Por JOSÉ RAIMUNDO TRINDADE*
El sistema de deuda pública es una forma necesaria y no casual del desarrollo del capitalismo.
Eleutério Prado publicó recientemente en A Terra é Redonda un análisis crítico de la obra Austeridad: la historia de una idea peligrosa, de Mark Blyth [https://dpp.cce.myftpupload.com/a-burguesia-tem-opcao/]. El punto central al que nos interesa volver aquí lo expone él respecto de los límites de una salida decidida a la crisis del capitalismo neoliberal. El texto que sigue fortalece las tesis establecidas por el citado escritor, buscando, muy específicamente, profundizar los límites que tienen la “deuda pública” y la intervención estatal para equiparar las condiciones estructurales de la crisis orgánica del capital y, principalmente, establecemos elementos de Una teoría marxista de la deuda pública.
El número de investigaciones y estudios propiamente marxistas en el área de las finanzas públicas es bastante reducido, lo que no sorprende dado el escaso número de investigadores que de alguna manera se ocupan de este marco teórico. En todo caso, este tema se incluye en el campo más amplio de la teoría del crédito, al que los marxistas prestaron poca atención, aun considerando su gran importancia.
La deuda pública es una parte de la masa global de capital de préstamo de la economía, demandada por el Estado y convertida en capital ficticio en forma de títulos de deuda pública. Del proceso de reproducción económica resulta la riqueza monetaria necesaria para la acumulación permanente de capital, por un lado, y la reproducción social, por el otro. El Estado es un componente vital de la reproducción social capitalista y, por tanto, necesita ser apoyado por el capital para desarrollar sus funciones específicas de legitimación ideológica y control social, además de las funciones económicas subsidiarias integradas al proceso de acumulación, con la deuda pública y su Condición de ser central mantenedor del sistema crediticio.
Las dimensiones del Estado capitalista moderno están en función de un variado número de factores, desde la creciente complejidad de la sociedad mercantil capitalista, que requiere de una vasta infraestructura pública, parte de la cual es necesaria para la reproducción del capital privado; pasando por el aparato bélico-militar que sustenta el poder del imperio y mando de las burguesías nacionales, hasta las funciones contracíclicas o de control parcial de las crisis de sobreproducción, financiadas principalmente con deuda pública.
Con el desarrollo de las relaciones capitalistas, la obtención de ingresos tributarios del Estado no sólo pasa a tener una base puramente monetaria, sino que se convierte principalmente en tributación de la riqueza líquida, es decir, de la plusvalía obtenida en cada nuevo ciclo reproductivo, cuyo límite se establece. por la capacidad de expansión de la acumulación de capital. Asimismo, se impusieron nuevos límites al endeudamiento público: la capacidad de endeudamiento pasó a ser función de la expansión del sistema crediticio internacional y, por otro lado, la capacidad de pago de los préstamos se vinculó a la capacidad de recaudación de impuestos.
El sistema de deuda pública es una vía necesaria y no casual para el desarrollo del capitalismo. Necesario porque corresponde, en términos generales, a la porción del sistema crediticio encargada de financiar al Estado y, dependiendo de las características y dimensiones financieras del Estado, convertirse en su componente estructural. No es casual por los aspectos históricos que condicionan el desarrollo del capitalismo, constituyendo una de las palancas más poderosas de la llamada acumulación primitiva de capital y la primera forma de títulos y papeles referentes al capital ficticio en la economía. Podemos resumir tres puntos históricos importantes para el análisis de la deuda pública:
i) La deuda pública jugó un papel esencial en el proceso de acumulación primitiva de capital, concentrando la propiedad y estimulando el proceso de monetización de la economía.
ii) La gran transformación que se observa del siglo XVIII al XIX en materia de finanzas públicas en la principal economía capitalista del momento, Inglaterra, es menos del carácter de los gastos del Estado, que se mantienen prácticamente iguales, salvo por un nivel ligeramente superior mayor gasto en “medios de consumo socialmente necesarios para el proceso de acumulación”, como infraestructura de transporte y comunicaciones; y más específicamente de las condiciones de financiación del Estado, que amplía tanto la capacidad recaudatoria posibilitada por la elasticidad de la acumulación capitalista como por la creciente oferta de capital de préstamo que acompañó la expansión del capitalismo británico en el período.
iii) Con la deuda pública viene un “sistema crediticio internacional”, estimulando la acumulación capitalista en Inglaterra, principalmente a través de la toma de préstamos de capital holandés, algo que se repitió en relación a los EE.UU.
