino en Jorge Bergoglio. Su nombre causó desconfianza a diestra y siniestra.

Entre progresistas por su controvertida relación con la última dictadura argentina (1976-1983) y la tumultuosa convivencia con los gobiernos de Kirchner en la década del 2000. Sería una maniobra de la derecha mundial para, desde el Vaticano, pelear la disputa por los corazones. y la mente de cientos de millones de personas en América Latina, en ese momento bajo gobiernos de izquierda en algunos de sus principales países.

En la derecha, la elección de Bergoglio también suscitó desconfianza, tanto por su origen jesuita como por su largo sacerdocio con los pobres de su país natal, casi siempre con una predicación centrada en cuestiones sociales.

Una vez en el poder, Bergoglio emprendió una valiente política interna, enfrentándose a poderosos intereses arraigados en la Iglesia. Realizó la limpieza del Banco Vaticano, que había estado envuelto en escándalos durante décadas, luchó contra el simbolismo lujoso de la curia romana y autorizó investigaciones sobre acusaciones de pederastia que involucran a la Iglesia en varios países.

En política exterior, el Papa envió un mensaje al mundo para combatir la intolerancia y la desigualdad, reintroduciendo en el discurso católico las nociones de misericordia y aceptación que parecían haberse desvanecido en las últimas décadas.

Para este 2020, Francisco hace otra apuesta audaz: trata de posicionar a la Iglesia Católica al frente de un debate urgente y necesario sobre el neoliberalismo. Un modelo económico que ha concentrado la renta y la riqueza en proporciones sin precedentes en la historia. Y, debido a que se basa en una cultura de consumo y eliminación, ha señalado una trayectoria de agotamiento quizás irreversible de los recursos naturales como el agua, la tierra y la biodiversidad, comprometiendo el bienestar de las generaciones futuras y de todas las formas de vida en el planeta. .

En la simbólica ciudad de Asís, en Italia, donde San Francisco (1181-1826) se despojó de los bienes materiales y abrazó una vida dedicada a los pobres y a la naturaleza, el Papa presidirá, en marzo, un encuentro de jóvenes economistas, líderes y líderes empresariales de todo el mundo. Los objetivos del evento son pensar y proponer un modelo económico alternativo al actual, con un fuerte cambio de paradigma en la formación de economistas y en el desempeño de las grandes empresas. Un modelo económico basado en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la sostenibilidad ambiental y la dignidad humana. Banderas similares, por cierto, a las que años atrás se debatieron en las distintas ediciones del Foro Social Mundial y que se debilitaron tras la crisis de 2008 por el consecuente reforzamiento global del neoliberalismo en su versión más radicalmente rentista.

La tarea de Francisco obviamente no es fácil. El mundo de hoy está marcado no sólo por el amplio uso de instrumentos de la ortodoxia económica por parte de los gobiernos, sino también por la primacía, en el sector privado, de los accionistas de empresas transnacionales y fondos de inversión globales, interesados, sobre todo, en minimizar los riesgos. y maximización de la rentabilidad y los beneficios.

Más aún, estamos ante un mundo marcado por la hegemonía neoliberal también en el dominio de las ideas, prácticas y aspiraciones, tanto de las sociedades como de las personas, fuertemente caracterizado por el individualismo, el hedonismo y la ostentación. Por otro lado, nos dirigimos hacia niveles alarmantes de desigualdad, desempleo y exclusión social, que incluso ponen en riesgo a la propia democracia liberal. Quizás ahí esté la ventana de oportunidad identificada por el Papa.

Con la reunión de Asís, Francisco mira tanto al mundo como al Vaticano al mismo tiempo. Quizás ve, en este momento histórico, la oportunidad de dar protagonismo a la Iglesia católica, en crisis tras los veintisiete años del papado de Karol Wojtyla (Juan Pablo II), que desmanteló el carácter social y progresista de Juan pontificados XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978), pero no logró detener la pérdida de creyentes a favor de denominaciones cristianas más conservadoras, como el protestantismo neopentecostal, que ha crecido vigorosamente en la propia América Latina. Con Francisco, el catolicismo intenta reinventarse a principios de este siglo, lidiando con un mundo desigual, violento y sin esperanza.

*Wagner Iglesias Es profesor del Programa de Posgrado en Integración Latinoamericana (PROLAM) y de la Facultad de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP.

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