En términos marxistas, la acumulación de valores producidos por el capitalismo puede, dentro del límite de la elasticidad de este proceso, dar salida a un creciente consumo improductivo y al aumento del gasto estatal, siempre que la tasa de acumulación se mantenga positiva y creciente. Esta comprensión está necesariamente ligada tanto a las características de la reproducción económica capitalista como al componente de aceleración del crecimiento económico, cuya dependencia de la tasa de ganancia determina su oscilación permanente.
Por otra parte, el desarrollo de un sistema crediticio centralizado e integrado internacionalmente posibilita un flujo creciente de capital de préstamo, en el que la deuda pública absorbe una parte de estos flujos, correspondiente a la limitada regulación de la sobreacumulación de capital. Así, el financiamiento de la deuda del estado central (de las economías centrales) depende del surgimiento de nuevos circuitos de acumulación nacional que se integren a la estructura acumulativa global del capitalismo.
El sistema crediticio constituye la principal forma desarrollada por el capitalismo para reducir el tiempo de circulación mercantil y al mismo tiempo administrar la masa de valores monetarios que circulan en la economía en forma de capital de préstamo. Como ya se dijo, es responsable de centralizar las reservas monetarias dispersas en el sistema y también se encarga de distribuir el capital de préstamo, ya sea para financiar el circuito reproductivo, o para aplicaciones no reproductivas, incluido el financiamiento del Estado.
La acumulación crece a tasas crecientes hasta el punto en que el capital acumulado requiere para su valorización una masa de plusvalía imposible de obtener dadas las relaciones de composición técnica y valor del capital, es decir, alcanza una composición orgánica del capital cuya única forma de La valoración rentable del capital acumulado se hará devaluando o destruyendo parte de él.
El desarrollo del sistema crediticio aumentó la elasticidad natural de la expansión del capital y, a través de la aceleración espacial y temporal de la realización del valor, estimuló el proceso reproductivo para alcanzar con “botas de siete leguas” los límites de la sobreproducción de capital. La implicación de esta doble tensión será la crisis periódica de sobreacumulación con el necesario proceso de devaluación de parte de este capital.
El sistema capitalista necesariamente aprende de sus crisis y, ante los intereses de sostener la rentabilidad del capital, busca mejorar mecanismos y formas que equiparen de manera menos abrupta lo que los procesos de crisis parecen hacer caóticamente. Para Marx, la depreciación periódica de una parte del capital existente constituye un “medio inmanente” para que el capitalismo detenga la caída de la tasa de ganancia y haga más rentable la otra parte del capital, acelerando la tasa de acumulación. El problema de este mecanismo vía crisis de equiparación de las contradicciones del sistema será exponer la totalidad de las relaciones de producción a un nivel de conflicto agudo que rompa “los lazos fraternos dentro de la clase capitalista”, lo que conduciría inevitablemente a la ruptura y al choque. entre sectores capitalistas, con consecuencias impredecibles para la continuidad del ciclo reproductivo. Cabe mencionar que los conflictos imperialistas de la Primera y Segunda Guerra Mundial fueron manifestaciones de este tipo de crisis aguda, con la inevitable destrucción masiva de capital (trabajo muerto) y fuerza de trabajo (trabajo vivo).
La deuda pública funciona como una forma deliberada del sistema de destrucción de capital crediticio, combinando elementos de las dos formas expuestas por Marx. Así, el Estado, cuando se endeuda, absorbe capital prestado que proporciona los medios para adquirir valores de uso. Los medios de producción sustraídos de la economía y utilizados por el Estado son de hecho destruidos como valores de cambio, sin embargo, según el uso que se les dé, mantienen sus formas materiales. En tiempos de recuperación cíclica de la acumulación, pueden volver a formar parte del capital social, como en el amplio proceso de privatización de empresas públicas que ha tenido lugar en las últimas décadas en casi todos los países.
El capital de préstamo destruido forma parte de la masa de valores sobreacumulados, lo que proporciona un efecto similar a la destrucción de capital que se realiza en los procesos de crisis, brindando una salida de valoración a la masa de capital que continúa en proceso reproductivo. Asimismo, el capital ficticio resultante de la “titulización” del Estado, cuando se devalúa, y en la medida en que no genere “un choque al crédito de los capitalistas industriales que poseen esos títulos”, resulta en una transferencia nominal de riqueza , que puede, en teoría, proporcionar mejores condiciones para la reanudación del ciclo reproductivo, si, según Marx, consideramos “que los nuevos ricos que cosechan tales acciones o papeles en el otoño, por regla general, emprenden más que los primeros”. titulares” (MARX, 2017).
Dadas las condiciones de reproducción ampliada del capital, es posible concebir la deuda estatal como un componente funcional y estructural de la reproducción capitalista, pudiendo el Estado sostener tasas crecientes de gasto público y expansión de la deuda pública. Sin embargo, esto no está exento de contradicciones y límites, lo que hace que las finanzas públicas no tengan la autonomía que proclaman las corrientes keynesianas, pero tampoco están condicionadas por el equilibrio presupuestario que defienden las cuantitativas y las neoclásicas.
Finalmente, cabe señalar que la deuda pública es, junto con otros mecanismos como la exportación de capitales, por ejemplo, una única salida temporal a la crisis de sobreproducción, fijándose a cada proceso estructural de crisis nuevos límites que imponen una grado de tensión creciente, reflejado tanto en la presión fiscal, necesaria para hacer frente al aumento de la carga financiera de la deuda pública, como en los límites impuestos a la refinanciación de la deuda bruta por el sistema crediticio internacional.
Así podemos recordar, en relación a la deuda pública estadounidense, que su límite como gran absorbente de excedentes del capital de préstamo internacional está dado por la futura presión fiscal sobre su base reproductiva, al mismo tiempo que las condiciones de dominio de la guerra presionan por Nuevas demandas de capital de préstamo. Por otro lado, es razonable suponer que el refinanciamiento de su deuda pública mantuvo las condiciones de crecimiento de las economías que hasta ahora eran sus principales financiadores, especialmente en la última década las economías asiáticas que jugaron un papel central en este proceso, alimentando la circuito internacional de préstamo de capitales y, dentro de este límite, sostener el frágil equilibrio del capitalismo internacional a principios de este siglo, que probablemente será cada vez más problemático en los próximos años.
*José Raimundo Trinidad Es profesor del Programa de Posgrado en Economía de la UFPA. Autor, entre otros libros, de Crítica a la Economía Política de la Deuda Pública y al Sistema de Crédito Capitalista: un enfoque marxista (CRV).
Referencias
MARX, K. El Capital (Libro III). São Paulo: Boitempo, 2017.
SERRANO, F. Relaciones de poder y política macroeconómica estadounidense, de Bretton Woods al estándar del dólar flexible. En: FIORI, J. L (org.). El poder americano. Petrópolis: Editora Vozes, 2004.
TRINDADE, JRB Crítica a la Economía Política de la Deuda Pública y al Sistema de Crédito Capitalista: un enfoque marxista🇧🇷 Curitiba: CRV, 2017.
WRAY, L. Randall. Trabajo y dinero hoy: la clave para el pleno empleo y la estabilidad de precios. Río de Janeiro: Contrapunto, 2003.